La sociedad inmunodeprimida y la New Age

El drama es que no hay drama

Jean Baudrillard

Hace unos dias me invitaron a una mesa redonda donde se trataron las relaciones entre medios de comunicación y enfermedad. Mi presencia en ese foro -organizado por la universidad Jaime I- estaba relacionada con el tema de los trastornos alimentarios, especialmente la anorexia mental, un tema que mantiene relaciones ambiguas con los medios de comunicación y que preocupa tanto a las autoridades sanitarias como a los propios medios y a los expertos que mantenemos opiniones diversas sobre el beneficio que la publicidad de determinadas enfermedades tiene sobre la salud pública.

De ese encuentro escribi un post que está aqui. y donde adelanté algunas ideas que pretendo ampliar en este nuevo post.

Tal y como decia alli:

Nos hemos quedado solos frente al mercado.

Quise decir con esta frase que no es que seamos más vulnerables ahora que antaño, ni más o menos viciosos, hostiles o estúpidos y sin embargo basta con ver los telediarios para observar como todos los registros del mal, de la estupidez o de la alienación son pulsados en distintas octavas por las personas comunes.

La razón de este desvarío no es que hayamos ganado algo para ser más disfuncionales sino que vivimos en un mundo que -aunque opulento en lo material- nos ha dejado sin los colchones de seguridad que antaño nos alejaban de la alienación. Estos colchones de seguridad era fundamentalmente dos: la familia y la religión, dos burbujas constructoras de entornos de seguridad y de atmósferas de trascendencia que nos ponian en el mundo armados de un proyecto ontológico, un proyecto como entidad.

Eliminados o cuasi narcotizados ambos, el ser humano se ha quedado solo frente a su deseo enfrentado a estimulos concretos y feroces que le llevan a desarrollar sus instintos más primitivos vinculados al narcisismo: el individualismo, la indiferencia y la rivalidad. Gran parte de los malestares y de las enfermedades mentales actuales son desvaríos ontológicos, es decir anomalías en nuestra manera de estar en el mundo. No hay trastornos de la personalidad sino diferentes versiones del vacío metafisico inducido por el laicismo del siglo.

La liberación sexual ha conseguido por sí misma vender más antidepresivos que todas las restricciones religiosas juntas.

Algunos de nosotros hemos aprendido algo muy importante:

Es imposible liberar al hombre sin esclavizarlo a distintos yugos.

Superada o levantada una prohibición o una carencia aparecerá otra lacra aun peor que señala en la dirección de que el hombre está diseñado para el sufrimiento, el sacrificio y la privación.

Y como dice Baudrillard:

La peor de las alienaciones no es ser despojado por el otro, sino estar despojado del otro; es tener que producir al otro en su ausencia y, por lo tanto, enviarlo a uno mismo. Si en la actualidad estamos condenados a nuestra imagen, no es a causa de la alienación, sino de su fin, es decir, de la virtual desaparición del otro, que es una fatalidad mucho peor.

Y todo ha sido sustituido por el simulacro de una realidad de la apariencia aun a sabiendas que no existe y que nos instala en el nihilismo que algunos como Nietzsche nos profetizaron.

Ver y ser vistos, esa parece ser la consigna en el juego translúcido de la frivolidad. El así llamado momento del espejo, precisamente, es el resultado del desdoblamiento de la mirada, y de la simultánea conciencia de ver y ser visto, ser sujeto de la mirada de otro, y tratar de anticipar la mirada ajena en el espejo, ajustarse para el encuentro. La mirada, la sensibilidad visual dirigida, se construye desde esta autoconciencia corpórea, y de ella, a la vez, surge el arte, la imagen que intenta traducir esta experiencia sensorial y apelar a la sensibilidad en su receptor.

Aqui hay un buen articulo sobre las ideas de Baudrillard respecto a las transformaciones que ha sufrido la vida pública en nuestro entorno.

Mi referencia a Baudrillard procede precisamente del titulo de este post. Fue Baudrillard el primero en hablar de nuestra sociedad postmoderna como una sociedad inmunodeprimida: hemos perdido todas nuestras defensas frente a los impactos de la exigente realidad pues no nos queda ningun valor o ideal en pie de la época de la modernidad, todo ha sido consumado como si se tratara de un objeto industrial, de un fungible, todo ha sido puesto bajo el microscopio de  la revisión y ya no hay Dios, ni realidad ni metafisica, sólo existe el mercado y sus mediadores. Hemos perdido las defensas y por eso enfermamos. Enfermamos de vacío, de anomia y de sin sentido.

