Despiojar:» el grooming»


En inglés la voz groom significa la acción de cepillar a los caballos. Los etólogos han usado este verbo para señalar las conductas de despiojamiento, cuidado de la piel, desparasitación, aseo, lustramiento, cepillado, rascado, caricias, etc, tanto de aquellas maniobras que se hacen en parejas de la misma especie como el autolustramiento que se hace a solas o bien mediante la intervención de otra especie que en mutualismo simbiótico aprovecha los desechos o parásitos dérmicos o incluso intracavitarios como sucede en determinadas especies de peces especializadas en limpiar la cavidad bucal de otros carnívoros que mediante las oportunas señalizaciones dejan hacer sus tareas a determinados pececillos.

Y dando lugar a una nueva especialización: la de aquellos que engañan al pez huésped haciéndole creer que son desparasitadores cuando sólo son descuideros. Un error de reconocimiento que no representa evolutivamente hablando ninguna desventaja sobreañadida a la que disfrutan ambas especies..

Los parásitos han debido representar una de las plagas más importantes con que la especie humana se ha enfrentado desde sus orígenes: los piojos, pulgas, sarna, garrapatas, oxiuros, tenias, ladillas etc, han debido coexistir con las picaduras de insectos u ofidios así como los alimentos venenosos en cohabitación constante con nuestra especie hasta hace recientemente muy poco tiempo. No solamente han sido vehículo de importantes enfermedades (paludismo, sarna, tifus exantemático, etc) y riesgos constantes para la vida sino también de molestias constantes en la piel y de inquietud constante en los individuos parasitados que debieron ser la mayoría.

Despiojarse a solas es bastante difícil debido a que para el individuo es imposible llegar con sus propios medios a cada uno de los rincones donde los parásitos anidan y de hecho el despiojamiento ha sido quizá la primera interacción social entre individuos, mucho antes que el juego, el baile, la celebración o el coito consensuado. Una conducta que redundantemente no sirve tan sólo para asearse sino que también y secundariamente fortaleció los vínculos sociales, grupales, familiares y sexuales y acaso también las primeras discriminaciones entre individuos, que podríamos dividir en dos grandes grupos: los que siempre desparasitan (bondadosos) y los que nunca lo hacen aunque son desparasitados (tramposos). A los primeros les llamaremos altruistas y a los segundos egoístas, aunque la evolución llegó a compromisos de altruismo mutuo (Trivers,1971): despiojarse en parejas, una actividad que seguramente iniciaron las madres a partir del aseo de sus crías y una estrategia que ganó adeptos y por tanto posibilidades genéticas, desparramándose por la población como una estrategia poderosamente estable y que respondería a un sencillo programa como este:

(Si) yo te despiojo ahora

(Entonces) tu me despiojas después

Lo que abrió la puerta a una contraestrategia evolutiva simétrica: el engaño, es decir la estrategia de aquellos individuos egoístas que aceptan la desparasitación sin aceptar los costos de la misma (despiojar a su vez). Pero este tipo de engaños no pueden repetirse de nuevo con la misma pareja ya avisada, de modo que el individuo tramposo deberá buscarse para cada desparasitación una nueva pareja ingenua que le despioje primero y que luego se quede con las ganas de ser – a su vez – desparasitado. La razón por la que estos tramposos no han prevalecido en la mayoría de la población es que una vez descubiertos en sus intenciones la mayor parte de los individuos ya no invertirán esfuerzos en su despiojamiento, con una salvedad: aquellos bonachones que con independencia de la experiencia no aprenden de sus errores o son incapaces de negarse a despiojar a un necesitado.

El problema es que en una comunidad no pueden existir demasiados bonachones porque ejercerían un efecto poderoso de llamada frente a los tramposos, de modo que ambas poblaciones, bonachones y tramposos extremos están poco representados entre las comunidades de homínidos parasitados y por consecuencia en ese almacén de posibilidades génicas (Bateson 1979) que llamamos genoma. Una vez institucionalizado el engaño la contraestrategia siguiente es la anticipación del engaño que practican casi todo el resto de individuos, aun aquellos que practican el altruismo reciproco, pero las cosas tampoco son lo que parecen, porque siempre uno tiene que empezar a invertir esfuerzo el primero a la espera de que el otro no le traicione después, la lógica opera de parte de entender que el otro puede ser un traidor, de modo que lo natural es la estrategia desconfiada, es decir no empezar nunca el primero a despiojar a nadie y luego una vez encontrada una pareja en la que confiar aplicar el modelo «toma y daca»: yo te despiojo a cambio de que me despiojes.

Lo que da como resultado una inevitable decepción en algunos individuos, aquellos vengativos que fueron traicionados una vez y se comportan ya siempre como tramposos, imitando la conducta de los egoístas verdaderos y yendo a la caza y captura de bonachones a los que explotar. Además, existe otra casta de individuos, aquellos lunáticos en los que no es posible prever si se comportarán de un modo altruista, egoísta, cooperador o explotador, lo que viene a complicar aun más la malla de conductas relacionadas con la desparasitación.

