El Prozac de las langostas


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Jordan Peterson es un profesor de psicología canadiense que recientemente ha estado en España para promocionar su libro (que preside este post) y que a estas horas es tan famoso por sus videos de youtube como por este libro que se ha vendido de forma insólita, siendo como es un libro profundo al tiempo que promete ser divulgativo, un poco en clave de «autoayuda», aunque se trata de una autoayuda especial: de esas recomendaciones nada fáciles de seguir pero bien documentadas para pensar en los fundamentos que Peterson propone en cada una de esas reglas, 12 en total.

Peterson es un hombre de una formación universal y ecléctica, es un gran comunicador que sabe de psicología evolucionista, de mitología, de psicoanálisis (sobre todo de Jung) y por supuesto de psicología y psiquiatría y sabe de historia de las religiones, de donde extrae ejemplos que utilizará como guías morales para proponer antídotos contra el caos, es decir contra la confusión y el sin sentido en que muchas veces se desarrolla nuestra vida.

langosta

De toda estas historias he elegido la primera, una historia de langostas.

En realidad Peterson utiliza el ejemplo de las langostas para explicar las «jerarquías de dominio», una de las plataformas sobre las que la evolución natural ejerció la selección natural, pero lo cierto es que hubiera podido utilizar a cualquier animal. En mi opinión si eligió a este crustáceo es por su antigüedad y supervivencia evolutiva, la langosta es mucho más antigua que los dinosaurios y como dice Peterson es ideal para comprender eso de la «jerarquía de dominio» que es obviamente más antigua que las propias langostas y que los propios árboles.

La jerarquía de dominio es palpable en la vida de las langostas que tienen que sobrevivir en el mar y en lugares (el fondo marino) atestados de otras especies y de otras langostas que buscan el mejor lugar para instalarse. Un lugar donde haya bien cerca alguna fisura en las rocas para resguardarse, donde el alimento abunde y donde no haya demasiados intrusos tratando de «okupar» nuestro escondrijo. Un escondrijo absolutamente necesario para la langosta puesto que ha de mudar periódicamente de caparazón a medida que crece, quedando «en carne viva», un periodo que la hace muy vulnerable a los ataques de sus depredadores.

El mejor seguro de vida para una langosta es pues, ese escondrijo entre las rocas que naturalmente ha de ganarse a pulso durante toda su vida pues otras langostas estarán al acecho. Un escondrijo que habrá de defender con uñas y dientes (con pinzas más bien).

Y lo hacen a través de la intimidación y la lucha, como sucede en otras especies territoriales. Y si lo hacen es precisamente para escalar en rango, pues el rango es otro seguro de vida que asegura hembras dispuestas, recursos alimentarios y buena salud.

Y el rango-estatus depende de la serotonina, es serotonino-dependiente.

Maldita serotonina.-

En un post anterior ya hablé de la serotonina y de ciertas investigaciones que el grupo de Lesh en 1997 había llevado a cabo con monos. Encontró que la administración de Prozac (fluoxetina) aumentaba la percepción de rango entre los primates, decía allí que:

Pues ahora viene lo más sorprendente: los monos tratados con ISRS, aumentan su resistencia a las enfermedades respiratorias, escalan más rápidamente en su entorno social, se hacen más afiliativos, recuperan la fertilidad común entre su especie y se hacen más tranquilos y sosegados, a pesar de haber sufrido la deprivación materna y ser portadores del genotipo equivocado.

Pues al parecer han habido otros investigadores (citados en la bibliografía del libro de Peterson) que se han ocupado de proporcionar fluoxetina a las langostas en condiciones experimentales. Los individuos dominantes presentan altos indices del pulso de serotonina y bajos de octopamina y al contrario los individuos subalternos presentan altos indices de pulso de octopamina y bajos de serotonina.

Y como la serotonina es un neurotransmisor que se ocupa de la flexión y sobre todo del manejo de las pinzas en las langostas (haciendo posible parecer mas grande de los que se es) Peterson comienza su andadura de 12 reglas recomendando algo que nuestros padres ya intentaron enseñarnos: Andar erguido y echar los hombros hacia atrás.

Ahora bien, procurarse una buena dosis de serotonina cerebral no es nada fácil, pues la serotonina es un metabolito del triptófano, un aminoácido esencial que ingerimos con la dieta pero que no atraviesa fácilmente por la barrera hematoencefálica, donde ha de competir con otros aminoácidos que pugnan por hacer ese recorrido desde la sangre al cerebro. Es por eso que nosotros los médicos solemos utilizar ciertos fármacos que aumentan la disponibilidad de serotonina de forma indirecta: bloqueando su transportador. Ese es el mecanismo que utilizan los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) como el Prozac (fluoxetina) y otros. Pero lo cierto es que nosotros no usamos este medicamento para aumentar el rango de una persona sino como antidepresivo.

