El Edipo en la niña

Por Santiago Ledesma

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La controversia que a día de  hoy sigue provocando la figura de Sigmund Freud y sus teorías, a mi parecer se debe a dos factores. El primero es sacar del contexto histórico la época en que fueron postulados: no se puede profundizar en la obra de Freud desde una mirada de 2017 y sin tener en cuenta los profundos cambios sociales acaecidos en un siglo y el segundo gran error es analizar algunas de sus teorías más renombradas desde una visión adulta, sobre todo sexualmente adulta. Cuando Freud teoriza sobre el desarrollo psicosexual de la infancia lo hace desde el análisis de la psique de un niño y su forma de entender la sexualidad, que dista mucho del resultado final de ese proceso: la sexualidad adulta.

A pesar de esos dos grandes errores, que han generado muchas contra teorias o el menosprecio de las propias del neurólogo austriaco, toda la comunidad científica a acabado por asumir con más o menos entusiasmo que Freud tenía algo de razón cuando teorizó sobre el desarrollo psicosexual infantil y las diferencias o discrepancias, no son tanto en el fondo como en la forma. Como comentaba anteriormente la teoría del psicodesarrollo sexual, ha sido aceptada como cierta y las diferencias vienen dadas por una puesta en contexto histórico actual, sin variaciones en lo profundo de la teoría. Cada una de las fases freudianas, oral, anal, fálica, latente y genital siguen en vigor hoy en día un siglo después de ser formuladas por primera vez. Este post está centrado en esa teoría, en especial en un suceso que marca el paso de una fase (la fálica) a otra (la latente) y que tal vez sea dentro de esa teoría la parte que sigue generando más polémica. Freud lo llamó complejo de Edipo.

