La inteligencia colectiva

Los individuos comunes tenemos todas las locuras, pero los locos solo tienen una. (R. Musil)

La principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la corrupción o la ineficiencia, sino la simplicidad. (innerarity)

Esta semana santa he emprendido la lectura simultánea de dos libros, uno de ellos el de Robert Musil titulado «El hombre sin atributos» y otro, el de Daniel Innerarity acerca de la complejidad de la democracia y que preside este post.

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La difusión de la autoridad

Hace pocos días un amigo de X publicó un interesante comentario en su TL a propósito de la idea —compartida por muchos— de que la autoridad se ha deteriorado hasta tal punto que prácticamente ya no existe y es algo que a mi como médico y a él como @profsecundario estaríamos dispuestos a aceptar sin más. Es obvio que los pacientes no nos hacen caso, ni los alumnos a los profesores, ni los hijos a sus padres, ni los delincuentes a la policía y todo parece indicar de que el principio de autoridad se ha desvanecido, pero el lector de este post averiguará pronto que las cosas no son lo que parecen y que la autoridad no se ha extinguido simplemente se ha difundido como también sucedió y se identificó por Erickson en relación con la identidad.

Difusión significa difuminacion, perdida de los contornos, propagación.

Esta es la reflexión de @profsecundario.

La crisis de autoridad no se debe a la desaparición del concepto de autoridad sino a la multiplicación de figuras de autoridad, a las segundas, terceras, cuartas y quintas opiniones que vienen a relativizar y, en última instancia, a desmentir a la primera. Llegará el día en que un ladrón será detenido in situ por la policía y el ladrón, con voz engolada, pedirá una segunda opinión. De hecho, ese día ya ha llegado entre los políticos a partir de la introducción del concepto de «lawfare», que es el modo posmoderno del clásico «Usted no sabe con quién está hablando». La todavía hoy presidenta del Congreso de los diputados, Francina Armengol, ha transmitido su convicción de que «no todos los políticos somos iguales», afirmación con la que no podría estar más de acuerdo si el asunto al que se estaba refiriendo no fuera el de su posible imputación por malversación de fondos públicos. Un asunto, el del delito, en el que todos los políticos, y hasta el resto de los mortales, en teoría estamos condenados a ser iguales.

La crisis de autoridad es consecuencia de la alta densidad de autoridades. Con mi mujer tengo la broma de que como siga escuchando a nutricionistas de YouTube dentro de nada vamos a acabar renunciando a comer por motivos de salud. «Dejadme en paz», llega ella a decir, de vez en cuando, ante la avalancha de advertencias sobre microcloritos y oxifentanoles. O los padres de mis alumnos, que ya empiezan a llamarse entre ellos para comprobar si solo se portan mal sus hijos o también los hijos de los demás, porque parece ser que la abundancia del pecado puede borrar la penitencia. O los médicos, cada vez más recusados por sus propios pacientes, porque el tiempo que no sacaron para hacer la carrera de medicina lo utilizan específicamente para buscar en internet.

De esta misma opinión es Peter Turchin que habla de una sobreabundancia de élites:

Peter Turchin es un psicólogo y antropólogo americano pero de origen ruso con intereses evolucionistas y autor de una nueva transdisciplina que llama «cliodinámica«. La idea es que a partir de un catálogo de datos (Big data) y su tratamiento matemático podemos hacer predicciones sobre el futuro, más concretamente: que la historia se puede predecir.

Su investigación mostró que alrededor de 40 indicadores sociales aparentemente dispares (pero, según la cliodinámica, relacionados) experimentaron puntos de inflexión durante los años setenta. Históricamente, tales desarrollos han servido como indicadores principales de la agitación política. El modelo indicó que la inestabilidad social y la violencia política alcanzaría su punto máximo en los años 2020.

El modelo sigue una serie de factores. Algunos reflejan los acontecimientos que se han observado y discutido extensamente: creciente desigualdad de la renta y de la abundancia, estancamiento e incluso el descenso del bienestar de la mayoría de los americanos, creciente fragmentación política y disfunción gubernamental (véase el retorno del oprimido). Pero la mayoría de los científicos sociales y los comentaristas políticos tienden a centrarse en una parte particular del problema. No está ampliamente reconocido el hecho de que estos desarrollos están todos interconectados. Nuestra sociedad es un sistema en el que diferentes partes se afectan entre sí, a menudo de maneras inesperadas.

