Entropía y complejidad

Hace unos días publiqué en twitter este tuit antiguo que me recordó Timehop, una app que nos recuerda a diario las sentencias y aforismos que vamos dejando en las redes. A este recuerdo contestaron algunos de mis seguidores aclarando o dándome la idea de que en realidad mi descripción apela a una cuestión física llamada entropía. Pero parte de estos comentarios apelaban además a otra cuestión: la complejidad. La complejidad no es un concepto físico sino informacional aunque en realidad ambos conceptos están relacionados. La ganancia de entropía aumenta la complejidad y el desorden.

Esta es la idea:

Cuanto más complejos son los sistemas, mejor solucionan los problemas pero tienen un coste creciente.

Veamos algunos ejemplos.

No cabe duda de que el capitalismo ha tenido mucho éxito, y que la revolución industrial rompió la trampa malthusiana. Se pueden fabricar muchas cosas y hacerlas accesibles y baratas. Elija usted cualquier utensilio o alimento, todos comemos pan o tenemos móvil, gracias a que se fabrican muchas unidades y a un precio asequible para todo el mundo. Es posible afirmar que existe una relación directa entre capitalismo y excedentes, «aquí hay de todo» como suelen decir mis pacientes extranjeros. No cabe duda de que el capitalismo es lo mismo que decir opulencia y en algún post anterior ya me preguntaba ¿Por qué la opulencia sienta tan mal a nuestro cerebro?

Pero ahora vienen las malas noticias.

La respuesta está en la 2a ley de la termodinámica, la entropía tiende a aumentar y por eso la complejidad tiene un coste energético creciente… la época global es la más compleja (próspera) y la que tiene un coste energético mayor. (Tomo este gráfico y la consideración de @navelglas)

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Dicho de otra forma el capitalismo provee mejor que cualquier sistema económico a las necesidades de las personas, pero cuesta mucho de mantener. La máquina de vapor fue -desde luego- un gran invento pero necesita energía para moverse, carbón, petroleo o gas, en cualquier caso el gasto energético de mantener un horno encendido todo el día como sucede en las fabricas de azulejos es costosísimo energéticamente.

Pensemos ahora en el turismo. es verdad que viajar y hacer turismo es algo que agrada mucho a casi todo el mundo. Incluso ciertos países o territorios se dedican a él, estoy pesando en las Baleares o en la costa valenciana. Alli casi todo está orientado hacia el turismo y la cantidad de viajeros durante casi todo el año es una de las fuentes de riqueza de esos lugares. Estoy ahora pensando concretamente en Ibiza. Una especie de parque temático de vacaciones donde se dan cita casi toda la gente guapa y que busca mostrarse bronceados y dispuestos a bailar y drogarse todo lo que puedan. ¿Cual es el problema? Pues para que toda esa muchedumbre se divierta hace falta mucho personal de servicio (camareros, limpiadoras, fontaneros, alicatadores, camioneros, repartidores, barrenderos, mecánicos, etc) y viviendas caras, pero precisamente el éxito turístico de la isla propicia que suban los alquileres de la vivienda, con lo que la amenaza es que hayan muchos turistas y nadie para servir el cubata. Y eso sin hablar del daño que toda esa afluencia de publico le hace al medio ambiente. Me pregunto de dónde sacaran el agua este verano en esas islas paradisiacas. Dicho de otro modo: el turismo puede enriquecer a mucha gente pero puede morir de éxito al colapsar la burbuja. Y las burbujas colapsan cuando ya no pueden dar más de sí.

Y colapsar nos lleva a otro punto: simplificar. hasta los Imperios colapsan cuando ya cuesta demasiado mantenerlos a pesar de que produzcan beneficios. naturalmente el beneficio no es igual para todos. Tener un restaurante familiar en Ibiza sin necesidad de contratar a ningun extranjero siempre será un buen negocio, el problema es para aquellos que necesitan trabajadores de otro sitio y estoy pensando ahora en el Hospital de Ibiza, ¿alguien ha pensado en las circunstancias de ese Hospital? Lo cierto es que nadie quiere ir allí y más desde que el catalán-mallorquin ha impuesto barreras. Los que allí ejercen lo hacen de paso, nadie -que no sea oriundo- pretende establecerse en ese lugar, pero no crean que es el único hospital con este tipo de problemas, aquí en Castellón tenemos otro, el de Vinaroz con similares problemas. Siempre en déficit de especialistas y problemas para organizar las guardias.

