Todos somos perversos


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Tengo entre mis manos un libro de texto de Psiquiatría clásico aunque escrito muy recientemente (2000) por el ilustre psiquiatra español Demetrio Barcia. He recurrido a él para ver por donde anda mi especialidad en el tema que ahora me ocupa: las parafilias, debido a que he de preparar una clase para cuarto de medicina.

Siempre me he preguntado por qué las parafilias merecen un apartado en las clasificaciones psiquiátricas y me sigue sorprendiendo lo poco que hemos avanzado en la conceptualización de estos «gustos» desde que Krafft-Ebing escribiera su tratado sobre perversiones sexuales.

Seguimos considerando a estas actividades como si fueran actos perversos a pesar de que les hemos cambiado el nombre, efectivamente parafilias es un nombre mucho más neutro, que no invoca la degeneración, la ignominia, el castigo, la persecución o el estigma.

No lo invoca directamente pero el estigma sigue estando presente en todas y cada de las definiciones de las conductas «perversas» que se describen y sobre todo en el imaginario colectivo que no sabe distinguir entre normal, inusual, normativo, anormal, patología, y casos extremos en cualquier variedad de conducta humana. Para el ciudadano medio, lo incomprensible es siempre «locura» o «maldad».

Y la verdad es que los psiquiatras sabemos muy poco de parafilias, se trata de un saber propiedad de los forenses, es decir del Derecho y no tanto de la Medicina pues la mayor parte de ellas se practican en privado y solo se hacen publicas o bien cuando ya no se pueden practicar en privado o bien cuando rebasan la capacidad de aguante de la pareja habitual o bien cuando se infrinje la ley.

Lo cierto es que no sabemos qué actividades sexuales son parafílicas y cuales no. Por ejemplo, hacer cosquillas es simpático al principio pero existen hombres que solo se excitan causando cosquillas. Naturalmente una persona así debe resultar inaguantable, de modo que aunque hacer cosquillas no está censurado por la ley ni registrado en el DSM, no hay que olvidar que los chinos ya usaron las cosquillas como tortura aunque su práctica más habitual es de mentirijillas: hacer reir al cosquillado.

En realidad la Psiquiatría no ha ido mucho más lejos a la hora de identificar algunas perversiones y ponerles un nombre (algo que aun no se ha detenido pues cada dia aparecen parafilias nuevas) Asi, seguimos pensando que el sado-masoquismo, el exhibicionismo, el voyeurismo, el trasvestismo, el fetichismo, la pederastia o la zoofilia, son enfermedades mentales independientes unas de otras (entidades discretas) cuando la realidad del asunto es -como decía mi abuela- que «los vicios no van nunca solos» y que en la práctica vamos a encontrar personas que combinan gustos de aqui y de allá. Es conveniente decir que el fetichismo es la madre de todas las perversiones y que todos somos fetichistas, aqui hablé precisamente del fetichismo que aprovecha una de las prestaciones más arcaicas de nuestro cerebro: la de tomar la parte por el todo.

Todos somos fetichistas porque a todos nos gustan ciertas partes del cuerpo femenino o de su indumentaria (objetos inertes), zapatos de tacón, medias, botas, cuero, latex, pelo largo, tatuajes, maquillaje, bolas chinas, etc. Algunos hombres adoran los pies, y solo se sacian al contemplar, tocar o adorar pies femeninos. ¿Le parece absurdo? Lo cierto es que comprobé al escribir este post que es mucho más frecuente de lo que creía, hasta el punto de que tuve que cerrar los comentarios para impedir que mi entrada fuera un lugar de citas de estas personas.

Pero la condición fundamental y que explica por qué los hombres somos todos fetichistas es esta: las mujeres nos dan miedo y es por eso que las evitamos en su completud, preferimos verlas a trozos, trozos que son en realidad una evitación.

El fundamento de toda parafilia es la evitación.

¿Son estas condiciones eróticas enfermedades como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión?

¿O son simplemente condiciones idiosincrásicas del goce que nos afectan a todos?

Y cuando digo todos me refiero a los hombres. Mas abajo volveré sobre el por qué las parafilias afectan sobre todo a los hombres.

