Lo inalcanzable: el caso Lubitz


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Hace pocas semanas escribí un post llamando la atención sobre el proceso de banalización que había sufrido el concepto de depresión. El publico en general entiende que la depresión es una enfermedad que nos sucede por alguna adversidad, bien sea en la familia, en el trabajo, en nuestro trasiego por la vida. Así, la depresión es un concepto comprensible a diferencia de otras enfermedades mentales como la esquizofrenia que escapan de la comprensibilidad publica.

Pero la verdad es que la banalización del concepto oscurece el hecho de que la melancolía clásica (que hoy llamamos según criterios DSM, trastorno afectivo mayor), es una enfermedad severa, recidivante y que en cierta forma es igual de incomprensible que la esquizofrenia y que se salda frecuentemente con el suicidio de los pacientes que la sufren en una frecuencia tres veces mayor que la población general. Y probablemente no es la misma enfermedad que lo que entendemos como depresiones de «andar por casa».

Tampoco se entienden algunos crímenes en masa tal y como ya conté en algún post anterior. La gente entiende el crimen motivado por celos, por ideología, por religión, por dinero o por venganza; entienden los atentados terrorristas pero no entienden los crímenes que se llevan a cabo sin ningún motivo aparente como el caso de Kevin del que hablé aquí.

Para un no experto, alguien que no conoce la locura y la alienación que procura, el comportamiento de Lubitz es incomprensible. ¿Si lo que quería era suicidarse porque no hacerlo a solas? ¿Por qué llevarse por delante la vida de 149 personas?

Aplican la logica racional a la decisión de Lubitz y pierden de vista la evidencia principal: Lubitz estaba loco. ¿Pero si estaba loco por qué no se le detectó? ¿Donde está el error?

De todas las opiniones que expertos y otros menos expertos han lanzado a la red respecto al caso del copiloto que estrelló un avión con 149 pasajeros a bordo, tomo como ejemplo de la de un psiquiatra (cuyo nombre no recuerdo) y  que apareció en La Sexta con mucha sensatez y sentido común. Su diagnóstico fue este: se trataba de un suicidio ampliado. Algo que vino a contradecir la opinión del fiscal de Marsella -un ejemplo de transparencia y de saber hacer- que durante su exposición de los hechos cometió un pequeño error: los suicidios se cometen a solas, dijo.

La verdad es que los suicidios se cometen a solas la mayor parte de las veces pero también es cierto que en ocasiones el suicida al estar motivado por ideas apocalípticas, catastróficas, de aniquilación o de ruina sobre el mundo pueden arrastrar a otras personas en esa decisión radical. Muchas personas depresivas que se suicidan amplían el campo de «suicidados» a otras personas, usualmente a sus más queridas. Hijos o esposas. Hablamos entonces de un suicidio, ampliado o altruista según la clasificación de Durkheim.

De manera que no siempre los suicidios se cometen a solas.

Pero este no es un caso de suicidio ampliado sin más.

En este caso, hay un componente que excede esta explicación, puesto que los viajeros del avión no eran siquiera conocidos, no eran familiares, ni había ningún vinculo con el copiloto. De manera que hablar en este caso de un suicidio altruista no encaja demasiado bien con la conceptualización de un suicidio ampliado. Y en eso tiene razón el fiscal de Marsella: no es posible hablar de suicidio sino de homicidio.

Pero el fiscal de Marsella es un jurista y no un psiquiatra. Y en este post me propongo dar mi opinión de psiquiatra y espero apoyar mis argumentos no ya en datos, que van conociéndose poco a poco a través de la prensa, sino en los dinamismos mentales que subyacen a las enfermedades mentales. Trataré asimismo de relacionarlo con otros casos (que comparten algún elemento con este caso) y de ofrecer una explicación comprensible para los no-expertos.

Lo que sabemos de Lubitz.-

1.- Lubitz es un hombre de 28 años, joven y por tanto en una edad de máxima vulnerabilidad a las enfermedades mentales más graves.

2.- Sabemos que tenia un carácter obstinado y perfeccionista. Siempre había querido ser piloto de avión y que ese era su proyecto existencial.

3.- Sabemos que había interrumpido su formación sin motivo aparente. Posteriormente hemos sabido que estaba en tratamiento psiquiátrico y que había sido diagnosticado de una depresión grave, probablemente recurrente. Al menos tuvo un episodio serio.

4.- También sabemos que pasó las pruebas psicotécnicas que los pilotos de avión siguen regularmente para despistar problemas físicos o psíquicos que puedan impedirles el ejercicio de sus funciones.

5.- Sus relaciones afectivas eran escasas y poco duraderas, supimos recientemente que había roto su pareja sentimental, aunque el testimonio más importante que ha surgido hasta el momento es el de una pareja anterior que tal y como dice esta noticia, declara que Lubitz en un arrebato chulesco le dijo: «Algún día todo el mundo sabrá mi nombre»

6.- Al parecer y de la investigación policial hemos sabido que su médico o psiquiatra correspondiente le había extendido hace pocos días la baja laboral que no presentó a su empresa. No sabemos si estaba tomando psicofármacos, pero es probable deducir que si se le prescribieron es probable que no los tomara. Lo que si podemos deducir es que esta enfermedad suponía un serio obstáculo a su carrera como piloto.

Era cuestión de tiempo que la empresa fuera informada de su minusvalía psíquica y le retiraran del empleo. Este punto es muy importante porque la opinión publica sostiene ideas poco realistas sobre los exámenes médicos y la consecuencia de suspensión de funciones en personas que tienen en sus manos la vida y la seguridad de otros. Para empezar la seguridad social se encarga de la asistencia de los pacientes y no mantiene relaciones de vecindad con las empresas concretas, además los médicos estamos obligados a guardar el secreto de nuestros diagnósticos. Dicho de otra forma: el que Lubitz fuera diagnosticado de un trastornos mental no conlleva linealmente que la empresa le apartara de sus funciones.

Otro de los asombros del publico en general es preguntarse ¿cómo no se detectó en esos exámenes obligatorios que la empresa lleva a cabo con sus empleados, la patología severa de Lubitz?

Pues porque se puede mentir en los cuestionarios, siempre que se sepa como disimular. Es verdad que existen escalas para medir los sesgos de falsedad de una persona pero la verdad del asunto es que los cuestionarios psicológicos, sirven para lo que sirven, usualmente despistar patologías gruesas o del carácter o para la investigación pero no para «adivinar» lo que el paciente nos quiera ocultar. Los exámenes de salud mental tal y como están planteados no sirven de nada o de muy poco. La salud mental es postdictiva.

Pero lo cierto es que detectable o no, Lubitz padecía alguna patología mental. Lo sabemos ahora, lo que no significa linealmente que pudiéramos predecirla antes de estrellar el avión. ¿Cual era ésta?