Otro de los sinónimos que aguardan y relacionados con la entropía es el desorden. No cabe duda de que vivimos en una época de mucho desorden y que desde el punto de vista profesional pareciera que la gente -al menos la que sale en TV o en las redes- parece haberse vuelto loca. No es cierto que estén locos y para ellos hay que recurrir a la psicología evolucionista.

La psiquiatría evolutiva puede aclarar por qué la desviación social y otros desajustes problemáticos entre la naturaleza de los individuos y las demandas sociales actuales no son necesariamente trastornos mentales, y revelar la importancia del contexto para reconocer el funcionamiento emocional normal.

Randolph Nesse

Dicho de otro modo: no es que haya hoy más patología psiquiátrica que ayer, sino que colectivamente parecemos más enloquecidos que nuestros padres porque es el mundo el que ha enloquecido (se trata de una metáfora, en realidad se ha desordenado). Más claramente: hemos llegado a un punto máximo de complejidad-desorden-entropía.

Mientras los veraneantes de Ibiza puedan encontrar otros lugares de fornicio la cosa parece estar controlada, se cambia de playa de moda y ya está. Mientras el capitalismo pueda periódicamente sufrir crisis financieras o de la bolsa todo parece ir bien. Pero es seguro que después de una crisis vendrá otra, crisis de bancos, crisis de papel moneda, crisis de beneficio. Ya no hay beneficio en la productividad, de modo que es de esperar que pronto no haya ninguna forma de eludir las crecientes y geométricas deudas que unos mantienen con otros. No cabe duda de que el sistema colapsará, de tan complejo que es.

A la mente humana individual le pasa un poco lo mismo que al capitalismo que recordemos es una buena estrategia para hacer más cosas y más baratas: necesita límites para que fabricar cosas o ideas no resulte más caro y genere detritus imposibles de reciclar.

Y no cabe duda de que hay mucha basura y detritus en las ideologías actuales y más allá de eso generan disfunciones en la mente individual a través de la indefensión aprendida y las distorsiones cognitivas.

Es recomendable moderar y simplificar la vida.

Necesitamos limites y más que nunca en una sociedad liminar pues nos hemos quedado sin mediadores simbólicos.

La liminalidad.-

La liminalidad es cuando no se está ni en un sitio ni en otro. Este «sitio» puede ser tanto un lugar como un estado mental. El termino fue descrito por un antropólogo francés llamado Arnold Van Gennep muy poco conocido a pesar de que su libro -escrito en 1909- es reconocido hoy como un clásico en el estudio de los ritos de paso.

Un rito de paso es sinónimo de «iniciación» y es un conjunto de actividades simbólicas que marcan y dirigen la transición de un estado a otro, como por ejemplo la transición de la juventud a la adultez o de la niñez a la adolescencia. Advierta el lector que la mayor parte de los trastornos psiquiátricos de los que estoy hablando en este post suceden en esas transiciones.

Liminalidad además señala hacia actividades donde parecemos flotar y fluir sin necesidad de pensar demasiado en nosotros mismos: el servicio militar, el viaje, la enfermedad, el ingreso en un hospital o el domestico duermevela son situaciones o sitios donde parece abrirse un paréntesis en nuestra vida. Un paréntesis que puede cerrarse o no pero en cualquier caso una interrupción a veces liberadora y otras veces trágica y que casi siempre nos cambia para siempre. Lo liminar es la liquidación de lo viejo sin saber donde vamos a llegar, pues lo nuevo todavía no ha aparecido y es evidente que vivimos en una época liminar, de transición y de cambio.