Además, hay otro importante acontecimiento que han pasado por alto la mayoría de los expertos: el papel clave de la «sobreproducción de élite» en las oleadas de violencia política, tanto en las sociedades históricas como en las nuestras (véase Blame Rich, Overeducated Elites como Our Society Frays ) . El aumento de la desigualdad no sólo conduce al crecimiento de las mejores fortunas, sino que también da lugar a un mayor número de poseedores de riqueza, el» 1 por ciento «se convierte en» 2 por ciento «. O incluso más … De 1983 a 2010, el número de hogares estadounidenses por un valor de al menos 10 millones de dólares aumentó a 350.000 de 66.000.Los estadounidenses ricos tienden a ser más activos políticamente que el resto de la población.

La sobreproducción de élite suele conducir a una mayor competencia intra-élite que gradualmente socava el espíritu de cooperación, que es seguido por la polarización ideológica y la fragmentación de la clase política, porque cuanto más contendientes hay, más terminan perdiendo.Una clase grande de los aspirantes a la élite descontentos, a menudo bien educados y altamente capaces,  han visto negado el acceso a las posiciones de la élite.

Debe ser por eso que una de las variables que explora Turchin y que predicen inestabilidad es el número de abogados en una comunidad dada. Y no cabe duda de que el incremento de abogados marca lo que el llama una sobreproducción de élites. Y es cierto que las élites están incrementando su número y por tanto fortaleciendo la desigualdad y la brecha entre ricos y pobres con un progresivo deterioro de la clase media, no sólo en cuanto a su poder adquisitivo sino también en sus indicadores de salud y de bienestar.

Todo parece indicar que el contrato social se rompió definitivamente al comenzar el siglo.

La vuelta de los oprimidos.-

La idea de Turchin es en cierta forma opuesta a la idea marxista de que son precisamente los oprimidos los agentes del cambio. Ya no es de la clase obrera o los parias de la tierra, los pobres por así decir de los que hay que esperar movimientos sociales revolucionarios que pongan patas arriba al sistema. Se trata de una nueva clase de oprimidos: aquellos que se criaron en las élites pero han sido desplazados de ella.  Ese médico en paro que era hijo de un arquitecto y a su vez nieto de un panadero, la mayor víctima en su forma de sentir esa desescalada social. Curiosamente el ascenso de su padre en la pirámide social no resultó traumático para nadie y la permeabilidad «hacia arriba» resultó ser muy protectora socialmente. Sin embargo ese descenso del nieto médico que probablemente no encuentre en su país acomodo para sus ambiciones resulta ser muy desestabilizador pues la perdida de rango social es mucho más traumática que la ganancia. Aquí de lo que se trata no es de sobrevivir sino de medrar y por tanto la rivalidad es feroz.

Es precisamente esta nueva clase social –los neo-oprimidos– de los que hay que esperar grandes inestabilidades al garantizar el éxito de los populismos que son en definitiva la otra cara de la polarización -en este caso política- que se nos viene encima. Sólo para seguir alimentando decepciones, claro está pues ningún populismo podrá resolver el problema sistémico que procede del hecho de una mala estratificación social.

Una mala estratificación significa que la brecha entre ricos y pobres se ensancha y ya ha dejado de ser estrecha y larga para convertirse en dos grades bloques donde el colchón de seguridad de las clases medias acabará siendo esquilmado por los Estados cada vez más incapaces de monitorizar estos movimientos oscilatorios, que no afectan solo a lo social o económico sino también a lo político (mas extremismo derecha-izquierda) y a lo sexual: más distancias entre los sexos y más desinterés por el compromiso a largo plazo. Y no cabe ninguna duda de que el feminismo radical es precisamente otro de los marcadores de polarización.

Si a mi me preguntaran por las variables que pueden resultar significativas a la hora de predecir un futuro de inestabilidad añadiría a las nombradas por Turchin algunas que ya han sido señaladas por ciertos ilustrados del siglo XVIII como Hollbach y otras que se conocen a partir de estudios epidemiológicos y que predicen enfermedad mental o al menos sufrimiento mental y alienación y sobre todo esa sensación que tenemos todos de que el mundo se ha vuelto definitivamente loco:

1.- El número de solteros

2.- La edad en la que se tiene el primer hijo (por mujer).

