¿Cómo se construye un síntoma?

«El diablo se esconde en los detalles»

Terminé mi penultimo post que titulé «Causalidad y analogía» con la promesa de retomar el tema de la causalidad no-lineal. Pero en mi anterior post en el que hablé de Peter Pan y sobre todo de su autor James Barrie he encontrado un buen pretexto para ejemplificar lo que quiero decir ahora a propósito de lo que entendemos como causalidad no-lineal en lo que se refiere a lo psíquico.

Cuadro antiguo museo

¿Por qué en lo mental es tan difícil encontrar causas lineales como por ejemplo sucede en las enfermedades físicas?

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Síntomas médicos inexplicables

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Los que leyeron el post anterior ya saben qué es una metáfora y también que los conflictos psicológicos pueden expresarse en el cuerpo a través de metáforas, también puede suceder al revés: que un conflicto biológico se exprese psíquicamente. También existen metáforas sociales mediante las que los médicos trasmiten información a la población, un ejemplo de esto es la metáfora militar frecuentemente utilizada para describir el cáncer y sus tratamientos, algo que ya fue señalado por Randolh Fillmore.

La poesía a través de la construcción y penetración de metáforas personales, la música como generadora-evocadora de estado emocionales no lingüisticos, el arte en general, la hipnosis y el trance así como los sueños son ejemplos cotidianos de nuestro trasiego con metáforas bienhechoras u hostiles.

En el post anterior hablé de la anorexia mental y de aquella curiosa superposición de síntomas biológicos -la inanición y la amenorrea- y psíquicos: la negativa a alimentarse y el horror a la obesidad.

También hablé de que que la inanición anoréxica era en realidad un subproducto del fitness, de la búsqueda de aptitud-atractivo y que aunque  existe una contradicción lógica entre aquella que quiere resultar atractiva y el resultado de la inanición, esta idea solo es contradictoria para una mente racional pero no para un cerebro anoréxico cuyo fitness biológico se enreda entre esa búsqueda de delgadez que le viene sugerida por el entorno social.

El cerebro elige -equivocadamente- la inanición como método de fitness aunque la inanición condene a la paciente a la esterilidad.

No sucede solamente con la anorexia sino con todos esos síntomas que han venido en llamarse «médicamente inexplicables» y que no son sino la versión moderna del viejo concepto briquetiano de la somatización.

Cómo se forma una somatización.-

Una somatización es el traslado de una estructura desde un lugar a otro, una especie de mudanza.

En este caso desde un lugar mental -intangible- hasta un lugar corporal.

El deseo de delgadez es una estructura con forma (morfogenética), algo con sentido cultural, un patrón de deseabilidad. Que puede estar o no estar entre los deseos conscientes de una joven, el caso es que está entre los deseos de una cultura lo que viene a señalar que los patrones morfogenéticos no poseen localidad: pueden residir entre el catálogo desiderativo de una muchacha pero basta con que se encuentren en la cultura a la que esa joven pertenece para que esta persona pueda somatizarlo, es decir lo traslade al cuerpo.

Lo mismo sucede con las amenazas que proceden del medio ambiente. No es necesario que una persona sea timorata o tenga un excesivo miedo al daño para desarrollar un trastorno por dolor inexplicable, basta con residir en un entorno que aborrezca del dolor, lo tema y propugne un estilo de vida hedonístico. Este tipo de entornos son tan necesarios para la emergencia del dolor inexplicable como los entornos opulentos para la aparición de los trastornos alimentarios.

El dolor sin causa médica es un «como si» nuestro organismo hubiera sido atacado por una enfermedad, algo que pone en marcha un programa de reparación atávico, la inmovilidad que llamamos «conducta de enfermedad», un patrón de respuesta que ya fue descrito por el mismo Briquet, somatización y conducta de enfermedad suelen ir pues de la mano.

El cerebro humano se parece más a un ordenador cuántico que a un ordenador digital. No se limita a procesar eventos según la lógica binaria (1 o 0, aunque también sepa hacerlo) sino que opera según un modelo de procesamiento cuántico. Significa que sus quantums de información no se encuentran, como los bits digitales, bien en on o bien en off (en 0 o en 1) sino que en el caso del cerebro existe un estado entrelazado de forma coherente. Es decir está o puede estar en ambos estados a la vez, y además no puede saberse donde está en un momento determinado.