Este concepto de liminalidad ha sido abordado por otros pensadores como Xavier Trias del que ya hablé aquí. La idea fundamental del profesor Trias es la diferencia que encuentra entre el concepto de muro y el concepto de puerta. Un muro no se puede franquear pero una puerta se puede atravesar:

Ante todo esto tenemos que ser capaces de rescatar la vigencia de las formas simbólicas, de las comunidades de relato, de la propia tradición, tan olvidada por la modernidad”. “También hay que rescatar el concepto de persona, en su sentido etimológico, es decir la máscara a través de la cual una voz propia se expresa”.

Lo que Trías quiere señalar es que en nuestra vida necesitamos «iniciaciones» o «ritos de paso» que nos permitan atravesar de forma segura esas transiciones de la vida y propone que hemos quedado desnudos en cuanto a mediadores simbólicos.

Y eso es simplificar la vida, aunque la gente prefiera irse de vacaciones a Ibiza.

La mente contra la mente (XXI)

Estamos acostumbrados a pensar la mente como un epifenómeno del cerebro. Ese es también el punto de vista actual de la neurociencia, heredera de aquella idea dieciochista de que la mente sería algo así como una secreción del cerebro, algo parecido a lo que hace el riñón con la orina, o el hígado con la bilis. Afortunadamente esta idea ya no la sostiene nadie y los científicos han terminado por aceptar que las relaciones entre mente y cerebro son algo insólito. Así algunos incluso hablan del problema difícil de la conciencia. Algo así se plantea en esta pregunta:

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El universo arrugado (XX)

Dice Gladiador en su arenga al ejército momentos antes de entrar en combate que «lo que hacemos en la vida tiene un eco en la eternidad». Y yo creo que tiene mucha razón pero hace falta saber interpretarle. ¿Qué significa eso?

Pues todo lo que pensamos, planeamos, ejecutamos, deseamos o llevamos a cabo se constituye en un bloque de información espacio-temporal que existe en algún lugar o nódulo informativo a disposición de cualquier frecuencia que le conecte. Es como una emisora que transmite noche y día y que es coherente con las intenciones y frecuencias del receptor, con su basura cognitiva o sus memorias aberrantes o sus averías de hardware (cerebro)y también con sus virtudes éticas (valores), estéticas (belleza) o espirituales (conocimiento).Todo depende de la frecuencia, es decir del campo neural que resulte de la intersección entre lo de dentro y lo de afuera. Cada cual elige su emisora con la que es coherente.

Campo mórfico y campo neural.-

Rupert Sheldrake es un biólogo y filósofo de la mente muy debatido y criticado en determinados ambientes, tanto como admirado y citado en otros. Su idea más conocida es la descripción de los campos mórficos que serian los responsables de dar forma tanto a los organismos vivos como a la materia inerte con cierta tendencia a adoptar formas, como sucede con los cristales. También explicaria el aprendizaje entre individuos de la misma especie no contigüos.

Sheldrake argumenta que en el código genético -el ADN- no se encuentran codificados los planos de la casa sino sólo como deben de juntarse los ladrillos, efectivamente los genes no son más que instrucciones para la síntesis de proteinas pero no contienen ningun plan para desarrollar un organismo vivo al completo. Si en los genes no están los planos ¿donde están?, esta es en síntesis una de las ideas mas revolucionarias y transgresoras de Sheldrake. Concluye que tiene que haber un campo invisible, sin localidad que está en todas y cada una de las células de nuestro cuerpo y del mismo modo está por fuera del cuerpo y que representaría algo asi como la memoria mórfica de la especie. Se trataria de un campo energético que prestaría la forma (los planos) a todo proceso de arquitectura viviente a partir de un registro mnéstico que no está determinado por la genética sino que está en continua evolución.

Sheldrake resucita así la vieja teoria lamarckiana de que los rasgos adquiridos pueden ser trasmitidos al resto de la especie no por via genética sino por resonancia mórfica. Y que argumenta del siguiente modo: cualquier aprendizaje de un cierto número de miembros de una especie determinada acaba por universalizarse a toda la especie cuando se alcanza una determinada masa crítica.