3.- El indice de divorcios.

4.- El número de abortos.

5.- El número de crímenes de género/año

6.- El numero de suicidios/año.

7- El número de accidentes de tráfico/año.

8.- El consumo de antidepresivos/año.

9.- Ancianos viviendo solos.

10.- Niños ingresados en instituciones.

Todos estas variables parecen no tener nada que ver entre ellas, pero tal y como dice Turchin se encuentran relacionadas por un hilo invisible que solo los algoritmos matemáticos pueden desvelar.

PD.- Una sociedad con demasiados abogados predice una gran cantidad de crímenes y delitos.

Justicia poética

La justicia poética es un tópico literario donde la bondad y la virtud son recompensadas mientras que la maldad es castigada proporcionalmente a los daños provocados. Es necesario ahora dejar aquí un recordatorio: se trata de un tópico literario y no una consecuencia del derecho.

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El héroe, el anti-héroe y el villano

Todos los héroes son el mismo héroe, eso aprendimos leyendo «El héroe de las mil caras» de Joseph Campbell, un libro esencial para comprender el periplo del héroe y del que no voy a hablar en este post demasiado porque el lector interesado puede seguir esta conferencia que di a propósito de este viaje que es en realidad el viaje de la humanidad.

Lo que caracteriza al héroe es el idealismo, la moralidad y el coraje. Podemos encontrar héroes no solo en la mitología sino en un sin fin de peliculas y novelas sobre todo en las del oeste y señalar a John Wayne como el representante más arquetípico de los héroes.

El western es uno de los mejores géneros para articular los mitos arcaicos con la realidad actual. El mito original de toda esta serie de películas es «Jason y los argonautas», el argumento matriz de todas las películas de aventuras, cuyos argumentos arcaicos son.

1.- Una tierra sin fronteras -el lejano oeste- que representa la Naturaleza en su estado primordial, con sus peligros, sus fenómenos naturales omnipresentes, el exotismo de lo inexplorado, la enormidad inhóspita de la tierra,  y la presencia continua de indios que objetivan el riesgo que corren los aventureros.

2.-El encargo o misión, usualmente se trata como en Jason de un objeto con mucho valor o que conferirá a su portador de poderes especiales.

3.- El protagonista es lo más cercano a un psicópata, un ser solitario, de vuelta de todo, traumatizado o cínico, un ser antisocial o alcoholizado como el Tom Cruise de «El ultimo samurai. Otras veces es un dechado de virtudes morales que son puestas a prueba.

4.-El camino lleno de peligros y de aventuras.

4.- La conquista del objeto propiamente dicho, el objeto puede carecer de valor en sí mismo o ser él mismo un mito como el Santo Grial o simplemente no existir como El Dorado (Aguirre y la cólera de Dios).

5.- El retorno a casa y el premio que aguarda al héroe. Un premio que a veces es moral: la redención espiritual del héroe.

De manera que los héroes verdaderos son una verdadera arqueologia del estilo moral que caracteriza al mito. Y además han perdido vigencia, lo que ahora se consume en el cine, y la literatura es el anti-héroe. El héroe no es el indicado para enfrentarse al villano.

El anti-héroe se parece mucho más todos nosotros, carece de idealismo y su sentido moral es bastante corruptible pero tiene agallas para conseguir lo que se propone. En realidad los antihéroes nos atraen porque nos liberan. Rechazan las limitaciones sociales y las expectativas que se nos imponen. Los antihéroes dan voz a nuestras quejas. Nos hacen sentir que se está haciendo algo bien, incluso si está legalmente mal. Los antihéroes hacen cosas que tenemos miedo de hacer. Por eso comprendemos sus motivaciones, son muy parecidas a las nuestras. ¿Quién no comprende al anti-héroe profesor de química con un cáncer diagnosticado y que no tiene dinero para pagarse su tratamiento y recurre al tráfico de drogas? De eso va la serie «Breaking bad», una serie que ha tenido mucho éxito gracias a la condición de paria-héroe que la protagoniza. Lo mismo sucede con «Los soprano», con «Harry el sucio» y con otros antiheroes que luchan contra la corrupción, contra un sistema invivible o contra la estúpida maldad de los muchos villanos que pueblan nuestro mundo.

