El elefante en el ascensor (y XXIV)

Este va a ser el último post de esta serie que inicié hace algún tiempo y es por eso que voy a dedicarlo a dar algunas pinceladas a la tarea de cómo domesticar eso que llamamos mente. Pues la mente no se puede dominar sino solo domesticar y si se puede domesticar es porque no todo en ella es naturaleza (natura naturans) o deseo sino sobre todo espíritu.

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Hacia una ciencia de la espiritualidad (IV)

Como ya hemos visto en post anteriores los efectos de los psiquedélicos dependen de la dosis, así podemos hablar de micro y de macrodosis, para experimentar efectos psicodélicos es necesario recurrir a las macrodosis (dosis efectivas) que nos permiten alcanzar el efecto psicodélico propiamente dicho, quedarse por debajo de estas dosis (microdosis) nos lleva a una experiencia similar a las anfetaminas o a la del cannabis, algo que fortalece la creatividad, el contacto social, la logorrea o la ausencia de fatiga, aunque del cannabis ya comenté que dependiendo de su pureza podemos esperar tanto efectos psicoliticos como psicodélicos.

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Las máscaras de la melancolía (XXXV)

Un mundo sin melancolía, es decir sin nostalgia. sin aburrimiento, sin espera, sin pereza y sin la inclinación de pensar las cosas hasta el final, es un espacio abonado para la emergencia exponencial de las llamadas depresiones (Antonio Colina, 011)

Proteus era una deidad griega, marina para más señas que tenia la capacidad de transformarse en cualquier forma, versátil, huidizo y mutable y que aparece en la Odisea. Además tenía como casi todos los dioses la capacidad de adivinar el futuro aunque no solía responder a las consultas.

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