Declaraciones y procedimientos


Al cerebro humano le pasa lo mismo que a los ordenadores: parece que la mejor forma de guardar datos en su disco duro -su memoria a largo plazo- es fragmentando sus contenidos. Asi opera la memoria del ordenador y asi opera la memoria de nuestro cerebro, se encuentra «guardada» en distintos lugares. Asi por ejemplo hablamos de memoria declarativa o explícita, un tipo de memoria especializada en hechos y acontecimientos, fechas, lugares y nombres, este tipo de memoria está ubicada en el hipocampo. Se trata de una memoria intencional, esa que ponemos en marcha cuando tratamos de recordar un nombre o un hecho concreto. Se llama explicita precisamente porque al recobrar los recuerdos que se encuentran aparcados en ella los transformamos bien en palabras o bien en imágenes, puede explicitarse.

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Por otra parte tenemos la memoria procedimental o implícita que es un tipo de memoria que no se encuentra registrada en el hipocampo sino en el estriado y se llama implícita porque no puede recuperarse en forma de ideas, palabras o imágenes sino que solamente puede hacerse consciente transformándose en conducta. La mayor parte de la memoria implícita o procedimental es inintencional e inconsciente y está destinada a guardar aquellas secuencias motoras que hemos aprendido por repetición como tocar un instrumentos musical, andar, vestirnos o conducir un vehículo. La mayor parte de las instrucciones de uso de esta memoria son automáticas pues resultaria poco ventajoso desde el punto de vista cognitivo mantenerlas siempre y en todo momento en la conciencia. Significa que aquellos aprendizajes que están almacenados en este tipo de memoria los repetimos de manera automática sin pensar mucho en ellos, piensen en la gran cantidad de actividades que realizamos durante el dia y que son aprendizajes implícitos, desde que nos levantamos hasta que nos encontramos con alguna cosa nueva casi todo el tiempo lo pasamos fiándolo todo a nuestra memoria procedimental con una serie de rutinas repetidas que aplicamos casi sin mirar.

Pero hubo un momento en nuestra vida, por ejemplo mientras aprendimos a conducir, en que este aprendizaje fue predominantemente declarativo (explicito), aprendimos a conocer las normas de tráfico y aprendimos a manejar el volante, el embrague y el cambio de marchas hasta que tal aprendizaje se automatizó debido a la repetición y aquella secuencia terminó formando parte de nuestra memoria procedimental hasta tal punto que muchas de las señales de tráfico que aprendimos entonces ya las hemos olvidado aunque somos capaces de reconocerlas y de reaprender su significado en cuanto las vemos, un hecho muy importante que significa que el reconocer y el conocer no son la misma cosa. Lo que quedó de aquellos primeros aprendizajes y de los refuerzos diarios de esta habilidad de conducir son una serie de automatismos inconscientes que nos permiten conducir aunque no tengamos en la conciencia todas y cada una de las reglas de tráfico cuando lo hacemos. El aprendizaje motor está pues destinado a repetirse una y otra vez de forma automática.

No es de extrañar pues que en esa parte de nuestro disco duro que llamamos estriado se encuentren guardados nuestros aprendizajes motores, esos que llamamos habilidades (como tocar el piano o conducir) y nuestros hábitos: las secuencias personalizadas que hemos inventado para hacer las cosas a nuestra manera, nuestras manias por asi decir.

