El universo arrugado (XX)

Dice Gladiador en su arenga al ejército momentos antes de entrar en combate que «lo que hacemos en la vida tiene un eco en la eternidad». Y yo creo que tiene mucha razón pero hace falta saber interpretarle. ¿Qué significa eso?

Pues todo lo que pensamos, planeamos, ejecutamos, deseamos o llevamos a cabo se constituye en un bloque de información espacio-temporal que existe en algún lugar o nódulo informativo a disposición de cualquier frecuencia que le conecte. Es como una emisora que transmite noche y día y que es coherente con las intenciones y frecuencias del receptor, con su basura cognitiva o sus memorias aberrantes o sus averías de hardware (cerebro)y también con sus virtudes éticas (valores), estéticas (belleza) o espirituales (conocimiento).Todo depende de la frecuencia, es decir del campo neural que resulte de la intersección entre lo de dentro y lo de afuera. Cada cual elige su emisora con la que es coherente.

Campo mórfico y campo neural.-

Rupert Sheldrake es un biólogo y filósofo de la mente muy debatido y criticado en determinados ambientes, tanto como admirado y citado en otros. Su idea más conocida es la descripción de los campos mórficos que serian los responsables de dar forma tanto a los organismos vivos como a la materia inerte con cierta tendencia a adoptar formas, como sucede con los cristales. También explicaria el aprendizaje entre individuos de la misma especie no contigüos.

Sheldrake argumenta que en el código genético -el ADN- no se encuentran codificados los planos de la casa sino sólo como deben de juntarse los ladrillos, efectivamente los genes no son más que instrucciones para la síntesis de proteinas pero no contienen ningun plan para desarrollar un organismo vivo al completo. Si en los genes no están los planos ¿donde están?, esta es en síntesis una de las ideas mas revolucionarias y transgresoras de Sheldrake. Concluye que tiene que haber un campo invisible, sin localidad que está en todas y cada una de las células de nuestro cuerpo y del mismo modo está por fuera del cuerpo y que representaría algo asi como la memoria mórfica de la especie. Se trataria de un campo energético que prestaría la forma (los planos) a todo proceso de arquitectura viviente a partir de un registro mnéstico que no está determinado por la genética sino que está en continua evolución.

Sheldrake resucita así la vieja teoria lamarckiana de que los rasgos adquiridos pueden ser trasmitidos al resto de la especie no por via genética sino por resonancia mórfica. Y que argumenta del siguiente modo: cualquier aprendizaje de un cierto número de miembros de una especie determinada acaba por universalizarse a toda la especie cuando se alcanza una determinada masa crítica.

Sheldrake es pues un hereje.

La idea de campo mórfico presenta algunas debilidades estructurales. Por ejemplo Sheldrake no aclara cual seria la energía que alimenta este campo: ¿los campos mórficos serían ondas de baja energía, luz, infrarrojos o ultrasonidos?

Pero simultáneamente con esta debilidad posee algunas fortalezas que proceden de fenómenos que no tienen explicación según las leyes de la física que conocemos en la actualidad.

Y pone algunos ejemplos extraídos de la vida cotidiana para explicar en qué consiste la resonancia que es según él el mecanismo de comunicación entre campos mórficos e individuos. La resonancia es un fenómeno que afecta a los sistemas que disponen de movimientos periódicos sometidos a oscilación, así hay una resonancia química y una resonancia acústica o eléctrica. En realidad resonancia significa el reforzamiento de una señal, una especie de amplificación como sucede en acústica con los armónicos o con el láser en la luz donde la coherencia de fase parece tener mucho que ver con el termino resonancia al menos tal y como lo emplea Sheldrake. En cualquier caso es evidente que «resonancia» implica un cierto grado de sintonización entre emisor y receptor de una señal cualquiera que esta sea.

Sheldrake piensa que en nuestra percepción las imágenes visuales se forma por contacto, es decir que más allá de que nuestro cerebro tenga noticias de las mismas a través de la representación que la vía óptica acaba haciendo en el lóbulo occipital, lo que vemos ahí afuera es el resultado de haber tocado los objetos literalmente a través de nuestro campo mental. El cerebro seria secundario en este proceso que dependería de la mente visual y sólo seria un amplificador de señales, una especie de modulador entre lo que ya hemos visto y lo que nos representamos, una doble computación que es probablemente lo que da coherencia a lo que se ve. De este modo la experiencia de mirar es profundamente mental y de alguna forma táctil y no depende más que de un modo secundario con las imágenes formadas en la corteza visual del córtex occipital.