La patología mental de Lubitz.-

Parece demostrado que Lubitz padecía un trastorno afectivo mayor, una melancolía hablando en terminología clásica, pero esta enfermedad por si misma no puede explicar el asesinato de esas 149 personas desconocidas para él, si bien puede explicar su suicidio. ¿Quería Lubitz suicidarse llevándose consigo a esas personas y si asi lo planeó cual fue la razón?

Para responder esa pregunta necesitamos otra explicación, algo que ningún experto se ha planteado de todo lo que he leído. ¿Y si Lubitz padecía no uno sino dos trastornos psiquiátricos, uno conocido y otro sobrevenido?

Para contestar estas preguntas necesito de la colaboración del lector, este ha de leer primero este caso de la psiquiatría clásica: se trata del caso Wagner, un maestro de escuela alemán que cometió uno de los crímenes en masa más estudiados de todas las épocas dado que fue internado en un manicomio durante toda su vida y seguido por el gran psiquiatra Gaupp, que tuvo oportunidad de seguirle durante años. De Wagner hemos aprendido algunas cosas:

1.- Que las enfermedades deben verse de un modo evolutivo -longitudinal- y no de un modo puntual dado que un delirio puede tardar años en aparecer después de un episodio luctuoso como ese, hay que recordar ahora la famosa máxima de Clérambault “cuando el delirio aparece la psicosis es ya antigua”. La aparición del delirio puede inhibir una conducta agresiva, el paso al acto, este parece ser el caso de Wagner.

2.- Que la melancolía y la paranoia, así como la esquizofrenia paranoide representan un continuo y no son tres enfermedades distintas, me adhiero pues a la teoría de la psicosis única de Bartolomé Llopis.

3.- Que un crimen como el cometido por Wagner puede ser llevado a cabo por razones no psicóticas aunque presididos por ciertos axiomas (creencias irreductibles que no admiten demostración) y que mientras unos evolucionan hacia la psicosis, otros se quedan ahí, con un cuadro recortado que podríamos clasificar como una psicopatía.

Dicho de otra manera: que un paciente tenga y sea diagnosticado correctamente de una depresión no excluye la psicosis paranoide o la psicosis delirante en otro momento o lugar. Tal y como le sucedió a Wagner sus crímenes tienen una lógica bien distinta, Wagner asesinó a su mujer y sus hijos por razones bien distintas a los habitantes de Mulhausen a los que asesinó después. Es posible suponer que a su familia la asesinó siguiendo un esquema altruista (para protegerlos del desastre de su linaje) mientras que al resto de los ciudadanos de aquella localidad les asesinó por venganza.

Y también: que la aparición de un delirio protege del paso al acto. Esta parece ser la aportación de Gaupp al caso después de evidenciar durante su internamiento que el paciente mejoró cuando apareció el delirio. No sabemos lo que hubiera sucedido con Lubitz si hubiera comenzado a delirar, lo más probable es que hubiera sido retirado del servicio inmediatamente, pero la evidencia clínica señala en la dirección de que los pacientes mentales peligrosos, lo son más en ese momento en que el delirio aun no se ha construido y el paciente anda buscando un enemigo o un perseguidor, cuando se baten en la trema, es decir en los prodromos de la enfermedad mental, algo muy parecido al aura epiléptica.

La fase de trema es un concepto que ha merecido muy poca atención por la psiquiatría a pesar de ser muy frecuente, en entornos como Urgencias. También conocida como humor delirante se supone que es el avance de un episodio psicótico bien recortado (si se detiene ahí) o bien evolutivo desarrollando toda la parafernalia de la esquizofrenia. Fue precisamente Klaus Konrad el psiquiatra que describió estas fases de la esquizofrenia y precisamente lo hizo a través de un caso seminal: el caso del soldado Rainer.

Rainer era un soldado raso que aspiraba a ser cabo en el ejercito alemán de la II guerra mundial, pero no pudo acceder al examen de cabo por no tener el Bachiller. Ese fue el desencadenante de su psicosis y ese es el caso que Konrad describe (junto a otros) en su libro: «La esquizofrenia incipiente» del que ya hablé aqui.

Konrad rechaza la idea de la incomprensibilidad de la esquizofrenia si bien admite que no es posible esperar una curación psicoterapéutica de la misma;  niega que sea imposible su comprensibilidad; también rechaza la idea psicoanalítica de que la esquizofrenia depende de factores estresantes precoces vividos en la primera infancia. Aporta datos descriptivos más que concluyentes sobre la evidencia de que la esquizofrenia no depende de la crianza sino de una frustración relacionada con un proyecto de vida, el fracaso de la tarea de vivir, ¿pues qué es la vida sino un quehacer constante?.

Es curioso que la mayor parte de sus casos fueran soldados o cabos (tropa) que veian frustradas sus ambiciones de ascenso durante la guerra. Konrad especula con la idea de que el sujeto persigue algo que sabe inalcanzable y que precisamente esta imposibilidad de materializar tal deseo es pronto sustituido -merced a la idealización- por la irrenunciabilidad al proyecto.

Lo inalcanzable se funde con lo irrenunciable.

¿No es precisamente esto lo que le sucedió a Lubitz? ¿No fue precisamente esa depresión la que se interpuso entre su proyecto de vida y la realidad?

Lubitz sabia que no llegaría nunca a ser piloto de avión.

Cuando algo nos resulta inalcanzable, surgen dos posibilidades, una es la normal: se renuncia a ello y el individuo queda libre para renovarse a sí mismo, pero hay otra maniobra francamente patológica al oponer y confrontar lo inalcanzable con lo irrenunciable, entonces suceden cosas curiosas en la mente humana dado que nos encontramos en un conflicto de figura-fondo,  en un conflicto de trasposición: el resultado suele ser que ese algo que se desea se vuelva irresistible. Ya no hay vuelta atrás, el individuo ha forzado de tal modo su deseo que destruye todo su anterior campo de intereses, donde se hallaba el Mundo y el Tú,  forzando tal deseo y empujándolo hacia el centro, hacia el foco de su atención tal y como conté en este post donde hablé del “Ruido del Yo” y de la hiperreflexividad como condimento común a los ciudadanos que comparten una misma cutlura, intereses, anhelos e ideales.

Es entonces cuando el individuo se rompe y se psicotiza. la depresión se ha fundido con la paranoia o la psicosis y si sigue evolucionando con la esquizofrenia.

Pero aun nos queda una ultima pregunta que responder: ¿Por qué Lubitz no pudo renunciar a su proyecto de vida sabiendo que su salud mental no se lo permitía?

La respuesta está en la declaración de su ex-pareja, esa que cuenta que Lubitz pensaba hacerse famoso y que algún día todo el mundo hablaría de él.

