El futuro de la psicofarmacología: ¿un escenario de ficción?


Decía Arthur Koestler que la humanidad solo tendria remedio cuando se descubriera un fármaco antiterritorial.

No se trata de una boutade sino de una propuesta que pone el dedo en la llaga sobre ciertos apriorismos que gozan de todo el respeto científico. Por ejemplo se desarrollan y usamos fármacos antidepresivos en la convicción de que son fármacos que operan mejorando las depresiones (cosa que puede ser cierta), como sí fueran farmacos específicos contra esa enfermedad.

Lo cierto es que no es asi, los antidepresivos son en realidad fármacos que pueden funcionar también como antidepresivos y que presentan numerosos efectos, unos indeseables y otros no tanto que pueden resumirse en uno: aumentan la indiferencia afectiva.

El apriorismo neurocientífico parte de la base de que todas las conductas humanas remiten en ultima instancia a un patrón, estructura o soporte neurobiológico alterado, cosa que se admite sin rechistar pero que tampoco es cierta. Tanto da si se trata de hambre excesiva, un gusto por las maquinas tragaperras, eyaculación precoz, hiperactividad, la imposibilidad de dormirse o el deseo de ser delgada o competente, son circunstancias conductuales humanas que no pueden reducirse a la alteración de algún circuito cerebral.

Lo que propone Koestler es en realidad una afirmación que desenmascara este apriorismo porque si hemos sido capaces de desarrollar psicofármacos contra la depresión, el miedo, las psicosis o las oscilaciones del humor ¿por qué no podemos desarrollar fármacos contra el egocentrismo, la territorialidad, la irresponsabilidad, la «cara dura», el rencor, la desconfianza o el afán de lucro?

Tan psicológicos son los términos «depresivo» como «cara dura», se trata de etiquetas que definen una conducta o un grupo de conductas, de modo que a Koestler no le falta razón cuando propone un fármaco antiterritorial como remedio de la humanidad, no tanto porque tal fármaco pueda llegar a existir sino porque si ese fármaco no puede existir tampoco puede existir un farmaco antidepresivo.

Pues tan lejos se encuentra la ·conceptualización o constructo semántico- «depresión» del registro neurobiológico como el apelativo de «cara dura».

Naturalmente los psicofarmacólogos no son tan tontos como para creerse las propiedades que nos venden en los folletos de publicidad los comerciales, es por eso que cada vez más la investigación no tiende a buscar remedios globales para cada uno de los trastornos psiquiátricos sino a identificar dianas terapéuticas -endofenotipos- sobre modelos psicopatológicos sencillos. Por ejemplo no es lo mismo buscar un remedio para la dependencia a la cocaina que un fármaco anti-craving. El craving (la tendencia a buscar y atesorar un determinado tóxico  o la tendencia a asegurarse que no  faltará) sí es un mecanismo neurobiológico.

El problema es que el soporte neurobiólogico del craving (la repetición o anhelo de una experiencia) puede ser indisociable de lo que entendemos como deseo y es muy probable que un farmaco anti-craving efectivo resultara en una aniquilación de la espontaneidad, del deseo y de la iniciativa, como la robotización de la vida que observamos en los que toman antipsicóticos.

Lo cierto es que la idea de Koestler -seguramente impracticable de momento- es improbable pero no absurda (por las razones más arriba expresadas) pero hemos de admitir que sería un verdadero bálsamo para la humanidad. Pues un fármaco asi podria arreglar muchos de los problemas de excesivo apego de los que ya he hablado en otros lugares y que correlacionan con un sinnúmero de condiciones patológicas.

Los celos.-

En un post anterior ya llevé a cabo una exploración de los celos, pero recordaré ahora que el fundamento neurobiológico de los celos hay que ir a buscarlo en la reproducción. Los celos son un sentimiento muy primitivo que procede -según sabemos por ciertos psicólogos evolucionistas (Wilson y Daly, 1982)- del sentimiento de propiedad que los varones sienten en relación con sus parejas. El citado sentimiento procede del hecho de que los hombres no saben ni pueden llegar a saber con total seguridad si sus hijos llevan su linaje genético. La conducta celosa evolucionó para disuadir a los merodeadores y llevar a cabo una inquisitiva vigilancia de las hembras. Su persistencia en el hombre actual denota una falta de ciertos aprendizajes sociales que neutralizan nuestra tendencia natural a sentir celos figurados, imaginados, retrospectivos, delirantes o bien justificados. Pues todos los humanos podemos sentir celos como condición de nuestro origen simiesco.

