Reprogramando la mente (y II)

¿Quien es el maestro que hace a la hierba verde?

Koan zen

(La respuesta al final del post)

Cuando hablamos del uso de psiquedélicos como psicofármacos estamos pensando de una manera lineal, nos imaginamos que a cada droga le correspondería una unidad de acción en una enfermedad. Pensamos en indicaciones según el modelo biomédico y damos por cierta la idea de que la depresión, la esquizofrenia o el TOC son entidades unitarias y discretas.

Sigue leyendo

¿Una doble conciencia? (X)

gebser

Lo que Gebser llama conciencia integral es en realidad una conciencia aperspectivistica. Para entender mejor esta idea de a-perspectivismo tenemos que hacer una pequeña incursión filosófica y aprender a distinguir el concepto de «síntesis» del concepto de «integración».

Sigue leyendo

Platón, el amor y los qualia

Portada de «Sombras en la mente», de Roger Penrose, uno de los pocos cientificos neoplatónicos que existen hoy.

Abordé los qualia en un par de post anteriores y los definí advirtiendo que se trataba de uno de los problemas más espinosos de la neurociencia por tratarse de eventos cualitativos. Bien es sabido que la ciencia tiene muchas dificultades cuando se mete a tratar de explicar lo subjetivo: los éxitos de la ciencia proceden más bien de lo cuantitativo, de lo estadístico.

De modo que los qualias han de ser por definición una de las patatas calientes de la neurociencia pues ellos son los eventos cualitativos y subjetivos de la mente, en este post propuse una definición y explicación de qué cosa son los qualia. Y para abordarlos o tenemos más remedio que sumergirnos en aquel que inventó los qualia  al menos el que mejor estudió este fenómeno de la subjetivación de la experiencia que no es otro sino Platón. Para ello pedí ayuda a Jose Carlos Aguirre filósofo y propietario de este blog, entre ambos escribimos este post que trata de arrojar luz (o quizá más sombras, pues de sombras se compone la mente) a esa misteriosa experiencia inefable e intransmisible que constituye -en relación con la felicidad-, un estado felicitario individual, en relación con el amor el enamoramiento concreto o en relación con la belleza el rapto estético.

El misterio de los qualia procede del hecho de que se trata de universales, de ideas platónicas o abstracciones que en cada persona tienen, una manifestación individual, de tal modo que podemos considerar a los qualia tanto como abstracciones como hechos concretos, o bien eventos que ocupan a medio camino el tránsito desde lo concreto a lo abstracto.

Platón no les llamaba qualia sino eidés, es decir Ideas, pero para Platón un eidé no es una idea tal y como la conceptualizamos hoy, un complejo cogntivo tejido con la razón. Para Platón una eidé es algo que preexiste al pensamiento concreto e incluso a la experiencia consciente humana. De la eidé no podemos percibir más que su sombra o reflejo, algo bien explicado en el mito de la caverna, pero lo más importante es que para Platón la eidé es algo de caracter ontológico, es decir es algo con existencia real a diferencia de nuestros conceptos que no confieren a las ideas mas que una existencia virtual aunque con significado real.

Y que no sólo preexiste sino que mantiene conexiones  de influencia sobre lo material de este modo en que aparece en el esquema:

La idea realmente misteriosa de esta concepción es que ese mundo platónico, inmaterial, de absolutos o ideas perfectos es el que se vincula con la materia tal y como podemos ver en este esquema de arriba. Resulta incomprensible e inquietante del mismo modo en todo su recorrido: obsérvese la flecha que señala desde la materia hasta lo mental, ¿cómo es posible que de algo material brote algo intangible e inmaterial como una mente?

En este sentido lo que hoy llamamos qualia seria un concepto a la sombra de la eidé, ¿por qué nos enamoramos de esa persona y no de aquella?¿Es el mismo amor el del que ama a alguien distinto a quien yo amo? ¿se trata del mismo amor? ¿Es el amor (Eros) un qualia y si lo es qué relaciones tiene Eros con lo concreto? ¿Existe un Eros abstracto, un Eros eidé?.

Para Platón como he dicho más atrás los eidé son tanto las formas del conocimiento humano -algo que le viene dado-como modos de plenitud del orden ontológico que el hombre puede conocer. El vínculo con los qualia existiría en un determinado nivel pero no en otro: dar o no a los qualia una relevancia ontológica a la experiencia sensible y existencial. Pero hay más diferencias: Los eidé, en principio son las formas plenas, -la expresión múltiple y plena de una potencia creadora- aunque su nivel de realidad tiene cierta evanescencia ya que todo quedaría remitido a un nivel de realidad más fuerte. A ese más allá del ser que dice Platón (teología negativa: remisión a la nada).

Con lo que los eidé aludirían básicamente al modo humano de conocer y a la intensidad ontológica de la que el hombre es capaz. A cómo conoce el hombre y a cómo la vida o lo real se brinda o “es” en la conciencia humana. Al modo en que esa potencia creadora -olvidar la noción de Dios personal- se expresa en la percepción humana (a la sazón otra creación suya). En realidad estaríamos ante un ejercicio de autocontemplación en el que lo real -la vida en potencia- se contemplaría a sí misma -la vida en acto-en la plenitud de sus potencias creadoras.

