¿Tienen niños y niñas el mismo tipo de apego con su madre?


El apego nos viene de serie y es una plataforma de despegue que con tiempo irá transfiriendo su energía de un lugar a otro y circulando a través de unos limites concretos. El apego tiene también un no-limite y este es el goce de algunas patologías post modernas que son precisamente las negadoras del limite.

Leia ayer este articulo sobre el odio de mi colega lacaniano Javier Arenas en su blog, titulado «Un psicoanalista en zapatillas» cuando caí en la cuenta de que la pregunta que se hacía en su articulo es la misma pregunta que yo me hago constantemente y a la que solo de una forma parcial me he respondido y sobre todo provisional,

La pregunta que se hace Javier es ésta: ¿Por qué la anorexia mental y los trastornos alimentarios son tan frecuentes en las chicas? La proporción no deja lugar a dudas, 10 chicas por cada chico es bastante elocuente. Claro que esta asimetría, no sucede solo con los trastornos alimentarios, también la podemos encontrar y en el mismo sentido con el TLP (trastorno limite de la personalidad) 4 a 1 y en sentido contrario con las adicciones. Efectivamente, las toxicomanías son más frecuentes en los chicos que en las chicas, como también sucede con el suicidio. Lo interesante es que las patologías clásicas son más o menos simétricas, así la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el TOC tienen una incidencia y prevalencia similar en ambos sexos.

En el articulo de Arenas podemos leer algunas teorizaciones lacanianas sobre este tema. Hay algunos conceptos interesantes, conceptos crípticos para el profano tales como el “matrimonio con el falo”, el “no todo” femenino, el “sin límite” anoréxico, etc. Conceptos que podemos dar por sabidos y comprendidos aunque en realidad no sea así, lo cierto es que necesitan de alguna explicación.

Por eso me propongo en este post, dar mi propia versión y si es posible ensayar otro lenguaje, otra jerga que pueda resultar más descriptiva para los que compartimos un mismo idioma, más allá del lacanés.

Para empezar con mi argumentario acerca de esta asimetría en la presentación de trastornos alimentarios comenzaré con una pregunta ¿Es el apego de los niños y de las niñas con su madre igual en intensidad y duración?

Cualquiera de ustedes que tenga un hijo y una hija al menos podrá tener a mano una pequeña muestra para responderse esta pregunta. Pero les adelantaré una evidencia, los niños tienen con su madre un tipo de vinculo muy intenso y sobre todo duradero, un vinculo para toda la vida. Personalmente creo que -al contrario de lo que suponen los analistas- este vinculo no es sexual y aparece precozmente es decir mucho antes de que lo sexual comience a manifestarse en los intereses del niño. Mi opinión es en este sentido contraria a la hipótesis sexual ,mas que eso creo que este vinculo del niño con su madre es asexual y tiene el propósito de asegurar que va a ser asexual para toda la vida.

Este vinculo fue estudiado por un antropólogo llamado Westermarck contemporáneo de Freud que teorizó sobre el mismo. Aquí dejo un post donde hablé precisamente de ello. La idea fundamental de Westermarck -contraria a la de Freud- es que los niños compiten por los bienes que proceden de la relación con su madre, con sus hermanos y su padre pero esta competencia no está relacionada con la posesión sexual de la madre, sino con la posesión de la teta. Es el destete -la separación de la madre- su cercanía o lejanía como objeto primordial de seguridad y de amor, lo que les interesa a los niños y lo que temen y no una castración genital a no ser que utilicemos la palabra castración como metáfora de una separación.

Niños y niñas establecen este tipo de vinculo de forma similar pero en cada uno de ellos van a suceder cosas bien diferentes sobre esa plataforma original que tiene como resultado liberar su psíquismo: de forma temprana en las niñas y «nunca del todo» en los varones que perseguirán durante toda su vida revivir esta primitiva dependencia con la madre.