Estrategias relacionadas con la desparasitación de congéneres

ESTRATEGIA

CONDUCTA

Explotadora o tramposa

Acepta la desparasitación pero no desparasita a nadie.

Bonachona o ingenua

Desparasita siempre con independencia de si es o no desparasitado

Toma y daca

Comienza siendo cooperador, pero luego solo lo es con quien le despioja

Desconfiada

Comienza siendo tramposo (por anticipación del engaño) pero luego es cooperador con quien coopera

Lunática

Imprevisible, coopera o traiciona al azar

Vengativa

Una vez fue traicionado y traiciona siempre

Estas conductas están sometidas a autoregulación por oscilación critica, cada una de ellas precisa de las vecinas. En efecto, la desaparición de los individuos tramposos generaría una proliferación de individuos bonachones que a su vez serían explotados por los vengativos o los desconfiados que poco a poco irían haciéndose más numerosos, disminuyendo simétricamente las poblaciones de bonachones o emergiendo nuevas conductas similares a los explotadores egoístas extinguidos que cada vez dispondrían de herramientas de engaño más perfeccionadas, lo que provocaría a su vez la disminución de los vengativos o desconfiados peor equipados para la explotación que los genuinos egoístas.

Por otra parte la extinción de la población de bonachones tendría un efecto letal sobre la población de egoístas explotadores que por mutación deberían disponer de nuevas estrategias cada vez más sofisticadas de engaño para explotar a desconfiados o a los «toma y daca». Ambas posibilidades indican que aquellas conductas destinadas al engaño o a la discriminación y anticipación de potenciales engaños se verían favorecidas por la selección, como así parece haber sucedido en nuestra especie.

A modo de simulación en un esquema de teoría de los juegos vamos a asignar puntuaciones arbitrarias al resultado obtenido en relación con el resultado de la desparasitación, daremos +5 puntos cuando alguien consiga ser desparasitado y -2 al costo de desparasitar a otro. En la interacciones de parejas y a largo plazo, es decir teniendo en cuenta que hay más de una ocasión de desparasitarse sucedería lo siguiente:

¿Quién conseguirá ser desparasitado?

Tabla de interacciones entre conductas de desparasitación:

Egoista

Bonachón

Desconfiado

Toma y daca

Vengativo

Lunático

Egoista

Ninguno

Egoista

Ninguno

Ninguno

Ninguno

Ninguno

Bonachón

Egoista

Bonachón

Desconfiado

Ambos

Vengativo

Lunático

Desconfiado

Ninguno

Ambos

Ninguno

Ambos

Ninguno

?

Toma y daca

Ninguno

Ambos

Ambos

Ambos

Ninguno

?

Vengativo

Ninguno

Vengativo

Ninguno

Ninguno

Ninguno

Ninguno

Lunático

Ninguno

Lunatico

?

?

?

?

De donde se desprende que en términos de conseguir el propósito de lograr ser desparasitado (cuando el juego se juega más de una vez) la estrategia «toma y daca» es la que sale mayormente beneficiada. Curiosamente, el lunático puede esperar ser desparasitado cuando sus interacciones con los «toma y daca», o los desconfiados vayan en la línea de cooperar, pero quedará sin desparasitar cuando se enfrente a estrategias egoístas o a sus propios compañeros lunáticos impredecibles. La estrategia vengativa sale mal parada y sólo gana en su interacción con los bonachones, casi tan mal como los egoístas que dependen en exclusiva de la población de ingenuos para subsistir, sin embargo el bonachón que a primera vista pareciera el mayormente perjudicado en sus interacciones desparasitadoras puede esperar cooperación de los individuos «toma y daca», de los desconfiados y de sus congéneres bonachones, constituyendo una estrategia con mayor puntuación evolutiva que las «tramposas o malvadas» es decir de los no cooperadores bien sea por egoísmo o rencor.

Se trata de una aplicación del conocido “dilema del prisionero” descrito por Lindgren que tiene enormes aplicaciones entre distintas entidades, en este caso dos individuos que se desparasitan entre si y que ponen en juego sus intenciones de confianza y engaño, dando lugar a un número determinado de estrategias, donde mediante un sencillo modelo es posible predecir cual de ellas será más adaptativa y cual de ellas contará con un puntaje menor en términos evolutivos. Para aplicar este modelo necesitamos algunas condiciones, (1) una interacción entre dos individuos, (2) que esa interacción no se limite a una sola jugada y (3) que exista la posibilidad de ganar ambos (juegos de suma cero), es decir que sus reglas sean distintas a los conocidos juegos de azar donde lo que gana un jugador lo pierde el otro. Es aplicable por tanto a los modelos de altruismo reciproco que encontramos en la naturaleza, dado que en la desparasitación ambos jugadores ganan si cooperan entre si, pierden ambos si no cooperan en absoluto, dándose situaciones intermedias en las que unos ganan más que otros en función de la estrategia elegida, aunque no por mucho tiempo.