Aunque en el lenguaje coloquial “ser el centro del mundo” ya forma parte de nuestra manera de definir a aquellas personas que mantienen -sobre sí mismos- opiniones sobrevaloradas o que tienden a la autoimportancia, la experiencia narcisistica nada tiene que ver (salvo en su radicalidad) con eso que llamamos “egocentrismo” y que observamos en las personas comunes o en los neuróticos con cierto tipo de personalidad.

Lo importante es comprender ahora que mientras la depresión nos impulsa a abandonar algo que estamos haciendo o que deseamos hacer, el narcisismo es una instancia antiempírica que nos impulsa a conseguir obstinadamente aquello que hacemos o deseamos hacer.

Conclusiones.-

Lubitz quería ser piloto, pero su depresión le impidió llevar a cabo su proyecto de vida y su narcisismo le impidió renunciar a ese proyecto. La fusión de su concepto de inalcanzabilidad y de irrenuncialidad le llevó a romperse mentalmente al ponerse de parte de su grandiosidad narcisista. Así estalló una psicosis minor (en forma probablemente de trema) sin deliirio y fue construyendo un plan que en principio aparece como incomprensible (como siempre sucede en los episodios de trema). Y en este plan no cabe duda de que existe una venganza contra Lufthansa, la empresa que acabaría con toda seguridad oponiéndose a su proyecto.

Bibliografía.-

Klaus Konrad. “La esquizofrenia incipiente”. Fundacion Archivos de neurobiología. Madrid 1997.

Saber más sobre el narcisismo

67 comentarios en “Lo inalcanzable: el caso Lubitz

  1. A mi entender, un análisis impecable, Paco. Me resulta imposible añadir cualquier cosa que mejore o que cuestione tus argumentos. Los comparto todos. Es verdad que nuestra sociedad no entiende la enfermedad como un continuum, como algo dinámico que evoluciona, como un proceso que pasa por distintas fases, alguna incluso antes de que se manifiesten los primeros síntomas evidentes. Vivimos, más que nunca, en un mundo de fotos fijas, compartimentado. Un espléndido análisis, genio!!

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  2. Como más arriba nos comparte Cristina; Un análisis impecable, Paco. Felicitaciones. Cuando estás de buen humor y concentrado eres genial en tu redacción y en tu ir desmenuzando de a poco, finamente, el tema.

    Punto aparte. Me quedó una duda. Estamos de acuerdo en que, en el caso de una esquizofrenia incipiente, la aparición del delirio pone término a la fase de trema iniciándo así la fase de Apofanía. Y también estamos de acuerdo en que «ezquizofrenia» no es igual a «psicosis» aunque a grosso modo son cosas que tienen relación entre sí. Entonces, ¿qué son una «psicosis paranoide» y una «esquizofrenia paranoide»? Lo pregunto porque asumo que si empleamos términos distintos es porque estamos intentando señalar conceptos distintos aunque bien puede que estemos intentando nombrar aspectos distintos de un mismo fenómeno.

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  3. Pensando en una futura película sobre tal hecho: Podría darse el caso, hipotéticamente hablando, que se trate de toda una maniobra de la misma aerolínea para buscar «un responsable». Para una empresa de tal índole, siempre sería conveniente que sea una «persona precisa». Son muchos los que perderían, (no sólo económicamente), en caso de que sea efectivamente una falla del avión o de un descuido de mantenimiento. Todo lo que tenemos sobre el caso son los datos «oficiales» que los mismos medios nos proporcionan, cuyas fuentes son «fiscales», «agentes», vecinos y amigos que cambian de opinión en pocos días sobre el joven co-piloto, «politicos», y revistas amarillistas… Sería un muy buen thriller…

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    • Sí, efectivamente, Leandro. Y es que por el momento no tenemos otra cosa que la información facilitada en los medios, una más oficial que otra, como bien dices. El análisis que realiza Paco parte de dicha información, cosa nada fácil porque de la información ‘oficial’ facilitada se entreven no pocos datos contradictorios.

      Lo que tu planteas, lo de una maniobra de Lufthansa (por fuerza, en connivencia con el gobierno alemán al menos) para ahorrarse males mucho mayores, creo que lo hemos pensado muchas personas. La sospecha de ocultamiento a la sociedad está ahí y creo que jamás sabremos qué pasó realmente.

      En particular, me duele la cantidad de tonterías que están diciendo supuestos expertos en la mayoría de medios de comunicación. El daño provocado a la familia del copiloto con ciertas afirmaciones vertidas, el cuestionamiento de la competencia de los profesionales que atienden trastornos de salud mental y el cuestionamiento a la propia eficacia de la psicología y psiquiatría en general, creo que también nos dejan socialmente cada vez más en una triste y desprestigiada situación.

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  4. Se necesita un máximo de prudencia y más aún basándonos en datos tan indirectos como los periodísticos. A partir de ahí, todas las hipótesis que queramos hacer. Pero lo cierto es que nunca nadie sabrá que es lo que realmente ocurrió.

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    • Quisiera subrayar la importancia del binomio letal ‘inalcanzable + irrenunciable’, que tan certeramente señalas, como progresivo e irremediable desencadenante. El caso más famoso caracterizado por tal binomio es el de Adolf Hitler, que no precipitó consigo a ciento y pico de viajeros de un avión… ¡sino a una nación entera! Por algo es el personaje histórico más estudiado del siglo XX.

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  5. Paco, al igual que mis compañeros de blog, te felicito por este trabajo, que además de brillante es oportuno y magistral. Por lo menos en mi caso, ha sido una muy buena lección de psicopatología.
    Tampoco me queda clara la razón por que ubicas a la esquizofrenia como una identidad más allá de la psicosis. Siempre pensé que la esquizofrenia era una psicosis.
    Otra idea que me gustaría plantear es acerca de la evolución de la grandiosidad narcisista como producto de la era social que estamos viviendo en estos tiempos que primeramente fue definida por Lipowetzky como la la «era del vacío» y que actualmente muchos humanistas han denominado «la era de la soledad».

    Gracias de nuevo Paco, por este magnífico trabajo.

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    • La esquizofrenia es una psicosis pero es algo más que la psicosis, por ejemplo los trastornos cognitivos de la misma no se encuentran en el resto de psicosis. La esquzofrenia es una enfermedad del neurodesarrollo. Pero hay una continuidad entre melancolía-paranoia y esquizofrenia y es eso precisamente de lo que hablan algunos psiquiatras clásicos como Biswanger y Llopis. Para ellos habría una unicidad de las psicosis. Dicho de otra manera: existiría una continuidad entre las entidades psiquiátricas que no serian entidades discontinuas como en las enfermedades físicas sino continuas, una sopa de síntomas que pueden presentarse en distintas combinaciones y así sucede en la clinica.

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  6. Olvidé añadir que una de las aportaciones que considero más valiosas de este post, es que al tratar de explicar lo que a muchos nos resulta inexplicable, Paco nos proporciona una ayuda para elaborar un duelo tan confuso. Todos perdimos algo en esta masacre.