En realidad el anti-héroe no es un producto de la modernidad, ya existía con anterioridad, recordemos a Alonso Quijano o a Hamlet que busca vengarse del asesino de su padre haciéndose el loco y que muere en el intento. ¿Pero quién no comprende y comparte sus motivaciones?

Y ahora vamos a hablar de un libro de Antonio Maria Saviano sobre el gran negocio de nuestro tiempo: el narcotráfico y a ver si estamos tratando con un héroe o un anti-héroe.

¿Alguien puede creer que se puede combatir el narcotráfico con los instrumentos del estado de derecho?

Si, ya se que muchos de ustedes pensarán que la mejor forma de combatir el narcotráfico seria legalizar las drogas pero yo creo que esta opinión no está los suficientemente pensada y madurada, de manera que si usted es de esta idea, le propongo que la meta en el frigorífico de momento.

Hay dos maneras de contar algo, una forma fisiológica:  metérselo en la boca, saborearlo y luego escupirlo. La otra manera es tragarlo y sufrir las indigestiones de lo que se ha comido. Saviano es de los que han tragado sus propias historias, sus propias letras. Descender a los abismos para luego emerger con escolta. Sus reportajes le han cambiado, arruinado la vida como a Salman Rushdie, uno no puede recobrar su vida anterior después de contar lo que Saviano ha contado. Ya desde su primera novela «Gomorra», su cabeza tiene precio. Saviano perdió su vida, su novia, sus amigos, todos le abandonaron por miedo. es lógico, la decisión de abismarse fue suya, una obsesión, algo que no se hace por dinero o notoriedad, se hace porque si. La verdad es tan adictiva como la cocaína.

La novela de Saviano contiene no pocas ideas interesantes, una de las que más me llamó la atención es el concepto de banalidad del mal, algo que Arendt ya había adelantado: en realidad el tráfico de cocaína es una actividad tan parecida al comercio de sustancias o productos banales que nos hace pensar ya no sobre la ilegalidad del narcotráfico sino de la banalidad del mal que se encuentra en cualquier forma de comercio.

Y hay una ley elemental de cualquier tipo de comercio: los productores y los consumidores de cualquier producto no ganan apenas nada. Hay que situarse -sean naranjas o cocaína- en el eslabón adecuado para ganar dinero. Son los distribuidores los que se enriquecen con el trabajo de los productores y son los consumidores los que en definitiva consumen el producto final aun adulterado. Así y todo para un campesino colombiano o mexicano siempre será mas rentable cultivar cocaína o adormidera que cereales. Son los distribuidores los que controlan el flujo, el precio y la pureza de la droga que llega a la calle.

Y luego está el tema del consumo. hay una creciente demanda de drogas, hay como una demanda golosa de drogas, mas concretamente de cocaína. La cocaína empasta bien con nuestro tiempo, con la velocidad y la globalización. Todo sucede deprisa, deprisa. Hay un ansia por correr más, por consumir más, por llegar a tiempo, por rendir más ,por aparentar más y por tener mas bienes de consumo al alcance de la mano.

Nosotros los médicos solemos ver las consecuencias de la adicción a las drogas en la escala de los consumidores, tenemos -en este sentido- un sesgo profesional. Pensamos que el uso y abuso de drogas es pernicioso para la salud y sabemos que es muy difícil escapar de una adicción. Casi todos nosotros estamos persuadidos de que las drogas son nefastas no sólo para nuestro cerebro, sino también de nuestro corazón, nuestros riñones y nuestro hígado. Sabemos bien cuales son sus consecuencias a corto, y a largo plazo. Es poco probable encontrar un medico que defienda su legalización. También sabemos de las dificultades para rehabilitar a un drogadicto.

Sin embargo después de leer el libro de Saviano, he construido otro panorama aun más desolador: el narcotráfico no sólo es perjudicial en el entorno de salud de los consumidores, sino que tiene al menos otras dos consecuencias, más graves:

  • El narcotráfico tiene consecuencias sobre los mercados financieros y contamina a través del blanqueo otros negocios que dejan de ser rentables en comparación con los beneficios de la droga. La mayor parte del dinero de la droga se blanquea en los bancos (a pesar de leyes como la Patriot Act) y acaba en el cemento de las inmobiliarias de zonas de lujo en entornos privilegiados de ocio. El dinero del narcotráfico termina por arruinar cualquier tipo de negocio legal a la vez que da trabajo a grandes cantidades de personas enroladas en el negocio de la droga, que pasan a ser delincuentes desalmados.
  • Con todo, el dinero no solo contamina a los capitales legales sino que pervierte a las instituciones: policía, jueces, funcionarios, políticos, funcionarios de prisiones, etc. Cualquiera puede ser arrastrado por el dinero fácil a corromperse.