Tambien Ken Wilber abordó este tema en su libro «Boomeritis», el efecto del baby boom de los años 50 en la demografia y la explosión de individualismo narcisista tal y como apunté en este post que titulé «La generacion del Yo»

Lo que enferma no es el cerebro sino el Ser.

Michel Houellebecq en su libro «Las particulas elementales» aborda en clave profética y amarga las razones por las que el mundo se dirige raudo no solo a una revolución metafísica sino a una especie de sincretismo entre la magia y la ciencia, la superstición y la tecnología que alumbrará un hombre nuevo. Un hombre nuevo que necesariamente deberá emerger de un modo no sólo psicológico o mental sino tambien genético.

La New age será posiblemente la religión del siglo XXI pero a diferencia del resto de religiones que han sido reveladas directamente por Dios, en esta ocasión serán los hombres quienes harán emerger a un Dios a la carta, una especie de superhombre gracias a las tecnologias reproductivas y a la biologia molecular y la genética. El objetivo es liquidar para siempre el origen del malestar de entre los hombres: la sexuación.

No me estoy refiriendo al sexo y a la sexualidad que se conservará en la hipótesis de Houellebecq sino a la sexuación como germen de la muerte que se encuentra plegada en la meiosis y de la que se ocupó Sigmnund Freud cuando elaboró su doctrina tanática sobre la pulsión de muerte.

La abolición de la reproducción sexual con todos su peajes será al fin quien libere al hombre de las diferencias, de la enfermedad y de la confrontación de unos contra otros y lo que hará que se cumplan por fin los ideales de las revoluciones burguesas: la humanidad será una fraternidad de cuasigemelos.

Asi dice Houellebecq que desde algo falso podemos llegar a algo verdadero o dicho de otra forma: que la busqueda de la verdad carece de importancia si la comparamos con la consecución de una sociedad cooperativa, solidaria y colectivista. Una sociedad sin ánimo de lucro.

Mas allá de la multitud de supersticiones pasadas de moda, ridiculas o contradictorias, la New Age responde a un sufrimiento real provocado por una dislocación psicológica, ontológica y social.

Y también:

La New Age manifiesta una voluntad real de ruptura con el siglo XX, con su inmoralidad, su individualismo, sus aspectos libertarios y antisociales; expresa que ninguna sociedad es viable sin el eje federador de una religión cualquiera, constituia una poderosa llamada a un cambio de paradigma.

Ideas, las de Houellebecq que parecen haber sido calcadas de otro profeta de la new age, me refiero a Aldous Huxley que tanto imaginó en su «Un mundo feliz» que -acariciando la utopía- acabó en manos de la distopía y tuvo que reescribir otro libro para mejorar el futuro que nos esperaba a la sociedad sometida a una especie de gobierno totalitario. Fue asi que hizo nacer «La isla» que no deja de ser un libro naif comparándolo con este de Houellebecq que arranca a través de una historia protagonizada por dos hermanastros que comparten una familia rota, desarmada e inmunodeprimida como aquellas que emergieron en los 60 y que abandonaron todo para encontrarse a sí mismos en California. No pararon hasta que el cáncer, esa lacra sexual, se impuso para acabar con sus estúpidas y vacias existencias a medio camino entre el vacío y la irresponsabilidad.

Houellebecq parece decirnos que no hay alternativas y que la única solución que le queda a la humanidad es alumbrar en ella misma una mutación programada que permita a la Tierra desembarazarse de ese depredador llamado Sapiens y que desde él y su tecnología pueda emerger una raza nueva de hombres que como los de Huxley sean felices pero esta vez sin necesidad de drogas.

El libro de Houellebecq es uno de esos libros que como «La metamorfosis» kafkiana parecen inaugurar un nuevo mundo, una nuevo paradigma, al margen de estar o no de acuerdo con las profecías que nos relata el autor, vale la pena subrayar que la humanidad necesita una ruptura con las ideas que sostuvo en el siglo anterior y que el milenio que nos viene será trascendente o no será de ninguna manera. La Tierra nos pasará factura creamos en la esotérica hipótesis Gaia o no.

Naturalmente hay que contar con los enemigos de este cambio de paradigma que se encontrarán tanto en las religiones oficiales como en la ciencia materialista y laica. El futuro parece estar en la reconciliacion de la ciencia con la religión. Necesitamos una refundición de todos los saberes para ponerlos al servicio del hombre y dotarles de sentido para el hombre de hoy, si queremos minimizar los daños que ya se adivinan.

Vale más una superstición útil que una verdad científica inalcanzable.