Naturalmente por las razones anteriormente citadas los celos sexuales son poco frecuentes en las mujeres (aqui escribí un post sobre las diferencias entre celos de hombre y celos de  mujer), aunque pueden inducir reacciones territoriales o de nido tan potentes y agresivas como en los hombres pues uno de las acompañantes de este sentimiento es la violencia, la agresión que se desempeña contra aquellos a los que se ha identificado como infieles , merodeadores o intrusos; no cabe ninguna duda de que la mayor parte de crímenes domésticos (o como se dice ahora malintencionadamente machistas se deben a esta causa). En cualquier caso este tipo de agresiones o crímenes no deberían llamarse machistas sino territoriales y pueden ser cometidos tanto pos hombres como por mujeres si bien su frecuencia será distinta en función de las razones evolutivas que los causan.

Agresiones que en cualquier caso proceden de un excesivo apego por lo propio. Un fármaco antiterritorial disolvería tanto este tipo de reacciones patológicas tanto las de los hombres (territorio) o las de las mujeres (territorio-nido).

El etnocentrismo.-

Existen sin embargo otras adherencias mucho más frecuentes que los temibles celos sexuales y que causan estragos en la cohesión social. Me referiré ahora a las adherencias relacionadas con la pertenencia, el linaje, o la filiación.

No cabe duda de que después de los celos sexuales el mayor problema de los humanos procede de la intensidad de sus relaciones de «sentirse perteneciente a ese algo superior a sí mismos y tan inmediato» como es su familia, su etnia, su pueblo, su comunidad, su equipo de futbol o su religión. Sucede que todas estas adherencias son en realidad excluyentes -por etnocéntricas- y tendentes a aislar a los foráneos como seres pertenecientes a un nivel de existencia inferior, como sí no fueran humanos. En las sociedades modernas este apego intrascendente tiene muchas variaciones pero es en la poltica donde se dan cita los malestares etnocéntricos del hombre contemporáneo, «ser o no uno de los nuestros» ocupa en el hombre racional y contemporáneo el mismo espacio mental de adherencias y apegos que libró en el neolítico el fenómeno tribal propiamente dicho.

La dificultad para dejar emanciparse a los hijos.-

Los hijos se emancipan siempre contra la madre, tal y como he sostenido en otros lugares, no cabe ninguna duda de que la mujer-madre es una especie completamente distinta a la mujer virgen tal y como sabemos por la mitología , los cuentos, las leyendas populares y la realidad observada. Hay un goce secreto en ser madre y en atesorar hijos como lo hay en los hombres en atesorar mujeres o poder. los hijos son el poder secreto de las madres, las que «mecen la cuna» o amamantan  a sus hijos y de esta forma les obligan a depender de ellas hasta más allá de lo razonable.

Una mujer es siempre una madre oculta que tiende sus redes y sus influyentes estrategias para retener a sus hijos. Las dificultades de desprendimiento de estos vínculos podría ser también resuelto con este fármaco antiterritorial que llamaremos de ahora en adelante ficticiamente «Territorlisan».

La necesidad de drogarse.-

Usualmente sostenemos que el uso de las drogas procede de nuestro deseo de obtener placer, pero a medida que vamos sabiendo más de este asunto se pone en evidencia que la modificación de la conciencia que procede del uso de drogas está relacionada con el deseo de obtener experiencias de contacto sociales a las que no tenemos acceso de forma espontánea. La necesidad de deformar la realidad cuando nos sentimos fuera del territorio o del apego deseable puede conducir a las personas a estos paraísos artificiales.

En resumen es el excesivo apego y dependencia tanto ego como etnocéntrico lo que podria beneficiarse del Territorlisan un farmaco de ficción antagonista del apego. ¿Efectos secundarios?

Una mezcla de anhedonia y de sindrome amotivacional.

Me suena de algo.

23 comentarios en “El futuro de la psicofarmacología: ¿un escenario de ficción?

