Las influencias educativas en las prácticas sexuales


Roy Baumeister es un psicólogo norteamericano que ha investigado sobre múltiples cuestiones aunque quizá es más conocido por sus ensayos sobre la sexualidad humana y su teoría de la plasticidad sexual de la sexualidad femenina. Según Baumeister, la mujer tiene una sexualidad mucho más versátil que la del hombre con una excepción: la sexualidad del hombre es muy dependiente del contexto en edad infantil o adolescente, mientras que la sexualidad de la mujer lo es durante toda su vida aunque con un grado menor dependiente de una menor actividad sexual. Dicho de otro modo, la sexualidad de la mujer es mucho más dependiente del contexto mientras que la sexualidad del hombre -con aquella excepción- se muestra rigida y constante durate toda su vida.

He elaborado este post extrayendo algunos párrafos de este articulo donde se encuentra  ell articulo de Baumeister sobre su teoria de la plasticidad erótica femenina y donde el lector podrá encontrar la bibliografía que apoya esta teoría.

Prácticas sexuales concretas.-

Sexo Oral. Comenzando con las prácticas sexuales principales, es claro que las diferencias asociadas con la educación y la religión son consistentemente más grandes para las mujeres que para los hombres. En el ítem de si la persona ha alguna vez le ejecutado sexo oral a una pareja  tener un alto nivel de educación elevó las respuestas afirmativas de los hombres del 59% al 80.5% (un aumento a grandes rasgos de un tercio), en tanto que las de las mujeres aumentaron del 41% al 79% (casi el doble; nótese, sin embargo, que podría haber un efecto techo, dada la similaridad entre los hombres y las mujeres de alta educación. En la pregunta complementaria de si la persona había alguna vez recibido sexo oral, los hombres más educados y los menos educados diferían en menos (81% y 61%) que las mujeres más educadas y las menos educadas (82% y 50%). De este modo, en dar y recibir sexo oral el nivel de educación predecía diferencias mayores en la conducta sexual de las mujeres.

Con la religión, las diferencias entre las categorías más liberales y las más conservadoras fueron otra vez más grandes para las mujeres. Las diferencias entre ejecutar y recibir sexo oral, respectivamente, fueron 12 y 13 puntos de porcentaje para los hombres, en tanto que para las mujeres fueron 22 y 19.  Los efectos de la religión son por tanto opuestas a la educación, y a decir verdad la religiosidad parecía hacer a las mujeres más diferentes de los hombres, en tanto que la educación los hacía más similares.

Sexo Anal. El sexo anal provee un contrapunto útil porque las tasas de base fueron muy bajas, en contraste con el sexo oral, que tenía altas tasas de base, y de este modo los descubrimientos son menos vulnerables a explicaciones basadas en los efectos de techo. La diferencia entre los desertores de la escuela secundaria y las personas con grados universitarios de Master  (o más) fue solamente de 8 puntos de porcentaje para los varones pero de 16 para las mujeres. Yendo más allá, el cambio proporcional hace que la diferencia sea todavía más espectacular: La educación producía solamente alrededor de un tercio de incremento en la probabilidad de que los varones se involucraran en sexo anal (del 21% al 29%), en tanto que la probabilidad de las mujeres se duplicaba y algo más (del 13% al 29%). Patrones similares se encontraron para la religión: Las mujeres mostraban mayor variación que los hombres, y la diferencia entre categorías representaba más que duplicar la probabilidad de las mujeres (del t7% al 36%, o 19 puntos), en  tanto que los varones aumentaban solamente alrededor de la mitad (de 21% a 34%, o t3 puntos). La diferencia es todavía más espectacular si se considera solamente la incidencia del sexo anal en el ultimo año, lo que es probablemente una medición más precisa y más estrechamente vinculada a la religiosidad que se tenga en el momento: Los hombres religiosos más educados y los menos educados apenas diferían (7% vs. 9%), en tanto que las más educadas (6%) y las menos educadas (17%) de las mujeres religiosas mostraban muy diferentes tasas de incidencia de relación sexual anal.

Masturbación. Con la masturbación, las comparaciones son difíciles porque las tasas de base diferían sustancialmente entre los varones versus las mujeres y porque se puede argüir que la actividad es diferente en los diferentes géneros. Parecía no haber clara diferencia genérica en las correlaciones entre nivel de educación y frecuencia de masturbación. El éxito de la masturbación (medido por la probabilidad de informar que uno siempre o generalmente tiene un orgasmo durante la masturbación) ciertamente variaba más en función tanto de la educación como de la religión en las mujeres que en los varones, lo que es consistente con la hipótesis de la plasticidad erótica. El efecto de la educación, sin embargo, no fue grande. En una postura conservadora, considero que los datos de masturbación no son concluyentes.

