El zombie empático (VII)


Lo más importante que el lector de esta serie ha de recordar es que los zombis son mentirosos, por definición, todos ellos lo son. Y lo son porque emergieron en una época que ya no existe: en tiempo ancestral. En aquel tiempo donde se dieron en nosotros los humanos las adaptaciones más importantes y que en gran parte heredamos de nuestros ancestros homínidos.

Y mienten porque si bien, emergieron por selección positiva, pues daban ventajas a quienes las adoptaron, lo cierto es que hoy el paisaje ha cambiado tanto que la mayor parte de estos zombis han quedado sin función alguna. Imagine que es usted un perro y que vive en una ciudad , ¿para qué le sirve orinar en las farolas, marcar su territorio, si no va a tener oportunidad de reproducirse salvo si es en condiciones artificiales provocadas por su dueño? Orinar las farolas u olisquear a otros perros no le sirve ya para nada en el nuevo entorno en el que vive, pero si usted volviera a vivir en el campo, suelto y con otros congéneres alrededor, descubriría que esas conductas vuelven a tener sentido y de haber perdido esos hábitos lo pasaría bastante mal.

Dicho de otra forma los zombies son organismos -módulos biológicos- que evolucionaron de forma independiente unos de otros, por ejemplo en ese perro del que hablaba, un zombie se ocupa de olisquear y reconocer señales hormonales de otros perros y otro zombie es orinar, para establecer una territorialidad que sirva para espantar otros machos y atraer a las hembras. El zombie «olisquear» y el zombie «orinar» están relacionados entre sí y pertenecen ambos, a otro metazombie que llamaremos «reproducción». Todo zombie es teleológico: sirve a un propósito único y no tiene más remedio que dirigirse inexorablemente hacia él; se relaciona además con otros zombies con los que puede o no establecer contacto y relación. Por ejemplo, en nuestra especie hoy el zombie «copular» y el zombie «reproducción» se han independizado, pero para reproducirse hay que copular o al menos llevar en un frasquito el esperma a un laboratorio para que lo introduzcan en una vagina.

Los zombies se relacionan entre sí por razones de proximidad semántica o bien por el posible adyacente del que ya hablé aqui, pero lo importante es saber que los zombies no se pueden hackear. Significa que no podemos meternos en su interior para ver de qué están compuestos o cómo funcionan, algo que solo podemos conocer indirectamente. Pero esto no es un hándicap, puesto que los zombies son organismos muy sencillos y a la vez muy específicos de conductas prácticas pero con escasos matices. Los matices hemos de aportárselos nosotros a través de esas ranuras de las que hablé aqui, en este post sobre esquemas cognitivos.

Para entenderlo mejor voy a poner un ejemplo, hablaré del zombie de la empatía.

La empatía es un sentimiento que goza de muy buena prensa, todos sabemos que hay gente poco empática (que llamamos psicópatas) y otros normales con una empatía limitada, mientras que otros son hiperempáticos. La empatía es pues un zombie que tiene varios armónicos. Por eso hablo de que los zombies funcionan como fractales, como si tuvieran tres escalas y hubiera tres registros dentro del mismo zombie.

Hay una definición de la empatía en la wiki que es esta:

«La empatía es la capacidad que tiene una persona de percibir los pensamientos y las emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar, es decir, como un individuo similar con mente propia»

Esta definición no me gusta nada y se parece más a «la teoría de la mente» que a la empatía. Para mí la mejor definición es la que habla de resonancia emocional. Empatizar significa vibrar en la misma onda, la teoría de la mente es admitir que el otro -a su vez- también tiene una mente y que tiene sentimientos, cogniciones y opiniones propias. Pero no es lo mismo admitir que usted tiene una mente como yo mismo que empatizar con usted. Para que exista empatía tiene que haber una comunión del tipo que sea y no es desde luego necesario que yo me identifique por completo con usted si le ocurre una desgracia, este tipo de empatia que sucede en el síndrome de Estocolmo cuando uno termina por sentir simpatía por sus agresores. Si a usted se le muere un hijo yo lo sentiré porque yo también tengo hijos y puedo ponerme en sus zapatos, pero a usted le va a doler mucho más que a mí aunque pueda conmoverme. Y desde luego, por mucho que a mí me doliera no voy a restarle dolor a usted, con mi empatía no le voy a aliviar ese dolor. Empatizar es comprender cómo se siente usted porque todos podemos especular como nos sentiríamos si nos sucediera lo mismo. Empatizar es saber por aproximación, un saber sobre cómo es el otro, porqué sufre o porqué goza siempre y cuando no se trate de algo extraño o bizarro. Es decir funciona con lo próximo, con lo comprensible, con lo compartible.