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      • Sannio: Me parece entender que cuando se ofrece una explicación se diluye el sinsentido de las cosas y que en casos como este es muy importante encontrar algun tipo de sentido o explicación a una conducta que en principio solo puede ser explicada a través de la maldad o la conspiranoia.

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    • Sin embargo, sólo en casos muy excepcionales podemos formular con absoluta seguridad un diagnóstico teniendo en cuenta exclusivamente las manifestaciones psíquicas de la enfermedad. En muchas enfermedades, especialmente en aquéllas que sirven de base a las llamadas psicosis endógenas, nuestra incapacidad para descubrir síntomas somáticos objetivos nos fuerza a diagnosticar sólo por la sintomatología psíquica. Es seguro que nos damos por satisfechos multitud de veces con diagnósticos erróneos. Nos detendremos, por último, en las reflexiones que lleva a cabo Llopis acerca de la esquizofrenia. Considera que bajo ese rótulo no se sigue presentando más que un síndrome o, mejor, una serie de síndromes psicopatológicos sin bases somáticas determinadas. El día que puedan determinarse tales fundamentos somáticos probablemente se disolverá el concepto nosológico de esquizofrenia en una multitud de enfermedades heterogéneas. No debemos olvidar que estos síndromes son esencialmente inespecíficos y pueden presentarse no sólo en enfermedades endógenas sino también exógenas, en enfermedades de bases somáticas inaccesibles a nuestros medios de investigación y también en otras bien conocidas y perfectamente diagnosticables. El diagnóstico de esquizofrenia es siempre el reconocimiento de nuestra incapacidad para descubrir la enfermedad orgánica fundamental; es como disimular nuestra ignorancia bajo una etiqueta. Muchas veces no somos individualmente responsables de semejante incapacidad, porque esta depende del estado de nuestra ciencia; pero otras muchas veces sí, porque se formula el diagnóstico sin agotar la exploración psicopatológica del enfermo, porque se da una significación específica a la sintomatología mental, porque se atribuye a un síndrome psíquico el valor de una entidad nosológica.

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      • Hola Paco, me gustaría que aclarases este punto.
        «El diagnóstico de esquizofrenia es siempre el reconocimiento de nuestra incapacidad para descubrir la enfermedad orgánica fundamental».

        ¿Crees entonces que la esquizofrenia tiene una expresión somática hoy en día invisible a la ciencia?

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      • Tal y como decía M. Bleuler, la esquizofrenia es una adversidad estadistica. Significa que no responde a una única configuración epigenética sino a múltiples combinaciones que dan ese mismo resultado fenotipico.

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      • Estoy seguro de eso, hoy precisamente me ha llegado este articulo donde hablan de anticuerpos anti-DR2

        Children presenting with first-episode psychosis may have serum autoantibodies to the dopamine-2 receptor (D2R) and the N-methyl-D-aspartate (NMDA) receptor, suggesting that psychosis may be immune-mediated in some patients.
        Investigators, led by Fabienne Brilot, PhD, head of the neuroimmunology group at the Children’s Hospital at Westmead, University of Sydney, Australia, found that children presenting with acute psychosis were significantly more likely to have positive immunoglobulin binding to either the DR2 or the NR1 subunit of the NMDA receptor than control children.
        «Our identification of patients with D2R and NMDAR [NMDA receptor] antibodies, receptors heavily implicated in the pathogenesis of psychotic disease, strongly suggests that the presence of specific autoantibodies may define a biological subgroup of psychosis,» they write.
        The research is published in the March 15 issue of Biological Psychiatry.
        Improved Diagnosis, Treatment?
        Building on recent investigations reporting the presence of autoantibodies against proteins expressed on the surface of cells in the central nervous system, Dr Brilot and colleagues examined serum samples taken during the acute presentation of 43 first-episode psychosis patients younger than 17 years.
        In addition, they took serum samples from 43 pediatric control persons who were either healthy or had a neurologic or general medical condition. The samples were analyzed for the presence of immunoglobulin (Ig) G, IgM or IgA antibodies to D2R and the NR1 subunit of the NMDA receptor.
        The presence of autoantibodies was detected using flow cytometry live cell–based assay and immunolabeling of murine primary neurons. Antibody binding was expressed as the mean fluorescence intensity (MFI), and a difference in MFI between patient and control serum samples of more than +3 standard deviations was considered positive.
        The difference in the number of individuals with serum antibodies to D2R or NR1 between patients and control participants was significant, at 8 vs no participants (P < .001).
        Positive D2R autoimmunoglobulin binding was found in three patients (IgG autoantibodies in three patients and IgM autoantibodies in one patient), whereas positive NMDA receptor binding was seen in six patients (IgG autoantibodies in five patients, and IgM and IgA autoantibodies in one patient each).
        Crucially, further analysis confirmed the specificity of the antibody and that live cells are required to demonstrate autoantibody binding.
        Dr Brilot is optimistic that the findings could point to future treatment options.
        "It's a very good moment in the field, because those autoantibodies in neurological disease have been shown to be very helpful in terms of diagnosis, but also in terms of treatment," she said.
        "There's more and more data looking at how the antibody behaves with treatment and as a biomarker, but also at the cause of the disease," she added.
        Nevertheless, Dr Brilot acknowledged that psychosis is a "complex disease" and that there is still a long way to go before the precise role of the autoantibodies can be elucidated.

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      • Muy de acuerdo en cuanto más abajo explicas. Sin embargo, creo que analizas muy bien los supuestos móviles que llevaron a lo ocurrido sin necesidad de que tales explicaciones tengan nada que ver con maldad o conspiranoia. Explicar o entender, por otra parte, no es sinónimo de justificar; en lo que seguramente estarás de acuerdo.

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  7. También creo que se necesita prudencia.
    Por los intereses de todo tipo que rodean estos asuntos.
    En cuanto a la película que comenta Br. Leandro, ya existe una de Holywood con un argumento muy similar. Estrenada el año pasado: «Flight». Realmente bastante buena.
    Cuando dices que la gente no entiende los crímenes que se llevan a cabo sin motivo aparente, como el de Kevin o Lubitz, pero un psiquiatra si lo hace, no estoy 100% de acuerdo, si se me permite.
    ¿Hasta donde es posible «entenderlo» conceptualmente?. Al contrario, creo que el ser humano
    puede intuir de que se trata (no sé si de forma tan intelectual), pero no explicarlo.
    Se diría que se puede intuir, pero no explicar ni aceptar racionalmente, ya que traspasa ciertas barreras que afortunadamente están en la mayoría de nosotros.