Variedad sexual. En el siguiente lugar, considérense los intereses y excitación sexuales como respuesta a prácticas noveles y diversas en calidad. Los investigadores de la NHSLS ofrecieron una lista de prácticas sexuales y pidieron a las personas que indicaran cuántas los atraían. Los hombres menos educados expresaron interés en 2.3 prácticas (de 15 presentadas), en tanto que las mujeres más educadas expresaron interés en solamente 2.6, así que la diferencia era negligible. Sin embargo, para las mujeres la diferencia fue de 1.3 a 2.1, de entre 14 totales. (El ítem sobre sexo anal activo fue borrado par alas mujeres.)

Los resultados para religión no fueron informados en su trabajo, presumiblemente porque las diferencias en general no fueron significativas. Es también posible comparar respuestas ítem por ítem, pero estas simplemente confirman el patrón reflejado en las medias del resumen [summary means]: El nivel de educación predecía diferencias mayores en la amplitud de los intereses sexuales de la mujer que en la de los hombres.

Actividad homosexual. La educación y la religión también están vinculadas a la actividad del mismo género. Se usaron varios ítems. Tres preguntaban si la persona había tenido alguna vez parejas del mismo sexo en el año anterior, en los cinco años anteriores, o desde los 18 años. Éstas no mostraban efectos lineales de educación, ni hubo ninguna consistencia en relación con el hecho de que los hombres o mujeres diferían más a lo largo de las categorías, de modo que no nos proveen de información útil relevante a la hipótesis de plasticidad (Laumann et al., 1994, p. 302).

Los resultados más claros se obtuvieron preguntando si el individuo se autoidentificaba como gay o bisexual. La educación universitaria duplicada la probabilidad de que los hombres se volviesen gays, en tanto que para las mujeres, la probabilidad se elevaba en un factor nueve. De modo similar, un compuesto de ítems que preguntaban por el deseo, o la atracción [attraction, or appeal] del mismo sexo descubrió que al aumentar la educación, la probabilidad de que los hombres diesen respuestas positivas aumentaba cerca de la mitad (5.8% a 9.4%), en tanto que para las mujeres el aumento era casi cuádruple (3.3% a 18%). Al determinar la actividad e interés sexual del mismo género, los autores mismos articularon el efecto diferencial de la educación diciendo que la «educación… parece ocupar un puesto destacado en las mujeres de un modo en que no lo hace en los hombres» (Laumann et al., 1994, p. 309) y que el aumento en la sexualidad del mismo género en función de la educación fue «más pronunciado y más monotónico para las mujeres» que para los varones (p. 309). Para la religión, también, los efectos predictivos en la identificación de gay/bisexual y en el compuesto de intereses fueron más grandes para las mujeres que para los hombres. La identificación de las mujeres como  gay/bisexual difirió por un factor de 15 (de 0.3 a 4.6) al comparar los protestantes conservadores con personas sin religión, en tanto que la identificación de los hombres difería en un factor de solamente nueve (de .7 a 6.2; adviértase sin embargo que dada la alta tasa de base, los varones aumentaron un punto de porcentaje extra). En el ítem compuesto, las mujeres aumentaron de 5.5 a 15.8, en tanto que los hombres aumentaron de 5.6 a 12.9.

Anticoncepción.La última de las prácticas sexuales principales que considero es el uso de contraconceptivos. La anticoncepción en el casamiento es un tema muy complejo y multideterminado para usarlo con los propósitos de este artículo, en la medida en que las personas pueden estar teniendo sexo o no para tener hijos. La anticoncepción en actividad extramarital o extradiádica es, sin embargo, mucho más simple y directa, porque es razonable dar por sentado que si uno está casado o en pareja, no quiere crear una preñez con otra persona. Para este ítem, los investigadores restringieron sus datos a personas que estaban teniendo parejas sexuales extradiádicas, lo que significaba que muchas categorías tuvieron muy pocos puntos con datos para informar. Sin embargo, todavía hubo suficientes datos para permitir comparaciones basadas en la educación (Laumann et aL, 1994, p. 451). La categoría de gente que informaba usar siempre contraconceptivos con la pareja secundaria mostró un incremento significativo entre las mujeres como función de la educación creciente, del 55% al 79%.  Irónicamente, para los hombres las mismas dos categorías educacionales mostraron una pequeña tendencia en la dirección opuesta, cayendo de 65% a 54%, lo que sugiere que los hombres más educados eran en realidad los más descuidados en relación con la anticoncepción. En cualquier caso, la correlación con la educación fue mayor para mujeres que para varones.

¿Qué Pasa con las Parafilias?

Otro patrón importante y potencialmente contrario se encuentra en las diferencias de género en las parafilias (también conocidas como variaciones sexuales o perversiones). Casi todas las fuentes informan  que los varones se involucran en ellas más que las mujeres, aunque hay algunas ambigüedades en la evidencia (e.g., ciertos patrones tales como el exhibicionismo y el bestialismo pueden ser más tolerados entre las mujeres y por tanto no considerados como parafilias; véase Amsterdam Sex Museum, 1999). Si los varones se involucran en prácticas sexuales más variadas, ¿constituye esto una forma de plasticidad sexual en la que los varones sobrepasan a las mujeres?

