Briquet y su síndrome


Apellidarse Briquet (mechero) y encima que tus padres te pongan de nombre Pierre (piedra) es una de esas bromas pesadas que nos gastan nuestros progenitores y que de alguna manera determinan nuestro destino. Pierre Briquet no tuvo, pues, más remedio que dedicarse la la Psiquiatría y allá por 1859 siendo médico de aquella gran institución conocida como la Salpetrière comenzó a tratar casos de aquellos que en aquella época se llamaban histeria y que hoy se llaman de muchas formas distintas debido a la atomización que nuestra especialidad ha sufrido desde la llegada de los psicofármacos.

Briquet ha pasado a la historia de la Psiquiatría porque acuñó un sindrome que lleva su nombre, «El sindrome de Briquet» y aunque en vida fue poco conocido debido al oscurecimiento de su figura propiciado por su discípulo Charcot, lo cierto es que sus minuciosas descripciones clinicas y la acumulación de casos que consiguió mientras investigaba su curioso síndrome le han valido su paso a la historia más allá de lo que Charcot mismo consiguiera.

Para entender la muestra de pacientes con las que Briquet trabajó es necesario que nos adentremos un poco en la sociologia de aquellos antros llamados manicomios en pleno siglo XIX, ¿quién habitaba en ellos?

No siempre enfermos verdaderos, ni locos, sino una especie de magma humano de indigentes, alcohólicos, sifiliticos, enfermos neurológicos orgánicos, tuberculosos, prostitutas, embaucadores de toda ralea, criminales, estafadores, oligofrénicos e idiotas, disidentes políticos, mujeres abandonadas por sus maridos y acusadas de locas, minusválidos, sordomudos, ciegos y seres simplemente feos o monstruosos asi como toda clase de personas que por unas razones u otras habían sufrido exclusiones sociales debido a la pobreza, la ignorancia o el maltrato. La Salpetrière no era un hospital tal y como lo concebimos hoy sino un hospicio, un asilo, un lugar donde cohabitar con lo monstruoso que coexiste en lo humano, más que un Hopsital, La Salpetriere era en tiempos de Charcot una especie de circo donde todos los martes el gran gurú de la época dictaba sus lecciones y presentaba en sociedad a sus enfermos para explicar su teoría sobre el sufrimiento mental al que Charcot pretendía aplicar el método de investigación médico, un error en el que ha caído la Psiquiatria actual persistiendo en la visión organicista que el propio Charcot intentó aplicar -sin éxito- al conocimiento y explicación de la histeria.

La mayor parte de asilados en su pabellón eran mujeres, con ellas investigó y describió Briquet su ya notorio síndrome. El que lleva su nombre.

¿Qué clase de mujeres estaban ingresadas allí?

No se diferenciarían mucho de aquella que pintó Delacroix, «Joven huérfana en el cementerio». En este cuadro puede observarse el rostro de una mujer joven en una situación que podríamos identificar con el desamparo, en el contexto de una inteligencia baja y con una expresión que no dudariamos en asociar con la indefensión más absoluta.

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Huérfanas, criadas repudiadas , toscas campesinas analfabetas, pero tambien esposas díscolas, prostitutas y aventureras, locas y viejas demenciadas. Briquet atendia alli a un grupo de parias abandonadas por el mundo a su suerte y que necesitaban para seguir en aquel lugar una etiqueta psiquiátrica que justificara su ingreso perpetuo. Y ellas se lo brindaron con creces.

El sindrome de Briquet, tal y como su descriptor lo definió era una forma de histeria, es decir una enfermedad simulada con conciencia o sin ella por parte del sujeto que la padecía y que se caracterizaba por quejas somáticas, casi continuas y fluctuantes que no tenían justificación orgánica. Hoy le llamamos trastorno por somatización que es una manera de renegar de la historia reciente de la psiquiatría, porque decir somatización no es decir nada en términos de tradición, hay que hablar pues de la histeria, de las histéricas de la Salpetrière, las que estudió Charcot, Freud, Binet, Janet y Babinsky, todas ellas fueron los «conejos de laboratorio» de un gran proyecto histórico que iba a poner patas arriba la concepción somaticista de nuestra disciplina sobre todo después de Freud. La mente y el cerebro desde entonces no son la misma cosa, la mente es el campo epistemológico de la Psiquiatría y el cerebro lo es de la Neurologia.