Los budistas suponen que el pensamiento, es decir la capacidad de abstraer, pensar o imaginar son y representan un sexto sentido, nosotros hablariamos mejor de intuición. Para Sheldrake el séptimo sentido supone un paso más allá: se refiere a la capacidad de saber algo de alguien por una via no convencional, no sensorial, fenómenos como la telepatia podrian ser explicados -de existir- a través de este septimo sentido.

En cualquier caso, la tesis más importante de este libro no son los ejemplos marginales sino su teorización acerca del cerebro como una especie de sintonizador. Para Sheldrake la conciencia no procede del cerebro sino que utiliza al cerebro como interface de expresión, en realidad el cerebro se hallaría diseñado y facilitado para sintonizar con unas emisoras  pero no con otras. Es como si el cerebro fuera una especie de transistor que pudiera a través de sus diales encontrar una emisora con mas facilidad que otras, pero esas emisoras no están en el cerebro propiamente dicho sino en la memoria mórfica, una especie de base de datos cósmica donde se encuentra también la memoria individual que Sheldrake niega que se encuentre en el cerebro individual.

Esta idea fuerte a mi juicio es bastante coherente con lo que sabemos sobre los modos de estar en mundo: estos no son infinitos sino que se reducen a una docena de supuestos, del mismo modo que aprendimos a entender los creodos de la subjetividad humana a través del mito podemos aprender la conducta humana en base a la frecuencia en que un determinado comportamiento se manifiesta. Hay sólo algunas formas de estar en el mundo y aunque la mayor parte de nosotros presentemos múltiples diferencias procedentes de distintas educaciones, circunstancias, entornos geográficos y culturales o demás, lo cierto es que las formas de estar en el mundo pueden contarse con los dedos de la mano.

Del mismo modo sucede con las enfermedades, son las que son aunque evolucionan y no son fijas y aunque cada vez más existen neoformaciones enfermizas patentadas por la cultura, lo cierto es que las enfermedades son finitas. Solamente puede enfermarse siguiendo unas guías ya recorridas con anterioridad, una enfermedad no puede sino parecerse cada vez mas a sí misma soportando a veces burdas imitaciones pues existe un patrón de memoria en su representación. Fueron patentadas ya por la tradición y aunque un individuo puede inventar una enfermedad nueva, esta no podrá manifestarse hasta que alcance la suficiente masa crítica para hacerlo: una suficiente masa de acólitos sintonizados por un determinado sufrimiento, una emisora que trasmita noche y día. Un ejemplo son algunas enfermedades mentales como los ataques de pánico, la anorexia mental, la bulimia, el TLP (trastorno limite de la personalidad) la disforia de genero y otras igualmente recientes. Lo cual no significa que no existieran antes de ser conceptualizadas sino que la conceptualización por sí misma opera como un atractor de nuevos casos, ¿pues cómo mostrar mi sufrimiento si no es a través de los cauces habituales? Las innovaciones en psicopatología son raras pero no imposibles, siempre habrá nuevos inventores de síntomas con mayor o menor éxito en su empresa.

Las ideas de Sheldrake son parecidas al modelo de universo que propone Jacobo Grinberg y que se encuentra contenido en su propuesta, a la que llama sintergia. Para Grinberg el universo (el espacio-tiempo) no solo es curvo sino que además se configura como una especie de enrejado o celosía donde cada nodo contiene la información de todo el universo, como una tela de araña contiene la información de donde ha caído prisionero un mosquito, la araña -que mantiene con su tela una relación muy parecida a la que Sheldrake propone-, sentirá a través de esa prolongación de su cuerpo el lugar -no importa dónde- ha caído enredado el mosquito. La información fluye por toda la telaraña.

Grinberg además contesta a algunas preguntas que más arriba me hacía a mi mismo:

¿Cual sería la energía? La información es energía no degradable.

¿Dónde estaría esta emisora? En los nódulos de esa red.