Como ya se advirtió, mis predicciones en relación con la variación están limitadas a la variación intraindividual. La variación interindividual bien puede tener una fuerte base genética. Es posible que la mayor variación en los gustos sexuales del varón refleje variación genética en lugar de plasticidad sociocultural.

Retomando el punto, algunas parafilias parecen incontrovertiblemente aprendidas. Por ejemplo, el látex no existió sobre el planeta lo suficiente para influir en los procesos evolutivos y los marcadores genéticos, y por tanto un fetiche de látex parece que debe interpretarse de modo máximamente plausible como algo aprendido y no innato (aunque es difícil descartar la posibilidad de que este fetiche sea un producto lateral de alguna otra tendencia genética e innata; yendo más allá, los fetiches relacionados con el látex pueden ser populares en ambos géneros). Si los varones tienen más probabilidad que las mujeres de adoptar estas parafilias, entonces ciertas variables sociales y situacionales aparentemente tienen efectos más fuertes en varones y no en mujeres.

La investigación no ha provisto todavía una comprensión clara de las causas de las parafilias. Para los propósitos de este artículo, es meramente necesario sugerir algún modo plausible por el cual los hombres pudiesen mostrar parafilias mayores y más variadas sin contradecir la hipótesis principal de este artículo sobre la mayor plasticidad de la mujer. La sugerencia máximamente plausible, en mi opinión, es que los varones en realidad tienen un breve período de plasticidad durante la infancia, después del cual los patrones sexuales son razonablemente rígidos. Una diferencia de este tipo en la infancia no iría en contra del cuerpo sustancial de evidencia reseñado en este artículo, que ha pintado a la sexualidad de la mujer como más socioculturalmente maleable durante la adultez.

La evidencia experimental del proceso de impronta sexual en las ovejas y las cabras (Kendrick et al., 1998) es consistente con la idea de que los varones son sexualmente maleables durante la infancia e inflexibles durante la adultez. Los efectos tempranos de la impronta fueron fuertes e irreversibles para los machos, pero débiles y reversibles para las hembras, lo que indicaba que la sexualidad de la hembra quedaba sujeta a la influencia ambiental durante la adultez en un grado mucho mayor que la sexualidad del varón, incluso aunque los machos fueran más fuertemente afectados por el ambiente de aprendizaje en la infancia.  La influencia ambiental durante la infancia fue inconfundible porque las ovejas machos que habían sido criadas por cabras no se apareaban con su propia especie, sino solamente con su especie adoptiva.

La evidencia actual también es consistente con una tal caracterización de la sexualidad humana. Un trabajo reciente del Instituto Kinsey (Reinisch, 1990) informó que ahora se cree que las parafilias se originan en la infancia (véase también Money, 1990). Yendo más allá, parecen ser muy difíciles de cambiar durante la adultez. El tratamiento terapéutico profesional se apoya intensamente en tratamientos hormonales o en castración, y los dos son intervenciones biológicas fuertes y por lo tanto sugieren que las intervenciones basadas puramente en significados no son efectivas: una conclusión que sería muy consistente con la creencia de que la sexualidad del varón es relativamente indiferente  a las influencias sociales y culturales durante la adultez.

El proceso de impronta sexual en niños varones bien puede ser usado para explicar los patrones de homosexualidad que se presentaron más arriba. La idea de que la homosexualidad es puramente innata y genética sufre de la implausibilidad de que la selección natural produjese genes para un patrón de comportamiento que excluye la reproducción. Sin embargo, algunos datos sugieren que las experiencias de infancia tienen un efecto mayor en los varones que en las mujeres en dictar si uno se vuelve homosexual (Laumann et al., 1994), y estos datos encajan con una explicación de impronta sexual. Hay evidencia convergente que fue provista por Bailey y Zucker (1995), que resumieron estudios que buscaban predecir la homosexualidad adulta a partir del comportamiento del sexo opuesto [cross-sex behavior] durante la infancia. Advirtieron que los efectos eran más grandes y más fuertes para los varones que para las mujeres. Aunque bien podría haber factores genéticos responsables tanto por el comportamiento infantil como por la orientación sexual adulta (cfr. Bern, 1998), así como posibles factores metodológicos que considerar, estos descubrimientos son consistentes con la idea de que la sexualidad adulta del varón es moldeada de modo más firme e irrevocable durante la infancia que la sexualidad de la mujer.

El mayor poder de las improntas de infancia en los varones está también sugerido por los recientes hallazgos sobre disfunción sexual. Usando el conjunto de datos de la NHSLS, Laumann, Paik y Rosen (1999) descubrieron que la experiencia sexual infantil  (i.e., ser tocado sexualmente antes de la pubertad) tenía mucha más probabilidad de conducir a disfunciones sexuales adultas en los varones que en las mujeres, y que también predecía diferentes tipos de disfunción. Las mujeres no son inmunes a los efectos del trauma, y a decir verdad, la victimización adulta, como la violación, tiene efectos fuertemente adversos en la sexualidad de las mujeres, pero las experiencias de infancia tienen mayor efecto en los varones.