  1. El Territorlisan, ¿no sería otra cortina de humo?, ¿no iría justo al meollo de la esencia humana para anularla mientras duraran sus efectos? ¿Y qué cuando se lo dejase de tomar y desapareciera el síndrome amotivacional? Me sirve saber ahora que el desapego afectivo es un efecto colateral (o secundario) de los psicofármacos; y me vale porque he comprobado esa conducta en un familiar, aunque no se me ocurrió pensar antes que pudiese derivar de la prolongada ingesta de un medicamento de esa clase. Y cuán cierto que el hijo ha de emanciparse contra la voluntad materna y de los celos de la «mujer-madre». «Las madres sienten celos con facilidad de los amigos de sus hijos -escribe Nietzsche- cuando dichos amigos tienen algún éxito. Por lo común, una madre se ama más ‘a sí misma’ en su hijo que al hijo mismo».* El hombre es un simple medio. Afirmas, en ese mismo apartado, que «los hombres no saben ni pueden llegar a saber con total seguridad si sus hijos llevan su linaje genético». ¿Hasta qué punto NO es segura la prueba de ADN o, mejor dicho, qué porcentaje de fiabilidad arroja?

    ——–
    * ‘Humano, demasiado humano’, I, VII, 385.

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  2. Soma, la droga quitapenas. Un gramo era suficiente para disipar diez melancolías; una especie de elixir compuesto de cristianismo y alcohol. En Málaga existe un vino dulce, de pasas, al que llaman quitapesares. No contiene contraindicaciones religiosas, aunque es de graduación relativamente elevada.

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  3. Con respecto a los celos masculinos, no tienen una justificación más satisfactoria desde un punto de vista puramente psicológico que desde un punto de vista evolucionista?
    Me refiero a que tengo la sensación de que muchas veces para explicar ciertas conductas o ciertos aspectos parece como si lo evolucionista lo resuelva todo, me parece que por decirlo de alguna forma la psicología clásica hila mejor y más fino que otro tipo de teorías evolucionistas que pueden funcionar muy bien para sucesos generales, pero no para sucesos tan concretos como los celos por ejemplo.
    Entiendo que los celos tengan su origen en que el macho quiera que sus genes sean los que perduren, es decir que los celos en el fondo sea un mecanismo de la sexualidad del macho para eternizarse, pero creo que se puede desvincular lo que entendemos hoy por hoy por «celos» de un aspecto evolucionista y darle un sentido puramente psicológico.
    Por ejemplo, supongamos que un niño que ha tenido un padre dominante hacia la madre, entiendo que ese niño cuando crezca, en cierta medida, responda con las mujeres de igual manera, si ese mismo niño no hubiera tenido ese modelo, sino un modelo menos dominante, entiendo que el niño también cuando fuera adulto sería menos dominante con las mujeres, es decir la psicología clásica puede explicar esto, de una forma puramente psicológica y sin tirar de teorías evolucionistas.
    Este ejemplo es muy básico y lineal, pero quiero indicar que no es necesario una explicación tan general como la de que el macho quiere perpetuarse y ya está.

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      • Puedo entender que la psicología evolucionista complemente a la psicología actual desde el punto de vista de las verdaderas causas de por ejemplo ciertas conductas, necesidades, etc, ahora bien, tengo la impresión de que se abusa o se entromete demasiado en ciertos aspectos que no son fundamentales para explicar, por ejemplo, los celos desde tan lejana perspectiva.
        Me explico, una semilla tiene como causa un árbol, pero para entender realmente el árbol, no es necesario entender realmente la semilla.
        Aunque la semilla es causa directa del árbol, me parece exprimir demasiado por ejemplo una teoría de semillas en donde también en esa teoría se pueda ubicar un árbol.
        Entiendo que decir ya «psicología evolucionista» es engrandecer lo biológico(como causa) y empequeñecer lo mental o restarle bastante importancia a lo puramente psicológico, porque aunque lo mental tiene su causa en lo biológico, nadie supongo que pretenderá explicar el universo mental consciente, desde un punto de vista tan rudo como lo biológico.
        Porque por la misma regla de tres, porque no hacer una «física psicológica evolucionista», me refiero a que si en el fondo lo psicológico, puede ser reducido a lo biológico, lo biológico puede ser reducido a la física, podríamos partir de la física de partículas y sus leyes,(mecánica cuántica, etc..) y desde ahí, hilar hasta la psicología, ya que la causa de la biología es las leyes que rigen la física de partículas.
        Lo único que digo es que tengo la sensación de que mirando la psicología desde un punto de vista evolucionista puede hacer que se pierdan detalles importantes, y se generalice demasiado.

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      • La PE no se mete en las razones individuales o próximas de la conducta y se limita a predecir qué conductas son esperables y por qué a la luz de la evolución. Por ejemplo en el tema de los celos.
        Los celos son mas graves e inducen conductas mas patológicas en los hombres que en las mujeres. Hasta el punto de que son probablemente la causa mas importante de agresiones domesticas y también de patologías psiquiátricas. Los celos delirantes son mucho mas frecuentes en hombres que en mujeres. Lo que evolutivamente significa que los celos en los hombres evolucionaron para unas cosas (intimidación) y en las mujeres para otras (control). La PE no entra en el tema de las explicaciones individuales sobre los celos concretos de una persona y se limita a explicar estas diferencias.