El complejo de Edipo, describe el «enamoramiento» que se produce en el niño hacia su madre durante los primeros años de su vida. Estos comportamiento que son totalmente normales sanos y fundamentales en ese proceso de la creación de una personalidad, remiten en la época latente, cuando el niño/niña madura, solo en los casos de persistencia en la edad adulta, se considera un rasgo patológico, que además es muy escaso en comparación a cuando se teoriza por primera vez, época en la que la represión sexual era muy potente y dicha represión provocaba una mayor visibilidad de ambos complejos en la edad adulta.
En los primeros años de vida, la vida el niño gira entorno a una persona: la madre. El niño se ha pasado 9 meses viviendo dentro de esa persona, desde que nace conoce su olor, su voz, sus ruidos corporales…durante esos primeros meses y años, esa persona es la que cuida, protege, reconforta y también da placer a ese bebé. En un determinado momento es esa persona también, quien empieza a introducir en el niño, la normas sociales y la represión de sus deseos. lo cual vuelve a ser fundamental, porque el  niño empieza a desarrollar una serie de estrategias mas allá de las meramente instintivas para reclamar la atención de su madre y que esta colme sus deseos  y es en esa lucha entre madre e hijo, cuando el niño aprende algo fundamental en su vida, la dualidad amor/odio a través de su madre, podríamos decir que aprendemos a querer a través de odiar a nuestra propia madre, pero que es de pura lógica, es a través de ella como obtenemos satisfacción a nuestras necesidades aunque es ella misma quien nos raciona esa satisfacción. Cuando no se da por el motivo que sea y se interrumpe o corta, esa cadena de amor/odio hacia la madre y no hay figura sustitutiva, esto suele dar problemas de estabilidad emocional en la edad adulta.
Entonces podemos afirmar que el primer amor de nuestra, es nuestra madre y también es nuestro primer fracaso emocional, nuestra primera ruptura y es en esa ruptura cuando se establecen las primeras diferencias de género. El niño toma conciencia de su género masculino y la niña del femenino, eso marca una diferencia muy importante, el niño pasa de esa «ruptura» con su madre a la época latente, mientras que en la niña cuando se produce esa conciencia de género, ese enamoramiento de su madre y sufre una mutación, su madre es un niña como ella, por lo tanto, a quien debe «seducir» es a su padre y ese complejo de Edipo en la niña se transforma en complejo de Electra, lo que posteriormente culminara en una nueva «ruptura» emocional, esta vez con su padre. Por lo tanto podríamos afirmar, que en el caso del hombre hay una ruptura emocional durante la infancia en el caso de las mujeres se dan dos. Algo para mi fundamental como expondré mas adelante.
A principios finales del siglo XIX y primeros del XX Europa vivía una época de profunda represión sexual y eso provocaba que las fijaciones en el Edipo fueran comunes, ahora son consideradas una rareza, es más la versión femenina, el bautizado por Freud como complejo de Electra, su fijación se considera erradicada, lo cual ha llevado a ciertos sectores de las ciencias de la psique a concluir que realmente ese complejo no existió, tal vez el error de Freud fue diferenciarlos con distintos nombres, ya que se trata de la mera repetición en las niñas de la misma afrenta al narcisismo natural infantil. Es un baño de realidad, donde el niño toma conciencia definitiva que no es el centro del mundo de sus padres y de alguna manera el hecho se produce de forma traumática, el niño experimenta en su carnes el rechazo y entra en la dinámica de la sumisión hacía una ley un orden, que se encarnan en la figura censora del padre.
Este hecho fundamental en el desarrollo del niño, como hemos visto guarda diferencias en como se produce en la niña. Hemos visto que en la niña tiene dos fases. Una primera donde el objeto de deseo es la madre y que la biología corrige, la niña se ve igual a la madre y entonces cambia de objeto de deseo, pasa a serlo el padre, el diferente, el que tiene lo que a ella le falta. Pero entonces es el propio padre quien en su papel de ley, prohibe ese deseo. Para mi esto es fundamental para entender la diferencias hombre/mujer. En el niño, la sumisión a la «ley» es más contundente, ya que objeto censor y objeto de deseo son objetos distintos y el niño se somete por lo que Freud llamó: «miedo a la castración» y que yo interpreto como un simbolismo del miedo a perder cuidados, aun a regañadientes se somete aceptando la «ley». En la niña objeto de deseo y objeto censor son el mismo objeto, eso hace que esa aceptación de la «ley» no sea tan sumisa y la niña en vez de resignarse con tanta facilidad como el niño, entra a competir, con su madre  y también si se da el caso con sus hermanas o trate de «seducir» a sus hermanos si los tiene, para salirse con la suya. Esta distinta resolución del Edipo en la versiones masculinas y femeninas, nos van a dar diferencias importantes en la madurez.
