El fantasma de la máquina


No cabe ninguna duda de que el cerebro evolucionó para centralizar el movimiento y a partir de simples ganglios o conjuntos de células nerviosas con una función de regulación de las aferencias y eferencias, una especie de central de mando .

En el momento en que la evolución optó por una diversificación de la vida surgieron dos tipos de seres vivos: en las plantas priorizó el crecimiento mientras que en los animales se preocupó más de que su movilidad adquiriera más y más complejidad, por eso los animales tenemos ojos y cerebros y las plantas no los necesitan: los ojos sólo son útiles cuando se ha alcanzado cierto grado de motricidad que es el tipo de movimiento al que me refiero en estos momentos y no a los simples movimientos de desplazamiento que efectivamente algunas plantas, animales unicelulares o bacterias pueden realizar.

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Hay especies a medio camino entre las plantas y los animales como por ejemplo los tunicados, que nacen con cerebro pero lo pierden ya de adultos cuando han logrado encontrar una roca a la que adherirse. Dado que su función nutricia se realiza mediante el filtrado de agua de donde extraen el plancton necesario para la vida, el cerebro les resulta -en un determinado momento- algo superfluo. Es por eso que lo transforman en un estómago cuando ya no lo necesitan para desplazarse. En eso los humanos somos muy parecidos a las ascidias, la ley del minimo esfuerzo preside la vida de muchos, sobre todo de aquellos que ya creen haber alcanzado sus metas vitales.

En realidad nosotros tampoco utilizamos el cerebro para todo. No nos sirve para efectuar movimientos reflejos: rascarse, deglutir, respirar, vomitar, orinar, defecar o eyacular son cosas que suceden en la periferia, no precisan la intervención del cerebro excepto para socializar algunas de estas conductas, por ejemplo aprendemos a retener la orina hasta que encontramos un lugar adecuado para emitirla pero la micción es en realidad algo que sucederia de cualquier modo con o sin intervención del cerebro. La via refleja es responsable de una gran cantidad de conductas fisiológicas que se realizan sin intervención de la conciencia y que si se hacen conscientes corren el riesgo de alterarse, es lo que les sucede a los estreñidos. Una buena educación refleja en el plano fisiológico es contradictoria con la buena educación social que nos obliga a hacer ese tipo de cosas con un ritmo de horarios o hábitos que muchas veces se oponen a la via refleja.

Pero existen otros mecanismos automaticos que no son reflejos y que se encuentran almacenados en nuestra memoria procedimental, se trata de los PAF, patrones de acción fija o estereotipada que pueden ser modificados por la conciencia y por el aprendizaje, es el caso de la técnica que aprendemos para tocar un instrumentos musical, se trata de algo abierto a la repetición o a las nuevas estrategias de aprendizaje, en nuestra memoria procedimental concretamente en los ganglios basales se encuentran las secuencias o rutinas, los patrones fijos que son susceptibles de modificación que a pesar de ser fijos no son inmutables. Es por eso que un mismo movimiento puede ser realizado de infinitas maneras y aun: un movimiento puede transformarse a través de la conciencia en algo sublime, es el caso del virtuosismo del músico.

Piense usted en la siguiente idea. Supongamos que está usted sentado y que quiere levantarse a beber un vaso de agua. Piense usted en este movimiento o en la serie de movimientos coordinados que son necesarios para llevar a cabo esta acción. Se trata de algo que puede hacerse de infinitas maneras ¿Como puede el cerebro organizar una acción como esa si tiene que manejar un conjunto infinito de variables? ¿Como lo puede hacer tan rápido?

Antes de contestar a esa pregunta es necesario descomponer la secuencia en estas entidades discretas, para llevar a cabo la acción de levantarse para beber nuestro sujeto deberá llevar a cabo las siguientes tareas:

  • La corteza cerebral da la orden (descendente) de levantarse de la silla y de encaminarse hacia el vaso.
  • El sujeto lleva a cabo un proceso llamado deambulación que consiste en una serie de movimientos corrdinados entre músculos agonistas y antagonistas de las piernas y los brazos que le permiten dirigirse hacia la botella de agua.
  • Cuando se llega a las proximidades del vaso de agua hay otra serie de movimientos sinérgicos entre musculos extensores y prensores del vaso a fin de alcanzar el vaso de agua.
  • Posteriormente el vaso de dirige en otra serie de movimientos hacia la boca.
  • Se deglute a tragos el agua y se deposita el vaso en la mesa.

Este tipo de tareas involucran una enorme cantidad de PAFs o de patrones aprendidos y fijos que se encuentran en nuestra memoria, no necesitamos pensar en ellos ni tener un plan preconcebido, todo parece suceder lejos de la conciencia de manera que podemos andar pensando en otras cosas o canturrear canciones mientras hacemos todos estos movimientos, ¿cómo lo hacemos?

