El factor Munchausen: la neurosis del creador

El barón Munchausen existió realmente, no es solo un cuento de fantasia para niños, es probablemente cierto que era un embustero que disfrutaba contando sus batallitas a quien quisiera escucharle y que inventaba cosas tan fantasticas como que viajaba a lomos de una bala de cañón o bien que se salvó de morir ahogado en una ciénaga tirándose de los pelos a sí mismo.

De manera que el barón era un mentiroso.

Debe ser por eso que en psiquiatría llevan su nombre un par de síndromes bastante perversos: uno de ellos, el que consiste en personas que fingen tener una enfermedad para conseguir atenciones médicas, ingresos e incluso intervenciones quirúrgicas que no necesitan. Recuerdo el caso de un hombre que visitaba las urgencias diciendo que tenia una pancreatitis y que debía ser ingresado y dormido con sedantes. Todos le conocíamos ya, supongo que cambiaría de Hospital o de ciudad. Otro es el caso más común de cuidadores que fingen una enfermedad en su custodio a veces su hijo a quien le provocan toda clase de síntomas con el fin de conseguir su ingreso. Este es un caso que siempre acaba en los tribunales cuando se descubre la trampa. Lo inimaginable es que con frecuencia es la propia madre la que provoca estas dolencias en su hijo, se llama Munchausen por poderes.

Quizá ustedes traten de explicarse estos sintomas inducidos. Es bastante fácil, la madre o cuidadora busca el reconocimiento de buena cuidadora, busca aumentar su prestigio acudiendo al hospital preocupada por sintomas alarmantes en su hijo. Que ella misma ha provocado.¿Perverso no?

El pobre barón ha quedado como una reliquia psiquiátrica que exagera bastante sus intenciones reales que no debieron ser otras sino hacerse un hueco como narrador de historias fantásticas.

La neurosis del creador.-

Lola Lopez Mondejar es una psicoanalista y escritora que divulga mucho y bien sobre psicoanálisis, de ella ya hablé en otro post anterior donde hablé de otro de sus libros: «Invulnerables e invertebrados» y recientemente me he vuelto a encontrar con ella a raíz de mi investigación sobre autores y narrativas como la que expuse en mi post anterior. Así me enteré de que había escrito una serie de artículos que son los que componen el libro que preside ese post y otros que hablan de las confluencias entre literatura y psicoanálisis. Y que titula como factor Munchausen como etiqueta descriptiva que trata de explicar la neurosis de los creadores.

En síntesis la idea de la Mondejar es la siguiente:

Un creador es un niño herido que ha tenido una primera fase de crianza suficientemente buena, es decir es un niño que creció en un entorno de cuidados y amor suficientes pero que con el tiempo desarrolla un «trauma» que le provoca una disociación. Así en el niño viven dos niños, el niño que fue feliz en el «paraíso perdido» que definitivamente se perdió pero conserva una inscripción que llamamos Yo ideal y otro niño, hijo del Ideal de Yo que gracias a las actividades de Yo ideal (yo narcisista y grandioso) es instalado en algún lugar de la mente como guardián, tutela y cuidado del niño herido. El acto creador seria un dialogo entre ambos, el niño herido crea y el cuidador vigila su tarea, pues el cuidador se percata pero no sabe, el único que sabe es el Yo. Sin esa herida fundacional no hay acto de creación.

Yo creo que esto es verdad pero haré ciertas objeciones.

1.- No es necesario apelar al trauma para explicar este fenómeno, el niño no fue abandonado, maltratado, violado o ninguneado. La fragmentación del Yo no siempre es consecuencia de la disociación sino del enfrentamiento del niño con esa bruja que llamamos sociabilidad. Encajar en el mundo con reglas arbitrarias o injustas no es tan fácil como que te acepten en tu familia. Nadie volverá a quererte sin condiciones como tu madre, esa es la perdida que todo niño siente al escapar de la díada madre-hijo, esa separación que no se concreta en nada mórbido sino en la rutina normal del neurodesarrollo.

