Una ciencia para la conciencia


Es verdad tal y como sostienen aqui en esta web que existen pocos divulgadores de calidad en la ciencia y aun menos de la neurociencia, es por eso que cuando uno tiene la oportunidad de leer un libro (como el que más abajo cito) siente que ha tenido la suerte o la serendipia (o las dos cosas) de haberse topado con alguno de esos raros especímenes que mantienen discursos sobre temas complejos con la suficiente profundidad y al mismo tiempo haciéndolo fácil y divertido para el publico en general.

La razón de esta ausencia de buenos divulgadores procede de la evidencia de la escasez de recursos literarios en los cientificos y la falta de formación cientifica de los hombres de letras. Aunque más allá de esta división entre habilidades hay otra razón: los cientificos se encuentran muy apegados a sus papers -escriben para sus colegas-, y comparten un estilo y una jerga que deja de lado los asuntos realmente espinosos de la conciencia o construyen discursos que basicamente van dirigidos a otros cientificos de su campo y donde un desliz tiene como consecuencia la inmediata consideración de herejía o ninguneo por parte de la comunidad cientifica que quizá explique el terror informe a la filosofia -exceptuando a los propios filósofos, claro está-, o a la discusión de las ideas que consideran menores y menosprecian de forma muy notable como podemos observar en el libro de Blakemore.

Es por esta razón que la literatura científica necesita especialistas o traductores que sean capaces de difundir los hallazgos cientificos a los individuos comunes y que más allá de eso sepan discriminar los hallazgos con hueso de los hallazgos banales o repetitivos que no aportan casi nada y que inundan la informacion cientifica dia a dia.

Susan Blakemore es una periodista que está especializada en neurociencia y que ha dedicado parte de su vida a la difusión de la memética, recientemente ha publicado un libro titulado «Conversaciones sobre la conciencia» editado por Paidós donde utiliza la técnica clásica de la entrevista para indagar sobre cuestiones importantes, ese tipo de cuestiones inherentes a la condición humana que los neurocientificos quieren eludir y que no van a encontrarse en los programas oficiales de los congresos sobre la cuestión.

Movida por el interés en entablar una conversación distentida sobre estos aspectos Susan Blakemore se las arregló para entrevistar a los grandes popes de la neurociencia y de la filosofia de la mente entre los que se encuentran, Francisco Varela (ya fallecido), Francis Crick (ya fallecido), Vilayanur Ramachandran, John Searle, Stuart Hameroff, Roger Penrose, Daniel Dennet, David Chalmers y otros.

Y lo hizo aprovechando descansos entre sesiones de Congresos dedicados precisamente a este tema «Ciencias de la conciencia» que presta el titulo a este post. Durante tres años persiguió uno a uno a cada uno de estos personajes clave en el mundo de la neurociencia de hoy y consiguió entrevistarlos de forma relajada en entornos poco convencionales y sometiéndoles -como siempre hacen los buenos entrevistadores- a buscar sus contradicciones y sus puntos débiles. Por ejemplo cuando entrevistó a Crick no le hizo ninguna pregunta sobre el ADN pero le llevó hacia las consecuencias que se derivan de su hallazgo. Crick como cabia esperar era un reduccionista radical.

En realidad las preguntas que hizo a todos y cada uno de estos personajes fueron siempre las mismas y trataré de recordar al menos las mas importantes de entre ellas.

Pero antes un apunte general de la atmósfera y los acontecimientos que rodearon tanto a las entrevistas como a lo que sucedió después de ellas junto con las dificultades de Blakemore para llegar a publicar el libro en cuestión.

La mayor parte de los cientificos entrevistados se mostraron muy a la defensiva quizá por la identificación que hacian entre la Blakemore y el budismo y parecieron aplicar a rajatabla el slogan «fallacy of gilt by association» (es malo si tiene que ver con la religión) de hecho según cuenta Blakemore en el prólogo de su libro, muchos de ellos pretendieron desdecirse de sus declaraciones y pidieron censurar el texto una vez terminado, Blakemore tuvo que ceder en algunos casos y según declara el libro ha salido a la luz sin haber sido podado en lo esencial pero de una forma u otra admite su claudicación. El lector sagaz podrá discriminar en el texto en qué casos algunos eluden y otros sostienen hipótesis contradictorias, mientras otros se meten directamente en berenjenales sin salida.

