La ranura: la plataforma del amor


Los que leyeron el post anterior ya habrán comprendido la teoría de los esquemas que he llamado plataformas. Recordemos brevemente que, en su libro Schemata: the building blocks of cognition (1980), que tuvo una influencia trascendental en el desarrollo de la teoría de esquemas, David Rumelhart afirmó que el concepto de esquema hace referencia al conocimiento que poseemos. En concreto, estos se corresponderían con conjuntos de información de carácter genérico, relativamente poco específico.

Recordemos también qué es una ranura según el mismo autor:

Los esquemas están constituidos por conceptos que proporcionan “ranuras” para ser “rellenadas” con información específica. Hay especificaciones del tipo de información que puede
“contener” cada “ranura”.
Para comprender un mensaje se necesita activar o construir un esquema que dé “buena” cuenta de los objetos y sucesos descritos.
Cada segmento de información puede ser colocada en una “ranura” sin violar las especificaciones. Todas las “ranuras” importantes deben contener información. Cuando un texto no contiene información para una “ranura” puede ser “rellenadas” por inferencia.

Significa que los esquemas son plantillas que en sí mismas no contienen información precisa, son inespecíficas, existen plantillas innatas a las que llamamos temperamento y otras que nos vienen de la serie filogenética es decir aparecerán en un momento u otro con el desarrollo neuropsicológico del niño. El concepto de ranura es interesante porque nos permite entender que esa maquinaria -como sucede con las maquinas tragaperras- adquiere relevancia de contexto según la moneda que cada individuo meta en la maquina.

Un esquema será tanto más comprensible cuanto más se active o construya una explicación coherente de las relaciones entre los objetos y los eventos mencionados en el discurso.

Origen del amor romántico.-

Recientemente he estado leyendo un hilo en twitter de Pablo Malo (@ptiklinov) donde aborda un articulo en el que el autor señala que el amor romántico procede -es una evolución- del amor de los padres por los hijos, más concretamente del amor de madre.

Aquí hay una visión completa del amor romántico.

“El amor romántico es un estado motivacional típicamente asociado al deseo de emparejamiento a largo plazo con un individuo concreto. Se produce a lo largo de toda la vida y está asociado a una actividad cognitiva, emocional, conductual, social, genética, neuronal y endocrina distintiva en ambos sexos. A lo largo de gran parte de la vida, cumple funciones de emparejamiento, cortejo, sexo y vinculación. Se trata de un conjunto de adaptaciones y subproductos que surgieron en algún momento de la historia evolutiva reciente de los humanos.”

El amor romántico es amor padres-hijos “tuneado” por la selección natural: “Curiosamente, los componentes de vinculación y compromiso del amor romántico adulto son notablemente similares al amor entre padres e hijos. Shaver, Hazan y Bradshaw (1988) han identificado diecisiete similitudes clave entre estos dos tipos de amor. Los amantes, por ejemplo, suelen «hablar como bebés» cuando conversan, utilizan sus apodos favoritos, adoptan cadencias cantarinas, tienen grandes deseos de pasar tiempo juntos y se acarician y besan. También les fascina el aspecto físico del otro, mantienen un contacto visual prolongado y se entregan juntos a juegos bruscos y de otro tipo. Por último, se angustian cuando están separados durante mucho tiempo y son muy sensibles a los motivos y necesidades del otro. Los mismos rasgos caracterizan los intensos vínculos entre bebés y padres. La sorprendente similitud entre las manifestaciones conductuales del amor paterno-filial y el amor romántico sugiere que la evolución puede haber tomado prestados estos antiguos mecanismos de vinculación, originalmente desarrollados en mamíferos para vincular a las madres con sus crías, y haberlos aplicado a hombres y mujeres en el contexto de la vinculación romántica de pareja.”

“El amor romántico es una adaptación -un mecanismo de compromiso- que facilitó la formación de parejas a largo plazo, lo que a su vez (junto con la aloparentalidad) contribuyó a la evolución de los altos niveles de inteligencia social que caracterizan a nuestra especie.”

De manera que el amor es algo que cada uno siente a su manera puesto que cada cual puede sobre-escribir en esa pagina o plataforma añadiendo por la ranura correspondiente sus propias preferencias. Así no existen solo tres formas de amor como suelen contarnos los psicólogos como Hellen Fisher: el amor por nuestros hijos, el sexo y el amor romántico.