Estos hallazgos hacen surgir la posibilidad de oportunidad en el desarrollo durante la cual el impulso sexual del macho es maleable. Un estadio de impronta sexual puede estar mandatado biológicamente para los varones, y durante él las influencias ambientales (y por tanto socioculturales) pueden ejercer un efecto poderoso. La hipótesis de una mayor plasticidad de la mujer puede por tanto tener que reconocer como excepción las experiencias de infancia. Sin embargo, desde la adolescencia en adelante, parece que son las mujeres las que son más flexibles.

En conclusión:

Las prácticas sexuales de las mujeres están mucho más determinadas que en el caso de los hombres por su educación y por la religión.  y tambien que:  para las mujeres el sexo está impulsado por factores socioculturales, interpretaciones, contexto, expectativas y cosas así. La pregunta de «¿Qué significa?», en otras palabras, qué significa un acto sexual en particular y qué comunica es centralmente importante para la experiencia sexual de la mujer, antes, durante y después. Para los hombres, en contraste, los diferentes significados posibles importan menos, y el sexo puede a menudo ser una experiencia perfectamente hermosa, incluso si no significase nada en absoluto. Estas diferencias podrían hacer que la comprensión intuitiva mutua entre mujeres y varones pudiera ser elusiva.

22 comentarios en “Las influencias educativas en las prácticas sexuales

  1. Al final habrá que leer a Baumeister para poder comprender tanta cifra y tanto dato. Una pregunta, para el estudio ¿se escogieron personas de diferentes culturas o eran todas americanas ? Porque aparte de los estudios que tenga una persona el origen de la cultura de donde provenga puede decir mucho sobre los datos obtenidos o a lo mejor no y desde un punto de vista evolucionista- psicológico o no- esto tiene una importancia capital. Seguro que más que la comparación con las ovejas y las cabras. Curiosamente últimamente estoy viendo algunos documentales del Serengeti y me sorprende con qué psicología tan evolucionista y humana tratan los comentaristas todos los compartamientos del mundo animal. Es sólo una curiosidad.

    También es curioso que el estudio se base en nivel de estudios y religiosidad mayormente pero deje aparte el nivel económico que estructuraría adecuadamente la pirámide para poder ver las diferencias en cuanto al comportamiento sexual por clases sociales y se podrían sacar distintas conclusiones, seguro. Si el sexo es parte del poder me parece que en todo estudio tendría que estar presente cómo se relacionan las personas de acuerdo con el poder social que ostentan y cómo los hombres y mujeres se organizan sexualmente en torno a él… el poder sí que es plástico, mucho más plástico que el comportamiento sexual, sobre todo desde que descubrieron las tarjetas de crédito.

    Me gusta

      • ¿Es off topic ?
        Pues yo no lo veo así, sino todo la contrario.
        Eliminar las relaciones de poder de cualquier estudio sobre el comportamiento de los seres humanos es desvirtuar los resultados del mismo. Lo que es absurdo es centrar un estudio desde una perspectiva evolucionista tomando como base sólo una parte de la sociedad del llamado primer mundo y hacerlo pasar como general del comportamiento del ser humano y para mayor irrealidad tomar toda la población desde una alineación horizontal sin incluir la verticalidad, eje fundamental para el comportamiento humano.
        Si el estudio toma como rasgos determinantes el nivel educativo y la religiosidad que funcionan como elementos transversales en todos los ámbitos de la pirámide parece que el comportamiento humano es universal en todas y cada una de las escalas de la pirámide y esto no es así precisamente porque las relaciones de poder se establecen y jerarquizan de distinta forma según la clase.
        Fuente Ovejuna se escribió hace tiempo como para volver a repetir en qué consistía el contenido de la obra de Lope, que, por cierto, dejaba el orden estamental totalmente inmaculado centrando la justicia en el rey designado por destino divino.

        Nota: para que la referencia a Fuente Ovejuna no sea «off topic»( esto es un barbarismo ) lo he dicho por la referencia a las ovejas y las cabras en el estudio de Baumeister y porque ejemplifica el comportamiento sexual según las clases sociales, claro que esto es del S. XVII y ahora ya estamos mucho, muchíiiiiiisimo más evolucionados, psíquicamente hablando, of course.

        Me gusta

  2. Bueno, lo que me parece es que los resultados obtenidos en el estudio eran más que previsibles. Que hayan más diferencias entre las mujeres en función del nivel educativo y de la religión es algo lógico sin tenemos en cuenta que es la sexualidad de la mujer y no la del hombre la que ha estado socialmente regulada y reprimida por siglos de obscurantismo. Era de esperar pues que el acceso de las mujeres a una educación superior, sobre todo, les proporcionara los recursos necesarios para liberarse de algunas de las constricciones impuestas del pasado.