La empatía evolucionó como una manera de señalizar lo próximo, a los miembros de nuestro clan, a los nuestros. Probablemente el clan es el «topos» origen de la empatía pues en el clan la cooperación y la crianza de los niños es fundamental para la supervivencia. Cazadores y madres son el origen de la empatía a través de la necesaria cooperación para la caza y el apego que nos viene de serie como a todos los mamíferos. Todos los mamíferos hembras tienen apego, pues el apego asegura la supervivencia de las crias aunque este apego tiene fecha de caducidad y es muy posible que el apego sea el precursor biológico de la empatía que supone una vuelta de tuerca más en la vinculación con un grupo más numeroso.

Defender y proteger a los miembros del clan y posteriormente de la familia sería la razón por la que la empatía fue seleccionada positivamente por la evolución, algo que funciona con los miembros del clan pero deja de funcionar con los extraños. de manera que la empatía puede encenderse y apagarse metiendo en la ranura, la percepción del extraño. Efectivamente hablar de empatía es lo mismo que hablar de xenofobia, es decir de miedo al desconocido (algo que los niños de corta edad reproducen al milímetro). En tiempo ancestral un desconocido era una amenaza ¿Qué intenciones tendrá?¿Me robará la carne?¿Me matará? ¿Secuestrá a mi mujer o a mis hijos?

Todos venimos de serie con ese zombie instalado pero algunas personas parecen carecer por completo de empatía. Antes me he referido a ellos como psicópatas. ¿Por qué los psicópatas carecen de empatía? ¿No es verdad que la empatía se seleccionó precisamente porque daba oportunidades de supervivencia a aquellos que la integraron en su psiquismo?

Carecer de empatía no es una avería o una enfermedad sino una ventaja evolutiva. Una ventaja individual, es ventajoso porque suprime las obligaciones y prohibiciones de emergen del grupo, algo siempre enojoso.

Existe dos tipos de empatía, una caliente (límbica o procedente de la amígdala) que es de la que estamos hablando, pero hay otra empatía fría que también da buenos resultados evolutivos, se trata de una ventaja evolutiva; ser un psicópata, es como hoy llamamos a este tipo de personas que no son capaces de resonar afectivamente con nadie salvo consigo mismos y sus deseos. El psicópata es un truhán, un tramposo, alguien que no coopera y que explota a los demás, es todo lo contrario a alguien con empatía caliente pero sí tiene una teoría de la mente, sabe que yo tengo una mente pero no le importa. Naturalmente esta ausencia de empatía tiene muchas ventajas individuales pero es letal para el grupo.

Aqui en este post puede el lector comprobar el costado oculto y oscuro de la empatía que no es como imaginamos un universal antropológico mundocéntrico sino que mas bien se relaciona con el etnocentrismo gracias a los experimentos de Carsten de Dreu

Por otra parte las personas hiperempaticas son esas personas excesivamente compasivas que se identifican demasiado con los que sufren, mejor si ese sufrimiento es lejano y exótico y llegan a llevar un tipo de vida errática buscando damnificados para resolver sus problemas o bien que son activistas de organizaciones humanitarias o religiosas, cuya misión revestida de ideas sobrevaloradas y morales sobre la solidaridad -que experimentan como un valor universal- despojándolo de su carácter etnocéntrico , dando lugar a contradicciones insalvables. Un ejemplo es éste que recogí en este post sobre Rebeca Sommers. Más acá de esto mi impresión es que este tipo de personas sufren de una fobia mal conocida que llamamos oikofobia, es decir una especie de rechazo a lo familiar, a lo próximo, una especie de malestar que puede minimizarse a través de una máscara de solidaridad abstracta o compasión globalista. Se trata de personas que pueden estar en un país extraño y lejano mientras sus padres, parejas o hijos pasan dificultades en el suyo. Es como si moralmente este tipo de militancia suprimiera la mala conciencia que se deriva de su abdicación con los suyos.

De manera que en la practica las personas hiperempáticas dan la impresión de ser moralmente justas pero se trata de un fractal de la psicopatía, es decir de aquellos que no sienten ninguna empatía caliente. Pues la empatía emergió para sentirse aquí y con los nuestros, pero podemos modificar al zombie metiendo en la ranura algo así como «supremacismo moral».

Nota liminar.-

Escribo este texto mientras Europa sale en tromba a acoger a los refugiados por la terrible guerra de Ucrania-Rusia y existen muchas pruebas de que los europeos hemos dado el do de pecho y lo seguiremos dando para ayudar a los que podamos de aquel éxodo. Pero he leído algunas criticas a esta ayuda humanitaria. Alguien preguntó ¿Lo hariaís igual por un sirio, por un negro o por un magrebí?

Claro que no, esta es la prueba de que la empatía funciona con los nuestros y los ucranianos son percibidos por nosotros como de los nuestros. Dejo a cada cual que explore porqué y quien no lo sepa que vuelva a leer el post de Carsten de Dreu.

Bibliografia.-

La oxitocina promueve el etnocentrismo.

Una entrevista a Carsten de Dreu

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