Un Edipo a término en su variante masculina, nos va a dar un individuo con un SuperYo muy asentado y una sexualidad adulta muy fijada en el genital. Sin embargo en su variante femenina nos va a dar un SuperYo menos rígido y una sexualidad también menos rígida en la genitalidadProbablemente de ahí nazca la creencia socialmente aceptada durante siglos que la mujer necesitaba ser atada en corto y sobre todo protegida de su propia sexualidad, más descontrolada una vez se da rienda suelta que la del hombre, muy centrada en su pene. La mujer es mucho más perversa polimorfa que el hombre, ya que todo su cuerpo es susceptible de ser pervertido en órgano sexual, lo cual le otorga una ventaja en cuanto al placer, al no ser este esclavo de la biología y de la demostración. Una mujer puede fingir orgasmos un hombre no y un hombre sin erección es incapaz de tener sexo. Sin embargo, no hay ventajas sin pagar un peaje, y la mujer paga el peaje de la inseguridad de quien está en campo abierto sin límites de seguridad, la sensación de vacío ante la inmensidad y la necesidad de límites, la eterna contradicción femenina que lucha por salirse con la  suya, a la vez que anhela que sus intentos se encuentren con alguien capaz de decir «no».
El complejo de Electa no existe tal y como lo formuló Freud en primeros del XX, se ha adaptado a los nuevos tiempos, ha adoptado forma de competitividad cruel entre mujeres, ahí es donde se ve claramente, tiene forma de complejos físicos mucho más marcados que en los hombres, tiene forma de necesidad de llamar la atención, no tanto para atraer a los hombres sino para espantar a las otras mujeres. Evidentemente eso es algo que saben todos los especialistas en marketing y que están explotando con innegable éxito. Pero también se ve en el anhelo de protección, seguridad y límites que por más que nieguen las corrientes actuales de las políticas de género, se ven en la intimidad.
La eterna contradicción femenina que intenta seducir y salirse con la suya, aunque en el fondo desea que en ese juego haya unas lineas claras y marcadas. Voy a ilustrar este post con el ejemplo de tres mujeres a las que conozco muy bien. Las tres nacieron después de 1980, con lo cual pasaron la adolescencia a partir de los años 90, la conocida época del destape de la sexualidad femenina y presunta libertad sexual desde la adolescencia, además también a las tres les tocó vivir la adolescencia y primera juventud coincidiendo con el despegue de las redes como  herramienta de comunicación y socialización. Las tres pertenecen a familias de tres hermanos de clase media trabajadora y las tres eligieron dedicarse a profesiones vocacionales dedicadas al cuidado de los demás (enfermera, educadora infantil, magisterio). Ninguna de las tres es la mayor de casa, una es la menor de dos chicos, sin duda la más seductora y manipuladora con los hombres, otra es la del medio de tres hermanas, la más competitiva con las mujeres y la ultima es la del medio con un hermano mayor y una hermana menor. Las tres han sido las responsables en sus casas, no fueron problemáticas y desde muy jóvenes asumieron responsabilidades y ejercieron un rol cuidador y protector con los miembros de su familia. Las tres expresan admiración por la figura paterna y las tres tienen relaciones complejas con la madre. En un caso por fallecimiento temprano, en otro caso por competitividad descarnada y en el último caso por una madre desapegada y distante. Inconscientemente se ve en las tres una necesidad imperiosa de superar a su madre, en todos los aspectos, tarea laboriosa por la necesidad de demostrar al entorno cercano y en uno de los casos imposible, ya que compite con alguien con quien no hay posiblidad de comparar y de la cual solo hay una narrativa de idealización, lo cual lleva constantemente a la frustración.
Las tres muestran preferencia por hombres con «carácter», aunque en realidad por carácter, yo entiendo seguridad y sobre todo que no se deje manipular por sus encantos y trucos, que además van a llevar hasta el límite. Las tres se consideran, fuertes, independientes, sin embargo sienten la necesidad de dejarse llevar y proteger por un hombre en la intimidad, eso incluye en un momento dado corregir, aconsejar y reprimir, considerado como una atención o cuidado, en  un comportamiento que bien mirado tiene mucho de infantil, del comportamiento de una niña con su padre, intentando pasar los límites, poniendo a prueba la firmeza y cuando son frenadas, reclamando atención y consuelo. Pues bien ese comportamiento claramente infantil, en los tres casos se ha hecho adulto y esta totalmente erotizado, en forma de una fantasía muy especifica, en la cual de manera inconsciente, buscan encontrar aquellas cualidades que tienen asociada a su padre, seguridad, autoridad, diálogo, protección, cuidado, consuelo, cariño, corrección incluso estímulo o consejo, todo ello mezclado con erotismo y sexo.
Para mi hay muy importante, digamos que los tres casos, han crecido, se han educado, se han formado y han madurado, en una época histórica donde la mujer, se ha incorporado plenamente a todos los niveles de la sociedad, además en un cambio acelerado y forzado, la mujer a pasado de la represión y ser un ser de segunda división, a entrar de lleno en la sociedad, que a su vez al menos en los gestos, se ha vuelto protectora y ha otorgado ventajas por ser mujer.