    Me gusta

    • Bueno Cristina; la sexualidad de los hombres ha estado igualmente sometida a siglos de oscurantismo y regulación y sin embargo se comporta de una forma diferente. Todo parece indicar que el oscurantismo y la regulación han tenido y tienen distintos efectos en los hombres y en las mujeres, Cuando se dice que la sexualidad femeina es contextual y la masculina es de alguna forma mucho más hidraulica queremos decir precisamente eso: que los factores socioculturales (incluyendo la regulacion y el oscurantismo) tienen distintos efectos, pero curiosamente no para la masturbación o la homosexualidad sino solamente para lo que podriamos llamar las sofistificaciones sexuales.

      Me gusta

  3. La metodologia empleada por este investigador es absolutamente correcta. Su hipótesis es que las mujeres son mas plásticas eróticamente que los hombres, es decir que su desempeño sexual está mediatizado pro cuestiones socioculturales, de modo que se centró en la religion y en la educación. Para ello diseñó una especie de cuestionario (que no se revela en el articulo) y entrevistó a un numero de personas que tampoco figuran en el resultado del test.
    Es natural que la entrevista se realizara al azar, como cualquier otro cuestionario y que incluyó mujeres y hombres de todas las condiciones sociales dado que lo que nadaba buscando era precisamente si la educación influia en las preferencias sexuales. de manera que la población no era homgenea como tu supones (y no se de donde lo has sacado).
    los resultados señalan ciertas practicas que llamas transversales, la masturbación y la homosexualidad parecen no tener nada que ver con factores socioculturales con algun matiz en los homosexuales que está en el item correspondiente bien explicado.
    las otras practicas sexuales se encuentran fuertemente determinadas tanto por la educación como por la religión en las mujeres.
    No se de donde sacas lo de Fuenteovejuna ahora que es efectivamente otro off- topic. Que en castellano significa sacar los pies del tiesto.

    Me gusta

  4. ¡Qué bonita expresión ¡ Sacar los pies del tiesto… y así poder tener Derecho a Pernada tal y como refleja Lope. Esta asociación sí es que absolutamente personal.

    Cristina dice que el acceso de la mujer a una educación superior les permite liberarse de algunas constricciones del pasado. Pero, vamos a ver, ¿ a qué mujeres nos referimos ? ¿Y a qué hombres ?¿ Ves?, este tipo de estudios lo único que provoca es confusión. La mujer al igual que el hombre, en general, ha podido acceder a la cultura, el derecho a la cultura lo da la clase no el sexo .Son aquellas que tenían la posibilidad de adquirirla las que no lucharon ni les interesó poder adquirir otra condición social nada más que la que tenían por su estatus de nacimiento y mantenido a través del matrimonio. Ni los hombres ni las mujeres en general, la gran masa, la mayoria que no pertenecían a las clases privilegiadas tenían ni la más mínima oportunidad de adquirir otro comportamiento ni acceso cultural. Pero si cuando se habla de religión no se tiene ni idea de lo que se está diciendo. Dentro de cualquier estructura religiosa los cargos determinan los derechos y el comportamiento igual que en la sociedad civil y, ya que he mencionado a Lope, Santa Teresa que era una mujer culta, ilustrada y con posibles pudo ser una innovadora en su momento porque pertenecía a una clase social acomodada que le daba ciertos privilegios frente al resto de las novicias. Dentro de los conventos las clases se mantenían y la que fregaba los suelo no eran la Teresas sino otras, ella se dedicaban si querían a leer y educarse o a mantener todo tipo de relaciones sexuales si les apetecía, únicamente tenían que mantener las formas, sólo había que respetar las apariencias hacia el exterior, esto es lo único que se les exigía. Exactamente igual que a Ana Karenina, lo que no se les perdonaba era provocar un escándolo.

    Ahora hablamos de la mujer como un ente general que se comporta y se debe comportar igual en todos los campos de la sociedad pero esto no es ni mucho menos cierto. A mí no me darán un crédito de 2.000.000 de euros como le han concedido a Andrea Fabra por muy mujer que sea igual que ella y por muchos estudios universitarios que haya obtenido y me será muy difiícil conseguir un cargo político de la suficiente relevancia como para poder ser diputada porque la gran mayoría de nuestra clase política pertenece a una burguesía de abolengo perpetuada en el poder en uno u otro bando. Así que cuando se hable de mujeres y hombres nos harían un favor a todos si se especificase a qué tipo de mujer u hombre se están refiriendo porque sino, por lo menos por mi parte, es casi poco más que un insulto.

    Y ya para finalizar y sacar los pies totalmente del tiesto, por si no los tenía fuera todavía, recordar que la MODA es un invento de las mujeres del clase alta para diferenciarse y marcar perfectamente la distinción con el resto de mujeres de clase media y baja que no podrán acceder a las marcas que ellas usan y en caso de poder hacerlo lo harán uno o dos años después. Y así somos todas iguales como BORREGUITOS, pero ellas son las ovejas blancas y el resto las ovejas negras.