Sheldrake es pues un hereje.

La idea de campo mórfico presenta algunas debilidades estructurales. Por ejemplo Sheldrake no aclara cual seria la energía que alimenta este campo: ¿los campos mórficos serían ondas de baja energía, luz, infrarrojos o ultrasonidos?

Pero simultáneamente con esta debilidad posee algunas fortalezas que proceden de fenómenos que no tienen explicación según las leyes de la física que conocemos en la actualidad.

Y pone algunos ejemplos extraídos de la vida cotidiana para explicar en qué consiste la resonancia que es según él el mecanismo de comunicación entre campos mórficos e individuos. La resonancia es un fenómeno que afecta a los sistemas que disponen de movimientos periódicos sometidos a oscilación, así hay una resonancia química y una resonancia acústica o eléctrica. En realidad resonancia significa el reforzamiento de una señal, una especie de amplificación como sucede en acústica con los armónicos o con el láser en la luz donde la coherencia de fase parece tener mucho que ver con el termino resonancia al menos tal y como lo emplea Sheldrake. En cualquier caso es evidente que «resonancia» implica un cierto grado de sintonización entre emisor y receptor de una señal cualquiera que esta sea.

Sheldrake piensa que en nuestra percepción las imágenes visuales se forma por contacto, es decir que más allá de que nuestro cerebro tenga noticias de las mismas a través de la representación que la vía óptica acaba haciendo en el lóbulo occipital, lo que vemos ahí afuera es el resultado de haber tocado los objetos literalmente a través de nuestro campo mental. El cerebro seria secundario en este proceso que dependería de la mente visual y sólo seria un amplificador de señales, una especie de modulador entre lo que ya hemos visto y lo que nos representamos, una doble computación que es probablemente lo que da coherencia a lo que se ve. De este modo la experiencia de mirar es profundamente mental y de alguna forma táctil y no depende más que de un modo secundario con las imágenes formadas en la corteza visual del córtex occipital.

Los budistas suponen que el pensamiento, es decir la capacidad de abstraer, pensar o imaginar son y representan un sexto sentido, nosotros hablariamos mejor de intuición. Para Sheldrake el séptimo sentido supone un paso más allá: se refiere a la capacidad de saber algo de alguien por una via no convencional, no sensorial, fenómenos como la telepatia podrian ser explicados -de existir- a través de este septimo sentido.

En cualquier caso, la tesis más importante de este libro no son los ejemplos marginales sino su teorización acerca del cerebro como una especie de sintonizador. Para Sheldrake la conciencia no procede del cerebro sino que utiliza al cerebro como interface de expresión, en realidad el cerebro se hallaría diseñado y facilitado para sintonizar con unas emisoras  pero no con otras. Es como si el cerebro fuera una especie de transistor que pudiera a través de sus diales encontrar una emisora con mas facilidad que otras, pero esas emisoras no están en el cerebro propiamente dicho sino en la memoria mórfica, una especie de base de datos cósmica donde se encuentra también la memoria individual que Sheldrake niega que se encuentre en el cerebro individual.

Esta idea fuerte a mi juicio es bastante coherente con lo que sabemos sobre los modos de estar en mundo: estos no son infinitos sino que se reducen a una docena de supuestos, del mismo modo que aprendimos a entender los creodos de la subjetividad humana a través del mito podemos aprender la conducta humana en base a la frecuencia en que un determinado comportamiento se manifiesta. Hay sólo algunas formas de estar en el mundo y aunque la mayor parte de nosotros presentemos múltiples diferencias procedentes de distintas educaciones, circunstancias, entornos geográficos y culturales o demás, lo cierto es que las formas de estar en el mundo pueden contarse con los dedos de la mano.