1.- La primera pregunta que dirigió la Blakemore a sus entrevistados fue ésta. ¿Qué es la conciencia?. Buscaba naturalmente ua definición pero no la consiguió, cada uno de ellos la describió de una manera. No es de extrañar puesto que esta pregunta contiene en realidad una definición o posicionamiento personal en torno al problema duro de la neurociencia, el problema mente-cerebro, que puede plantearse de este modo ¿tenemos dos o una sola esencia, tenemos un cerebro y una mente o las dos cosas son la misma cosa?

2.- Naturalmente la Blakemore obtuvo un consenso universal en torno a la idea de que no existen dos principios, sino uno sólo. Todos estuvieron de acuerdo en que la vieja idea griega del dualismo era falsa. Nadie es ya dualista en su definición, pero la Blakemore comenta que una cosa es lo que se mantiene en público (el dualismo es falso) y otra cosa muy distinta es dejar de ser dualistas, en realidad todos y cada uno de estos investigadores -cada cual a su manera- seguian siendo dualistas, unos reduccionistas, otros monistas, otros neoplatónicos y otros simplemente se hicieron un lío cuando eran confrontados con el problema difícil de la conciencia.

3.- Porque el problema sigue siendo éste: ¿si el cerebro procesa información a través de redes neuronales y de impulsos eléctricos o químicos como puede producir experiencias subjetivas concretas? ¿Si cerebro y mente son la misma cosa como se las arregla el cerebro para construir ese tipo de experiencias subjetivas?. La Blakemore hace notar algunos artilugios semánticos: «procede de» «da lugar a», «correlaciona con» o «emerge de». Hasta aqui ha llegado nuestra jerga y seguramente no disponemos de una palabra talismán que nos haga visualizar de una forma clara y directa como dos cosas aparentemente distintas pueden ser la misma cosa. La ciencia se opone pues a la experiencia común, a la experiencia inmediata de que nuestra mente y nuestro cerebro son y contienen prestaciones bien distintas.

4.- La ciencia se opone tambien al sentido común en el tema del «libre albedrío» otra de las patatas calientes de la neurociencia ¿somos libres o estamos determinados? ¿Son nuestros actos dictados por nuestro soporte neurobiológico básico o estamos eligiendo constamente sobre qué y cómo hacer? ¿Elegimos o nos eligen nuestros genes, circuitos neuronales o aprendizajes arcaicos infantiles?. Es curioso que salvo Francis Crick el resto de los investigadores proclamaron ciertas dudas sobre el «no» a esta pregunta, parece que hubo un cierto consenso en torno a la idea «si pero no», o sea que en parte estamos determinados y en parte indeterminados. La mayor parte de ellos declaran en privado que viven «como si» el libre albedrío existiera mientras que casi todos reniegan de él, otro escollo que salvar entre la experiencia directa y la teoria científica.

Aqui en este post escribí hace algun tiempo mi opinión sobre este espinoso asunto y la interpretación que el budismo desde tiempo ancestral ha dado al asunto junto con la idea fundamental que no es otra sino ésta: «De la libertad (una abstracción) solo podemos experimentar su falta», en este sentido el libre albedrio es sólo un contrasentido cuando uno se encuentra desposeido de libertad para elegir, cuando existe una patología de la libertad como sucede en la enfermedad mental, la ignorancia o la alienación. Y en este otro donde conté el celebre experimento de Benjamin Libet donde parecia refutar la existencia del libre albedrio y las ideas de Roger Penrose refutando el experimento de Libet.

Como el lector podrá observar los cientificos se pasan la vida contradiciéndose unos a otros y escribiendo en las mismas revistas y sosteniendo puntos de vistas fragmentarios sobre las distintas cuestiones, lo que nos da alguna noticia acerca de las razones por las que la conciencia aun no es objeto de un estudio científico similar al que por ejemplo tiene la telefonía movil o el riñón.