    ¿No habla de esto Baumeister… ? ¡ Qué pena ¡ Este se quedó sólo en las cabras- seguro, segurísimo que no entrevistó a nadie de lo más alto de la cúspide, estos estudios, evidentemente, no son para ellos-, a ver si va a ser zoofílico ( este es otro tema off, off, off TOPIC )

    Me gusta

    • «La mujer al igual que el hombre, en general, ha podido acceder a la cultura, el derecho a la cultura lo da la clase no el sexo.»
      Y, bueno, María José, tan solo estoy parcialmente de acuerdo con el enunciado, el cual me hace sentir muy vieja, te digo, ya que yo misma fui discriminada en mi infancia no por clase sino por sexo. Y no yo solo, claro. Pero es que ya tengo una edad… Puedo aceptar que ese enunciado se refiera a las generaciones presentes y en culturas occidentales, bien, pero existen culturas en que a las mujeres de clase alta todavía se las educa como antaño, o sea, mejor entre cuatro paredes.

      Me gusta

      • Cristina, normalmente las verdades no son absolutas, cosa que es de agradecer porque eso permite mayor flexibilidad y cierto margen de acción sin ir del blanco al negro y no poder pasar por la distintas gamas de colores.

        Una persona puede ser de niña sometida por las circunstancias pero cuando es adulta son las posibilidades económicas las que establecen el límite de acción y el poder cambiar la situación anterior, la persona tiene poder de decisión. Pero sin ese parámetro económico ya no hay nada que hacer ni para hombres ni para mujeres.

        Para mí es claro que el comportamiento humano está mediatizado por la civilización y la cultura y por tanto se establece según una estructura sobre la que se sustenta. Esta estructura es claramente vertical, sin eliminar la horizontalidad, y en cada uno de los estadios funcionan parámetros horizontales que influirán en mayor o menor medida según el lugar de la escala en la que se encuentre.
        Normalmente este comportamiento sigue una lógica que es seguida tanto por hombres como por mujeres y si durante siglos ha funcionado de forma inamovible es porque los dos sujetos responsables de llevar adelante la civilización así lo han determinado como lo más conveniente. Sólo hace falta que uno de ellos no esté de acuerdo con el esquema que presenta la estructura para que ésta comience a variar. Pero de aquí a eliminar el eje vertical y llevar todo el comportamiento de la mujer sólo medido por parámetros que rigen la horizontalidad es trastocarlo todo, desvirtuando la realidad, y aunque haya mujeres de clase alta que hayan sido discriminadas por su sexo en nada se parecen sus circunstancias a la de clase media y mucho menos media baja o baja. En cada uno de los estadios de la pirámide la tradición o cultura determinaba un comportamiento determinado en beneficio no de uno de los sujetos sino del conjunto que son los que la forman. Lo que quiero decir es que no es lo mismo una dependencia o no económica porque el radio de acción y de libertad que se puede adquirir es infinitamente distinto.

        Por otra parte el sentimiento gregario de la mujer frente al hombre hermanándose con todas las mujeres de todo el universo vuelve al marcar el eje horizontal sobre el vertical demenciándolo todo por completo porque si ya es difícil el estudio del comportamiento a una población reducida extenderlo a lo universal del género sin tener en cuenta las circunstancias especiales del entorno es sencillamente ridículo.

        Como decía Eduardo Galeano el Hombre tiene derecho a soñar pero siempre sabiendo dónde termina el sueño y dónde empieza la realidad. Acabar como Quijotes surcando la Mancha para limpiar la mancha de los impíos es muy bucólico y literaturesco, pero sólo eso.

        Me gusta

  5. María José, la clase social se solapa en la inmensa mayoría de casos con el nivel educativo, es decir que las variables en las que se basa Baumeister (nivel educativo y religiosidad) para medir la plasticidad erótica son correctas, porque hay una correlación entre clase social y nivel educativo.

    Me gusta

    • No,la correspondencia no es exacta, por eso hay aclarar cuál es el nivel de estudio y al mismo tiempo el nivel económico sobre el que se mueve la muestra del estudio. Teniendo en cuenta que una muestra de la sociedad norteamerica no es representativa nada más que para esa zona porque la cultura modula el comportamiento y aunque hablemos de sociedad occidental hay muchas zonas con costumbres- culturas- distintas, por tanto, no se puede hablar de estudio evolutivo nada más que para ese lugar ni muchísimo menos extenderlo al comportamiento humano en general, aunque esfuerzos para ello están haciendo de eso no cabe la menor duda.

      La clase social no corresponde con nivel educativo sólo tienes que ver a Pocholo o a Paris Hilton, ellos me parece que no se encuentran dentro de la clase baja ni de la clase media baja, ni media alta y sólo te he nombrado dos que les ha dado por salir en revistas al resto ni se les conoce ni se les conocerá. Por lo general a la clase alta les interesa poco los estudios universitarios, aunque educación y formación reciben, pero eso de estar estudiando e hincando codos como que no va demasiado con ellos. ¿ Serán de plástico ?