Del mismo modo sucede con las enfermedades, son las que son aunque evolucionan y no son fijas y aunque cada vez más existen neoformaciones enfermizas patentadas por la cultura, lo cierto es que las enfermedades son finitas. Solamente puede enfermarse siguiendo unas guías ya recorridas con anterioridad, una enfermedad no puede sino parecerse cada vez mas a sí misma soportando a veces burdas imitaciones pues existe un patrón de memoria en su representación. Fueron patentadas ya por la tradición y aunque un individuo puede inventar una enfermedad nueva, esta no podrá manifestarse hasta que alcance la suficiente masa crítica para hacerlo: una suficiente masa de acólitos sintonizados por un determinado sufrimiento, una emisora que trasmita noche y día. Un ejemplo son algunas enfermedades mentales como los ataques de pánico, la anorexia mental, la bulimia, el TLP (trastorno limite de la personalidad) la disforia de genero y otras igualmente recientes. Lo cual no significa que no existieran antes de ser conceptualizadas sino que la conceptualización por sí misma opera como un atractor de nuevos casos, ¿pues cómo mostrar mi sufrimiento si no es a través de los cauces habituales? Las innovaciones en psicopatología son raras pero no imposibles, siempre habrá nuevos inventores de síntomas con mayor o menor éxito en su empresa.

Las ideas de Sheldrake son parecidas al modelo de universo que propone Jacobo Grinberg y que se encuentra contenido en su propuesta, a la que llama sintergia. Para Grinberg el universo (el espacio-tiempo) no solo es curvo sino que además se configura como una especie de enrejado o celosía donde cada nodo contiene la información de todo el universo, como una tela de araña contiene la información de donde ha caído prisionero un mosquito, la araña -que mantiene con su tela una relación muy parecida a la que Sheldrake propone-, sentirá a través de esa prolongación de su cuerpo el lugar -no importa dónde- ha caído enredado el mosquito. La información fluye por toda la telaraña.

Grinberg además contesta a algunas preguntas que más arriba me hacía a mi mismo:

¿Cual sería la energía? La información es energía no degradable.

¿Dónde estaría esta emisora? En los nódulos de esa red.

Grinberg va más allá al proponer además que nuestro cerebro, la conciencia humana sería de alguna forma una repetición de esa matriz, a la que llama Lattice o conciencia pura. Esa Laticce seria lo más parecido a lo que entendemos como Dios, pues – a su imagen y semejanza- esa estructura dotaría de más o menos «sintergia» (en realidad más o menos entropía) a las estructuras materiales sean o no orgánicas. de entre ellas la conciencia humana seria la de máxima sintergia. vale la pena profundizar en este tema con el video que os propongo más abajo, descartando los aspectos más esotéricos de la teoría así como los más parecidos a la teoría creacionista que es siempre una tentación destinada a desentenderse de la ciencia. La conciencia humana sería una replica de la Lattice.

El concepto de espacio neural de Grinberg es similar por no decir el mismo concepto de Sheldrake de «campo mórfico» y que puede explicarse diciendo que la realidad que percibimos no es objetiva sino que es el acoplamiento de lo percibido más lo que adelantamos, la enacción (Varela) que llevamos a cabo y de cuyo solapamiento tenemos noticia. El campo neural sería en el entrecruzamiento de la percepción de lo de afuera con la enacción del adentro.

Lo que quiere decir Gladiador es que -en efecto- lo que hacemos en la vida pasa a formar parte de ese compendio de cosas que quedan a disposición de otros para que puedan usarse para fines distintos a los que nosotros usamos.

Un eco en la eternidad.

Repensando a Dios (XIX)

Dios existe pero los dioses que adoramos son todos falsos (Freixedo)

La primera distinción que me gustaría hacer en este post, donde pretendo llegar a una conclusión (provisional) sobre la manera en que nos imaginamos a Dios, tanto su existencia como su inexistencia, es decir que las religiones no tienen nada que ver con Dios. Son proyecciones de los hombres organizadas políticamente para cohesionar los pueblos por medio de las creencias, por eso los dioses paganos poseen todos los vicios de los hombres y algunos de sus sentimientos y emociones. Todo depende de lo que se proyecte, hasta llegar a los dioses moralizantes. Otras religiones sin embargo son ateistas y sitúan el centro de la experiencia religiosa (iluminación o Nirvana) entre las potencialidades del hombre. Se trata de religiones sin Dios.

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