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Es por eso que en el cerebro no hablamos de bits sino de qubits, una especie de bits que viajan en quantums, en paquetes.

El qubit es la unidad mínima de información cuántica, un paquete de medidas por así decir trasladándolo a las operaciones cerebrales.

Para entender mejor este concepto cibernético-cuántico es mejor que usted visite este enlace. Aqui me voy a ocupar simplemente de aplicar estas explicaciones a la comprensión de la somatización como una forma de teleportación cuántica es decir de la manera en que una estructura se traslada de lugar sin perder información sobre sí misma.

Hylan ME es el autor responsable de una nueva teoría llamada «enmarañamiento cuántico» basada en la mecánica cuántica, la teoría del caos y la complejidad. En ella el organismo es considerado un sistema complejo con capacidad de autoorganización según patrones definidos genéticamente y cuyo sistema de retroalimentación procede precisamente del enmarañamiento cuántico (aqui está en inglés el articulo original de Hilland). O dicho de otra manera la realidad vendría a modular las producciones del cerebro añadiendo y superponiendo información que puede ser coherente con la del portador o incongruente.

Más que eso: no podemos predecir quién, ni cuanto ni como será victima de esa superposición. Algo que convierte el adverbio imposible en este otro: probable.

El grado de probabilidad es pues la operación matemática más importante que realiza estos quantums de información, nadie puede saber si penetrarán o no penetrarán en un organismo dado. Por ejemplo no sabemos el por qué las campañas sanitarias no logran disminuir algunas enfermedades ligadas a estilos de vida, por qué el miedo al cáncer no es capaz de disminuir el consumo de tabaco o el consumo de alcohol en relación con los accidentes de tráfico. Y por qué resulta tan fácil la penetración de otros quantums como el de la delgadez, el éxito social, la agresión contra mujeres o el uso recreativo de drogas.

La no linealidad es una asignatura que debería ser obligatoria para nuestras autoridades sanitarias y sólo la teoria del enmarañamiento cuántico podrá explicar algún día por qué las agresiones de género son mas frecuentes en aquellos paises con una educación más igualitaria (Finlandia por ejemplo), que parece desdecir la idea de que las agresiones contra la mujer son producto del «machismo» de una educación desigual.

Este modelo ha sido propuesto como el proceso capaz de explicar la relación entre las personas, la interacción terapéutica, el proceso de curación y la dinámica interactiva entre el cerebro y la mente en el sujeto individual.

Dicho de otra forma la teoría del enmarañamiento cuántico nos permitiria conocer por que unos médicos curan más que otros, por qué se curan los pacientes que se curan o por que no se curan aquellos que no lo hacen.

Aqui Hylland se hace esta misma pregunta.

La salud consistiría no solo en el buen funcionamiento automático de cada órgano sino el «para qué» de su función. La conciencia guiada por la intención representa la herramienta directa de interacción en el campo cuántico a través del cual podemos modificar la realidad, incluyendo la parte que entendemos como salud (Tomás Alvaro, 2009).

En este sentido la somatización seria la teleportación de un quantum -como mínimo- de información enmarañada y sin localidad que lograría penetrar en los individuos a través de sus creencias e instalarse en un determinado órgano o aparato  siguiendo las leyes metáforicas personales según que el individuo las haya ido construyendo a través de su biografía simbólica.

En este sentido lo que la somatización aportaría a la enfermedad puramente física sería precisamente que tiene sentido para el sujeto que la sufre. Algo que probablemente comparte con otras enfermedades físicas aunque por el momento no es conveniente que identifiquemos la somatización con el proceso de enfermar orgánico.

Lo que el individuo «respiraría» sería un conjunto inextricable de ruidos y señales procedentes del medio que llegarian a parasitar su cerebro en forma de certezas, convicciones, creencias o errores y distorsiones cognitivas a la que nuestro cerebro es tan aficionado para después pasar al polo físico, tanto más intensamente cuanto menos sea la capacidad del cerebro para desentrañar la madeja y devolver los detritus al exterior en forma de una conducta, cognición o pensamiento adaptado y eficaz. La enfermedad -la somatización- representaría pues el fracaso del cerebro a la hora de discriminar el ruido de la señal, la verdad de la mentira, lo irrelevante de lo fundamental.

El cerebro enfermaría así al cuerpo a costa de preservar una lucidez consensuada.