Por ejemplo:

La creencia en un karma, en una misión en la vida es seguramente una superstición pero en cualquier caso es una superstición que da sentido a la vida, es un significante lleno de significados que hace que los seres humanos individuales nos acoplemos a una existencia con sentido óntico. Esta experiencia llena de sentido tiene enormes consecuencias para la salud y para tener una vida plena.

Es verdad que algunas personas pueden tambien obtener beneficios de algo parecido al karma fiándolo todo a un laicismo militante: son los que creen que el mundo irá mejor cuando las religiones y las supersticiones sean barridas de la tierra, ellos tratan de imponer  a los seres humanos corrientes su propio dogma sin darse cuenta de que ni siquiera han podido transmitirselo a sus hijos.

¿Pero alguien puede asegurar que el mundo puede mejorar sólo con las herramientas de la ciencia?

A este respecto me gustaria comentar una anécdota que contó Bessel Van der Kolk -uno de los expertos mundiales en el tema del trauma- respecto a la experiencia americana que siguió a los atentados del 11-S.

El Gobierno después de los atentados proveyó de fondos para atender a la población expuesta con el fin de prevenir o tratar los sintomas de estrés postraumático que pudieran presentarse. Se confeccionaron dos listados, uno con las personas que tenian derecho a esta prestación y otra con los psiquiatras y psicólogos acreditados para el tratamiento del TEP.

Pasó el tiempo y Van der Kolk que pertenecia a la comisión de expertos que seleccionaba las técnicas y a los profesionales idóneos para tal menester cayó en la cuenta de que muy pocos habian optado por las terapias recomendadas segun los criterios que establece la ciencia.

Intrigado por este misterio se puso a investigar por su cuenta qué había sucedido con las victimas del suceso.

La mayor parte de ellos habian renunciado a los tratamientos propuestos por el gobierno y sin embargo habian optado por pagarse tratamientos de acupuntura, masajes, homeopatia y otros tratamientos alternativos.

Naturalmente ninguno de estos tratamientos está indicado para la prevención o el tratamiento del TEP.

Pero parece que las personas cuando han de seleccionar para sí un tratamiento no lo hacen siguiendo las recomendaciones de «la evidencia cientifica» sino siguiendo otra clase de criterios.

Van der Kolk concluyó que debiamos seguir investigando las razones por las que el publico se muestra inclinado a seguir terapias no convencionales a sabiendas de que carecen de eficacia demostrada y rechazan las recomendaciones gratuitas que se le realizan desde las autoridades sanitarias.

Y yo tambien creo que este fenómeno deberia seguir siendo investigado.


La ilusión central

Una de las caracteristicas de los seres humanos, aquello que nos distingue de los simios es la capacidad de pensar y hablar. Pensamiento y lenguaje son funciones mentales que coevolucionaron de forma simultánea y que forman parte de un todo común -que percibimos como un todo- pero que se sustentan en dispositivos neurobiológicos diferenciados. Cuando hablamos no somos demasiado conscientes de que nuestro discurso sigue un hilo sutil que es paralelo a la dicción, un pensamiento. Pero tambien podemos hablar sin pensar o al menos podemos hablar diciendo extravíos, lo que viene a decir que el pensamiento y el lenguaje hablado pueden ser descompuestos en unidades más simples y aparecer divorciados o escindidos: eso parecen decirnos las averias que encontramos en la esquizofrenia, el robo del pensamiento, el pensamiento impuesto, la divulgación del pensamiento o su eco son experiencias bien conocidas de la esquizofrenia y que parecen estar relacionadas con una disonancia entre pensamiento y lenguaje.

Una de las formas en que el pensamiento se articula en nuestros psiquismo es a través de las creencias. En realidad las creencias son atajos -simplificaciones- para la comprensión del mundo, algo que nos facilita el tránsito por la realidad y que nos permite establecer conexiones de sentido y predicciones sobre el porvenir haciendo la realidad más sencilla, disminuyendo la complejidad del sistema. Hay varios tipos de creencias: están las convicciones y los valores por ejemplo que son creencias con distintos estatutos de certeza, más allá de eso están los delirios que por más bizarros que nos resulten siempre se rodean de un halo de convicción, muy parecida a la certeza con que tratamos nuestras más intimas creencias.