Tanto la memoria declarativa como la memoria procedimental operan por asociación, es decir aprendemos gracias a que somos capaces de asociar unos eventos con otros, es por eso que los seres humanos -como el resto de mamíferos- somos tan vulnerables al condicionamiento clásico pauloviano y tambien al condicionamiento operativo (sensibilización). Somos capaces de aprender tanto una secuencia de hechos vital para la vida como una secuencia de hechos sin riesgo alguno para nuestra integridad y que no obstante desencadena una respuesta de miedo aun en ausencia de peligro real, un mecanismo que está diseñado por la evolución para aprender pronto y rápido sobre el peligro, los venenos o las amenazas, desafortunadamente podemos condicionarnos tanto de una forma apetitiva (como el perro de Paulov) frente a un estimulo como la comida, pero también frente a otros que no son comida y que son un peligro real (como las drogas), del mismo modo podemos aprender respuestas aversivas a estimulos neutrales. Sucede porque este tipo de aprendizajes por condicionamiento clásico operan por contiguidad temporal, es decir los recuerdos que guardamos en nuestra memoria no son archivos (como los de un ordenador) sino secuencias temporales (que se asociaron en un momento determinado por presentarse juntas) o secuencias semánticas que se guardaron juntas porque estaban vinculadas por un significado común, por una etiqueta que las incluye a ambas.

Pero la memoria declarativa no construye significados sino que sólo es capaz de guardar los acontecimientos objetivos por asi decir. ¿De dónde sale pues el sentido que hace que dos estímulos se asocien y permanezcan asi guardados en la vecindad? Afortunadamente la memoria declarativa y la memoria procedimental trabajan en paralelo, es decir operan de forma simultánea tanto cuando una información entra y es guardada como cuando sale y se trasforma en una acción, representación mental, lenguaje o pensamiento.

El sentido se añade a un hecho declarativo por nuestra memoria procedimental, es ella la que genera sentidos -significados preverbales- que antes guardó pues no puede hacer otra cosa al ser incapaz de transformar aquello que guarda en palabras o imágenes, podriamos decir que la memoria procedimental es inefable y que recupera sus recuerdos a través de la repetición. De ahi que la repetición o la compulsión repetitiva que describió Freud sea algo irracional, inintencional y tan dificil de extinguir pues se trata de una conducta que busca sobre todo adaptar el cerebro a la realidad, a la evitación de un peligro virtual. La repetición no es patológica en sí sino que sólo lo es por la asociación que en un determinado momento creó entre un estimulo neutral y una respuesta aversiva.

La memoria procedimental es precisamente la que dota de significado emocional a los eventos, los hechos objetivos, la memoria procedimental tiene un aspecto emocional que se encuentra además ubicado en otro lugar: en la amígdala que tiñe o destiñe de colorido emocional a nuestros recuerdos y que conserva naturalmente aquellos con mayor tinte, por eso todos podemos recordar aquel dia en que nos rompimos un brazo, se nos murió un pariente o aprobamos un examen, pues se trata de un recuerdo privilegiado por la amigdala que tiñó de miedo, tristeza o alegria a un evento vital.

En la memoria procedimental existe otro tipo de aprendizaje que es el no-asociativo que va por las vias reflejas y que es aún mal conocido.

El interés psicológico y psicoanalítico que tiene la memoria procedimental en relación con la memoria declarativa es que esta última se forma hacia los 3 o 4 años de edad, es por eso que no tenemos recuerdos de antes de ese momento. Pero esto no quiere decir que no haya registro mnémico o improntas afectivas tal y como siempre han sostenido los psicoanalistas. Al parecer durante los primeros años de vida los niños han de fiarlo todo a su memoria procedimental que puede reconocer caras con sentido afectivo (la madre o los extraños) pero no puede conocer a la madre o a los extraños, es decir no puede adjudicarles estados internos, esa es la razón por la que un niño recien nacido no puede tener una imagen de sí mismo distinta a la de la madre, este fenómeno conocido como simbiosis y descrito por Margaret Mahler es ahora corroborado por las experiencias neurobiológicas que demuestran que la memoria fáctica y nuestros recuerdos comienzan con la instauración de la memoria declarativa hacia los 3 o 4 años de edad y que no es que hayamos reprimido aquella memoria sino que simplemente no habia memoria para nombrar las cosas o para desarrollar imágenes. De aquella época solo podemos recuperar un recuerdo con sentido que los psicoanalistas llaman la confianza básica, el balance positivo de nuestra vida mientras fuimos uno con nuestra madre. Ninguno de nosotros podría explicar esa experiencia optimista, ¿cómo la adquirimos?