      Me gusta

  6. Me gustaría hacer un inciso a propósito de la supuesta plasticidad erótica de las mujeres… En realidad, la plasticidad erótica femenina es un eufemismo para encubrir el menor deseo sexual de las mujeres. No es que sean más plásticas, es como el sexo no les interesa les da igual ocho que ochenta. A mí siempre me gusta poner el símil de la música. Hay personas a las que les encanta la música y otras personas a las que la música ni fu ni fa. Si a mí, que la música no me apasiona, me preguntan qué tipo de música me gusta, diré: «pues no sé, no tengo unos gustos concretos, me gusta todo tipo de música». Dedudir de mi respuesta que tengo plasticidad musical sería un error. Lo que me pasa es que la música no me gusta lo suficiente como para haber construido unos gustos musicales. Si mañana tengo una novia a la que le gusta el rock, pues yo también escucharé rock. Si pasado tengo una novia a la que le gusta la música clásica, pues yo también la escucharé. ¿Plasticidad musical? No, simplemente no me interesa la música lo suficiente como para crearme unos gustos musicales.

    Pues con la sexualidad femenina pasa tres cuartos de lo mismo. La mujer no es que tenga plasticidad erótica, es que el sexo le interesa muy poco y por tanto no tiene unas preferencias sexuales tan definidas como los varones, de modo que se amoldan más fácilmente a las preferencias de su compañero.

    Pero claro, estamos en una sociedad feminista y todo lo que sean palabras elogiosas para las mujeres es aceptable mientras lo que sean palabras que las dejen en inferioridad no. De modo que queda más bonito hablar de plasticidad sexual femenina que de falta de deseo sexual femenino. Pero hablar de plasticidad sexual femenina es un error porque entonces no nos cuadra que los varones tengan un repertorio de parafilias y fantasías sexuales mucho más amplio que el de las mujeres. ¿Realmente tienen más plasticidad sexual las mujeres cuyo repertorio de fantasías sexuales se reduce a 5 o 6 tipos mientras que los varones tienen un repertorio mucho más amplio? Siempre me acuerdo de los libros de Nancy Friday sobre fantasías sexuales, que empezaron con aquel libro del «Jardín prohibido» hablando de fantasías sexuales femeninas donde aparecían los 4 o 5 tipos de siempre, y luego se vio obligada a hacer un libro de fantasías sexuales masculinas y empezó a recibir correspondencia de varones y la mujer no daba crédito a lo que leía… Tuvo que dividir el libro en no sé cuántos capítulos y a la pobre mujer le saltaron todos los prejuicios feministas del sesenta y ocho por los aires, porque la mitad iban sobre sumisión masculina, otros se excitaban con fantasías de autocastración, (!) etc. Nada que ver con los prejuicios feministas de que todo hombre fantasea con dominar y explotar a mujeres. Más bien las fantasías masculinas iban en la dirección contraria. Y ya veías ahí a Nancy Friday improvisando teorías psicoanalíticas con más torpeza que acierto para lidiar con tanta exhuberancia sexual masculina.

    Por eso digo, que eso de que la mujer tiene más plasticidad sexual no cuadra con lo poco variado que es el repertorio de fantasías sexuales femeninas. Sin embargo, si nos dejamos de monsergas y asumimos que la mujer tiene menor impulso sexual, todo cuadra.

    Me gusta

    • Bueno Ivan, se puede decir más alto pero no mas claro. Yo estoy de acuerdo contigo en que las mujeres tienen menos deseo sexual que los hombres, menos parejas y menos frecuencia de relaciones, eso es algo demostrado. Pero tambien está demostrado que las mujeres tienen menos iniciativa sexual que los hombres y de ahi creo que procede su plasticidad. Otra cosa es si esa falta de iniciativa procede de la falta de deseo o si es un rasgo biologico aparte.
      El propio Baumeister estudió la frecuencia de homosexualidad en entornos penitenciarios y se encontró con que en cautividad las mujeres desarrollan mas conductas homosexuales que los hombres de forma electiva, en los hombres la homosexualidad era mas frecuente de forma forzada y en individuos que ya habian tenido experiencias homosexuales antes de entrar en prisión. La novedad era que las mujeres tenian su primera experiencia en prisión con mas frecuencia que los hombres y de forma voluntaria, lo que parece señalar hacia el hecho de esa plasticidad. O dicho de otra manera que la sexualidad femenina se puede moldear e inducir a actividades concretas por parte d eotros, sean hombres o mujeres.

      Me gusta

      • Lo de la iniciativa sexual me parece una variable critica, que viene a decir que las mujeres tienen una ventaja reproductiva- sexual, sobre los hombres. No hace falta que hagan nada salvo esperar, mientras que los hombres han de poner en marcha centenares de estrategias destinadas a copular o emparejarse y aun asi parece que el éxito reproductivo en la mujer es el doble que en el hombre.

        Me gusta

      • Por otra parte plasticidad es lo mismo que decir indiferenciacion o incompletud lo que significa que las mujeres son capaces de adaptarse a casi cualquier gusto lo que les da ciertas ventajas evolutivas

        Me gusta

      • El estudio del comportamiento sexual entre carcelarios tiene otra lectura muy distinta a la plasticidad sexual, pero que muy distinta. Aquí el comportamiento está mediatizado claramente por el poder jerarquizado entre mafias y la supervivencia y está claro que la mujer no tiene que defender ninguna hombría… o hembría que ponga en entre dicho su prestigio social sino todo lo contrario, siendo la » amante de » será la » protegida de » y en esos ambientes esa es la mejor manera de conseguir un trato de favor y buscarse influencias. Así que basarse en los ambientes carcelarios para defender la plasticidad sexual femenina es un error… y de nuevo aparece el poder.