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    • En el caso de que la diferencia entre el «carismático» y el «esquizofrénico» fuese tener seguidores o permanecer solo, numerosísimos pensadores de todos los tiempos serían… ¿esquizofrénicos? No lo creo. Ahora bien, lo que sigue es de una honestidad tan grande que hasta emociona: «El diagnóstico de esquizofrenia es siempre el reconocimiento de nuestra incapacidad para descubrir la enfermedad orgánica fundamental; es como disimular nuestra ignorancia bajo una etiqueta. Muchas veces no somos individualmente responsables de semejante incapacidad, porque esta depende del estado de nuestra ciencia; pero otras muchas veces sí, porque se formula el diagnóstico sin agotar la exploración psicopatológica del enfermo, porque se da una significación específica a la sintomatología mental, porque se atribuye a un síndrome psíquico el valor de una entidad nosológica». Extraordinario. No se lee algo así todos los días.

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    • «Naturalmente que estoy de acuerdo, el homicidio es siempre un acto inmoral universalmente censurable. Pero una cosa es la moral y otra la locura».

      ¡Hombre, claro! La moral y la locura son conceptos muy distintos. Así zanjamos el asunto: Andreas Lubitz estaba loco, que es lo que, estadísticamente, respondería la abrumadora mayor parte de las personas a las que se le formulara tal pregunta. Yo creo que lo estaba. Pero ¿qué es la locura? Un comodísimo cajón desastre (no «de sastre»).

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      • Una forma de definirla seria la perdida de contacto con la realidad, pero no cualquier perdida de contacto sino una perdida de contacto que a su vez no es reconocida como tal. El concepto clásico mas aproximado es la alienación.

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  8. Si, creo que hay que esperar a que se sepan (si llegan a hacerse públicos) los datos de la historia clínica de este Lubitz. Esto nos ahorrará especulaciones.

    De todas maneras, el aspecto que mencionas al final de tu excelente post, Paco, es esencial para «dar sentido» (en lo patologico) a la acción: un acto de venganza. Este hombre «tomó como rehenes» a los que mató…como cualquiera que realiza un atentado suicida en una mezquita, sinagoga o en un mercado.

    El analisis detallado del acto de venganza es esencial para comprender el tipo de intencionalidad que se esconde tras la acción suicida. Puede ir contra el propio médico que le dio de baja, contra los psicólogos, contra la compañia, contra sus padres, su ex -novia etc….o contra todos ell@s.

    Recuerda al caso Breivik, en algún sentido.

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  9. El análisis de Paco Traver me parece espléndido, sobre todo para los que somos clínicos. Es impecable desde el punto de vista de un «a propósito del caso» -como también cita, por analogía, el caso Wagner, ese sí cerrado hace muchos años. Ahora bien, aquí no hay caso cerrado. Sólo 24 horas después de oír que se tardarían semanas en analizar el audio de la caja negra encontrada, ¿nos sacan todas estas conclusiones?. Algo no encaja. Decir que el copiloto respiraba no nos dice nada respecto a su estado físico/mental, salvo que mantenía la respiración, como en decenas de situaciones urgentes en las que no haya parada respiratoria, incluida cualquier enajenación mental. Cualquier investigación judicial debe ser respetada hasta que se dé por concluida. Especular es imprudente y favorece la confusión. Deberíamos ponernos en el lugar de los padres: no sólo han perdido a un hijo -la situación más dolorosa posible- sino que la comunidad entera se lo puede reprochar. A un dolor, otro. Por último, no creo que a Germanwings/Lufthansa les beneficie que alguien con mala salud mental vaya en una tripulación y menos en la cabina.

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  10. Cuántos habrá que realizan simulacros mentales de suicidio y de sus consecuencias, tomando el camino de continuar viviendo. Tantos pensamientos que nunca llegarán a ser perjudiciales, que por no ser verbalizados nos permiten vivir sin aterrorizar ni ser conscientes de los «monstruos» en potencia que nos rodean.

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  11. Pingback: El accidente de trabajo del piloto Andreas Lubitz | Dra. Blanca Usoz. Medicina Participativa

  12. El ensayo de Paco Traver me parece extraordinario. En todo lo que he leído sobre el caso es el más razonado y coherente. Toma en cuenta casi todo lo que he leído en detalles y opiniones. Lo único que no menciona, pero no contradice al texto, es que Lubitz al parecer conocía desde su níñez la región a la cual llevó el avión desde el momento que el piloto sale de la cabina de mando. Sus actos en los primeros 30 segundos que estaba al mando del avión estaban dirigidos al fin que logró alcanzar, incluyendo este dato sobre su conocimiento de la región del siniestro, que de alguna forma incluye ésta referencia a su vida desde la niñez. Esto deja percibir una premeditación compleja, dada la casualidad de que el piloto lo dejó sólo en un momento que no podía prever.

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  13. Buenas,

    Me gustaría comentar:

    /*Konrad rechaza la idea de la incomprensibilidad de la esquizofrenia*/

    Totalmente de acuerdo, si el ser humano ha conseguido teorizar la curvatura del espacio tiempo, el big bang o el bosón de Higgs, … etc. también puede comprender esta compleja y singular situación de la mente.

    /*si bien admite que no es posible esperar una curación psicoterapéutica de la misma*/

    Hoy posiblemente no, pero avanzará la teoría y praxis como en el resto de las ciencias.

    /*también rechaza la idea psicoanalítica de que la esquizofrenia depende de factores estresantes precoces vividos en la primera infancia la esquizofrenia no depende de la crianza sino de una frustración relacionada con un proyecto de vida, el fracaso de la tarea de vivir, ¿pues qué es la vida sino un quehacer constante?*/

    Estoy de acuerdo con que la esquizofrenia surja como estado de la mente en la cual se produce una negación absoluta y radical de la realización del deseo en la transformación de la sociedad, pero en desacuerdo en que ello no pueda ser explicado, al menos parcialmente, mediante la teoría psicoanalítica. El razonamiento que expongo es el siguiente. Según la teoría psicoanálitica, el motor de la mente es la líbido que sería la energía de las pulsiones. Las pulsiones son el límite entre lo psíquico y lo somático. La mente del individuo se va desarrollando desde su nacimiento, como una superestructura de funciones (yo) cuyo motor serían las pulsiones y su satisfación. El desarrollo de esta superestructura se podría dividir en fases determinadas por los objetos perseguidos en la satisfacción de las pulsiones. Así en las fases pregenitales, por ejemplo en la etapa oral, la pulsión se satisface (de forma muy simplificada) en la ingestión de alimento, y eso impulsa a que las funciones mentales como superestructura formada sobre estas pulsiones sea específica de esta etapa. Dicho de otra manera, los deseos en esta etapa serán muy específicos y su satisfacción también. La insatisfacción de la pulsión, i.e. la negación del deseo (deseo como producto de la mente), producirá la angustia, y si esto se produce de forma sistemática, también el conflicto que podrá quedar sepultado como huella. Cuando las pulsiones se satisfacen de manera diferente se produce la superación de la etapa anterior. Pero la etapa anterior no se destruye sino que sobre ella se asienta la siguiente etapa que en este caso sería la anal. En esta segunda etapa, otra vez de forma muy simplificada, las pulsiones se satisfacen con la excreción y con su control a través de la educación y la superestructura de las funciones de la mente se moldea sobre la nueva manera de satisfacer estas pulsiones. De forma análoga, la insatisfacción de la pulsión, la negación del deseo en la mente producirá la angustia. Luego el conflicto en esta etapa también es posible. Conflicto que bien podría hacerse inconsciente para el sujeto. Y así sucesivamente por las subsiguientes etapas de desarrollo psicosexual. Por tanto, la mente de un individuo produce un conjunto de deseos conscientes, que se podría teorizar como una superestructura de funciones sobre un conjunto de pulsiones que buscan ser satisfechas. Pero también, y como consecuencia del desarrollo en etapas superpuestas, hay sepultados distintos conflictos formados y que no han sido destruidos sino que bien podrían reaparecer.