5.- La siguiente pregunta hacia referencia al dilema del zombie que es un experimento mental diseñado por Chalmers y que no es nada banal aunque a primera vista pueda parecerlo puesto que cuestiona en realidad si la neurociencia puede explicar por qué somos conscientes. 

a) Imaginemos una persona con capacidades aparentes tales como hablar, prestar atención y memorizar información, pero sin una experiencia mental interna o subjetiva, una especie de robot, cyborg o zombie.

b) Si este escenario es concebible, entonces es lógicamente posible.

c) Luego, si el zombi experimental es lógicamente posible, se sigue que cualquier explicación a cerca de la conciencia deberá ser independiente del cerebro humano y de la neurobiología.

Si el zombie es posible significa es que las dos esencias mente y cerebro son separables y puede eliminarse una de ellas sin perjudicar a la otra.

Naturalmente la mayor parte de los entrevistados se sintieron muy molestos con esta pregunta y algunos de ellos incluyendo al propio Varela escurrieron el bulto. La mayor parte negó que pudiera existir una conciencia separada del cerebro por lo que el zombie no deberia existir, ¿pero es posible imaginarlo?

A esta posibilidad le llama Daniel Dennet la corazonada zombi, claro que es posible imaginarselo pero a pesar de ser tan absurdo -como pensar si podrian haber animales sin ADN-, podemos imaginarlo y esa imaginación tiene un enorme poder de fascinación sobre la conciencia humana. A pesar de ello todos los entrevistados excepto Chalmers contestaron negativamente a la posibilidad de que existieran zombies aunque todos podrian imaginarlos.

Lo más interesante del libro en mi opinión son sendas entrevistas a Roger Penrose donde explica su conocida hipótesis de que la conciencia humana tiene una parte -la comprensión- que no es computable y su -compartida con Hameroff- teoria  de los microtúbulos del esqueleto celular donde suponen debe de radicar un mecanismo cuántico que explique la conciencia. Naturalmente con la fisica de la que hoy disponemos no hay manera de contestar a todas estas preguntas, lo que propone Varela es un cambio en las condiciones de lo que conocemos como ciencia: el metodo experimental parece haber sido diseñado para demostrar lo que ya por experiencia sabemos.

Tanto Varela como Penrose proponen nuevos modelos explicativos para que no nos encallemos en la profecía de Gödel: nunca podremos explicar cientificamente (coherente y completamente) ciertos fenómenos con los instrumentos que la ciencia actual pone a nuestra disposición.

El libro de Blakemore es muy ilustrativo del fenómeno que yo llamo fragmentación del saber y miopia del enfoque individual, una persona sola es muy improbable que no lleve un sesgo en sus observaciones procediendo como cada uno de ellos procede de un campo del saber bien distinto. Se hace necesario integrar para saber algo más de lo que ya sabemos a través de la separación y del individualismo.

En lo que todos estuvieron de acuerdo es en una cosa subjetiva y poco medible en términos cientificos pero una experiencia humana fundamental: dedicarse al campo de la conciencia les cambió a todos la vida.

9 comentarios en “Una ciencia para la conciencia

  1. Estimado Paco,

    Un tema molón ¿eh? No había leído la historieta del zombie, es una buena simplificación. El libro me lo apunto, quizá caiga. Esto de la concienciología, que sigue tan en pañales, ha dado lugar a un boom abrumador en el mercadillo espiritual y en los sanatorios de Tócame Roque y ,en cambio, en el mundillo científico sigue levantando ampollas y en la mayoría (entre la mínoría) de artículos publicados la conclusión final es que sigue haciendo falta más rigor y esfuerzo en el estudio de la conciencia. Probablemente sea la conclusión más válida del momento.

    Intuyo que desde la psiquiatría, el fenómeno de la conciencia debe resultar apasionante, bajo el enfoque de la salud, la patología, los niveles de desarrollo..

    Mientras escribo también se me antoja curioso el hecho de que consciencia (entendida como autoconciencia de la propia existencia) y conciencia (cono capacidad para dirimir entre el Bien y el Mal) se hallen tan cercanos.. Vamos, que esto da vértigo.

    Algunas lecturas de origen nacional interesantes por Internet:

    http://www.maribelium.com/art.conciencia.htm

    http://www.tendencias21.net/neurociencias/El-enigma-de-la-consciencia_a16.html

    Un saludo!