Suele decirse que los gobiernos de nuestros estados democráticos tienen muchos limites a su poder, que en realidad quienes mandan son las grandes corporaciones eléctricas, petroleras, bancos y grandes constructoras. Es verdad, lo que no suele decirse es que la corporación más imperante del mundo es el narcotráfico, son ellos los que aportan liquidez al sistema y financian guerras bien directamente aportando armas o bien a través de ciertos intermediarios comunes.

Visto de esta manera la adicción de los individuos consumidores es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor, de un problema global. Un daño colateral como se dice en el Ejército.

Abordar este problema desde la bienintencionada prevención del uso de drogas de nuestros gobiernos se revela como una estrategia pueril. Ninguna política conseguirá nunca reducir la demanda de drogas a no ser que…no haya drogas en las calles. Sin embargo la lucha contra el narcotráfico está destinada al fracaso, no tanto por la ineptitud de las agencias destinadas a tal fin sino por las dificultades jurídicas, los entramados burocráticos, las trampas procesales, la mentalidad democrática y la protección del delincuente es el mejor escondite para los narcos, incluyendo las complicidades que encuentran dentro de las cárceles para seguir con sus negocios en medio de una condena casi siempre benigna y apelable

La democracia es el mejor aliado del narcotráfico que naturalmente no puede progresar allí donde el Estado no tiene leyes, sino reglas mafiosas.

Es por eso que los países totalitarios no tienen drogas.

Leí con avidez el libro de Saviano con tal de llegar al final. ¿Qué propone Saviano?

Lo que propone es una solución que el propio Saviano detesta y que a su parecer es en sí misma inmoral: legalizar el tráfico de drogas siendo el Estado el que monopolice su venta y distribución.

Para hacerse una idea de esta solución: el tráfico de cocaína que se vende en España podría sufragar los gastos en sanidad y educación juntos. 

En España cerca de la mitad de los presos que cumplen condena en la actualidad son delincuentes relacionados con drogas. Son consumidores al mismo que tiempo que pequeños traficantes. Recientemente ha saltado a la prensa el caso de una mujer con un niño de corta edad que había sido condenada a 6 años de cárcel por tener una plantación de cannabis en una nave de su propiedad. Cultivaba cáñamo y al mismo tiempo elaboraba haschis para el consumo y venta. ¿Era una traficante esta mujer?

¿Hay proporción entre su condena y las condenas que se llevan a cabo con los grandes traficantes que cuentan con abogados especialistas en encontrar todos los resquicios a la ley?

En realidad no era más que una consumidora que había aprovechado la facilidad con la que el cáñamo prende en nuestro país para consumo propio y que más adelante había encontrado una forma de ganarse la vida vendiendo sus excedentes. ¿Puede considerarse un delito plantar cáñamo o adormidera, especies bien adaptadas a nuestro clima?

Para mi, esto no debería ser un delito, no más grave que tener una piraña o una boa en casa.

La batalla está pues perdida y da lugar a injusticias sobre el peldaño más débil de la cadena. La democracia y el Estado de derecho han fracasado y cuanto más tiempo tardemos en reconocerlo más víctimas habrá.

Como Saviano, que nunca podrá recuperar una vida normal, ese tipo de vida de los que no quieren ver.

Ha visto más allá de lo tolerable y ya no puede seguir callado. Es un héroe.

Nota liminar.-

El problema de legalizar las drogas es que el negocio acabaría en las mismas manos que está ahora, sin contar con los cadáveres y enfermedades mentales que generaría un consumo libre.

Un poco de politica ficción.-

El país productor de cannabis más importante del mundo es Marruecos, donde el cannabis es legal. ¿Qué sucedería si en España se legalizara las plantaciones de cannabis?

Pues lo mismo que sucede con los tomates, las judías y las naranjas. Que la UE les compraría a ellos y no a nosotros y a nosotros nos obligarían a consumir el de ellos.

¿Dónde están los verdaderos villanos?