2.- Todos tenemos la posibilidad de fragmentar nuestro Yo. No solo existe tres instancias como supuso Freud sino múltiples. Hoy son muchos los autores que hablan de la multiplicidad del Yo y de roles procedentes de distintas identificaciones que en otro lugar he llamado zombies. La novedad que introduce el futuro creador es que genera un Yo muy especial que no procede tanto de identificaciones concretas sino de la omnipotencia grandiosa del Yo ideal, una especie de divinidad interior, un cuidador y un mentor o guía que nos tira de los pelos cuando estamos a punto de hundirnos en el lodazal como esa imagen que simboliza al barón Munchausen.

Son muchas las figuras poéticas que nos hablan de ese otro Yo como Antonio Machado «Converso con el hombre que siempre va conmigo», Pessoa o en este poema de Juan Ramón Jimenez:

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

Otros incluso lo personifican en otro Yo que es visible, como hacen los niños con su amigo invisible o como la voz que a veces conversa con nosotros y a veces nos advierte de un peligro, no es un doble en el sentido literario ni de Dios que siempre nos protege como piensan algunos, ni el ángel de la guarda dulce compañía, es el resultado de esa fragmentación que lleva a cabo un niño en la cima de su narcisismo y que logra desdoblar su Yo en una instancia bienhechora, bien al contrario de lo que hacen los esquizofrénicos que repiten este mismo fenómeno aunque invertido. La voz en estos casos es diabólica, persistente y malhechora.

La sociabilidad es la herida.-

En un niño hay dos niños, el niño de casa y el niño de la escuela y a veces son tan diferentes que cuando los profesores llaman a los padres para comunicarles alguna disfunción detectada en ese ámbito como por ejemplo meterse en peleas, los padres suelen quedarse estupefactos descreyendo casi siempre la opinión de los cuidadores.

Pues hay siempre dos niños, el del Yo ideal (omnipotente), y el del ideal del Yo (socializado)

La sobresocialización es un concepto inventado por un terrorista conocido con el nombre de Unabomber. (de verdadero nombre Ted Kadzinsky) que escribió desde la cárcel un manifiesto donde pone en blanco y negro sus ideas sobre la sociedad de la tecnología a la que considera el origen de todos los males sociales. En este post de Agnosis podemos refrescar las ideas sobre socialización y sus efectos sobre la política y sobre nuestro psíquismo.

«Sugerimos que la sobresocialización está entre las crueldades 

más serias que los seres humanos se infligen unos a otros.«

T. Kaczynski, Manifiesto de Unabomber. La sociedad industrial y su futuro

Si pensamos un poco el mundo en el que habitamos coincidiremos en que está presidido de instituciones totales secuenciales que están dirigidas o bien a separarnos o bien a integrarnos con nuestros semejantes. Desde la guardería, hasta el hospital nuestra vida transcurre de forma institucionalizada y dirigida casi siempre a socializarnos, es decir a interactuar con otros, y sobre todo a admitir reglas y reglamentos a veces injustos o que son tan exigentes que casi nadie encaja en ellos. Nuestros creadores y también los psicóticos son la población que va sufrir esta dificultad de encaje.

Los niños antes de cumplir un año ya están en la guardería y allí seguirán hasta que entren en pre-escolar hacia los 3 años y ya ha habido autores como Janet Belsky que han investigado sobre el efecto poco saludable de las guarderías. Lo cierto es que los veterinarios no aconsejan a los propietarios de cachorros jóvenes sacarlos a la calle antes de destetarse y que reciban completamente su calendario de vacunación, pero también tratan de evitar malos encuentros con otros chuchos y sobre todo los contagios. Entre nosotros socializarse en una guardería es la mejor forma de contagio de toda la panoplia de virus conocidos, pero pasar 8 horas en una guardería tiene otros efectos, y el peor de ellos es el hacinamiento, el ruido y el trato impersonal de los cuidadores.

Los niños aprenden a relacionarse o a aguantar a otros bien pronto, antes de saber hablar, controlar esfínteres o estarse quieto sentado, no es pues de extrañar que los niños se resistan a hablar, a abandonar el pañal o a no soportar la separación de la madre. Nuestra vida transcurre en relación con otros, iguales o figuras paternales o maternales desconocidas. No cabe duda de que el Estado ha irrumpido en todos los niveles de la educación configurando individuos supuestamente sociales que aprenden a compartir con sus semejantes y que necesariamente han de sacrificar parte de su psíquismo cuando no son adoctrinados directamente desde la escuela y les imponen un tipo determinado de pensamiento. El Estado ya no se conforma con socializarnos quiere enseñarnos a pensar.