        Me gusta

    • Iván, a la mujer no le da igual ocho que ochenta no sé de dónde te has sacado eso, pero nada más alejado de la realidad. Y que el deseo femenino no se corresponda con el deseo masculino no significa ni se que no se tenga deseo ni que el sexo le sea indiferente.

      Me gusta

      • A ver, reconozco que la frase de «le da igual ocho que ochenta» me haya quedado demasiado categórica. Lo que quería decir es que al tener las mujeres menor interés por el sexo (siempre en comparación con los varones) tampoco han desarrollado unas preferencias sexuales tan definidas como los varones. De ahí la supuesta «plasticidad», que a mí me sigue pareciendo un eufemismo para «falta de interés», por supuesto, siempre respecto al varón.

        Por último, decir que me parece muy curioso que cuando digo que las mujeres tienen menor deseo sexual que los varones siempre aparezca alguna mujer diciendo que las mujeres sí que tienen deseo sexual. Entonces tengo que repetir que he dicho que tienen menos deseo sexual que el varón, no que no tengan. El porqué tantas entienden que un juicio comparativo («tienen menos que») es un juicio absoluto («no tienen») es algo que valdría la pena estudiar, no sé si es una reacción al machismo ancestral que negaba el deseo sexual femenino o si es aquello del «excusatio non petita» que indica que realmente el deseo sexual femenino es tan tenue que cuando aparece hasta escandaliza a su misma portadora y entonces sale pregonando: «uy sí, yo tengo deseo sexual, ya lo creo que sí. Estuve años creyendo que no pero el otro día noté un cosquilleo que después de muchas disquisiciones hube de convenir conmigo misma que sí, que aquello era deseo sexual. Y diré más: incluso puedo admitir, después de haberlo probado y de haberme ido acostumbrando a él, que el sexo me gusta. Sí, sí, me gusta el sexo.»

        Eso explicaría por qué tantas mujeres entendéis la frase «las mujeres tienen menos deseo sexual que los varones» como una amenaza, porque realmente vuestro deseo sexual es tan frágil y huidizo que hasta tenéis miedo de que cualquier palabra que lo menoscabe lo haga desaparecer.

        Me gusta

      • Te quedó ingeniosa la respuesta, Iván, sobre todo lo del cosquilleo ese seguido del….¡ Eureka ¡ ¡Esto es sexo ¡ Nunca había oído hablar del tema en tales términos pero me has intrigado, preguntaré a ver si alguna asocia el deseo sexual a algún tipo de cosquilleo. Por cierto, ¿ por dónde se debe sentir ese cosquilleo?, lo digo sobre todo para centrar la pregunta no sea que nos despistemos y no sepamos exactamente qué debe cosquillear… figúrate qué desastre podría ser eso. Lanzarte a uno pensando que el deseo sexual se ha despertado y luego averiguar que lo que te pica es un pie, terrible, no lo quiero ni pensar…

        Me reí bastante con lo categórico de tu respuesta, de verdad, fue ingenioso.

        Me gusta

  7. Aún no he leído a Baumeister pero, por todo lo que se comenta aquí, mi idea de plasticidad tiene que ver con adaptabilidad ante una situación anómala o en todo caso imprevista (como la plasticidad cerebral humana).
    Por tanto, yo mediría la plasticidad sexual como el grado de adaptabilidad de la mujer vs hombre ante una tesitura sexual nueva o una actividad sexual imprevista desconocida (véase, por ejemplo, mantener sexo con más frecuencia de lo deseado, o con menos de lo deseado). En este sentido creo que la mujer se adapta mejor a ello, claro que la base de ese grado de adaptabilidad podría hallarse en lo histórico, en que ella ha aprendido mejor a adaptarse por motivos que todos conocemos.
    A Ivan: en cuanto a las fantasías sexuales, y sin pretender poner un muestreo, la mayoría de hombres que conozco sí tienen la misma fantasía erótica, sin prácticamente variaciones: hacérselo con dos mujeres.

    Me gusta

  8. Yo diria que la variable critica no son el tipo o contenido de las fantasias, que al fin y al cabo no se pueden medir. Los investigadores usan otros parametros, como el numero de parejas en un año, el numero de orgasmos alcanzados entre una mujer y un hombre promedio y la frecuencia de las relaciones sexuales. Y del estudio de todos estos parametros se deduce que al hombre le interesa mas el sexo que a la mujer. Recomiendo este libro de Pinker:
    http://www.planetadelibros.com/como-funciona-la-mente-libro-27222.html

    Me gusta

  9. Pingback: Plasticidad erótica, teoría de Roy Baumeister | WOOM

Deja un comentario