Y afortunadamente otras parafilias ya han desaparecido de los tratados: la homosexualidad, el adulterio, el onanismo, la masturbación, la ninfomanía y el vampirismo ya no son entidades de interés ni psiquiátrico, ni legal.

Es difícil discriminar el sexo normativo del sexo inusual, una vez desaparecida la vieja prescripción canónica de que el placer sexual debe ir destinado a la reproducción con la propia pareja dentro del matrimonio. ¿Es la felación una conducta parafilica? ¿y el coito anal? ¿Morderle las nalgas a su pareja es una parafilia? ¿Y atarla a la cama o darle azotes en el culo?

En resumen, es muy difícil discriminar qué es y qué no es una parafilia lo que es lo mismo que admitir que solo existen dos condiciones para separar lo tolerable de lo intolerable: el daño y el consenso.

Y sin embargo no todo lo intolerable cabe en estas dos condiciones, puesto que para consensuar una relación sexual es necesario tener una determinada edad, por debajo de la cual -jurídicamente- no es aceptable el consenso (he dicho jurídicamente, lo que no implica para nada a la psicopatología). El daño tampoco parece ser un parámetro demasiado seguro y vuelvo ahora a las cosquillas que no duelen y que sin embargo pueden terminar con la vida del cosquillado. Por otra parte es difícil de aceptar el consenso en ciertos casos como el del caníbal alemán que se comió a su pareja, tan difícil como demostrar que su canibalismo fuera una patología mental por sí misma.

Lo cierto es que tal y como decía Eric Kandel:

«Somos muy vulnerables a los condicionamientos clásicos» y no somos demasiado conscientes de ello.

En 1912 una investigadora llamada M. Erofeieva escribió una tesis doctoral que es probablemente la única investigación conductual que se ha llevado a cabo sobre el masoquismo. Se trataba de condicionar un perro al modo de Paulov, solo que se sustituía la campana (el estímulo acústico o visual) tradicional por una descarga eléctrica. Lo interesante de la tesis de Erofeieva es que el perro respondía igual al estimulo doloroso que a cualquier otro y perseguía con igual determinación, con la misma alegría y buen apetito la comida aun después de haber recibido la descarga que como la campana anticipaba una buena merienda. Lo interesante es que esta reacción no inhibía su conducta persecutoria de la comida y que no se extinguía con el tiempo.

Lo interesante de las «perversiones» es que se refieren a ciertos gustos eróticos, «ha de ser asi y sólo asi» y afectan más a los hombres que a las mujeres, de modo que tendremos que perseguir ciertas consideraciones acerca del erotismo masculino.

¿Como se forma el gusto erótico?

Se forma en la niñez cuando el cerebro es plástico y se encuentra a merced de aquella idea que Freud llamó una «impresión sensorial intensa» y que muchos identifican con el trauma. En realidad la impresión sensorial no es traumática y si lo es se debe a ciertas maniobras que más abajo veremos. Una impresión sensorial se refiere a la visualización o a una experiencia cuya intensidad rebasa la comprensión del niño y que causa una enorme excitación, en este caso sexual.

Suponga que ve usted unas botas altas y negras (estimulo incondicionado) y a continuación observa usted una mujer desnuda (estimulo condicionado), el resultado será una erección (respuesta condicionada). De tal modo que:

Ei + Ec = Rc

Es de esta manera -por asociación- como se forman tanto los gustos como las aversiones, pero aqui no termina todo porque la mayor parte de las veces basta con retirar el Ei para que la Rc se extinga.

Lo que hace que la respuesta permanezca y se configure en la memoria se debe precisamente a estas tres condiciones:

  • La intensidad de la excitación.
  • La repetición de la escena.
  • El refuerzo.

¿Cómo reforzamos este tipo de conductas?

Lo hacemos a través de la imaginación, es decir fantaseando sobre ellas. Pero no basta con fantasear hace falta reforzar la experiencia y tenemos a nuestra mano una forma muy fácil de hacerlo, se llama masturbación. Cada vez que alcanzamos un orgasmo reforzamos la fantasia previa a él, una fantasía que reproduce la imagen original, aquella que en nuestra infancia tanto nos excitó y aunque se desvanece con el orgasmo volverá a aparecer más adelante. Es asi como se refuerzan las asociaciones entre estimulos incondicionados y condicionados. Y una vez llevado a cabo este condicionamiento la extinción del mismo es muy complicada. Asi quedan definidos nuestros gustos, no solamente los sexuales sino cualesquiera otro, tambien nuestras manías, ascos y aversiones..