Naturalmente los niños han de jugar con otros niños, eso es obvio pero la duración de las estancias en esos lugares siniestros que llamamos guarderías exceden en mucho al tiempo que cada niño necesita para no ahogar su subjetividad en el grupo, someterse a una disciplina a veces feroz u obedecer ordenes cuando a sufrir malos tratos. Es en la escuela donde los niños -con más frecuencia- van a sufrir malos tratos o exclusiones por parte de sus iguales, de manera que la socialización tiene una parte bien oscura: el mobbing y el patio del colegio, un lugar peligroso para aquellos que sienten por unos motivos u otros que no encajan.

Genio y locura.-

No es de extrañar pues que la locura —fundamentalmente la maniaco-depresiva— y el genio creador sean tan comórbidos. Ni tampoco es de extrañar que grandes poetas como Dickinson, Alejandra Pizarnik, Anne Sexton o Silvia Plath acabaran suicidándose durante la evolución de su patología. Y no solo poetas, sino escritores, y músicos y sin hablar del daño que han hecho las drogas a generaciones enteras.

El genio creador y la locura se encuentran emparentados no sólo en el mito y la imaginación humanas desde tiempos ancestrales sino que también guardan entre si un extraño parentesco, ambigüo y paradójico en tanto que las pruebas de su asociación son incuestionables al mismo tiempo que sabemos que la enfermedad mental por si misma es devastadora para la creatividad.

La locura bipolar de Van Gogh, Schuman, Virginia Wolf, Silvia Plath o Emily Dickinson, la esquizofrenia de Syd Barret o Hölderlin, el trastorno esquizoafectivo de Brian Wilson de Beach Boys, la sifilis cerebral de Goya y Nietzsche, el alcoholismo de Edgar Allan Poe, la esquizotipia de Dali, la psicopatia de Caravaggio y de François Villon, por no hablar del peaje que las drogas han exigido en los músicos de rock, blues y jazz que son incontables.

Hace un tiempo planteaba esta misma cuestión en un post dónde presenté las investigaciones de la Dra Nacy Andreasen sobre este mismo asunto, me refiero a un post que titulé: «Creatividad y espectro depresivo».

Y aun existe un ultimo refugio para los creadores: el misticismo.

El retorno a lo Absoluto.-

  • El proceso creativo, los arrebatos místicos o el talento artístico tienen cierto parecido con las enfermedades mentales y existe un solapamiento evidente entre ellos y ellas.
  • Parece sin embargo que la eclosión de una enfermedad mental inhibe y destruye las potencialidades creadoras de las personas que las sufren disminuyendo y aun clausurando la actividad artistica «per se».

Lo que nos lleva a una profunda contradicción ¿es o no es la enfermedad mental o algunas de sus caracteristicas condición para llevar a cabo una tarea creadora, revolucionaria, reformadora o artística? ¿Como conjugar los hallazgos de unos y otros si parece que ambos extremos, aun contradictorios, responden a la verdad?

Hasta que me encontré este texto de Ken Wilber yo andaba todavia poniéndome mas del lado de Arietti que de aquellos que pretendian asimilar los estados místicos con las enfermedades mentales, lo cierto es que aunque mi intuición y mi práctica clínica me habian llevado hacia el camino de no identificar ambos fenómenos, es que la ausencia de una teoria sobre los fenómenos de conciencia suprareales hacía imposible una distinción entre ambos tipos de experiencias.

Es evidente que la psicologia evolutiva profunda ha avanzado lo suficiente para conocer bien los estadíos de la conciencia prepersonal o los estadios mas bajos de la evolución de nuestra mente pero ha avanzado muy poco en el entendimiento de los fenómenos más elevados de nuestra conciencia y que algunos psicólogos llaman transpersonales. La distintión entre «pre» y «trans» se hace en este momento esencial para entender que ante cualquier calamidad o dificultad no es lo mismo hacer una regresión masiva a la infancia en busca de seguridad que una elevación hasta la divinidad, el punto omega o la fusión con la Unidad. El error ha sido considerar que todo abandono de la conciencia lógico-racional llevaba necesariamente hacia atrás, a una especie de vuelta oceánica al Yo urobórico, ese periodo de felicidad ignorante en el que creímos ser dioses.