    Por otra parte, el individuo no está aislado ya que tiene que encajar en el entorno social que le ha tocado vivir. En la búsqueda natural de este encaje, en la reacción contra la normal imperfección del mismo, es donde a mi juicio el individuo es vulnerable. Donde los conflictos que se hayan podido producir en su desarrollo psicosexual hagan acto de presencia y vuelvan como algo que existe sepultado. Puede ocurrir que la satisfacción singular y específica de sus pulsiones sea negada de forma sistemática, es decir, los deseos producidos por la mente son negados de forma continua y sistemática, independientemente de cual sea el comportamiento social real o imaginado, de manera que se produce la angustia generalizada como reacción. De forma involuntaria cambia la forma de satisfacer las pulsiones y se deforma la superestructura de las funciones mentales que se asienta sobre esta. En otras palabras, tal y como indicas, se crea el síntoma como elemento central en la vida mental del sujeto. Esto se puede comprobar por ‘el extrañamiento’ del yo que se produce en la alienación. Como consecuencia y de forma involuntaria el individuo pierde todo interés por la vida social y el sintoma se apropia del deseo. La mente se ve secuestrada por el síntoma que en cierta medida sustituye a la ‘acción normal’ del sujeto en la sociedad. Esto apuntaría al fracaso de la tarea de vivir a la que apunta el autor.

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  14. Es lo más certero, brillante y sincero que he leído jamás sobre los diagnósticos de esquizofrenia… (me refiero al comentario: «Sin embargo, sólo en casos muy excepcionales podemos formular con absoluta seguridad un diagnóstico teniendo en cuenta exclusivamente las manifestaciones psíquicas de la enfermedad….» y lo que sigue…) ¿Podrá ser que la ciencia tal como está concebida hoy en día, no pueda simplemente terminar de abordar este tema tan rico y polifacético?. Por ej. una persona que conozco personalmente, que no es esquizofrénico, ni enfermo mental, es capaz de hacer planteos que quizá un psiquiatra novato, o improvisado, consideraría esquizoides, aunque brillantes, geniales innovadores, raros…..útiles y de alguna forma muy «funcionales», (quiero decir que no parece ser alguien disfuncional, aunque si de una rareza absoluta). No representa esto también una ventaja comparativa? , ¿o algún beneficio, o simplemente una cualidad del ser humano?. (Incluyendo la capacidad de disociación, que tanto se usa en la meditación zen, para percibir la conciencia del testigo, como un «yo que observa detrás del yo» , como el 1º estadío de esa práctica). Quiero decir el profesor con el que aprendí a meditar es así, y no es en absoluto esquizofrénico y parece un sabio… Tu comentabas que en otras culturas tribales de hecho, estas eran las personas escogidas como chamanes, gurúes, etc…. (En otro de tus blogs).

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    • Bueno, creo que te refieres al carisma, que no hay que confundir con la esquizofrenia que es una enfermedad reciente, devastadora y que interfiere gravemente con la autonomía personal. Algunos autores sostienen sin embargo, que los genotipos que en el Pleistoceno dieron lugar a esas personas que tienen ese «nosequé» que llamamos carisma seria los esquizofrénicos de hoy. Evolutivamente hablando es posible que la función del carisma sea la segregación de los grupos, algo necesario en tiempos de recolectores-cazadores, a fin de que los grupos no fueran demasiado grandes. Segregarse del grupo original pudo ser tan importante como cooperar y para ser un segregador esta persona debería tener dotes casi sobrenaturales a fin de que ciertos subgrupos lo siguieran. El personaje carismático tiene seguidores, el esquizofrénico está solo.

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  15. Muy valioso el artículo de Paco y los comentarios que siguen.

    Me atrevo a plantear una inquietud, ¿hay un carácter «alemán» en cierto tipo de crímenes monstruosos? En todos los países y culturas se cometen crímenes, y hoy por hoy la sociedad alemana es de las más pacíficas, pero a veces suceden cierto tipo de crímenes truculentos que no sé si es casualidad que sucedan solo en países de cultura germánica. Pienso en los secuestros de Priklopil y Fritzl, el caníbal Meiwes y, cómo no, los asesinatos nazis en masa. En todos estos casos no solo existe locura y soledad, sino también una escrupulosa planificación durante la cual se ignora por completo el sufrimiento ajeno.

    A mí de Lubitz lo que me sorprende es la coherencia de su crimen: si voy a suicidarme, el mundo se acaba, así que qué me importan los demás; soy piloto, me suicido con mi avión, no voy a hacerlo tomándome un frasco de pastillas solo en mi dormitorio. Es decir, si soy un criminal, soy un criminal: existe ahí una especie de categoría ontológica que excluye todo lo que se halle fuera de ella. Si soy un criminal no caben los escrúpulos, emocionalmente la empatía queda excluida a priori.

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  16. Pingback: Lo inalcanzable: el caso Lubitz | Desarrollo ps...