Suele decirse que las niñas maduran más rápidamente que los niños y es cierto, algo que podemos perseguir hasta más o menos los 11 años, una edad donde esta maduración se iguala. Durante la escuela primaria las niñas parecen estar más despiertas que los niños a la hora de aprender en la escuela, a la hora de manejar el lenguaje y a la hora de comprender y de establecer oraciones con sentido. Las niñas controlan esfínteres antes que los niños y como todo el mundo sabe se expresan verbalmente mucho mejor que ellos.

Si las niñas maduran antes que los niños es porque superan más rápidamente esta dependencia con la madre, Freud pensaba que las niñas se decepcionan de su madre porque le adjudican un menor valor que al padre, algo que procede del hecho de averiguar que la madre no tiene pene y de ahí la construcción de lo fálico en las niñas. Pero yo no estoy de acuerdo con esta idea (salvo como metáfora). En realidad la teoría psicoanalíitca es una teoría metafórica, literaria para más señas y como Jesus Maestro dice la literatura es la negación de la literalidad, lo que se describe en la literatura y los personajes literarios no es lo que sucede en la realidad, no es algo que viva en la operatividad de la realidad sino en la estructura de la apariencia.

Las mujeres en general -me refiero a las adultas- pueden tener un vinculo extendido con su madre persistente y duradero pero se trata de un vinculo utilitario para la crianza, de sus propios hijos o la logística del hogar o el cuidado o asistencia en las enfermedades, pero lo que las va a caracterizar de por vida y en el mejor de los casos, es la espesura de este vinculo, las hijas y sus madres suelen llevarse mal, a pesar de vivir juntas o más próximas, incluso enredadas en múltiples conflictos. Los chicos, por el contrario parecen más independientes cuando han logrado establecer un vinculo a largo plazo con un otro distinto a ese otro mOTHER que es el objeto original, algo que requerirá de muchos esfuerzos e inversiones por su parte. Separarse de la madre no es fácil para los chicos.

Las mujeres tienen una relación bien distinta con ese otro mOTHER con el cual a veces pueden fundirse en una relación simbiótica y otras veces llegar a pactos de no agresión bien fundamentados. Las niñas no se decepcionan con la madre porque no tenga pene, sino porque ellas ya poseen lo que necesitan para ser madres y convertirse a su vez en esa mOTHER para sus hijos, vienen cableadas de serie con las prestaciones necesarias para ser madres -aun antes de serlo- por lo que no necesitan ninguna madre tal y como los chicos la precisan.

Las niñas suelen orientarse hacia el padre o algún hermano mayor con el que mantienen una relación especial y de manera bastante precoz, pero esto no es porque sientan «envidia del pene» o porque quieran casarse con su padre, sino porque existe un «empuje hacia el hombre», pues el apego es transferible de un sujeto a otro, una especie de empuje fálico que lleva a las niñas a identificarse con lo que les falta, es decir un hombre. Las niñas suelen hablar ya de novios en la escuela primaria en una edad donde los niños no parecen estar interesados en estas cuestiones. Los niños toman a las niñas como compañeros de juegos aunque están poco interesados en jugar en la liga de las niñas al contrario que ellas. Es lógico, el niño carece de incentivos para competir con niñas y muchos incentivos para conseguir el respeto de sus amigos. Pero las niñas tienen muchos incentivos para jugar en la liga de los chicos pues ya tienen lo que les viene de serie: la femineidad. Y las niñas suelen ser muy femeninas hasta la pubertad.

Y la femineidad tiene un enorme poder, una mujer bella -según los cánones de cada época- y joven denota fertilidad si además viene acompañada de delgadez. Las mujeres quieren ser delgadas porque eso aumenta su valor en el mercado de parejas, si bien la delgadez contiene no pocas paradojas como veremos más adelante. Lo cierto es que las mujeres tienen en general una amplia disconformidad con su cuerpo, como si se consideraran defectuosas y es lógico que así sea, pues su fitness depende de la apariencia.