Y aunque en realidad en ese periodo urobórico fuimos uno y aduales, esa unidad «pre» es bastante distinta de la unidad «trans», la primera es una unidad estúpida e ignorante y la segunda es una unidad noética, basada en el conocimiento y en la sabiduria, la primera es un atajo, la segunda una escalada.

El articulo de Wilber titulado «Esquizofrenia y misticismo» publicado en «El proyecto Atman» está completo en la red, aqui.

Fueron los psicoanalistas los primeros en hablar de una regresión al servicio del Yo, es decir una regresión momentánea y adaptada que no destruía las conexiones con el principio de realidad y que permitian al sujeto volver sanos y salvos después de una excursión seguramente liberadora a su estadío normal de conciencia que suele ser siempre el logico-racional. Algo de esto sucede con ciertas experiencias psicodélicas causadas por drogas, se trata de regresiones con red.

Sin embargo y tal como el propio Arietti señala, el diagnóstico de psicosis es posible en el caso de ciertos creadores o místicos pues el elemento de fanatismo se encuentra compartido tanto en los enfermos mentales paranoicos como en los reformadores, sin embargo en estos ultimos es notable la ausencia de amargura y resentimiento.

Para Arietti la distinción entre ambos puede hacerse desde la clinica:

  • Las alucinaciones de los místicos suelen ser visuales y no auditivas (verbales).
  • Las alucinaciones invocan a personas protectoras y no amenazadoras o torturantes.
  • Su contenido suele ser grato.
  • Se experimenta un profundo aumento de la autoestima.
  • Un imporante sentido de misión.
  • Insight especiales y significativos.
  • Experiencias que aportan conocimiento.

Lo cierto es que es verdad que tanto en las experiencias psicóticas como místicas existen elementos que proceden de estadíos suprareales como prepersonales, las invenciones de los delirantes, el sentimiento de haber sido escogido por la divinidad para una importante tarea, la identificación con la divinidad misma,  las inspiraciones delirantes de los paranoicos, las torturas psicosomáticas y cenestesias delirantes, la hiperconexión con poderes sobrenaturales e invisibles son producciones que en su mayor parte no pueden ser explicadas a través de la regresión simple a la infancia e invocan una infiltración de niveles supra o transreales. Al mismo tiempo es imposible desconocer que muchos místicos presentan severas patologias narcisisticas, megalomanías irreducibles que proceden de los niveles más bajos de la evolución de la conciencia, lo que nos permite aventurar la hipótesis de que ambas poblaciones -psicóticos y místicos- pueden compartir experiencias «pre» y experiencias «trans» sin dudar de que ambas experiencias son distintas y que pueden identificarse clinicamente.

Más allá de eso es posible aventurar que la psicosis es un atajo a la propia evolución de la conciencia y que sucede más frecuentemente al alcanzar el desarrollo egoico o lógico-racional. Todo parece indicar que este estadío es un cuello de botella evolutivo que provoca atascos en la evolución individual hacia el nivel superior (el meme verde en la terminologia de Wilber) porque supone el abandono de determinadas certezas basadas en el egocentrismo, el etnocentrismo y el paso a una ecología mundocentrica, donde el Yo y el Tu quedan obsoletos por el nosotros y el Todos.

Significa que cuando una estructura egoico-racional se tambalea se abren compuertas por arriba y por abajo, las de arriba inspiran determinadas cogniciones trans-reales que pueden resultar amenazantes o incomprensibles a la vez que el flujo regresivo impele al individuo hacia abajo en busca de seguridad y quizá también en busca de la ignorancia primordial.

La difusión de la autoridad

Hace pocos días un amigo de X publicó un interesante comentario en su TL a propósito de la idea —compartida por muchos— de que la autoridad se ha deteriorado hasta tal punto que prácticamente ya no existe y es algo que a mi como médico y a él como @profsecundario estaríamos dispuestos a aceptar sin más. Es obvio que los pacientes no nos hacen caso, ni los alumnos a los profesores, ni los hijos a sus padres, ni los delincuentes a la policía y todo parece indicar de que el principio de autoridad se ha desvanecido, pero el lector de este post averiguará pronto que las cosas no son lo que parecen y que la autoridad no se ha extinguido simplemente se ha difundido como también sucedió y se identificó por Erickson en relación con la identidad.