Grinberg va más allá al proponer además que nuestro cerebro, la conciencia humana sería de alguna forma una repetición de esa matriz, a la que llama Lattice o conciencia pura. Esa Laticce seria lo más parecido a lo que entendemos como Dios, pues – a su imagen y semejanza- esa estructura dotaría de más o menos «sintergia» (en realidad más o menos entropía) a las estructuras materiales sean o no orgánicas. de entre ellas la conciencia humana seria la de máxima sintergia. vale la pena profundizar en este tema con el video que os propongo más abajo, descartando los aspectos más esotéricos de la teoría así como los más parecidos a la teoría creacionista que es siempre una tentación destinada a desentenderse de la ciencia. La conciencia humana sería una replica de la Lattice.

El concepto de espacio neural de Grinberg es similar por no decir el mismo concepto de Sheldrake de «campo mórfico» y que puede explicarse diciendo que la realidad que percibimos no es objetiva sino que es el acoplamiento de lo percibido más lo que adelantamos, la enacción (Varela) que llevamos a cabo y de cuyo solapamiento tenemos noticia. El campo neural sería en el entrecruzamiento de la percepción de lo de afuera con la enacción del adentro.

Lo que quiere decir Gladiador es que -en efecto- lo que hacemos en la vida pasa a formar parte de ese compendio de cosas que quedan a disposición de otros para que puedan usarse para fines distintos a los que nosotros usamos.

Un eco en la eternidad.

Repensando a Dios (XIX)

Dios existe pero los dioses que adoramos son todos falsos (Freixedo)

La primera distinción que me gustaría hacer en este post, donde pretendo llegar a una conclusión (provisional) sobre la manera en que nos imaginamos a Dios, tanto su existencia como su inexistencia, es decir que las religiones no tienen nada que ver con Dios. Son proyecciones de los hombres organizadas políticamente para cohesionar los pueblos por medio de las creencias, por eso los dioses paganos poseen todos los vicios de los hombres y algunos de sus sentimientos y emociones. Todo depende de lo que se proyecte, hasta llegar a los dioses moralizantes. Otras religiones sin embargo son ateistas y sitúan el centro de la experiencia religiosa (iluminación o Nirvana) entre las potencialidades del hombre. Se trata de religiones sin Dios.

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Hacia una ciencia de la espiritualidad (IV)

Como ya hemos visto en post anteriores los efectos de los psiquedélicos dependen de la dosis, así podemos hablar de micro y de macrodosis, para experimentar efectos psicodélicos es necesario recurrir a las macrodosis (dosis efectivas) que nos permiten alcanzar el efecto psicodélico propiamente dicho, quedarse por debajo de estas dosis (microdosis) nos lleva a una experiencia similar a las anfetaminas o a la del cannabis, algo que fortalece la creatividad, el contacto social, la logorrea o la ausencia de fatiga, aunque del cannabis ya comenté que dependiendo de su pureza podemos esperar tanto efectos psicoliticos como psicodélicos.

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La sociedad de la mente

Marvin Minsky es uno de los popes de la inteligencia artificial y un pionero en el uso de la cibernética tratando de unir la mente cognitiva con los procesos maquinales que describen a la inteligencia artificial (IA), que no es otra cosa sino la aplicación del modo de hacer de nuestra mente al llevarlo al entorno artificial, a fin de reproducir los procesos naturales de nuestro pensamiento. Pero no sólo eso, sino de alcanzar al mismo tiempo cierto conocimiento sobre ellos, que actualmente nos está vedado. Probablemente este veto esté relacionado no solo con la complejidad de nuestra mente sino también en los pasos intermedios que hay entre un elemento y otro, en entender las relaciones y la jerarquía que hay entre ellos.

Lo que Minsky propone en su libro es descomplejizar, es decir reducir los elementos a su aspecto más elemental. Asi habla de agencias y agentes.

Agencias y agentes.-

Para entender qué es un agente solo hemos de observar qué sucede cuando tenemos sed:

1.-Nos levantamos y nos dirigimos hacia la botella de agua (Aproximación)

2.-Cogemos la botella y ponemos el agua en un vaso o la bebemos directamente de la botella (Prensión)

3.-Nos bebemos el agua. (Beber)

Lo importante de esta secuencia donde intervienen diversos agentes que, por supuesto pueden aun descomponerse en sucesivos sub-agentes, es que ninguno de ellos por sí mismo tiene sed, ni sabe qué es la sed. Esa no es la función de los agentes. Su función es llevar a cabo un algoritmo, es decir una secuencia de movimientos que den como resultado el acto de beber. Podríamos decir que los agentes así tomados de uno en uno son tontos, el que sabe lo que quiere es una agencia llamada ¿Qué hacer cuando tenemos sed? o simplemente SED en una jerarquía superior de mando. Los agentes sirven tanto para un roto como para un descosido dependiendo de la agencia que les reclute. Por ejemplo, la agencia COMER puede convocar a los mismos agentes que la agencia BEBER, pues casi todos esos agentes son movimientos coordinados que tratan de pinzar, elegir, llevarse un bocado a la boca, etc.