Aqui puedes leer en inglés un aritculo del autor de este libro (Jesse Bering) que preside el post y que habla precisamente de esta cuestión y para terminar me gustaría explicar ahora por qué las parafilias son más frecuentes en los hombres que en las mujeres.

Se sabe que los hombres somos más vulnerables a esta regla del condicionamiento clásico y sabemos tambien que los gustos eróticos de los hombres perseveran y se mantienen en el tiempo, es poco frecuente que un hombre cambie de gustos sexuales, mientras que en las mujeres es más frecuente lo contrario, puesto que la sexualidad femenina es dependiente del contexto y tal y como nos cuenta Baumeister existe una plasticidad erótica femenina que hace que las mujeres se adapten a las preferencias de sus parejas y no alberguen demasiadas manías en el cómo, donde y de qué manera.

Todos los hombres somos pues perversos y lo somos precisamente porque existe una tensión masculina que podriamos llamar androgénica y que se manifiesta por tener deseos más intensos que las mujeres, que incluyen variabilidad, y frecuencia; deseos que a su vez son idiosincrásicos y fetichistas que llevan siempre un añadido como condición del goce.

Todo lo cual tiene una consecuencia obvia: la deprivación y la insatisfacción sexual son parte de la vida erótica masculina y tambien el rencor, algo que explica no solamente las parafilias y la violencia sexual sino también el amplio consumo de pornografía, la existencia de prostitutas e incluso el sexo on line que hace furor entre los hombres, esos que pagan simplemente por ver cumplida una determinada fantasía – a veces cómica- aunque sólo se consiga virtualmente la satisfacción.

Al fin y al cabo nuestro cerebro no discrimina demasiado bien entre un orgasmo «on line» de otro «in vivo».

Bibliografía.-

Rousseau en sus Confesiones, nos legó una viñeta clinica esencial para comprender todo lo que se añade al placer erótico.

19 comentarios en “Todos somos perversos

  1. Pues lo de siempre: es el marco legal el que permite o castiga determinadas conductas. Y el marco clínico, reflejado en el manual al uso, el que las declara ‘enfermedades’ o el que las redime de tal y luego ignora. Y así, el paso del tiempo «transforma» lo pernicioso en tolerado o despenalizado o no-enfermizo…, y viceversa. Por eso lo único «bueno» es lo que fortalece, y lo único «malo» lo que debilita. Fortaleza – salud – bienestar, frente a debilidad – enfermedad – malestar.

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  2. En mi caso observe que los cosplayers( personas que imitan a personajes de animes o videojuegos) tienen tendencia al narcicismo y al fetichismo les genera placer sexual ver a una chica disfrazada. Es muy común que un practicante del vampirismo practique el sadomasoquismo como una forma de satisfacer parcialmente la anterior.Llega a haber alguna excepción en cuanto a la sexualidad masculina. En que edad se cierra la plasticidad sexual masculina. En la adolescencia; en caso de patologías la plasticidad se puede alargar o reabrir. Son interrogantes que me surgen al leer el post. Felicitaciones por el excelente post.