El sindrome de Briquet es un cuadro de somatización múltiple y persistente que presentaban sobre todo aquellas mujeres que Briquet atendía teñido de algo más: ese algo más que presentaban las pacientes de Briquet es una conducta de victimización, una conducta de queja, una conducta -tal y como decimos hoy- de enfermedad y de búsqueda de remedios, cuidados médicos o espirituales, exploraciones o consultas. Briquet entendió que aquellas quejas que sus pacientes presentaban no se basaban en lesiones orgánicas, sus dolores no seguian los patrones neurológicos aceptados por la ciencia y sus relatos eran exagerados y mutables. Sus listas de sintomas interminables, sus quejas imposibles de catalogar, sus síntomas cambiantes y su estado de ánimo atravesado por una emoción que en aquel entonces se acuñó como «la bélle indiference», una indiferencia frente al malestar que recordaba el estoicismo griego cuando no a una disociación de afecto que más tarde Babinsky bautizó con el nombre de anisodiaforia, una especie de discrepancia en lo que uno dice y en como lo cuenta, una forma de afectividad incongruente y que describió en pacientes orgánicos. Más tarde Orengo postuló que la anosodiaforia de Babinsky y la «belle indiference» clásica eran la misma emoción y está por determinar el parentesco que la «belle indiference» tiene con la indefensión crónica (helplesness). Desde entonces sabemos que la «bélle indiference» es un sintoma patognomónico de la histeria, es decir de la somatización y la anosodiaforia un sintoma orgánico cerebral que suele presentarse después de un ictus o accidente cerebro-vascular. Probablemente la indefensión está más relacionda con la depresión, pero lo cierto es que entre nuestros pacientes actuales siguen coexistiendo sintomas somatomorfos, con sintomas conversivos y quizá también trastornos depresivos con o sin evidencia de indefensión (Ver Seligman).

Lo orgánico y lo psicógeno después de muchas pugnas y periplos de disidencia volvian a encontrarse en la práctica real.

Conversión histérica y somatización son conceptos que por más que intentan mostrarse por separado son difíciles de distinguir si es que se refieren a fenómenos distintos, en la muestra de Briquet muchas de sus pacientes alternaban sintomas de dolor (somatizacion) con otros de parálisis (conversivos) o de dificultades en la marcha (astasia-abasia) y hasta hoy nos ha llegado esta discrepancia y esta dificultad, por ejemplo ¿los vómitos persistentes son conversivos o somatizaciones?

Si Briquet levantara la cabeza nos diría que conversión y somatización son la misma cosa y que lo que importa no es tanto el nombre como la semiología del sintoma y el perfil de los pacientes por él investigados. Sus histéricas briquetianas eran mujeres en su mayoria con antecedentes de abusos sexuales, maltrato, abandono, desatención y brutalidad, que acumulaban a su miseria material el analfabetismo y la sumisión a un orden feudal e injusto. Se trataba pues de pacientes «profesionalizadas» que habian aprendido a mostrarse enfermas como una manera de supervivencia, hoy diriamos que su identidad se habia enroscado a la búsqueda de cuidado derivado de la enfermedad de tal manera que si prescindían de ella no sabrían nombrarse a sí mismas ni sabrían como demandar cuidados.

Lo más sorprendente de este síndrome es que no haya desaparecido de la faz de la tierra al desaparecer los entornos institucionales y el hospitalismo que parecía ejercer sobre determinadas personas con graves carencias emocionales un efecto de llamada. La predicción del propio Briquet es que afectaba al 3% de las mujeres y al 0,2 de los varones.

