Un proyecto colectivo de varias neuronas que un dia salieron a comer juntas y desde entonces se activan juntas. Un proyecto cooperativo, un cerebro global. El proyecto 3.0 GMS (Global mental squizzing), un proyecto de exprimición de cerebros individuales que intentan construir uno más potente.
Autores de este primer capitulo: Agustin Morales y Francisco Traver
“Entre la vida y yo hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla.” (Fernando Pessoa)
El jamais-vu es la sensación de no reconocer algo ya conocido; y en una línea más extrema, lleva a un estado de percepción de aquello atemporal que “hay afuera”, de desconexión con el sistema que procesa la realidad y de percepción sutil de cómo la mente genera esta misma realidad. Trataremos en este texto de transmitir alguna de las conclusiones que hemos extraído de nuestras experiencias personales .
El cerebro procesa información todo el tiempo, este proceso pasa inadvertido de la misma manera que la gran mayoría de los procesos del organismo. No obstante la evolución ha determinado que puede ser muy útil que tengamos un modelo fiable de la realidad que nos rodea y a la escala sensible de nuestros sentidos. Este modelo nos permite interactuar con el entorno y crear sistemas de gran complejidad que perpetúen y multipliquen la información de forma exponencial. Tengamos en cuenta que la transmisión de información sea quizás el objetivo último del fenómeno evolutivo.
Para dotarnos de un “modelo de realidad” nuestro cerebro profundo (reptiliano) realiza un volcado (dump) a intervalos más o menos regulares de una pequeña parte de su información a nuestra memoria consciente. Esta sucesión de volcados es la que crea la percepción de “vivir una realidad” por dos razones, una que procede del hecho de que la realidad es en gran parte una construcción, una anticipación de nuestro cerebro y otra que procede de las sincronías y las expectativas de ese volcado de información que nos proporciona la sensación de continuidad y de unicidad en nuestra experiencia consciente.
El volcado no puede ser inmediato, sino que ha de depender de unos tiempos de latencia, unas secuencias y unos procedimientos no necesariamente lineales. Es precisamente durante este proceso donde probablemente se produzcan las alteraciones que hagan que algo nos resulte familiar sin haberlo visto o sentido (deja vu) o nada familiar habiéndolo conocido (jamais-vu), experiencias por otra parte comunes a la población general.
Igualmente un error persistente en este procedimiento podría generar un delirio, síndromes relacionados con la identificación erronéa (Fregoli, Capgras) o la desrrealización presente en algunas enfermedades y también en algunas experiencias normales, por ultimo no cabe duda de que es el TEPT el modelo más interesante para conocer cómo funciona este volcado einformación. Todos estos casos son distorsiones de una realidad que antes que externa es interna, y por tanto es en este acontecimiento primero donde quizás habría que buscar la primera causa, pues cualquier conflicto con la realidad lo es en realidad con el mapa que lo representa y que de alguna forma lo anticipa.
Nuestra percepción de la realidad es una de entre una infinidad de representaciones posibles, una sombra platónica de aquello que “está ahí fuera”. Pero no es la fidelidad del original lo que el sistema busca, sino la consistencia entre sus elementos y la sincronización con lo externo. Si vemos las cosas de manera similar unos y otros, no es debido a que nuestros mapas representen fielmente la realidad, sino más bien porque ha de haber una compatibilidad entre los distintos sistemas para que la interacción pueda llevarse a cabo. Ahí fuera probablemente solo hay partículas, ondas, e información inefable que mantiene una biyección con nuestro mapa en base a una matemática prohibida donde los axiomas estallan.
Por otro lado nuestro sistema nos protege de esa percepción externa pues la realidad exterior carece de tiempo y aquello que es atemporal se empareja con lo muerto y lo inanimado, lo opuesto de la vida. Es por ello que su visión podría ser aterradora.
No obstante es con esa misma realidad atemporal con la que nuestro cerebro no consciente computa, opera y realiza sus procesos. La naturaleza de los “datos” con los que la información es manipulada “ahí dentro” ha de ser casi por definición de preverbal y previsual ( sensorial), pues son anteriores a cualquier percepción formalizada. Algo parecido a bocetos de sonidos y de imágenes inconclusas, cuya comprensión nos está vedada, pues es la propia consciencia la que le da el carácter inteligible, emergiendo su significado en el mismo momento en que esta pasa a la conciencia.
Estos borradores atemporales son el lenguaje máquina manejado por nuestro cerebro profundo: el lenguaje del tronco cerebral o del inconsciente, un lenguaje enfocado a la supervivencia, el lenguaje del organismo que no pocas veces entra en colisión con el lenguaje formal del individuo: la base sobre la que posteriormente se sustenta el pensamiento y el lenguaje, herramientas estas mucho más refinadas, pero también mucho más burdas en cuanto a la representación de la realidad externa e interna, sujetas a errores de “traducción” de las necesidades internas. Lenguaje y pensamiento son herramientas para hacernos estándar y mutuamente compatibles pagando el precio de la esclavitud que supone que todos seamos copias solapadas y redundantes de un sistema que quiere perpetuarse.
Podemos imaginar -no obstante- estados de conciencia que nos permitan entrar directamente en contacto con ese código interno. Tocar ese código podría originar una sucesión de eventos en cascada que podrían afectar a nuestro consciente o a la manera en que la realidad es percibida y por tanto a nuestra vida. Una materia que podría tener efectos de gran alcance para nuestra vida y evolución futura y cuyo desarrollo tecnológico merecería especial atención.