Lo hacemos porque hay algo que dirige toda la orquesta de PAFs involucrados en este conglomerado de eventos musculares. A ese director de orquesta le llamamos Yo y es sobre todo una instancia predictiva que no precisa ser consciente para llevar a cabo su tarea de sincronización de movimientos. Lo primero que debe hacer este Yo es reducir la libertad del sistema, es decir disminuir las opciones de llegar al vaso, extender la mano y llevarselo a la boca. De manera que ese Yo parece operar como un programa de ajedrez electrónico. Efectivamente los programadores de juegos de ajedrez no le dan al programa todas las instrucciones que pueden implementarse en una jugada lo que daria lugar a un programa casi infinito de posibilidades sino que mapean el tablero después de cada jugada reduciendo las posibilidades de respuesta. El programa de ajedrez sólo considera un numero limitado de posibilidades y eso es precisamente lo que hace el Yo o director de orquesta de nuestro cerebro, reduce las posibilidades y lo hace además sincrónicamente con los movimientos coordinados del movimiento muscular que nos acerca al vaso de agua. Pero además ese Yo o sistema predictivo lo que hace es servir de retroalimentación inversa al sistema de manera que cada evento que emerge de él va haciendose cada vez mas innecesario a medida que llegamos al vaso. Cuando el agua ha llegado a nuestra boca prácticamente termina la función de retroalimentación del Yo y se detiene.

Lo hacemos de una manera muy parecida a como hace este pulpo:

¿Quien dijo que los pulpos eran tontos?

Dicho de una manera más clara para llegar y beber el vaso de agua es necesario implementar una estrategia: el conjunto de movimientos coordinados que en sí mismos nos acercarán al vaso de agua y una táctica: el cómo lo haremos, este «cómo lo haremos» es simultáneo (sincrónico a los movimientos propiamente dichos) y su función es disminuir las opciones de acercamiento al vaso.

Esta función predictiva que llamamos Yo tiene como función el dirigir, coordinar el movimiento y dotarlo de una intencionalidad. Los filósofos de la mente han especulado mucho con este sistema predictivo pues su manera de operar parece que sea inmaterial, como si fuera una función mental «espiritual» separada de la función cerebral propiamente dicha.

Sin embargo el fantasma de la máquina no existe, se trata de un circuito tan comprensible como cualquier otro, como los circuitos que explican el movimiento o la motricidad. Hay algo en el cerebro que se encuentra en el circuito cortico-talámico y que de alguna manera regula, coordina y dirige a los PAFs que se encuentran almacenados en nuestros cerebro profundo. Este es el fantasma de la máquina en acción excitadora o inhibidora de arriba a abajo, obsérvese como es una secuencia púlsatil emitiendo a una determinada frecuencia la que retroalimenta el sistema a fin de sincronizar los movimientos puramente musculares que se emiten desde más abajo, a nivel de ganglios basales, PAFs que se activarán a partir de ordenes excitatorias que proceden de la corteza, que atraviesan las 5 capas de la misma y penetran en el tálamo desde donde se difunden a otros lugares.

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9 comentarios en “El fantasma de la máquina

  1. Mientras llega ese ansiado post sobre la inspiración, nos quedamos con el circuito córtico-talámico. ¿Tendrá, I wonder, la inspiración también circuitos neurobiológicos explicables? habrá que esperar, tan en vilo como siempre. O más, si cabe.
    Un brindis por los fantasmas. Los de la ópera, los del Yo, y los restantes 🙂

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  2. Ay, Paco, què cacho de cultura en un texto tan breve. Tendrè que leerlo varias veces para poder elaborar alguna pregunta de las cientas que me surgen en este momento. Por ejemplo, para ir, como corresponde, de atràs hacia adelante, cuando dices que cultura y naturaleza son la misma cosa, ¿te refieres a que son indivisibles en la persona, que no podrìa imaginarse a un ser humano en un estado natural puro? (Desde luego, tampoco en aislamiento de lanaturaleza, aunque esa idea parece màs obvia)

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  3. Naturaleza y cultura son la misma cosa para nosotros, los seres con cerebro. La pregunta ¿existiria la naturaleza sin el hombre? se puede contestar de la forma siguiente si, pero no seria igual. Para empezar el color por ejemplo no es una propiedad de las cosas del ahi afuera sino una atribución que hace nuestro cerebro. En este sentido todo lo que hay ahi afuera es a su vez transformado por la capacidad intrinseca de nuestro cerebro lo que le hace parecer diferente a la mirada del hombre. Por tanto cuando decimos esto es verde, lo que estamso diciendo es esto lo veo verde, esto es verde para mis ojos, no tengo ni idea de que color es en realidad, pues el verde no es una propiedad de la berenjena en si sino de la forma como la ven mis ojos.

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