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  3. Dr traver; Soy R1 de psiquiatria de su servicio y un ferviente seguidor de su blog, no pertenezco a esta cultura, al menos hasta hace 7 años que me integre a ella, este articulo suyo me ha hecho reflexionar mucho sobre los tabues de mi adolescencia y mis primeros años profesionales, que ya hace muchos años pasaron porque no soy un joven, Como usted bien expone «todos somos perversos», pero la repercusión de la perversidad o de la variante sexual es cultural, heredada o impuesta y siempre esta dentro de un marco histórico, recuerdo los tabues de la masturbación en los 80-90 en cuba, la figura del psiquiatra era vista con mucho temor, por tanto al yo ser medico de familia de un pequeño pueblo estas conductas sexuales nos llegaban con mucha discrección y temor, destaca sobre todo la masturbación masculina, porque la femenina era un tabú tan grande que ni se mencionaba, habia a veces tanto miedo a contraer una grave enfermedad mental que los padres o el propio adolescente te consultaban llenos de temor y desinformación, No recuerdo si en ese tiempo se habia eliminado la homosexualidad de las perversiones sexuales, pero si recuerdo la angustia con que acudian los padres de niños que tenian razgos homoxesuales, buscando una cura milagrosa para evitar la verguenza y la discriminación de la época, Tambien recuerdo al ser de una area rural la aceptación universal y a veces hasta orgullosa en que los padres hablaban de la zoofilia de sus hijos varones como un gesto inequivoco de virilidad masculina, el voyeurismo en las escuelas mixtas era castigado pero no estigmatizado, pues se veia normal en adolescentes de 12 a18 años de las otras parafilias se hablaban poco, el sistema era duro y mas duro el castigo, no obstante supongo que existieran

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  4. y la respuesta en el porqué los hombres son los principales protagonistas en esto no estaría en que ellos, vosotros, sois muchos mas visuales que nosotras?y es precisamente esa la clave, la imagen de «antes de», la campana de Paulov, la descarga de Erofeieva, no?
    La plasticidad erótica femenina sería a la que tendríamos que agradecer que seamos capaces de satisfacer con ganas esos impulsos con más frecuencia y éxito de lo que lo haríamos si no estuviéramos dotadas de esta condición.
    Quizá algún día esa plasticidad pase a licuarse del todo y acabemos viviendo en un mundo sin frustraciones; se puede considerar posible?podríamos abnegarnos asi?a favor de qué causa?de una reproducción de la especie continuativa?a qué precio?Quizá dentro dentro de poco podemos empezar a dar pinceladas sobre la plasticidad sexual masculina.

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  5. Estimado Dr. Traver, he llegado a este blog tras leer su libro Un estudio sobre el masoquismo. Una obra que me ha sorprendido y a la vez me ha sido de gran utilidad al poder comprender muchas cosas que no tenían respuesta.

    Mi pregunta es: ¿donde podría localizar la tesis doctoral de la Dra. M. Erofeieva ?

    Gracias por adelantado

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  6. Es curioso como viendo lo atractivo que resultan para la psiquiatria las pervesiones se han investigado muy poco, fuera de la manifestacion patologica de las mismas, lo cual me lleva a pensar si no hay un poco de condicionamiento puritano en la psiquiatria.

    Lo malo del termino parafilia es que es muy poco preciso y dentro de el mismo tienen cabida cosas como la necrofilia y la pederastia, junto con el voyeurismo o el sadomasoquismo y aunque parafilia no significa trastorno, la palabra si suena «rara». Por ejemplo en el DSM-V el sadomasoquismo solo se considera un trastorno, cuando se dan dos supuestos muy concretos, pero aun asi sigue contemplandose como parafilia, con lo cual de algun modo se estigmatiza.

    En lo que discrepo con el Doctor Traver, es en la afirmacion que el fetichismo es mas propio de los hombres, tal vez sea asi en la sexualidad convencional, pero yo como practicamente de juegos sadomasoquistas y en base a mi experiencia puedo asegurar, que dentro de los juegos, las mujeres son muy fetichistas y las practicantes de estos juegos tiene fetiches muy particulares y extendidos como por ejemplo a los cinturones masculinos.

    Un saludo

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  7. Son mas sobrios, casi siempre de cuero, negros o marrones, y de mas o menos la misma anchura, los femeninos digamos que son mas diversos en formas tamaños y colores y originalmente siempre fue una prenda masculina. Y que puede evocar la autoridad paterna por ejemplo.

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  8. Bueno, pues entonces y a riesgo de generalizar diria que dentro de los juegos sadomasoquistas, las mujeres son tanto o mas fetichistas que los hombres, este es un tema del que hablamos bastante en el blog y la mayoria de mujeres expresaban fetichismos muy marcados Yo soy hombre y tengo algunos, pero ninguno tan marcado o perturbardor como los que expresaban la mayoria de ellas.

    Por cierto, muchas felicidades por «Un estudio sobre el masoquismo» ha sido un goce leerlo, aunque discrepo en alguna cosa.

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