Y es verdad que existe una relación entre adquirir o mantener un cierto rango social y algunas depresiones como las depresiones de derrota. Algunos autores han especulado con la idea de que la depresión seria el resultado final de haberse caído o haber descendido en la escala social bien a consecuencia de una perdida, un fracaso o una desgracia como quedarse sin trabajo, algo letal para la percepción del rango de un individuo cualquiera.

Las jerarquías de dominio están bien implantadas en toda la escala evolutiva y cuentan con un buen núcleo de respuestas neurofisiológicas en todas ellas, sin embargo nuestra especie nunca hubiera evolucionado hacia una conciencia recursiva de no ser porque fuimos capaces de inventar otras estrategias que también dan premio evolutivo: me refiero a la cooperación.

Pero la cooperación no puede darse en el vacío y precisa de otro tipo de jerarquías, me refiero a las jerarquías de crecimiento, es decir a aquellas jerarquías que permiten que los individuos de la misma se organicen de forma autónoma después de un tiempo de aprendizajes, pues la mejor forma de empoderarse es perteneciendo a una jerarquía de crecimiento, eso que hacemos con nuestros maestros, padres o protectores profesionales.

Pues de obtener poder se trata, no tanto para dominar a los demás (que es la manera en que nos imaginamos el poder) sino para ser autónomos y competentes:

Pues de lo que se trata es de obtener rango social y lo es -incluso en los monos estudiados pro Chance- porque el rango:

  • Garantiza una mejor salud.
  • Una vida más larga y más cómoda, eludiendo sobre todo enfermedades respiratorias y cáncer.
  • Una mejor calidad de vida: ser desparasitado con más frecuencia.
  • Mas parejas sexuales y afecto por parte de aquellos desposeídos de poder.
  • Más capacidad de influencia en los entornos sociales.
  • Una menor exposición a calamidades y estrés.

De manera que es comprensible que los humanos seamos buscadores empedernidos de poder, o lo que es lo mismo de rango, de prestigio social o reputación. Lo que nuestro cerebro aun no ha aprendido a hacer es encontrar una respuesta al para qué de toda esta búsqueda. Y si no encontramos ese “para qué” individual entonces no tenemos más remedio que reproducir la lacra de la dominación.

Hará usted bien si ha llegado hasta aquí en no imaginarse el rango o estatus humano como algo que pertenece a las elites, a los elegidos o -como se dice ahora- a los ricos: un bohemio heterodoxo, un artista de la calle, un jefecillo de una tribu urbana, un capo de la mafia o un político de pueblo pueden convocar entre sus grupos (subculturas) tanto rango como pueda otorgársele a cualquiera de esos prebostes de las finanzas, del deporte o de los negocios.

Lo que significa que las sociedades que hemos construido son bastante distintas a las de las langostas, si bien podemos funcionar como ellas cuando las cosas se ponen feas. Hemos conseguido fragmentarlas en diversas secciones como blockchains intentado impedir la centralización del dominio.

O dicho de otra manera: el poder está -como se dice ahora- ampliamente distribuido.

7 comentarios en “El Prozac de las langostas

  1. Existe una jerarquía que emerge de un orden natural y, es evidentemente apropiada y benéfica para el entorno. Una persona mas diferenciada que se distingue por sus cualidades y atributos que le hacen ser, el mismo y algo mas diferente al resto. !No es baladí, por que sus decisiones de poder diversificaran soluciones apropiadas a las diferenciaciones de las personas, a su desigualdad natural .

    En la experiencia humana además se da una jerarquía de poder ideológica, es decir sectaria y, todas lo son. Esta jerarquía parece dominada por una individualidad no diferenciada del entorno que le es propio, en tanto comparten valores ideológicos igual para todos. Una individualidad que irremisiblemente siempre vende uniformidad «igualdad». La intensificación de la auto conciencia humana y la cultura que nos invade es terreno propicio para un orden jerárquico ideológico no natural. !Sip profesor, un poder distribuido pero ideológico y, si en algo somos los humanos proclives es al Poder ideológico, a las proclamas de igualdad.