Si aplicáramos puntajes a cada una de estas conductas relacionándolas con los beneficios obtenidos (desparasitación) y el costo de los mismos (desparasitar a otros) nos encontraríamos con el mismo resultado: las estrategias vengativa y egoísta tienen ganancias importantes dado que no tienen gasto, pero sus interacciones se ven constreñidas hacia un tipo de individuos concretos: los bonachones que con matemáticas de por medio salen mejor parados de lo que esperábamos, por el contrario las estrategias desconfiada y «toma y daca» son las que con una menor ganancia por partida aseguran un mayor numero de interacciones y además cuentan con la ventaja de haberse desprendido del gasto de atención a los tramposos y explotadores que no pagan sus deudas. La estrategia lunática que por definición opera al azar puede asegurarse y predecirse que obtendrá una puntuación intermedia siempre que coopere y muy malas notas cuando sus tiradas consistan en no cooperar.

Puntuaciones obtenidas en las interacciones entre estrategias

Egoísta

Bonachón

Desconfiado

Toma y daca

Vengativo

Lunático

Egoísta

0

Egoísta +7

0

0

0

0

Bonachón

Egoísta +5

Bonachón +3

Ambos +3

Ambos +3

Vengativo +7

Lunático +7 o +3

Desconfiado

0

Ambos +3

0

Ambos +3

0

?

Toma y daca

0

Ambos +3

Ambos +3

Ambos +3

0

?

Vengativo

0

Vengativo +7

0

0

0

0

Lunático

?

Lunático +7 o +3

?

?

?

?

Como conclusión, mediante este sencillo modelo podemos predecir que las estrategias altruistas de dirección reciproca se encontrarán ampliamente representadas en el genoma de las especies gregarias sobre todo y que este tipo de conductas obtienen al menos en las interacciones entre parejas de individuos altas puntuaciones evolutivas, en relación con las estrategias explotadoras que a primera vista podrían parecer más adaptadas dado que el individuo sólo trata de hacer prevalecer sus propios genes. Ya hemos visto en el ejemplo de la desparasitación que el altruismo reciproco y la cooperación resultan mejores estrategias de supervivencia cuando la interacción entre individuos les obliga a repetir las jugadas altruistas continuamente como sucede con los animales que conviven en grupos y en esencia también con los individuos humanos.

Sin embargo existe un pero a esta actitud, ¿todos los individuos se beneficiarán por igual del altruismo ajeno, dando por sentada una conducta cooperadora? Existen relaciones altruistas que no pueden explicarse por los beneficios mutuos en la cooperación, se trata en estos casos de un altruismo asimétrico, donde un individuo se beneficia mayormente del altruismo de otro sin que a cambio aporte ningún pago por esos dones, me refiero sobre todo- pero no sólo- al beneficio que los hijos extraen de sus progenitores.

Una explicación a la extraña conducta de ayudar a los demás viene de la teoría de la empatía: se trata de la conmoción que nos procura el estado afectivo de otra persona, mucho más como es natural si es un allegado o pariente. El humano es capaz de sentir en su propia piel el estado afectivo de otra persona siempre que nos resulte comprensible (lo incomprensible propicia más bien el temor y el alejamiento que el deseo de ayudar)

Parece ser que este deseo de ayudar está relacionado neurobiológicamente con las “neuronas en espejo”. Se trata de una especie de neuronas cuya función neurobiológica es el plagio de emociones vistas en otros a la que los humanos somos bastante proclives, por eso lloramos en las películas sentimentales o nos asustamos en las películas de miedo: porque somos capaces de “leer” los sentimientos de otros. Pero la cosa no queda simplemente en la posibilidad de la lectura en otro de una determinada emoción, para que nos pongamos manos a la obra en el deseo de ayudar a otra persona es necesario que más allá de la cognición de la necesidad de ayuda del otro, seamos capaces de conmovernos con su petición. El celebre adagio “ quien no llora no mama” es bien cierto en tanto que existen estrategias de demanda de ayuda eficaces y estrategias de demanda de ayuda ineficaces. Está demostrado que nuestra capacidad de cooperación y de brindar ayuda a los demás viene determinada por la habilidad del demandante en conmovernos y en hacernos saber su necesidad de tal modo que la hagamos nuestra. Está estrategia se halla bien implantada en todo el reino animal y en algunos casos como en el cuclillo llevada a sus últimos extremos de “manipulación” y engaño.

Ver esta página para ampliar conocimientos sobre «El dilema del prisionero» 

5 comentarios en “Despiojar:» el grooming»

  1. Pingback: La psicosis postparto « neurociencia-neurocultura

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  3. Un post muy interesante, como tods los q he leido de su ordenada y organizada vision.
    Cuando uno es un bonachon confiado, te dás cuenta de que mucha gente quiere abusar, aunque dte demuestren aprecio, t dá tristeza al principio, después dices, » q t den» y vas a lo q más te interese, aprendes, y cuando vuelve, le enseñas el dedo corazón, con la mirada, y le dices sientate encima de éste y si te gusta, ni eso. Tener objetivos nos ayuda a pasar de los carasduras, desconfiados y vengativos e ir a nuestro tájo.
    Saludos.

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