Ser mujer es muy complicado y lo es porque -admitámoslo- el cuerpo de la mujer está sometido a cambios y vaivenes derivados de sus ciclos menstruales, sus retenciones de agua, sus dismenorreas, y como no la abrumadora tarea de la crianza que hoy se combina con otras obligaciones laborales. Ser fértil es un problema pero la menopausia no es mejor: la deprivación hormonal hace aparecer nuevos malestares en el cuerpo que se suman a los anteriores y sobre todo a la caída de valor en el mercado del atractivo. La vida de una mujer media transcurre entre el dolor, los achaques, las dietas, los embarazos, la disconformidad con el cuerpo, el estrés de la crianza, la preocupación por los hijos, revisiones ginecológicas y un insoportable cansancio. Es obvio que las mujeres han de esforzarse más que los hombres en cualquier trabajo mental si quieren estar en el mercado del éxito laboral, pero sólo en el caso de ser madres.

Si no lo son, lo cierto es que pueden vivir una vida bastante cómoda si tienen la suficiente belleza u otras cualidades que le hagan cotizar al alza. tanto si tienen una pareja como si no la tienen el poder que acumula una mujer joven, fértil y delgada es superior al poder que cualquier hombre pueda acumular. Dicho de otra manera: el poder no está bien repartido entre el género femenino, como tampoco lo está en el masculino, unos pocos y pocas acaparan el éxito que a otros se les niega por sus condiciones de vida.

Si contamos con la escasez de modelos femeninos realmente atractivos, más allá de la apariencia, ser mujer es poco deseable, es por eso que los psicólogos evolucionistas hablan de la «cruel atadura» y es por eso que algunas mujeres optan tal y como disponen los modelos feministas por masculinizarse. El empuje hacia el hombre otra vez, pues hubo un tiempo en que el feminismo pretendió convertir a los hombres en mujeres pero este movimiento fracasó y ahora el modelo es ser directamente hombres, pero otra vez estamos en el terreno de la apariencia y no de la literalidad.

El problema de la mujer es pues un problema que procede de su naturaleza y no de la opresión de los hombres. Lo mismo sucede con los hombres en otro sentido, pues los hombres no se preocupan tanto de su aspecto físico sino de su estatus, una guerra que mantienen durante toda su vida combinada por su apego feroz a veces centrado en el sexo y otras veces en el poder. No olvidemos que el apego puede transferirse.

Las paradojas de la delgadez.

Me referiré sobre todo a una: Si es cierto que la anoréxica busca ser delgada para ser atractiva ¿por qué quedarse en los huesos, pasando así a ser absolutamente indeseable?

Bueno, hay muchas razones para explicar este fenómeno donde parece que las dietas circulan por un carril «close to the edge» (cerca del abismo) donde es fácil caerse al precipicio. Aqui hay un buen articulo sobre este concepto, que es algo así como haberse pasado de frenada, lo que los ingleses llaman runaway.

Pero hay otra manera de pensarlo y es algo que está en la esencia de la metafísica de la anorexia: la lucha contra el cuerpo parece que desaparece cuando se han sobrepasado ciertos limites de inanición, parece que lo que entonces sucede en el plano mental es un estado de singularidad que -volviendo a Lacan- podemos rotular como goce suplementario. Se trata de un goce que va más allá del limite fálico y que por tanto no tiene limite. La existencia de la anoréxica ya no discurre en la liminalidad. No es de extrañar que el ayuno y la mortificación del cuerpo se halle en todas las tradiciones ascéticas o místicas del mundo. Todo parece indicar que estas prácticas propician un estado mental donde lo liminal parece haberse disuelto y haberse sustituido por un goce inefable que además no se puede nombrar con palabras.

Faltaría explicar porqué los hombres no optan por esta estrategia de forma similar a las mujeres pero creo que lo dejaré para un próximo post..

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