No solemos pensar que creer y crear son dos verbos muy parecidos que comparten conjugación, al menos en la primera persona: «yo creo» vale tanto para decir que creo en algo o que estoy inventando algo. No es baladí porque toda creencia es, efectivamente, una creación individual. Nombraré ahora algunas de las características que poseen las creencias: su adherencia, su sentido profundo de verdad y su inextinguibilidad. Traten ustedes de convencer a alguien de que está equivocado y entenderán seguramente lo dificil que es persuadirle de cualquier cosa. Las creencias profundas son en este sentido representaciones invariables del mundo y en gran parte son además inconscientes, es decir el sujeto rara vez sabe nombrarlas o evocarlas salvo a través de sus derivados. Algunas de estas creencias pueden ser consideradas como un error o distorsión cognitiva, no pocas creencias son falacias, exageraciones, generalizaciones o paradojas pues una de las características de estas ideas es que están construidas con los ladrillos del lenguaje, ese contorsionista de la realidad, pues la realidad es aquello que conocemos y el conocimiento procede de la realidad, dicho de otro modo conocimiento y realidad son la misma cosa.

Son precisamente estas creencias profundas, arraigadas e inconscientes las mas resistentes a la extinción, pero no sólo eso sino que lo que pretendo demostrar en este post es que son precisamente esas creencias «profundas» las que causan malestares y enfermedades tanto mentales como fisicos.

El origen de la enfermedad y del sufrimiento está en una creencia que en este caso he llamado «la ilusión central». Para entender la composición de estas ilusiones centrales tendremos que volver a leer este post, donde explico precisamente qué es un PAF. Un patrón de acción fijo es una secuencia de disparos neuronales de ciertos grupos neuronales que aprendieron a activarse simultáneamente, pero además de eso se caracterizan por ser inconscientes y se encuentran almacenadas en nuestra memoria procedimental en el caso de ser movimientos coordinados (En este post hay una explicación sobre el funcionamiento de los ganglios basales). En realidad los investigadores han hecho hincapié en estos PAF para explicar el movimiento y nos han hecho entender que gran parte de las conductas que desarrollamos a diario son aprendizajes antiguos que se ponen en funcionamiento sin pensar demasiado en ellos: la cantidad de movimientos finos que pongo en marcha mientras escribo este post son demasiado complejos y numerosos para estar presentes en mi consciente, es por eso que mi cerebro guarda las secuencias de teclear en algun lugar de mi cerebro profundo (ganglios basales) y desde alli son evocados estos PAF de forma voluntaria cuando me pongo a escribir. Una creencia es tambien un PAF, pero un PAF cognitivo del mismo modo que las ideas o los ideales. En este post expliqué como Rodolfo Llinás habia descubierto y teorizado que las emociones son interiorizaciones del movimiento.

Del mismo modo nuestro pensamiento (una no-acción) es del mismo modo una interiorización de una acción o conducta cuyo máximo refinamiento filogenético se halla en los qualia que se pueden definir como los aspectos cualitativos del pensamiento.

Creer y crear son pues dos verbos (dos acciones) muy parecidos, no sólo por compartir algunas conjugaciones de sus tiempos, sino porque en la esencia de las acciones que representan, hacer y ser son la misma cosa pues el hombre no puede ser sin viviry la vida es sobre todo movimiento. En efecto, realidad y conocimiento son la misma cosa y la ilusión central es una creación, algo que el sujeto hizo a través de una experiencia de conocimiento repetida que dejó una huella, un surco, una impronta definitiva en su mapa del mundo y que al mismo tiempo eligió sobre otras posibilidades. La capacidad de elección no termina aqui sino que en la siguiente bifurcación vuelve a entreverse otro tipo de elecciones como las que nombraré más abajo.

La ilusión central en este sentido es una creencia, es decir un PAF cognitivo.

El término ilusión central es una teorización de un homeópata holandés llamado Jan Sholten. En sus investigaciones ha tratado de encontrar temas recurrentes o imágenes mentales para cada remedio homeopático y he tomado prestado de sus investigaciones este concepto de «ilusión central» para plantear como estas creencias profundas se derivan en componentes matizados por el lenguaje y como cuando aparecen en la conciencia lo hacen a través de síntomas o derivados mentales diversos.

Para ilustrar estas transformaciones voy a poner un ejemplo: imagínese que su ilusión central es esta:

– «Soy pequeño e insignificante.»

Esta creencia matriz derivará a través de los mecanismos de defensa y de otros productos mentales derivados del lenguaje en otros contenidos, las posibilidades serian las siguientes:

  • El (mi padre) o ella (mi madre) son pequeños e insignificantes (proyección de objeto).
  • Ellos (mis iguales) me ven como alguien pequeño o insignificante. (proyección de sujeto)
  • Soy grande y famoso o haré algo grande e importante. (inversión)
  • Ellos me persiguen por mi pequeñez, son sabedores de ello y comentan sobre el asunto (hipersensibilidad)

Como puede observarse la ilusión central sufre transformaciones metafóricas y metonimicas siguiendo las leyes del desplazamiento y la condensación, pero hay más: hay un acto creativo, algo que el individuo hace con su tema central sin que sea en absoluto consciente de sus contenidos radicales. El miedo y el desvalimiento son los sentimientos que acompañan esta temática de inferioridad matizando y desplegando una cáscada de derivados mentales unos más adaptados que otros.