Y los médicos no encontraríamos nada averiado en una persona así a pesar de entender que está sufriendo, a veces ni siquiera vamos a encontrar este sufrimiento pues el paciente puede mostrar signos de una nueva vitalidad como siempre sucede en la anorexia mental y en todos aquellos estados donde no existe conciencia de enfermedad.

En realidad el constructo somatización, la etiqueta «sintomas médicos inexplicables» y la teorización que Smith realizo en 2002 acerca de las no enfermedades son el mismo concepto y se trata de efectos yatrogénicos de la medicalización y la psicologizacion de nuestra realidad cotidiana y de una búsqueda obstinada y determinista de causas lineales en el malestar humano, como también la imposición -por parte de los expertos- a la opinión publica de sus constructos teóricos.

Smith en su articulo llegó a listar unas 200 enfermedades inexplicables o que al menos no podian ser explicadas a través de las teorias vigentes y políticamente correctas. Un ejemplo de esta cuestión es la relativa a la jaqueca, cuyo origen vascular y genético junto con otros exóticos desencadenantes (viento, coito, alcohol, sol y chocolate)  preside aun hoy las teorías de los neurológos convencionales. En este post existe buen material para completar esta información, se trata del blog del neurólogo Arturo Goicoechea. que mantiene opiniones bien distintas a las oficiales sobre el asunto.

La primera hipótesis que se sostuvo sobre la somatización fue la del engaño deliberado, no es de extrañar que las primeras somatizadoras descritas fueran mujeres histéricas y encerradas en un asilo, un verdadero caldo de cultivo para el contagio de quantums de información sobre la enfermedad. Tardamos unos cien años en entender que la somatización no es sólo un fenomeno histérico sino universal y que descontando algunos casos de mala fe, de querulancia o de beneficio obvio, la somatización es verdadera -no fingida- aunque mantenga ciertas semejanzas con el simulacro puesto que es una simulación que realiza y ejecuta nuestro propio cerebro por sí mismo y no hay que olvidar que la función del cerebro es simular realidades intencionales.

Los síntomas médicos inexplicables son costosos para el sistema de salud e incómodos para los médicos que parecen manejarse mejor con los datos objetivos y con las pruebas que obtienen de sus analíticas y radiografías, lo que añade un elemento mas de perturbación: la incomodidad se convierte en irritación y más tarde en rechazo y sospecha generalizada de simulación.

Y otra vez volvemos al siglo XIX y a la convicción de que la histeria y fingir una enfermedad son la misma cosa.

Fue por eso que Slater, ponente de los DSMs americanos propuso la desaparición del término.

Y la histeria desapareció de los manuales, hoy ya no puede diagnosticarse: sus bienes se repartieron entre sus herederos y de sus restos sólo quedó una sospecha:

Que algunas personas fingen sus enfermedades o se las autoprovocan.

Y no es posible salir de ahí con los instrumentos cartesianos de causa-efecto que manejamos desde el siglo de las luces.

Los médicos debemos empezar a aprender física cuántica y a intentar aplicarla a nuestro quehacer.

La causalidad lineal no ha muerto pero deberá comenzar a convivir con la causalidad no lineal, se impone un cambio de mentalidad.

Un mensaje para los médicos del futuro:

La somatización es no sólo la teleportación de un nivel a otro (de arriba abajo) de un paquete de medidas de urgencia sino también la superposición cuántica de dos informaciones no coherentes entre si, como un acorde disonante.

Bibliografia:

La teleportación cuántica en Sherson SF et alt, Nature, 2006: «Quantum teleportation between light and matter».

Las no enfermedades (2002) en Smith R. «In search of no disease» BMJ

Tomás Alvaro en «Krisis», (varios autores), recopilado por Manuel Almendro. La llave. Vitoria 2009.

Determinismo y libre albedrío

El destino es el Karma pasado, el libre albedrío es el Karma presente. Los dos son realmente uno, que es el Karma, aunque ellos puedan diferir en la materia del tiempo. No puede haber conflicto cuando ellos son realmente uno.