  17. Me gustaría felicitarte por el artículo, mucho más creíble, analizado y argumentado que la gran mayoría de artículos que he leído en los grandes medios. Y muchas gracias por acercarnos al tema de una forma tan clarificadora a los profanos en la psiquiatría.
    Creo que este caso nos ha dejado absolutamente desconcertados a la gran mayoría, y por eso buscamos una explicación a una bestialidad de este estilo algo más compleja que la simple “pura maldad”. Al fin y al cabo, creemos que todo acto por muy brutal que parezca tiene que tener un sentido, aunque sea producto de un razonamiento raro, anormal o equivocado para el que lo realiza. Y en este caso tras explicar sus posibles enfermedades psiquiátricas, llegas al choque entre la inalcanzabilidad del proyecto vital de Andreas Lubitz con su irrenunciabilidad lo que le llevó a caer hacia el lado narcisista y finalmente a perpetrar una venganza, que a su vez es un sentimiento que todos podemos entender lo que nos acerca al personaje y nos permite tratar de comprender (que no compartir) su acto.
    Extraña venganza, me permitiría añadir, que se produce antes incluso que se haya producido el hecho del que se quiere vengar (que lo despidan). Claro está, que si hubiera dejado que ocurriera el despido no habría podido llevar a cabo su venganza (por lo menos tal y como él la tenía planeada) y por eso en su mente la necesidad de adelantarse. Me parece, no obstante, y como aportación personal a raíz de lo que vamos conociendo, que el despido era mucho más inminente en la mente de Andreas Lubitz (acuciado probablemente por las bajas que varios médicos privados le habían dado) que en la realidad, dado que por lo visto Lufthansa estaba lejos de sospechar ningún problema físico o mental del copiloto.
    Me permitiría añadir que además de esa venganza, habría quizás un componente de pasar a la historia como el descubridor de un fallo en el protocolo de seguridad que él había descubierto (lo vinculo con la frase que le dijo a la exnovia: “voy a hacer algo que va a cambiar todo el sistema”). Me atrevo a aventurar que él posiblemente había descubierto ese agujero en el protocolo de seguridad tiempo antes, probablemente durante las primeras veces que un piloto le dejó solo y en la que debió sentir una extraña sensación de poder al ser consciente que todo el avión dependía de él. Posiblemente habría fantaseado tiempo antes (aunque en un principio no como un plan premeditado, simplemente como una idea fugaz) con la posibilidad de impedir el acceso de nuevo a cabina del piloto y hacer con el avión lo que él quisiera. Lo extraño es que ese agujero en protocolo no hubiera sido descubierto y denunciado por ningún piloto o copiloto anteriormente.
    Es evidente que a cualquier persona en su sano juicio que hubiera descubierto ese fallo en el protocolo lo habría hecho notar a la compañía para que modificara las normas y no lo habría hecho evidente estrellando un avión, pero en la mente narcisista de Lubitz esa posiblemente sería la manera “grande” de descubrirlo al mundo.
    De todos modos, hay 2 preguntas que me gustaría realizarte, y que no sé si conocemos suficientes elementos como para tratar responderlas:
    1.-Parece claro que no defiendes la simple explicación de que era un psicópata. También parece claro, como apunta el fiscal de Marsella, y según tu razonamiento, que no quería premeditadamente acabar con la vida de las 149 personas que iban con él por lo menos como objetivo primario sino que sería más bien una consecuencia o un daño colateral de su plan. Pero ¿Crees que además tenía rasgos psicopáticos, es decir, una absoluta falta de empatía o quizás no los tenía pero como mecanismo de autodefensa ante lo que iba a realizar trató de “cosificar” a las personas – por ejemplo evitando mirar en el momento del embarque?
    2.-¿Podemos sacar alguna conclusión de la respiración pausada de la que tanto se ha hablado? ¿Abstracción de lo que está realizando o simplemente “descanso” al pasar a la acción tras meses de sufrimiento interior?

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    • NO creo que fuera un psicópata. Por lo que conocemos de su vida e historia no parece que presentara rasgos de una personalidad antisocial que por otra parte hubiera sido detectada con facilidad en los cuestionarios. Parece que su personalidad de poderse clasificar en algo encajaría mejor con el regiatro obsesivo-compulsivos a nivel de rasgo sin cumplir todos los criterios para tal diagnóstico. Pero por ir un poco más allá del diagnóstico de la personalidad habría que empezar por entender los mapas del narcisismo. ¿Qué significa ser narcisista?¿Son todos los narcisismos iguales?.
      Estoy de acuerdo con lo que dices y es muy probable que cuando habla de «pasar a la posteridad» es muy posible que se refiriera a esa evaluación grandiosa que tu propones en cuanto a los fallos de seguridad. No podemos estar seguros de eso, pero lo que si es seguro es de que se trataba de una personalidad narcisista. Para entender mejor este concepto te remito a:

      Narcisismo, narcisismo patológico y narcisismo maligno


      Con respecto a la respiración yo no lo deoy demasiada importancia, la primera porque la primera información que se dio hablaba de una respiración agitada y la segunda porque una respiración relajada seria característica de una determinación rigurosa, de una frialdad extrema y nada más.

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  18. ¡ Qué amplio es el cajón de la locura !. Seguro que la mitad de nuestros políticos tienen rasgos narcisistas y más de uno están en fase de trema psicótica. Ya dijo Immanuel Kant que ‘si el cerebro fuera tan simple que pudiéramos comorenderlo, seríamos tan tontos que no lo entenderíamos’. Pero tras mucho justificar y pretensiones de entender, para luego tratar sistemáticamente con antipsicóticos y poquito más, la pregunta es ¿el trastorno mental de este individuo, en fase predelirante, le incapacitaba para ser consciente de la realidad y, por tanto, del daño a terceros que generaba su acto?. Vamos que ¿había o no volición consciente?. Porque puestos a justificar podríamos eliminar cualquier resquicio de libertad humana y explicar nuestras conductas como las de autómatas. Ya está bien de genética, infección latente por toxoplasma y tantas otras ‘causas’ de locura. Que están, seguro, que influyen, seguro, que solo condicionan y no determinan … SEGURO.

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    • «¡Qué amplio es el cajón de la locura! Seguro que la mitad de nuestros políticos tienen rasgos narcisistas y más de uno están en fase de trema psicótica»

      El porcentual entre ‘locos’ y ‘cuerdos’ en una sociedad lo determina y marca la clase política, cuya misión es «controlar» a unos y a otros. Luego está el problema de la libertad, que incide radicalmente en el grado de control, sea en régimen de democracia (o demagogia, que es su degeneración) o de dictadura (o tiranía, que es su degeneración). La aristocracia platónica es delirio esquizoide o pura entelequia.

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      • Un determinante puede ser un artículo, un posesivo, un numeral. «Lo determinante» no sé qué sea. Lo que determina, a lo sumo. Sé, como tú, qué significa ‘determinar’, tanto en definición como en posibles sinónimos (si es que los sinónimos existen, pues son, más bien, un invento de los lexicógrafos para facilitarnos la comunicación).