Es algo inefable puesto que aun no teniamos palabras para nombrarla sin embargo ahi está: o la tenemos o no la tenemos.

Y que luego a lo largo de la vida tratamos de recuperar repitiendo siempre una misma palabra: amor sin caer en la cuenta de que esta etiqueta declarativa solo bordea de lejos a aquel sentimiento procedimental que se imprimió en nuestra primera infancia y que es el cimiento sobre el que construimos esos momentos de sentido que llamamos simpatía, alianza terapeutica, o transferencia.

12 comentarios en “Declaraciones y procedimientos

  1. A propósito de la memoria, T. Kantor (polaco surrealista contemporáneo de Ionesco y otros surrealistas) pensabe esto sobre la memoria:

    «En nuestro archivo de la memoria hay «ficheros», clichés registrados por nuestros sentidos. Se trata, en general, de (…) pobres restos, fragmentos… (…) Y lo que resulta más importante (…) se les puede superponer. Por eso no hay que asombrarse de que, por ejemplo, los acontecimientos del pasado se adhieran a los presentes, que se mezclen con los personajes (…)
    En la cámara de la imaginación y de la memoria viven personajes humanos. No, sería mejor decir que han sido «depositados» allí. Sería mucho más sencillo decir que están muertos, que no pertenecen a nuestra vida diaria. Tratan desesperadamente de reconstruir, con su memoria difuminada, aquello que fue su vida, su felicidad o su miseria. Sólo les quedan palabras inútiles, letanías recitadas sin fin y sin esperanza. Han hecho un alto en el camino para llegar al fin, agotados, a este Albergue de la Memoria. No son capaces de reconstruir una determinada acción. Son como ruinas de acontecimientos pasados (…)
    Para conseguir la paz, puedo conseguir la paz, puedo incluso llamar a esta habitación “El depósito de cadáveres del cementerio” o, si no, “El albergue de la memoria”.
    («Fragmento de «Los clichés de la memoria»)

    Es asombroso que Kantor hablara de «ficheros de memoria» mucho antes del cognitivismo y la asociación cerebro-pc.
    Interesantísimo post por lo demás.

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  2. Arg, somos energía e información o eso dicen quienes saben: que nuestro presente está conformado exclusivamente por ladrillos del bagaje, de la memoria. Ese es nuestra arcilla y nuestro agua, cocidas al fuego de la conciencia (ahí está quizá el quid). O sea, principalmente el pasado. El problema es que el pasado (igual que el futuro) no existe, y sino consúltale a Einstein y algún cuántico. Todo, todo, son ilusiones, constructos o artificios de la mente que -como dice el autor de este blog en algún artículo- es una gran metáfora constructora de otras metáforas. Una fractal sin fin.

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  3. ¡Oh, sí, sí!
    Las leyes de la asociación me hacen pensar en todos esos (desde Aristóteles a Hume, J.S. Mill, Wundt..) que ya se preguntaban exactamente esto, cómo se enlazan las cadenas de recuerdos. Oh, sí, qué gran tema. Con grandes aplicaciones prácticas además.
    Será esperado con la devoción habitual 🙂

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  4. Creo que ha salido el gran tema ¿como se enlazan los recuerdos? ¿Por qué los recuerdos antiguos se enlazan con los recientes? O dicho de otra forma ¿Existe el tiempo en la memoria procedimental? ¿Y en la declarativa?
    Ahi hay que ir a buscar a Freud cuando dice:
    «En el incosnciente no existe el tiempo y tampoco existe el no»
    Lo que lleva a plantearme escribir otro post para aclarar las diferencias que existen entre el inconsciente freudiano y el inconsciente procedual (aquel inconsciente que contiene las secuencias de hechos motores que aprendimos por repetición)

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