    Pablo

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  2. Por supuesto que no he leido todas las referencias (blogroll y actualizaciones), de este interesante blog y por eso me permito recomendar la revisión de los planteamientos de los niveles de conciencia que propone el pensador Ken Wilber, en obras como «Sexo, Ecología, Espiritualidad» y las estructuras básicas de la conciencia que promulga en «Psicoterapia y Espiritualidad»; por ahora me parece importante contrastar sus planteamientos con los obtenidos de las entrevistas de Susan Blakemore; tal vez se le puedan hacer las mismas preguntas en alguna de sus paginas en la red.
    Muy necesaria a mi juicio La ciencia de la Conciencia

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  3. Hola, Paco:

    Justamente tenía preparada una entrada en mi blog sobre el mundo zombi (creía que era de Chalmers, no de Churchland) que acabo de publicar. Contiene unas reflexiones y críticas a las malas consecuencias sacadas de este experimento mental. Te las resumo:

    ¿Qué tal esto otro?:


    1. Podemos imaginar un planeta exactamente igual que la Tierra, en el que no haya una deformación del espacio-tiempo según la explicación relativista de la gravedad, pero en donde los cuerpos se movieran como en nuestro mundo.

    2. La física no podría dar cuenta de la diferencia entre ambos mundos.


    3. Por tanto la gravedad es una propiedad ontológicamente autónoma.

    El problema está en confundir lo lógicamente posible o lo concebible con lo físicamente posible (en este universo, por lo menos).

    La cuestión, se me dice, es que la física nos explica por qué sin gravedad los cuerpos no pueden moverse como se mueven, mientras que las teorías sobre la mente no nos explican por qué una mente sin qualia no podría darse, esto es, por qué no pueden existir los zombis. Es decir, que el mundo de los zombies es una posibilidad lógica.

    Pero lo que digo es que el argumento es falaz, que está mal hecho. Lo que nosotros sepamos o no, no hace a la construcción del silogismo. La conclusión podría incluso ser cierta, pero no este argumento no es el que la muestra.
Es tan falaz como si el argumento del planeta que no deforma el espacio-tiempo lo hiciera una persona ignorante de la relatividad, que no tendría entonces una teoría que le explicara por qué no puede existir ese planeta tan raro. Ese planeta sin deformación del espacio-tiempo es también una posibilidad lógica.

    Lo único que puede revelar el argumento de Chalmers es que no sabemos lo que es la consciencia, pero eso ya lo sabíamos sin Chalmers. ¿Cuál es, entonces, su aportación? No la veo.

    El fenómeno de que pueda existir un mundo de zombies no es un fenómeno que sepamos exista en ninguna parte. De él no tiene que dar cuenta la física ni nadie. La investigación sobre el cerebro y la mente humanas está recién empezada y las cosas irán, yo creo, más lentas de lo que se nos promete, dado el crecimiento factorial de la complejidad asociada al desarrollo de la inteligencia y la consciencia. Lo que sí podemos decir es que, en ausencia de fuerzas vitales, almas y cosas así que no se encuentran por ninguna parte, todo apunta a que, para que esos zombies puedan hacer lo que hace el ser humano (como las máquinas que pasan el test de Turing), habrán tenido que desarrollar consciencia como consecuencia de la acumulación de complejidad.

    Un saludo.

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  4. Mas o menos es lo que dicen todos los que participan en el libro salvo Chalmers claro, Dennet va un poco más lejos al afirmar que la corazonada del zombie tiene por sí una enorme potencia de fascinación como otras corazonadas como la existencia de Dios por ejemplo.
    Ahora que lo dices no estoy seguro si ese experimento mental se debe a Churchland, a Chalmers o a algun otro, hay poca informacion en Internet sobre el asunto.

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  5. El argumento zombie es de Chalmers. Llevo leída la mitad del libro y me gusta sólo a medias, valga la redundancia. A pesar de la variedad de entrevistados, el cientificismo de todos ellos resulta algo exiguo. Se echa de menos la participación de teólogos, por ejemplo.

    Un saludo.

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  6. Si Pablo tienes razón, el dilema del zombi es de Chalmers y comparto tu opinión sobre el libro, aunque te recuerdo que la Blakemore es una defensora de Dawkins que brilla por su ausencia, tampoco aparece Edelman, ni Bohm. Más que teólogos yo hubiera puesto a Krishnamurti.

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