Chandrashekhara Bharati Swaminah en Diálogos con el Gurú
En el hombre su carácter es lo mismo que su destino
Heráclito
Es curioso que pensadores tan lejanos y pertenecientes a culturas tan distantes entre sí llegaran a una misma conclusión en lo que refiere al tema de la determinación y al libre albedrio. Pero más curioso aun es la diferencia entre estas formas de pensamiento con las que arrastramos nosotros los occidentales herederos de la tradición judeo-cristiana que contrariamente a aquellas -exóticas- optó bien pronto por el dualismo, seguramente por la dificultad de encajar a Dios y a la voluntad divina con este problema complejo ya por sí mismo.
Fue a S. Agustin a quien se le ocurrió la feliz idea: Dios nos ha hecho libres, es decir el hombre es responsable del bien y del mal que hace en su existencia porque puede elegir. Y puede hacerlo porque Dios nos hizo libres para elegir entre la virtud o el pecado. No cabe duda de que el argumento de S. Agustin es poderoso pero contiene una falacia: es ésta, si Dios es omnipotente entonces previamente -incluso antes de nacer yo- ya sabe como voy a utilizar esta libertad, luego si Dios sabe si voy a pecar o a ser virtuoso.
¿Dónde queda mi libertad?
Los protestantes y los islamistas resolvieron esta «patata caliente» rescatando el viejo concepto de la predestinación y apelando a la Voluntad divina como ultimo fundamento de la existencia humana, una voluntad hacia la que sólo cabe una opción: el acatamiento.
Esto decia Calvino acerca de la cuestión:

«Dios, en el tiempo, a algunos conceda el don de la fe y a otros no, procede de Su eterno decreto.

Lo que es lo mismo que decir que existen personas que están condenadas de antemano, hagan lo que hagan, pues Dios asi lo dictaminó. Algo asi pensaron los griegos años antes: no todos los hombres tienen alma y desde luego de entre las mujeres ninguna.

Esta continua oposición entre los favorables al libre albedrio y los enemigos de esta idea ahora ya no se encuentra en las religiones sino en las ciencias cognitivas. A los ingenieros que construyen máquinas inteligentes les interesa mucho esta cuestión que desde luego no está agotada y es tan compleja que podriamos hacer un frente de partidarios del libre albedrio y otros que no aceptan de ninguna forma al mismo: se trata de los deterministas.

Entre los primeros hay que señalar a John Searle y entre los segundos a Marvin Minsky, pero el asunto no se agota con los partidarios y los detractores sino que hay que contar además con los compatibilistas, es decir aquellos que creen que ambos puntos de vista pueden compatibilizarse como Hume en la filosofía y Daniel Dennet y los incompatibilistas aquellos que están persuadidos de que ambos puntos de vista son incompatibles. Los incompatibilistas a su vez pueden argumentar de dos maneras: que el determinismo fisico en realidad no existe como Roger Penrose o los deterministas duros que afirman que el libre albedrío no existe y que incluso en un universo no-determinista el libre albedrío seguiria sin existir.

A veces los temas del libre albedrío parecen problemas de física teórica sobre todo cuando intervienen fisicos de este nivel pero el gran interés filosófico de esta cuestión procede de la inteligencia artificial, es decir de esas máquinas que cada vez tienen mas potencia, más velocidad de procesamiento pero que al mismo tiempo carecen aún de inteligencia, entendiendo como inteligencia esa facultad humana que llamamos entendimiento y que los ingenieros conocen con el nombre de test de Turing. Y que por supuesto carecen de libre albedrío pues son gobernadas por reglas o por redes (conexiones multiples) neuronales emulando al cerebro humano.

El estado de cosas en las que se encuentra la inteligencia artificial es que los sistemas construidos por el hombre no son inteligentes y no pasarían un test de Turing. Un ejemplo es el programa Eliza que emula a una psicoanalista y otro ejemplo es el programa Deep Blue, un ajedrez desarrollado por IBM muy potente y con una enorme velocidad de proceso que no obstante no tiene las mismas prestaciones que un hombre. No es que tenga menos inteligencia sino que no posee inteligencia en absoluto tay como demostró John Searle en su conocido experimento sobre la «Habitación china«, pues tanto Eliza como Deep blue carecen de semántica y sólo procesan sintácticamente los símbolos que manejan, saben qué decir o contestar, saben mover las piezas del ajedrez y conocen muy bien sus reglas, pero no saben conversar ni saben jugar al ajedrez. Pues conversar no es solo encadenar frases con cierto sentido ni jugar al ajedrez consiste en conocer las reglas que gobiernan el movimiento de las piezas, sino en algo más que conocemos como conversar y jugar al ajedrez.

¿Pero entonces qué es lo que hacemos los humanos cuando conversamos por ejemplo?¿Qué es conversar?