En realidad este tipo de ideas son calcadas de los zombies de Eagleman que ya describí en un post anterior.

A los niños de dos años les gusta mucho construir torres con madera u otros materiales pero lo que más les gusta es derribar las torres que nosotros los adultos construimos para enseñarles. Es lógico, un niño de esta edad aun no ha desarrollado la pericia muscular (que requiere de movimientos finos) para hacer una torre lo suficientemente alta sin que fracase en el intento. El estrépito de hacer caer la torre cuanto más alta mejor, llena de júbilo la cara de un niño de 2 años. A los 3 años cuando aprenda a hacer torres por sí mismo el placer por la construcción será similar al que sintió al derribarlas un año antes. Dicho de otra forma la agencia CONSTRUIR y la agencia DESTRUIR, están relacionadas pero una de ellas aparece antes que la otra por el desarrollo neurológico del niño, es por eso que la actividad clástica, romper, arrancar piernas a los muñecos, destrozar juguetes o desordenar un armario es anterior a construir relatos subjetivos con los que jugar con esos mismos juguetes u ordenar una estantería. Podríamos decir que hay una dicotomía para nosotros los adultos en el plano pragmático entre construir y destruir, ordenar o desordenar pero desde el punto de vista de las agencias ambas pertenecen a una metaagencia que podríamos denominar como JUGAR, lo mismo sucede entre pintar y emborronar, entre portarse bien y ser travieso, entre mojar la cama y controlar esfínteres. Ninguna limpieza podría aprenderse sin el concurso de su opuesta: la suciedad. Ninguna agencia podría entenderse sin el complemento de la otra.

Lo interesante de estas agencias (de algunas de ellas) es que sirven a un mismo dueño: los afectos y el aprendizaje. Los afectos se regulan precisamente a través de su contrario. Cuando una emoción es demasiado intensa y necesitamos rebajarla echamos mano de su opuesta. Así cuando un niño se frustra porque no es capaz de terminar con éxito una tarea es muy probable que desande el camino echando mano de la destrucción de las pruebas de su fracaso, a través del derribo o tachado de la misma, la indiferencia o de una rabieta. La meta-agencia RABIETA es precisamente la emoción que tiende a regular el sistema cuando la frustración ha llegado a un cierto limite, algo muy frecuente en los niños de 2-4 años precisamente porque no comprenden que algunas cosas son imposibles o improcedentes. La RABIETA no trata de conseguir un objetivo de manipulación como creemos los adultos sino que es una manera de regular una emoción en ausencia de su contraria que probablemente aun no ha sido construida, por ejemplo la diferencia temporal entre hoy, mañana y la semana que viene explica la imposibilidad de esperar. O la imposibilidad de salir a la calle cuando tuvimos que confinarnos en tiempos de pandemia.

En realidad si escribo este post es como prolongación del anterior dónde abordé las relaciones entre el autodesprecio y otros elementos o emociones sociales como la culpa, la empatía, o la oikofobia. Vimos allí que había dos lineas narrativas que discurrían en paralelo pero que existía una de ellas que era consciente mientras que la otra era en parte inconsciente, como en dos niveles de definición. Así hablé de un paralelismo entre el desprecio y el autodesprecio: ambas se encuentran relacionadas entre sí, del mismo modo sucede con el odio y el auto-odio.

El odio -sea por las razones que sea- contiene a su opuesta el auto-odio, ambas mantienen una relación dialéctica, así cuando una crece demasiado la otra se ocupa de aparecer funcionando como un relé, es decir como una inhibición de la primera. Hay como una relación cibernética entre ambas, en una especie de retroalimentación donde operan factores liberadores y también inhibidores : se regulan entre si, siempre y cuando no se franqueen ciertos limites, en cuyo caso el sistema se caotiza y ya no se pueden predecir los resultados o bien se hace periódico en cuyo caso podemos asegurar que se repetirá .