Y digo en gestos, porque la realidad es otra, a pesar de las leyes protectoras, de las cuotas, de la discriminación positiva, las mujeres siguen siendo ciudadanos de segunda por muchos y diversos motivos, pero por lo menos la sociedad ya no se plantea que la mujer pueda ser incapaz. Sin embargo esa incorporación de la mujer no ha sido tal, realmente ha sido una absorción. O sea la mujer no se ha incorporado a esa dimensión socio/cultural, aportando como mujer, si no que directamente el mundo de hombres a absorbido a la mujer, sin dejar de ser un mundo exclusivo de hombres, eso nos lleva a algo que creo un evidencia, durante ese proceso se ha perdido la oportunidad de enriquecimiento y diversidad que podía haber dado a nuestra cultura una visión femenina y simplemente la mujer se ha incorporado a ella, adquiriendo patrones típicamente masculinos. De eso tiene gran culpa la corriente igualitarista que nos invade, la negación sistemática, por parte de las esferas de poder, de la diferencia psíquica y biológica entre hombres y  mujeres, el simple planteamiento de esa evidencia científica, te convierte de inmediato en un ser profundamente retrogrado y machista. Así nos encontramos con un sociedad que en vez de educar en la tolerancia de la diferencia y en la suma, resta y uniforma, creando un mundo asexual, pero que en el fondo, es un mundo machista, o sea un mundo de hombres que ha integrado a la mujer, que no incluido.
El resultado de esa negación de la diferencia, nos lleva a la incomprensión de unos hacia otros y una serie de efectos secundarios que creo perniciosos a la larga.
Los tres sujetos de los que hablaba anteriormente, han cogido de lleno esta etapa, con sus ventajas y sus obstáculos. Pero lo que está claro es que han sido absorbidas por ese mundo de hombres y claro su manera de ver el mundo, de sentir y de pensar choca muchas veces de lleno, con ese mundo, que esta diseñado para los hombres y al cual se han tenido que incorporar. Un de los ejemplos mas claros de ese choque, es como interiorizan hombres y mujeres el éxito laboral, mientras que en los hombres impera la tendencia, que el éxito laboral suele medirlo, la cuota de poder que se consigue, en las mujeres el éxito laboral va mas asociado a la realización personal. Eso es muy visible a quien se quite la venda de los ojos, cuesta encontrar mujeres directivas, y si es cierto que durante mucho años han tenido vetados esos puestos para las mujeres, no es menos cierto que a muchas mujeres el poder no les interesa lo mas mínimo y se siente mucho mas realizadas asumiendo otro tipo de labores. Eso explica como muchas mujeres se sienten totalmente realizadas asumiendo tareas asistenciales de base o como la mayoría de ciclos formativos asistenciales tanto universitarios como no, están cada vez mas copados por mujeres, ahí tenemos una gran diferencia, que creo innegable, la mujer mayoritariamente es mucho menos ambiciosa que el hombre con lo que respecta a tener o conseguir cuotas de poder.
Esa realidad que creo innegable colisiona de lleno, con ese mundo de hombres súper competitivo, y aquí se da otra paradoja, la mujer es por naturaleza competitiva con la propia mujer, la llegada al mundo de hombres, no ha cambiado esa peculiaridad, la mujer realmente compite poco contra el hombre, sin embargo creo que ha aumentado y mucho su nivel de competitividad con la propia mujer, ha calado la idea entre las mujeres que para triunfar en cualquier aspecto de la vida debe agradar al hombre y eso significa eliminar cualquier competencia de su propio sexo. Esa conciencia de que para triunfar en la vida hay que agradar al hombre ha creado un serie de estereotipos potenciados por el gran negocio que supone la mujer como consumidor, que ha convertido esa natural competencia entre mujeres, en por momentos despiadada y cruel, la mujer tiene que ser profesional, trabajadora, abnegada y a la vez estar siempre radiante, atractiva y preparada, no deja de ser curioso como esa supuesta liberación de la mujer, ha sido en muchas ocasiones para convertirse en un complemento para el lucimiento de un hombre y cuando digo complemento, lo digo pensando en la función de objeto de un complemento, un ejemplo de esto que ha calado mucho, la típica mujer de un futbolista, una chica guapísima, que hace de complemento ideal para la estrella, lo peor de todo es que socialmente ser mujer de un futbolista es un ejemplo de éxito femenino que cala entre las adolescentes, ¿verdad que nadie se imagina a un chico adolescente anhelando ser el marido de una cantante, tal vez como fantasía sexual si, pero nunca como objetivo?.
