El elefante en el ascensor (y XXIV)

Este va a ser el último post de esta serie que inicié hace algún tiempo y es por eso que voy a dedicarlo a dar algunas pinceladas a la tarea de cómo domesticar eso que llamamos mente. Pues la mente no se puede dominar sino solo domesticar y si se puede domesticar es porque no todo en ella es naturaleza (natura naturans) o deseo sino sobre todo espíritu.

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Fenomenología y química de la conciencia (III)

El Yo es la facultad que elimina de nuestra conciencia una parte del mundo igual a la que deja entrar (Huxley)

La idea de que la conciencia es algo más que el Yo está implícita no solo en el budismo sino también en cierta parte de los pensadores modernos como Bergson.

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Una molécula prodigiosa (II)

Cuando Albert Hofmann -que andaba investigando sobre los alcaloides del cornezuelo de centeno-, tropezó en 1943 con lo que él mismo llamó LSD-25 y se intoxicó por contacto con esta sustancia, supo inmediatamente que había descubierto algo muy importante, algo disruptivo.

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Una teoria unificada de la enfermedad mental

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El paradigma psiquiátrico predominante en la actualidad es el conocido como paradigma kraepeliniano y consiste en la convicción de que las enfermedades mentales son entidades naturales como las enfermedades médicas. No importa que ya sepamos que las enfermedades mentales son patoplásticas (sigan criterios culturales) estén fuertemente influenciadas por las creencias o zeitgeist de nuestro tiempo o muten hacia formas más benignas o más malignas. Seguimos creyendo que estas enfermedades son como las otras: entidades fijas que se repiten a sí mismas configurando una identidad sintomática. Además creemos tambien que estas entidades son discretas, esto es separadas unas de otras, a pesar de las fuertes evidencias de signo contrario.

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