El efecto Zendal

Llamo efecto Zendal a un curioso fenómeno de repudio que se da en ciertos partidos políticos hacia las obras, instituciones o hallazgos de gestión que suponen por otra parte una aceptación muy importante por parte de la población general y que contrasta con el desprecio, el sabotaje o el ninguneo de cierta parte de los actores políticos. El Hospital recientemente inaugurado por Isabel Diaz Ayuso y que lleva el nombre de «Isabel Zendal», una enfermera que fue protagonista de la vacunación que nuestro país llevo a cabo sobre la viruela en America, es un buen ejemplo de esta «politización» absurda contra esa institución y que se entiende muy poco sabiendo que es un Hospital publico y ya sabemos que la dicotomia publico/privado sirve de pretexto usualmente para el repudio pues ya sabemos que la izquierda de nuestro país, defiende lo publico aunque nadie de momento haya demostrado que un Hospital publico es más barato o eficaz que uno privado.

Sigue leyendo

Razones para defecar

Cuando era estudiante de medicina vivía en un piso con otros compañeros y tenia una vecina con la que llegué a tener cierta amistad, basada en sus confidencias y mi disposición a escucharla, (entonces ya señalaba mis preferencias por la psiquiatría). Un buen día ella me llamó por teléfono urgiendo a que subiera a su casa para ayudarla: al parecer estando en el WC había tenido un desvanecimiento motivado por el gran dolor que le provocaba su colón irritable. Entonces no tenía una idea muy clara de qué era eso del colón irritable y me limité a constatar que mi vecina era una histérica que exageraba, Más tarde comprendí que sufría un colón irritable completo con dolor, espasmos y desvanecimientos que nada tenían que ver con la histeria sino con el síncope vagal y los espasmos dolorosos de colon.

Sigue leyendo

El vago y la neurocepción

Cuando yo era niño no había calefacción central, tampoco había estufas salvo un brasero de orujo que presidía aquella camilla donde hacíamos la vida en invierno, allí estudiaba, comíamos y cenábamos. El brasero era nuestra única fuente de calefacción, descontando aquellas bolsas de agua para calentar la cama.

Sigue leyendo