El odio y el auto-odio van en el mismo pack.

Lo sagrado y lo profano.-

Para algunos autores como Durkheim la aparición de la religión procede de esta dicotomia entre lo sagrado y lo profano. Podríamos definir lo sagrado cómo aquello que por su proximidad con la divinidad o por su relación con lo sobrenatural o “aquello que no puede decirse” merece respeto y veneración. Y aunque nosotros vivamos en un mundo donde lo divino ha perdido peso en nuestras creencias, lo cierto es que lo sagrado sigue existiendo por extensión cívica o respondiendo a un fundamento diferente a la existencia de Dios, y hoy podríamos considerar -a pesar de considerarnos laicos- con que seguimos percibiendo como sagradas algunas cuestiones:

1.- La vida humana

2.- El cuerpo, tanto de la mujer como del hombre.

3.- Los niños.

4.- Los ancianos y los enfermos.

5.- La propiedad privada.

6.- Los muertos.

7.- La patría y sus símbolos.

Naturalmente según cada sensibilidad. esta lista podría rellenarse con otras cuestiones, pero me parece procedente detenerme aquí, con la intención de que pensemos en las razones por las que seguimos considerando sagrados algunos preceptos, como por ejemplo el cuidar o proteger a los necesitados, a los débiles o a los dependientes, respetar la vida humana y los cuerpos ajenos en los que nadie -más allá de la ley- puede entrometerse. Hablamos entonces de profanación. Profanar es:

  1. Tratar sin el debido respeto una cosa que se considera sagrada o digna de ser respetada.»los que profanaren los cadáveres, cementerios o lugares de enterramiento con hechos o actos serán castigados»
  2. .Dañar con palabras o acciones la dignidad, la estima y la respetabilidad de una persona o de una cosa, especialmente la honra y el buen nombre de una persona muerta.

Y es por eso que solo lo sagrado puede ser profanado, mientras que lo profano no merece este calificativo: no es lo mismo que nos roben el móvil que alguien entre en nuestro hogar para defecarse allí dentro. El móvil es una pertenencia profana, nuestro hogar es un lugar sagrado.Por la misma razón nuestro cuerpo es sagrado, es decir íntimo y secreto y no puede ni debe ser violado, es decir usado contra la voluntad de su propietario. Muchas de las víctimas de violación sienten y sufren precisamente por esta cuestión de la profanación a la que muchos terapeutas no atienden al prestar atención únicamente a las cuestiones profanas del delito o a sus efectos psicológicos más conocidos. La violación es una profanación, un sacrilegio, un atentado a lo sagrado. Peor si se ejerce contra un niño o niña y peor si se atenta contra su vida. Aquí hay una concentración de atentados contra lo sagrado (tres crímenes en uno) que hacen pensar en que el odio ha ido demasiado lejos y ha destruido los relés que pudieron hacer de contención a través de la culpa, el autodesprecio o el suicidio. No hay que olvidar que algunos crímenes no pueden ser purgados, reparados o expiados, solo redimidos a través de la muerte. Pero a veces estos asesinos carecen de culpa subjetiva aunque sepan que son culpables. los más lucidos entre ellos se suicidan.

Y los que no se suicidan están dando la razón al argumento que más arriba expuse: cuando se pasan ciertas lineas rojas el sistema se hace periódico, es decir se vuelve a reincidir pues solo el acto de la reincidencia -otro crimen- puede neutralizar la intensidad de las emociones que se generaron en origen.

Lo que es lo mismo que decir que el odio es el opuesto del auto-odio y su remedio.

Y a veces el auto-odio es algo intolerable que precisa del paso al acto que lo calme.

Nota liminar.-

Si estoy en lo cierto seria posible diseñar un sistema predictivo de recaídas en personas homicidas o delincuentes sexuales. Un sistema que además sería lo suficientemente preciso para señalar esta tendencia a la recurrencia. En realidad este sistema ya existe y es utilizado por los psicólogos forenses y las juntas de evaluación técnica con eficacia. Sólo queda que los jueces sean receptivos con estás ideas y no impongan -sobre estas predicciones- su propio esencialismo jurídico.