En realidad este concepto de «ilusión central» está emparentado con el concepto freudiano de «pulsión sobre el que escribió Freud con el nombre alemán de «trieb«, traducido por algunos como instinto, pero que en realidad significa «brote» en su acepción más vulgar. La pulsión tal y como expliqué en este post, es el instinto después de haberse humanizado, es decir después de sucesivos pasos por el filtro del lenguaje. El hombre -el ser humano- no tiene instintos sino pulsiones. Pero es imposible imaginar una pulsión sin una etiqueta cognitiva, es por eso que el concepto de «ilusión central» me parece más pertinente para explicar la cascada de eventos mentales que se despliegan a través de está función, de esta idea con valencia afectiva.

Y que más acá de eso, se puede nombrar. Hasta ahora el concepto de pulsión se encontraba en una nebulosa que invocaba lo prehumano, decir pulsión es lo mismo que hablar de sexo o de muerte, no es de extrañar que el propio Freud imaginara sus «trieb» como una especie de dragones encantados (algo diabólico) desprovistos de cualquier civilidad. La ilusión central aun representando a la propia pulsión es sin embargo un constructo con sentido gramatical y sobre todo semántico: las ilusiones centrales son ideas, pero no una clase cualquiera de ideas sino de ideas con una enorme resonancia afectiva. la ilusión central es la cocina de los desplazamientos de las ideas, -creencias o no- que se sujetarán a ella con todos sus nudos. Averiguar la ilusión central de alguien es pues la tarea a la que se dedica un psiquiatra o un psicólogo, averiguar no tanto la procedencia histórica del malestar sino la procedencia de sentido de ese malestar, pues todo malestar es una creación en movimiento, una especie de danza que las palabras anudadas en aquel origen escalan hasta hacerse síntomas.

Para entender mejor esta teorización podemos imaginar e incluso predecir qué sucederá con un paciente que presentara aquella ilusión central, ¿qué derivados emergeran de cada una de aquellas cuatro bifurcaciones que nombré más arriba?

Podemos especular que un paciente con aquella estructura de inferioridad será una persona vulnerable a la exclusión y al mismo tiempo con un deseo de valoración o legitimación desde su medio ambiente, sin embargo ninguna persona que sostenga una idea tal de pequeñez e irrelevancia podrá soportar las pruebas de la realidad que contradigan aquella versión de si mismo que se instaló en el centro de su ser. Hará lo posible para conseguir que la imagen que los demás le devuelvan coincida con aquella expectativa pero al mismo tiempo necesitará construir una compensación imaginaria que le libere del peso de este complejo. Es muy posible que un individuo así termine delirando y que aparezca en la consulta bien como paranoide o bien como paranoico portador de un delirio de divulgación, de persecución o de grandeza.

La paranoia no tiene una única causa sino al menos tres:

  • El haber vivido en ambientes aterradores. (El miedo)
  • La inferioridad (la humillación).
  • Rencor y resentimiento (la venganza).

El primer caso es fácil de detectar: el paciente es miedoso y sospecha de casi todo, se protege y tiene además un fondo afectivo, un fondo de pena. El tercer caso es el paranoico clásico activo y querulante, malicioso y malvado. En el segundo caso, los paranoicos que tienen su origen en la inferioridad son personas sin rasgos paranoides de personalidad, parecen más bien neuróticos pero se psicotizan en situaciones donde tienen que enfrentar su ilusion central. Los casos descritos por Kretchsmer como delirios sensitivo-paranoides encajan perfectamente con este tipo de personas acomplejadas por un sentimiento crónico de pequeñez y nula importancia que parecen evitadores pero que se psicotizan dando una paranoia clínicamente significativa y en ocasiones una psicosis reactiva breve.

Como puede observarse en este enlace la Psiquiatria solo clasifica como paranoides a las personalidades rencorosas (el tercer grupo). Visitar esta web sobre el trastorno paranoide de la personalidad.

Para saber más sobre la conceptualización de la paranoia y sus tratamientos alternativos pueden visitar este post donde abordo algunos sintomas psiquiátricos y su tratamiento homeopático.