Lilienfeld en 1986 en una sistemática investigación sobre el trastorno por somatización reivindicó de nuevo el nombre de Briquet; según su investigación en nuestras opulentas sociedades occidentales, el numero de afectados por esta enfermedad sigue siendo muy similar a las cifras que había detallado el propio Briquet a pesar de la desaparición de los hospicios y aunque la histeria ya ha pasado a formar parte del museo de los horrores científicos de nuestra época, el sindrome de Briquet sigue siendo estable y afectando al 3% de la población femenina. Lo que nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta ¿Si la histeria ya no se admite como trastorno mental y el sindrome de Briquet sigue siendo estable, donde están las pacientes que antaño llamabámos histéricas o afectadas por un sindrome de Briquet?

Pues en las consultas de otros especialistas no psiquiatras, claro. ¿recuerdan un diágnostico no psiquiátrico llamado fibromialgia?

O esta otra ¿si los hombres no desarrollan el sindrome de Briquet qué otra enfermedad poseen a cambio a fin de mantener estables los hallazgos genéticos de Lilienfeld?

La conducta antisocial, el alcoholismo y lo que hoy llamamos abuso y dependencia de las drogas son en gran parte los alter egos masculinosde Briquet. Lilenfeld descubrió que la herencia de un determinado rasgo conductual podía manifestarse en los hombres como conducta antisocial y en las mujeres como conducta de queja, existiría pues un sesgo ligado al sexo, pero estaríamos hablando de la misma enfermedad, un endofenotipo que para entendernos podriamos llamar hiperexpresividad y que en términos convencionales llamamos histrionismo. Existen pues evidencias de que el sindrome de Briquet fue abolido y solapado con otros nombres y otras conceptualizaciones. Afortunadamente de vez en cuando y más allá de los conceptos y los modelos nos aparece algun que otro enfermo para desmentir nuestra nosologia actual, un enfermo como éste que presenta:

  1. Vómitos incoercibles y duraderos que interfieren gravemente con la actividad normal.
  2. Consumo y abuso de drogas ilegales.
  3. «Belle indiference» y aceptación de pruebas médicas tanto cruentas como incruentas, repetidas veces.
  4. Una manifiesta incapacidad para relacionar su lenguaje del cuerpo con el lenguaje verbal, una incapacidad para verbalizar emociones, hoy le llamamos alexitimia.
  5. Una historia precoz de varios trastornos psicosomáticos no fliados, o filiados como colón irritable, diarreas esporádicas, fiebres extrañas, paresias oculares, fobias alimentarias no demostradas, sintomas sexuales, hipertensiones arteriales fluctuantes.
  6. Y todo ello en ausencia de ningún trastorno fisico o psiquiátrico que justifique el cuadro.

Briquet no ha muerto, al contrario la Psiquiatría le enterró precipitadamente.

7 comentarios en “Briquet y su síndrome

  1. el artículo es muy bueno.me gustaría mucho ampliar información sobre la relación entre histeria y consultas neurologicas en la actualidad,con quejas referidas al deterior en la memoria y la atención-.

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  4. Creo que la condición de «hiperexpresividad» que me parece muy sugestiva, puede entenderse como hiperexpresividad cerebral (equiparable a la alergia) o del individuo. El problema reside en que los pacientes con fibromialgia, migraña o colon irritable, reciben los síntomas y no saben qué explicación darles. En muchas ocasiones, el referir su aparición por psicopatología de su cerebro por instrucción alarmista sirve para aclarar la situación e incluso solucionarla.

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  6. quizas, y no tan quizas, todos damos por asentados ciertos principios de comportamiento, pero en cuanto al incesto, nace de un error de los psicologos, pretender penetrar en la naturaleza infantil, los ninos saben de su hedonismo y pueden recrear como un deja vu continuo, el placer sexual alejado de los adultos que se piensan ninos, el incesto entre hermanos en edad infantil es una precocidad donde el adulto no tiene lugar. El incesto entre hermanos a esa edad no reproductiva se llama amor, y es la unica vez que se nos permite ser, pero el sexo reproductor es cosa de adultos, pero que no usen a los ninos, no es ni tan siquiera una aberracion, es lo mas miserable en la faz de la tierra

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