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      • Pues a mi modo de ver, si creemos que el ser humano tiene un resquicio de libre albedrío, existirían múltiples factores condicionantes (facilitadores o influyentes) pero ninguno determinante ni individualmente ni en conjunto. Vamos que la genética, la epigenética, la microbioma intestinal, infecciones latentes, exposición a drogas y tóxicos ambientales, traumas psicoemocionales y estilos educativos o de apego y un largo etcétera incrementan las posibilidades de ciertas conductas y ciertos trastornos psicopatológicos pero solo de manera probabilística y con valor inferior a la unidad. Lo difícil es cuantificar el cuánto, porque la investigación permite descifrar nuevos condicionantes/predisponentes y siempre se podrá argumentar que quedan más por descubrir. En mi opinión uno de los grandes contribuyentes al desarrollo de trastornos psicopatológicos en las sociedades occidentales es la promoción del individualismo y los valores del consumismo y la competitividad. En una sociedad enferma lo esperable es encontrar muchos individuos desadaptados. El lenguaje y la razón bien empleados ayudan al individuo y al funcionamiento grupal, pero con frecuencia tergiversan y crean confusión y conflicto. Se acaban convirtiendo en una maraña, una red que atrapa más que libera. Hay un conocimiento intuitivo, unificador, que permite una toma de consciencia más allá de las palabras y las razones. Y es que la razón es como un coche, ayuda a llegar a la costa pero es incapaz de llevarnos a la isla frente a aquélla. Pero claro esto entra en el terreno de la creencia o la filosofía, sin verificación científica.

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  19. Excelente post.
    También soy psiquiatra, Mexicano. Es posible que este caso suponga (tal vez no) un parteaguas en muchos aspectos. Es indignante el trato que esta dado la prensa al caso desde el punto de vista de salud mental.
    Seguiré la discusión.
    Una nota: la depresión es la enfermedad pero un mínimo ataque de ansiedad y/o micropsicosis es lo que mata (ambos sintomas que se pueden presentar en pacientes depresivos).
    Saludos.

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  20. Me parece esplendida la exposición del caso, aún así considero que ampliar un poco mas a otras corrientes que intervienen en materia de salud mental (el psicoanálisis por ejemplo) y no un abordaje semi estrictamente clínico ayudaría a comprender mejor esta excelente hipótesis sin descartar (con ayuda de autores) otras disciplinas que no son puramente clinicas.

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  21. Si, Sannio10, estoy de acuerdo.
    Las personas pueden estar aisladas en algún momento de su vida. Y eso
    para mí, no es tan determinante. En cambio si lo es, la imposibilidad de comunicación, o contacto con otros seres humanos. Imposibilidad porque no se tiene la capacidad de crear algún código común que sirva de nexo, o que pueda hacer un feed-back eficaz con el otro. No tiene porqué ser totalmente convencional (en el sentido de lo establecido o politicamente correcto). Por eso decía ya que era «raro», pero no patolológico.
    Es que en mi opinión ya entramos en un tema «político»: parece que esta sociedad o cultura en la que estamos, nos quiere a todos cortados con tijera, y no tolera muy bien a los diferentes.
    Uno de los encargados de hacer el DSM (Manual de Diagnóstico y Estadística),
    renunció por este motivo a su trabajo.
    (Si a alguien le interesa puedo buscar el artículo). Me gustaría saber como se expresa Paco en esto.

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    • Lei ese articulo ayer y he de decir que no estoy de acuerdo del todo con lo que dice este colega. El narcisismo maligno no es una patologia en sí, sino un constructo teorico del mismo modo que el cancer es una enfermedad pero no la metaplasia. Sin embargo el cancer no comienza cuando da sintomas sino mucho antes. En este sentido podriamos decir que el narcisismo maligno es la metaplasia del Yo.
      Por otra parte dice que Lubitz no padece una depresión parece contradecir la evidencia de que estaba diagnosticado como tal y tambien tratado. No parece sensato negar la evidencia.

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  22. Me ha parecibo interesantísimo el artículo (o reflexión) .
    Ahora me he quedado con la duda de saber si un tribunal penal consideraría «imputable» o no «imputable» el delito de asesinato múltiple, teniendo en cuenta la patología con comorbilidad que expone. Es decir, si no hay delirio, sería imputable, entiendo y si hay delirio, no. Pero en este caso, el asesinato se habría cometido antes del delirio, de la psicosis. Es así?

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  23. Me da gusto y al mismo tiempo me llama la atención la cantidad de comentarios que hemos leído tras el post. No cabe duda que se trata de un rabajo magistral de Paco Traver, pero además de un tema que nos ha tocado fibras muy profundas, la vulnerabilidad del ser humano, vista de una manera tan cruda e inesperada, nos impulsa a buscar respuestas (¿consoladoras?)

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  24. Hola Paco, hace tiempo leí un post tuyo donde hablabas de un autor francés poco conocido que formuló una distinción entre el input de información no procesado (sensación) y el input procesado (percepción). Podrías un favor pasarme el link? Es para un trabajo en la universidad

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  25. Me parece hasta el dia de hoy la mejor visión del caso y el razonamiento de mayor conjetura y lucidez que he visto en todos los medios de comunicación. Aunque déjenme decirles algo, mi terreno es la medicina interna y me interesó el comentario sobre la existencia de anticuerpos vs. Receptores de dopamina y DNMA. Entre Los pacientes que he tratado con lupus con afección del sistema nervioso central, los he visto en con depresión otros con comportamientos ezquizoides. Esto nos lleva a pensar que a futuro y con estudios serios podría tratarse a estos pacientes con inmunosupresores / inmonomoduladores ? Pregunto.
    De todas formas el acto de barbarie ahí queda, podríamos evaluar aquí o recalcar si esto encaja en las teorías de constelaciones de Hellinger, esto especificado en que generaciones posteriores al holocausto están pagando las atrocidades cometidas por sus antepasados?. Saludos Médicos Argentinos desde México.Fue un placer y deleite sus comentarios.

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    • No cabe ninguna duda de que hay algo que traspasa las generaciones, y no solo los genes. Es muy probable que lo que hoy entendemos como herencia tenga otros vehículos de trasposición, pero no creo que sea una trasposición lineal en el sentido que le dan esas teorias de «constelaciones familiares» que por otra parte han tomado elementos de la teoría sistémica para vulgarizarse. En realidad esas técnicas son teatro-pánico y operan por sugestión, hasta donde la sugestión es posible claro. No hay sugestión que cure el lupus por ejemplo.

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  26. Parece que lo de llegar a ser piloto era algo imprescindible, y que si no lo podía ser, entonces ya no valía como persona. El suicidio llevándose a otros por delante, no lo veo necesariamente como una venganza contra Luftansa, sino como en el caso de Columbine y otros una forma de significarse, de ser, como no puedo ser (obligatoriamente en su caso implica ser piloto), proyecto mi odio y agresión hacia mi mismo contra el mundo de una forma visible, me estrello sabiendo que saldré en las noticias, seré famoso aún de forma infame. En el caso de este hombre la forma más directa y fácil es estrellar un avión, en USA para un estudiante en una situación similar lo fácil es comprar una arma y liarse a tiros con su entorno inmediato, por el que se siente rechazado. En cuanto a lo de ese algo que traspasa generaciones: http://www.nature.com/news/epigenetics-the-sins-of-the-father-1.14816

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  27. Pingback: El suicidio ampliado - Psiquiatras Valencia, ansiedad, depresión, anorexia

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