    Por que?, por la debilidad de la individualidad identitaria «Yo» y su miedo inherente a no ser un alguien. Un alguien en un colectivo social que vive de la imagen, algo que no es mas que uniformidad con su entorno que le es propio, no respeta la diferenciación. Mi hipótesis que a mas apego individual a la identidad imagen del «Yo», que vive no lo olvidemos de una narrativa ideológica, menos serotonina, cosas de vivir con miedo «risas». Además casi seguro que se ven afectadas en la ecuación la dopamina y la noradrenalina. Aquí encontramos una razón para observar que la depresión es una enfermedad moderna producto de una intensificación de la autoconciencia del individualismo uniformado, conducido por las diversas jerarquías ideológicas que afectan al circuito de la serotonina ( control de los estado de ánimo, de las emociones, de la percepción sensorial y de funciones cognoscitivas superiores).

    La sociedad del cansancio.

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      • !Bueno profesor, yo entiendo por jerarquía de dominio a un animal gregario, jerarquizado de manera natural y en la que existen individuos dominantes y subordinados. Es una jerarquía benéfica, un éxito evolutivo, además de vivir acorde a su naturaleza en simbiosis con el medio. En el Ser humano también se aprecia esta jerarquía benéfica de dominio que empodera, lo que contribuye a unos niveles de neuro transmisores propicios en su entorno. «risas».

        !Ahora bien, cuando sabes que toda opinión, idea, proviene de la Cultura y, es el individuo el medio por el cual se impone, donde esta su jerarquía?, aquí la jerarquía es ideológica, el individuo es una herramienta al servicio de este peculiar Poder. Es un títere, el es el dominado y, a mas poder, mas violencia para imponer lo que solo son imágenes, y en mi animo no veo similitud alguna.

        Un ser dominado puede tener ráfagas de dopamina mientras las recompensas circulen paralelas a la imagen «Yo», una identidad basada en apropiarse de los proyectos que la socialización cultural le ha impuesto y, eso implica un gran riesgo depresivo, un miedo proyectado en el tiempo, cansancio, stres , en resumen una merienda de deficitarios en serotonina cuando esa cultura rinde culto a lo único que no es real, a la imagen.

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  2. Evidentemente las jerarquías ideológicas son un modo de jerarquías de dominio que pueden ser consideradas naturales, siempre que consideremos a nuestra sociedad occidental como algo tan natural del estilo de un pulpo en un garaje.

    Si, como hace Peterson, dejamos lo políticamente correcto de lado, entonces podemos constatar que la cultura y todo lo que conlleva, como la tecnología, la ciencia, o las ideologías; son más bien neutras, y pueden ser buenas o malas, según el uso que se les dé, o como se mire. Igual pasa con la cooperación para la jerarquía de crecimiento: puede empoderar a todo el grupo social, o como es más usual, tan solo a una casta de individuos en detrimento de una gran mayoría educada, o más bien adoctrinada, en conseguir una autonomía y competencia para mantener las castas extractivas, que a modo de poder distribuido, controlan los distintos poderes de los estados.

    Al parecer, cualquier asociación humana, independientemente de su finalidad, transcurridos unos 10 años olvida su mito fundacional, esto es sus objetivos iniciales, para centrarse básicamente en el mantenimiento de su autosubsistencia y ‘estatus’. Podemos comprobar, este cambio de “para qué”, en asociaciones, ONG’s, estados, etc…

    Como mamíferos, los humanos somos mucho más parecidos a los leones y sus castas estilo Mapogos, que a los crustáceos como las langostas. Es por eso que debemos ‘Andar erguido y echar los hombros hacia atrás’. Altivos como los leones.

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  3. La vida es sensación no un pensamiento. El que prevalezca la sensación o el pensamiento en la vida de la persona, es lo que marca la diferencia y la perspectiva. El pensamiento vive en el devenir, por tanto necesita proyectarse en el, configurar una narrativa y sufrir sus consecuencias de éxito y fracaso. La vida desde la sensación, no conoce el tiempo ni se inquieta por el. En general la mayoría de la población tiene como objetivo sobrevivir con esfuerzo; !en fin, que el sentido esté en perseguirlo y, no en alcanzarlo, es totalmente irrelevante, incluso algo frívolo.

    Ahora bien existe un núcleo de población que esta libre del mundanal ruido que produce intentar salir adelante. A el se le abren dos maravillosas posibilidades, las 12 reglas, o la Metanoesis del pensamiento a la sensación.

    https://www.lavanguardia.com/lacontra/20181128/453217670969/el-sentido-de-un-objetivo-no-es-alcanzarlo-sino-perseguirlo.html

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