Anteriormente ya había escrito sobre esta cuestión, y sus derivadas evolutivas pero últimamente y a raíz de mi lectura sobre el hilo de Pablo Malo, y el concepto de ranura he puesto al día mis opiniones sobre este asunto. A mí personalmente se me ocurren varias alternativas a esas tres que Helen Fischer propone. Por ejemplo la trasferencia, me refiero al amor de trasferencia que no es algo que se da solamente en circunstancias psicoanalíticas, sino que se da en situaciones continuadas de intimidad, donde existe una relación up-down. es decir una asimetría.

Naturalmente el sexo (la lujuria) no necesita para nada al amor, sí bien es cierto que el placer sexual opera como un reforzador del amor romántico. No puede existir amor romántico sin sexo, pero puede existir sexo sin amor en absoluto.

Lo más curioso es que la mayor parte de nosotros imaginamos que el amor es un vinculo afectivo entre dos personas, de modo que cuando hablamos del amor estamos pensando en ese otro que o bien nos ama, o al que amamos, pero nadie hasta donde yo se, ha dado pruebas de que exista el amor más allá de ese vinculo afectivo. O quizá si.

Los místicos nos señalaron una puerta o plataforma bien distinta. E incluso antes de ellos, fueron los estoicos quienes se adelantaron a esta plataforma.

Otra curiosidad sobre el amor es ésta. ¿Podemos concebir un amor que no sea correspondido, es decir mutuo?. ¿Alguien puede pensar en el amor puro, es decir más allá del vinculo?

Bueno depende de la moneda que pongamos en la ranura.

Algunas personas sufren de otra versión en esa plataforma: son incapaces de vincularse con nadie al que no amen. ¿Puede existir la amistad heterosexual, sin que aparezca la trasferencia o la lujuria? Es muy poco probable pero solo lo es porque estamos navegando en esa plataforma que hemos llamado amor romántico.

Pero el amor tiene también versiones falsificadas: el interés puede coexistir con el amor pero lo llena de impurezas. También existe la mutua dependencia que parece ser el destino del amor romántico a largo plazo. La admiración o la gratitud son también elementos que contaminan al amor entendido como un sentimiento puro que no precisa objeto real sobre el que proyectarse.

El verdadero amor ha de tener algo de inconveniente (S. Freud)

Con todo el amor es uno de los mejores antidepresivos que existen, debe ser por eso que algunos autores lo explican desde un modelo de adicción (que comentaré en el próximo post cuando hable de la psicopatología del amor). Debe ser por eso que goza de tanto prestigio y que para algunos es como un bálsamo de Fierabrás. El problema es que el amor romántico tiene fecha de caducidad aunque el objeto puede ser sustituido por otro. Más que una posibilidad, quizá su destino. Tal vez por esa razón las personas que rellenan esa plataforma con sus propias imaginaciones o expectativas son las que presentan más intensamente esa inversión que llamamos «enamorados del amor», una especie de autoreferencia donde todo se mide y compara en función del amor (del sentimiento subjetivo) y que no tiene que ver con el narcisismo sino más bien con un anti-narcisismo que aumenta la asimetría y le hace tan parecido a la trasferencia.

Pues es precisamente el amor de trasferencia el más frecuente de todas las ranuras en que rellenamos esa plataforma, al menos en las personas que son capaces de transferir algo de sus deseos inconscientes.

Ni que decir tiene que el amor homosexual utiliza la misma plataforma que el amor heterosexual. Y la aloprentalidad en las mujeres .

Con todo la octava más aguda del amor, la mas elevada, es la devoción. Ahi es donde se manifiesta el amor puro, el amor que no es un lazo, ni un vinculo entre dos personas. Probablemente la amistad tiene algo que ver con esa plataforma.

Pero la amistad no precisa devoción, sino solo identificación y por tanto también está destinada a intercambiarse o permutarse por otros objetos, pues la identificación se deteriora y llega un momento en que ya no resulta útil.

Por último hay personas que no aman a nadie ni son capaces de hacerlo, metieron la moneda equivocada en la ranura y usaron la plataforma del amor para otros fines e incluso para la destrucción. De ahí que considere que las plataformas están a medio construir tal y como suponen los teóricos como Dennet (en su teoría de los borradores múltiples) o los mismos autores de la teoría de los esquemas.

Amor y civilización

1 comentario en “La ranura: la plataforma del amor

Deja un comentario