No es posible definir qué es conversar sin definir el fondo, el background de la cuestión:acerca de qué va la conversación o mejor: en qué entorno va a desarrollarse. Desde luego no es lo mismo una entrevista de trabajo, que la conversación entre un médico y su paciente o entre dos amigas en la peluqueria. Pareciera como si el background definiera gran parte de los contenidos de la conversación, como si los temas conversacionales y el entorno en que se producen estuvieran relacionados. Y asi es, existe una relación entre lo que hablamos y el contexto en el que se desarrolla la conversación, diriamos que la conversación está determinada por el background.

Pero una conversación es algo más que la determinación que provoca el contexto, una conversación es sobre todo algo improvisado, no es una conferencia, ni una tesis docroral, se da sin rigor, entre dos mentes que toleran fallos y no se encuentran apresadas por la precisión o la necesidad de construir verdades absolutas. Se trata de rondas que siguen senderos y rastros establecidos por el otro, que guardan turnos o se interrumpen pero que en cualquier caso siguen un hilo argumental se hable de fútbol o de filosofía. Una conversación entre dos seres inteligentes está determinada por el contexto pero tambien es en cierto modo caótica, en tanto en cada frase se toma una bifurcación que se aleja del tronco central y que sigue -en otra escala de definición- siendo la misma conversación. Conversar es construir fractales. Nada de eso puede hacer un ordenador, una máquina pues carece de esa inteligencia pragmática y semántica necesaria para llevar a cabo una conversación, aun los humanos mas limitados intelectualmente son capaces de orientarse en ese laberinto de signos determinados y caóticos que forman parte de una conversación cualquiera.

Lo que caracteriza pues una conversación entre humanos son dos horizontes: 1)la determinación que procede del contexto y que de alguna forma condiciona de qué vamos a hablar 2) y la libertad del sujeto para moverse dentro de las coordenadas de ese mismo contexto y dibujar al mismo tiempo caminos y sendas conversacionales.

Ahora bien esos caminos o sendas no son azar en bruto, ningun conversador habla sobre todas las posibilidades que tiene ante si, se ha de atener a una especie de guión. No vale hablar de cualquier cosa, tiene que amoldarse a lo que el otro propone, encajar en eso que se llama comunicación pragmática, pues sin comunicación no hay conversación, sólo monólogos. Lo que hacemos cuando conversamos es escoger de entre las posibilidades pragmáticas y deterministas desde donde se emite la conversación entre las posibilidades que se nos abren a cada instante. Elegimos de entre una variedad de respuestas pero suprimimos aquellas otras que no se acoplan a esta conversación, suprimimos azar y operamos en pseudoazar o lo que se ha llamado azar cuántico. Conversamos entre esos dos limites: el azar en bruto y el determinismo pero seguimos siendo libres en cada bifurcación, para detener, cambiar, trasformar, asociar, sugerir otro tema, etc.

La trampa está en la palabra azar y a nosotros lo que nos interesa no es el concepto matemático de azar (la aleatoridad) sino el concepto más psicológico descrito por Searle llamado pseudoazar, algo más conocido como caos (o azar cuántico) y que Searle entiende de la siguiente manera: sin libre albedrio no sería posible la racionalidad pues nos bastaría con cumplir el deseo y dejarnos llevar por el principio del placer como hacen los animales. Negar el libre albedrio es negar la racionalidad pues el libre albedrio no contradice el azar sino que se expresa en el campo del pseudoazar que procede de la manipulación de las condiciones iniciales del azar en bruto. Y a los ojos del caos el azar no existe.

En este post hablé precisamente de ello.

Para entender el caos lo mejor es verlo , este video es interesante para contemplar como la deformación de algunas figuras hace emeger otras , contornos que parecen tener vida por si mismos, figuras caprichosas que aparecen y desaparecen, transformándose o desplegándose: eso es una conversación.

Sólo hay un karma: determinación y libre albedrio son la misma cosa, solo que una es el karma del pasado y otra el karma del presente, no tenemos más remedio que elegir y eso hacemos sólo que a veces no tenemos conciencia de ello.

Este robot lo explica muy bien, no es una conversación pero es un magnifico profesor, si no le preguntamos nada, claro.

Bibliografia:

John Searle: «Mentes, cerebros y ciencia»

Marvin Minsky: «La sociedad de la mente»