Como una de las aplicaciones de esta tecnología conjeturamos que la curación de ciertos estados que hoy llamamos “enfermedades mentales” podrían realizarse actuando directamente sobre este código, pues estas “enfermedades” quizás no sean más que ligeras variaciones que no han tenido ocasión de ser modificadas en su entorno intemporal.
Pensemos por ejemplo en un TEPT, en el cual el sujeto tuvo acceso no sólo al evento traumático sino paralelamente a aquel estado de conciencia que le permitió insertar un código inconsistente de bajo nivel. Esta información podría ser volcada una y otra vez a la consciencia arrastrando siempre el mismo error y dejando a la persona en un bucle irresoluble desde instancias superiores tal y como intentamos hacer infructuosamente en una psicoterapia. Habríamos por tanto de intentar acceder a él desde un estado similar a aquel en que la perturbación se introdujo.
¿Pero como acceder a ese código interno?
La experiencia nos ha enseñado que la comprensión del fenómeno de inserción de ese código en nuestro consciente no sirve de mucho más que para iluminar el problema. El problema suele resolverse sólo a través del arrastre fisiológico de la propia actividad cerebral. Para resolver el problema de un modo eficaz es necesario re-evocar las condiciones mentales donde el código se inscribió. Hay algunas técnicas prometederas en este sentido tales como las terapias y técnicas como PEMF (Pulsed Elctromagnetic Field Therapy), EMDR (Eye movement desensitizacion and reprocessing); DBS (Deep Brain Simulation) que aun no sabemos manejar con eficiencia.
Una de las razones por la que estas técnicas aun no son eficaces del todo es por qué no hemos conseguido aislar qué es lo que estamos buscando, no sabemos hacer las preguntas importantes, por ejemplo la meditación es un estado de desconexión de la conciencia vigil y una disminución de su frecuencia a bajas intensidades, está tan demostrada su eficacia como caminar ¿pero eficacia para qué? ¿Puede curar la meditación una depresión? ¿Y si es así como lo consigue? ¿Qué hacemos durante la meditación que no podemos hacer durante la conciencia vigil?
Todo parece llevarnos de la mano en la dirección de que determinados estados mentales son el semillero del cambio tanto para la patología como para la curación y que en cualquier caso de lo que se trata es de saltar por encima de nuestra tendencia hacia las limitaciones propias de la autorreferencia del lenguaje y del pensamiento.
El código máquina.-
El código de nuestro cerebro profundo es el que contiene las instrucciones precisas para la autopreservación, instrucciones groseras que evocan sobre todo al movimiento. Es el que se pone en marcha (volcado de datos) cuando nos tropezamos por ejemplo en la calle. Inmediatamente nuestro cuerpo trata de poner en marcha servomecanismos musculares y articulares para minimizar los daños. Lo mismo sucede en las situaciones traumáticas emocionales por así decir. Lo que se pone en marcha en esos momentos es el miedo, una emoción ancestral a la que debemos gran parte de nuestra supervivencia como especie, de no ser por ella y gracias a haber sido seleccionada positivamente por la evolución, nuestra especie ya se hubiera extinguido.
Cuando estamos en una situación de peligro real como por ejemplo en un accidente de tráfico suceden dos cosas interesantes, un volcado de datos de nuestro cerebro profundo (cargas emocionales de miedo y de movimiento) que llamamos fight or flight (lucha o huye) y otra cuestión aun más importante: el marcapasos de nuestro cerebro –el tálamo- se acelera, propiciando un tempo rapidísimo (un prestísimo musicalmente hablando) que hace que la experiencia consciente se ralentice a fin de dar tiempo a nuestro organismo de autoprotegerse.
Lo que suele suceder dependiendo de la intensidad del peligro vivido , es que el trauma que se volcó en nuestro consciente se convierta en un chicle, una especie de cuerpo extraño que contiene instrucciones para la supervivencia cuando ya no son necesarias para ello, es decir que se reexperimente (sobre todo durante los sueños) a fin de poderse arrastrar hacia el olvido.
Algunos traumas de disuelven solos (la mayor parte de ellos) pero existen dos tipos de traumas que no se resuelven espontáneamente:
1,.- Los que han tenido una intensidad suficiente o donde ha habido perdidas importantes o se han cometido o presenciado atrocidades.
2.- Cuando hay elementos discordantes: lo que en un lugar resulta traumático puede que en otro lugar produzca beneficios o placer.
No vamos ahora a ocuparnos de esta segunda posibilidad y la dejaremos anotada para hablar de ella en otra ocasión.
Vamos a decir sin embargo algunas palabras sobre la primera opción:
1.- Es necesario un estado mental concreto para que el trauma (instrucciones para la supervivencia) se vuelquen en el consciente y se convierta en un cuerpo extraño (amenaza para la vida o integridad y aceleración del marcapasos cerebral).
2.- Una vez establecido el trauma lo que sucede es que espontáneamente y después de varios reprocesamientos se extingue a través del arrastre cerebral dejando un recuerdo que ya no es traumático en sí mismo y representa un aviso para ir con más cuidado en otras ocasiones, aquí se nos revela el carácter adaptativo del miedo.
3.- La reexperimentación del trauma es la forma fisiológica de disolución del mismo y es a través del sueño como nos deshacemos de sus efectos nocivos, luego hay algo en el sueño benefactor para el reprocesamiento de la información.
4.- La desaceleración de la actividad consciente parece ser necesaria para la disolución de los traumas pero no suficiente. La meditación o la EMDR por sí mismas no pueden conseguir el arrastre de ciertos traumas por si mismas, hace falta algo más.
De ese más hablaremos en un nuevo post (el próximo).