Difusión significa difuminacion, perdida de los contornos, propagación.

Esta es la reflexión de @profsecundario.

La crisis de autoridad no se debe a la desaparición del concepto de autoridad sino a la multiplicación de figuras de autoridad, a las segundas, terceras, cuartas y quintas opiniones que vienen a relativizar y, en última instancia, a desmentir a la primera. Llegará el día en que un ladrón será detenido in situ por la policía y el ladrón, con voz engolada, pedirá una segunda opinión. De hecho, ese día ya ha llegado entre los políticos a partir de la introducción del concepto de «lawfare», que es el modo posmoderno del clásico «Usted no sabe con quién está hablando». La todavía hoy presidenta del Congreso de los diputados, Francina Armengol, ha transmitido su convicción de que «no todos los políticos somos iguales», afirmación con la que no podría estar más de acuerdo si el asunto al que se estaba refiriendo no fuera el de su posible imputación por malversación de fondos públicos. Un asunto, el del delito, en el que todos los políticos, y hasta el resto de los mortales, en teoría estamos condenados a ser iguales.

La crisis de autoridad es consecuencia de la alta densidad de autoridades. Con mi mujer tengo la broma de que como siga escuchando a nutricionistas de YouTube dentro de nada vamos a acabar renunciando a comer por motivos de salud. «Dejadme en paz», llega ella a decir, de vez en cuando, ante la avalancha de advertencias sobre microcloritos y oxifentanoles. O los padres de mis alumnos, que ya empiezan a llamarse entre ellos para comprobar si solo se portan mal sus hijos o también los hijos de los demás, porque parece ser que la abundancia del pecado puede borrar la penitencia. O los médicos, cada vez más recusados por sus propios pacientes, porque el tiempo que no sacaron para hacer la carrera de medicina lo utilizan específicamente para buscar en internet.

De esta misma opinión es Peter Turchin que habla de una sobreabundancia de élites:

Peter Turchin es un psicólogo y antropólogo americano pero de origen ruso con intereses evolucionistas y autor de una nueva transdisciplina que llama «cliodinámica«. La idea es que a partir de un catálogo de datos (Big data) y su tratamiento matemático podemos hacer predicciones sobre el futuro, más concretamente: que la historia se puede predecir.

Su investigación mostró que alrededor de 40 indicadores sociales aparentemente dispares (pero, según la cliodinámica, relacionados) experimentaron puntos de inflexión durante los años setenta. Históricamente, tales desarrollos han servido como indicadores principales de la agitación política. El modelo indicó que la inestabilidad social y la violencia política alcanzaría su punto máximo en los años 2020.

El modelo sigue una serie de factores. Algunos reflejan los acontecimientos que se han observado y discutido extensamente: creciente desigualdad de la renta y de la abundancia, estancamiento e incluso el descenso del bienestar de la mayoría de los americanos, creciente fragmentación política y disfunción gubernamental (véase el retorno del oprimido). Pero la mayoría de los científicos sociales y los comentaristas políticos tienden a centrarse en una parte particular del problema. No está ampliamente reconocido el hecho de que estos desarrollos están todos interconectados. Nuestra sociedad es un sistema en el que diferentes partes se afectan entre sí, a menudo de maneras inesperadas.

Además, hay otro importante acontecimiento que han pasado por alto la mayoría de los expertos: el papel clave de la «sobreproducción de élite» en las oleadas de violencia política, tanto en las sociedades históricas como en las nuestras (véase Blame Rich, Overeducated Elites como Our Society Frays ) . El aumento de la desigualdad no sólo conduce al crecimiento de las mejores fortunas, sino que también da lugar a un mayor número de poseedores de riqueza, el» 1 por ciento «se convierte en» 2 por ciento «. O incluso más … De 1983 a 2010, el número de hogares estadounidenses por un valor de al menos 10 millones de dólares aumentó a 350.000 de 66.000.Los estadounidenses ricos tienden a ser más activos políticamente que el resto de la población.