Otro efecto de eso, es la cohesión entre la mediocridad, o sea las mujeres hacen piña con aquellas otras mujeres que no les suponen competencia o eso creen, por lo tanto cualquier mujer que destaque, que sea diferente, es vista por esa cohesión de la mediocridad como un peligro que conviene rechazar, así nos encontramos con que cualquier hecho físico o psíquico que comporte una diferencia, es automáticamente rechazada y apartada, en mi experiencia puedo hablar de motivos tan variopintos como: tener mas peso, ser alta, tener mucho pecho, sacar buenas calificaciones académicas, o ser un persona segura e independiente, suficiente para provocar rechazo por parte del grupo y hostilidad, creando una uniformidad que encima es jaleada por la sociedad en general. No deja de ser curioso que las mujeres que yo he conocido todas tengan algún tipo de complejo importante con su cuerpo, que una mujer de mas de 30 años atractiva termine un día de tiendas llorando porque no encontraba nada que le fuera bien, a ese punto llega la crueldad de esa competitividad. A crear una falsa percepción de un estereotipo de mujer irreal y lo peor de todo es que no esta creada por los hombres, que somos incapaces de distinguir una 38 de una 40 de pantalón, si no por las propias mujeres.
Otra cosa que me parece importante destacar, es otro cambio, si las mujeres nacidas en los 60 incluso en los 70 sufrieron una educación mas represiva por parte de sus padres sobre todo en la época adolescente, a las chicas se les daba menos libertad, a partir de las nacidas en los 80 eso se invierte y los padres se encuentran con muchos mas problemas para atar a las chicas que los chicos. Un motivo de eso cambio creo que vuelve a estar en la sociedad, y en la imagen proyectada de la mujer como manipuladora, solo hay que ver series de televisión, programas, cine, publicidad, para ver reflejada la perversa idea de que unas tetas, bastan para manipular a un hombre, si no nos tapamos los ojos con la venda de quien no quiere ver, basta con observar como actúan las adolescentes para darnos cuenta, que usan el truco de manipulación mediante encantos o a través de la compasión continuamente, además inteligentemente ,el ser humano es ante todo práctico y si hemos enseñado a hacer lo fácil, para que romperse la cabeza en buscar otra soluciones que requieren de un mayor esfuerzo.
¿Que quiero decir con todo esto? Pues que la mujer al ser metida con calzador en ese mundo de hombres, se  ha encontrado en un mundo hostil, que muchas veces va en contra de lo que siente, encima se ha encontrado rechazada, apartada y en eterna competencia con las propias mujeres. No es descabellado pensar que algunas mujeres, en ciertos momentos necesiten un descanso, una tregua y que de manera inconsciente, intenten rememorar un mundo, donde se sentían protegidas, donde eran la protagonista, donde no eran rechazadas, ni invisibles, donde encontraban consuelo, consejos y donde los errores siempre acababan por ser perdonados y el rey de ese mundo era un hombre.
Uno de los grandes errores de este cambio social, es que a la mujer se le ha acortado la infancia y la adolescencia, creo que nadie me puede negar, que las niñas de 14 años de ahora se comportan igual que las niñas de 14 años de los años 70, y quizás por eso algunas de esas mujeres, luego de adultas quieren recuperar ese tiempo robado.
¿Entendéis ahora porque EL James vendió cien millones de ejemplares de su infumable libro de las sombras?.  Es muy sencillo queriendo o sin querer expreso el deseo de muchas mujeres de ponerle puertas al campo, de sentir que al menos eso vacio tiene límites.

1 comentario en “El Edipo en la niña

  1. No cabe duda de que somos una especie dimórfica y ese dimorfismo señala hacia una competencia ancestral de los machos por las hembras pero por esta misma razón, entre los machos se ha configurado una especie de pacto entre caballero para minimizar la agresión, es por eso que la testosterona es la hormona de la agresión y la competencia pero también de la generosidad y la lealtad. Las mujeres compiten entre si desde hace poco tiempo: mas concretamente lo hacen desde la revolución sexual para acá. Al levantarse la prohibición sexual en las culturas occidentales, lo que ha sucedido es una distorsión en esta competencia que es muy fuerte en los niveles más altos. Puedes verlo en este post.
    https://pacotraver.wordpress.com/2013/05/13/las-consecuencias-de-la-revolucion-sexual/

    Y efectivamente el complejo de Electra ya no existe lo que dicho en términos mas comprensibles significa la desaparición de la fase de latencia, es decir esa fase donde la niña podia reconstruir sus vínculos femeninos con sus iguales, lo que redunda en el hecho de que las mujeres aprendan a competir entre si a edades donde deberian estar estableciendo complicidades sociales -aloparentales- con otras niñas.

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