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    • «no es necesario una explicación tan general como la de que el macho quiere perpetuarse y ya está».

      No es general (entendiendo por tal lo poco concreto); es radical (va a la raíz) y es metafísica (trasciende lo físico, porque la vida de un ser vivo e individual tiene principio y fin). La filosofía evolucionista no es ninguna novedad; la novedad está en ir descubriendo, por cauces científicos, lo que desde hace muchos miles de años ha resultado intuitivamente evidente.

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      • Sí, pero lo que quiero decir es que cada grupo de saberes tiene su propio lenguaje, aunque no es imposible, si que debe ser difícil explicar desde un punto de vista puramente matemático, lo que son los «celos», se podría hacer, ya que si desde un punto de vista matemático se puede explicar la física y la química, y la biología tiene su causa en la física y en la química, pero no se utilizan vectores, ni números imaginarios, ni matrices, para explicar los celos, cada rama tiene su lenguaje, entonces lo que creo que lo biológico tiene su propio lenguaje y querer abarcar con esa lenguaje otras ramas me parece demasiado matar cañonazos a moscas.

        Quiero puntualizar que ir a la raíz de las cosas no es concretizar, es generalizar, ya que la raíz de que funcione tu aire acondicionado en tu coche, es la gasolina que le pones al coche, no? es difícil explicar desde la gasolina como funciona el aire acondicionado de tu coche, aunque sea la causa, es mejor creo yo, que cada tema, tenga sus propias leyes con un lenguaje acorde al tema.

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      • Si lees la obra de W.Hamilton veras que hay muchas ecuaciones matemáticas, por ejemplo para explicar la forma de los rebaños de ñues en su transito por la estepa africana. Formalizar un problema requiere echar mano de matematicas.

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  4. D’arcy Thompson en «Sobre el crecimiento y la forma» proporciona numerosos ejemplos de cómo transformaciones geométricas dan razón de diferencias morfológicas entre especies a las que la clasificación zoológica no relaciona sino con un parentesco muy remoto. Dicho de otro modo: una fórmula geométrica de transformación puede convertir -digamos- a una trucha en un celacanto. En resumidas cuentas: la selección natural no esculpe los materiales con que trabaja al modo como el artista trabaja el mármol, para hacer una estatua, sino que se limita a eliminar de entre la variedad de formas que puede adoptar el mármol biológico, aquellas que no posibilitan que un ser vivo retenga y transmita la existencia. La cuestión, entonces, es la siguiente: ¿los celos, la territorialidad, y demás conceptos afines, son una forma de entre varias posibles en las que la vida puede presentarse, o se trata de una forma fundamental? No me pregunten ustedes por qué, pero me inclino por lo segundo, es decir: que la angustia de la elección, el temor a ser desechado por el destino, sea una de las formas fundamentales de la vida; que detrás de las ansias del conservar y del perder, del adquirir o del frustrarse, del triunfar o del fracasar se encuentre la gran duda sobre la salvación, que motivaba al Capitán Ahab en su trágica empresa.

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  5. Ocurre que, cuando uno viene de serie con el equivalente al fármaco Territorsilan, y/o se le ha administrado en buena dosis vía educación, domesticación por y para la frustración, o por los propios hachazos de la vida, desarrollará de forma natural falta de todo apego, rechazo/evitación a cualquier adherencia, ausencia de deseo, contención de la espontaneidad, anulación de iniciativa… O, como resumes Paco, vivirá en una mezcla de anhedonia y de síndrome amotivacional.

    Esos «robots», que podrían ser el remedio para la humanidad (según la idea de Arthur Koestle que se expone al inicio del post) están condenados a la extinción. Esa es la paradoja.

    Saludos

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    • Si, ya conocía esta nueva hipotesis. En realidad es una variante extrema de la idea más general de que la monogamia da premio evolutivo a hombres, mujeres y crías. No cabe duda de que es un pacto inteligente, tu me das sexo y yo cuido de tus descendientes y de ti. Para los hombres tambien aporta muchas ventajas dado que disminuye la competitividad con otros machos dominantes. Todos ganan con la monogamia, y es por eso que prevaleció.

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