La sobreproducción de élite suele conducir a una mayor competencia intra-élite que gradualmente socava el espíritu de cooperación, que es seguido por la polarización ideológica y la fragmentación de la clase política, porque cuanto más contendientes hay, más terminan perdiendo.Una clase grande de los aspirantes a la élite descontentos, a menudo bien educados y altamente capaces,  han visto negado el acceso a las posiciones de la élite.

Debe ser por eso que una de las variables que explora Turchin y que predicen inestabilidad es el número de abogados en una comunidad dada. Y no cabe duda de que el incremento de abogados marca lo que el llama una sobreproducción de élites. Y es cierto que las élites están incrementando su número y por tanto fortaleciendo la desigualdad y la brecha entre ricos y pobres con un progresivo deterioro de la clase media, no sólo en cuanto a su poder adquisitivo sino también en sus indicadores de salud y de bienestar.

Todo parece indicar que el contrato social se rompió definitivamente al comenzar el siglo.

La vuelta de los oprimidos.-

La idea de Turchin es en cierta forma opuesta a la idea marxista de que son precisamente los oprimidos los agentes del cambio. Ya no es de la clase obrera o los parias de la tierra, los pobres por así decir de los que hay que esperar movimientos sociales revolucionarios que pongan patas arriba al sistema. Se trata de una nueva clase de oprimidos: aquellos que se criaron en las élites pero han sido desplazados de ella.  Ese médico en paro que era hijo de un arquitecto y a su vez nieto de un panadero, la mayor víctima en su forma de sentir esa desescalada social. Curiosamente el ascenso de su padre en la pirámide social no resultó traumático para nadie y la permeabilidad «hacia arriba» resultó ser muy protectora socialmente. Sin embargo ese descenso del nieto médico que probablemente no encuentre en su país acomodo para sus ambiciones resulta ser muy desestabilizador pues la perdida de rango social es mucho más traumática que la ganancia. Aquí de lo que se trata no es de sobrevivir sino de medrar y por tanto la rivalidad es feroz.

Es precisamente esta nueva clase social –los neo-oprimidos– de los que hay que esperar grandes inestabilidades al garantizar el éxito de los populismos que son en definitiva la otra cara de la polarización -en este caso política- que se nos viene encima. Sólo para seguir alimentando decepciones, claro está pues ningún populismo podrá resolver el problema sistémico que procede del hecho de una mala estratificación social.

Una mala estratificación significa que la brecha entre ricos y pobres se ensancha y ya ha dejado de ser estrecha y larga para convertirse en dos grades bloques donde el colchón de seguridad de las clases medias acabará siendo esquilmado por los Estados cada vez más incapaces de monitorizar estos movimientos oscilatorios, que no afectan solo a lo social o económico sino también a lo político (mas extremismo derecha-izquierda) y a lo sexual: más distancias entre los sexos y más desinterés por el compromiso a largo plazo. Y no cabe ninguna duda de que el feminismo radical es precisamente otro de los marcadores de polarización.

Si a mi me preguntaran por las variables que pueden resultar significativas a la hora de predecir un futuro de inestabilidad añadiría a las nombradas por Turchin algunas que ya han sido señaladas por ciertos ilustrados del siglo XVIII como Hollbach y otras que se conocen a partir de estudios epidemiológicos y que predicen enfermedad mental o al menos sufrimiento mental y alienación y sobre todo esa sensación que tenemos todos de que el mundo se ha vuelto definitivamente loco:

1.- El número de solteros

2.- La edad en la que se tiene el primer hijo (por mujer).

3.- El indice de divorcios.

4.- El número de abortos.

5.- El número de crímenes de género/año

6.- El numero de suicidios/año.

7- El número de accidentes de tráfico/año.

8.- El consumo de antidepresivos/año.

9.- Ancianos viviendo solos.

10.- Niños ingresados en instituciones.

Todos estas variables parecen no tener nada que ver entre ellas, pero tal y como dice Turchin se encuentran relacionadas por un hilo invisible que solo los algoritmos matemáticos pueden desvelar.

PD.- Una sociedad con demasiados abogados predice una gran cantidad de crímenes y delitos.

Justicia poética

La justicia poética es un tópico literario donde la bondad y la virtud son recompensadas mientras que la maldad es castigada proporcionalmente a los daños provocados. Es necesario ahora dejar aquí un recordatorio: se trata de un tópico literario y no una consecuencia del derecho.

Sigue leyendo