Para el hombre percibir el nivel de realidad de los eidé es un modo pleno de percibir -la percepción sensible es una intelección borrosa y la intelección una percepción sensible refinada dice Plotino. Por tanto estamos ante la culminación de las potencias perceptivas del hombre y así es por expresar plenitud, plenitud de ser, plenitud ontológica, exaltación de la forma en tanto totalidad integrada (que integra diversos elementos sensibles).Esta potencia tendría en su envés un alma ordenada, en un modo de conocer que integra el Eros y el Logos y en la propia plenitud vital del hombre. La percepción de la belleza sería lo más obvio que podemos decir de los eidé según Platón. El mundo de las ideas sería este mismo pero visto con otra disposición perceptiva –la ebriedad en el sufismo- atendiendo a la intensidad y unidad sintética de cada forma y a la Unidad y armonía del cosmos entero.
La plenitud de ser sería una finalidad pre-existente y una posibilidad que el hombre puede alcanzar a través de un proceso de refinamiento d ela percepción Lo que establece una correspondencia entre niveles o umbrales perceptivos (o estados de conciencia) y la estructura ontológica de lo real (cadena del ser-niveles de realidad).

Los qualia de la neurociencia son conceptos un poco más humildes que renuncian de entrada a poseer un estatuto ontologico propio pero vistos de otra manera suponen la continuidadad del debate aristotélico y escolástico, debate también recogido por los filosófos empiristas. En el Ferrater Mora no figura el neologismo qualia y todo esto queda recogido en la voz cualidad –entrada, por cierto, bastante compleja- y ahí quedan referidas la reflexión aristotélica, escolástica y empirista sobre lo cualitativo de la experiencia sensible. Qualia seria hoy lo que ahora se llama subjetivo por no considerar el método científico lo cualitativo sino sólo lo cuantitativo. Lo dulce, la sensación de lo rojo, etc).

Para Aristóteles -sin embargo- son categorías del ser que, junto a las demás categorías-incluidas las cuantitativas-, quedarían integradas en esa percepción eidética. No se considera que por no ser cuantitativas no sean relevantes; ni ontológicamente ni epistemológicamente. En realidad integrar en una perspectiva epistemológica las sensaciones y los diversos qualia dependerá siempre de una perspectiva ontológica, como diría Heidegger, (siguiendo en una linea fenomenológica y hermeneutica) de una ontología del acontecer. Esto es, cómo el acontecimiento, afirma desde modos de plenitud del ser desde la propia plenitud humana.

La vida que se expresa y llega dialécticamente a modos de plenitud.

Me da la impresión de que cualquier qualia, desde la perspectiva de la plenitud ontológica de los eidé (y de la propia plenitud perceptiva y existencial humana), sería algo que encontraría su plenitud y sentido en esa percepción eidética que integra en el alma humana cualquier experiencia.
El qualia sería algo asi como un rastro que nos habla del eidé, una instancia perceptiva previa y más desdibujada pero que, en potencia, acoge ese eidé. En el eidé, eidé y qualia son uno y lo mismo. En la conciencia el qualia sería formateado con precisión por el eidé, percepcion eidética. O lo sería igualmente pero de un modo borroso y bloqueado por pasiones y distorsiones perceptivas. Por eso, platónicamente se trataría de rememorar esa percepcion eidetica de la que ya somos capaces.

El qualia en este sentido seria el eidé en acto. La parte íntima pero tambien la más superficial de la percepción del eidé.

Un ejemplo en relación con el amor (Eros) para hacer este post más inteligible.-

Hay sin duda varias clases de amor, desde el más abstracto al más concreto, desde el más utilitario al mas altruista, desde el más comodo al más incomodo, del másconveniente hasta el más inconveniente, pero es necesario conocer que Eros es evolutivamente más moderno que Ananké (La Necesidad), se trata en ambos casos de principios primordiales, deidades antiguas, mucho más antiguas que los dioses olimpicos. La diferencia fudamental entre ambas es que Ananké es una diosa vengativa, sin culto y sin imagenes, madre del destino. Ananké es abstracta mientras Eros es concreto, nos enamoramos de alguien con el mismo tipo de amor (Eros) que todos amamos con ciertas diferencias individuales en la profundidad de consciencia de esa percepción. El amor en este sentido es concreto y es abstracto, del mismo modo puede ser desgraciado, malevolo, o feliz.

Lo que viene a significar que el amor (Eros) es el qualia de algo más abstracto aun que él mismo y cuya distancia no sucede en dos pasos sino en múltiples estados de conciencia, algunos de los cuales nos llevan por una peligrosa senda de perversidad mientras otros acaecen en una senda de beatitud. Si hay estas dos posibilidades es por la razón de que Ananké es la Gran abstracta y se constela en cada cual de una manera dual.

Hablemos ahora del Eros abstracto:

Aristóteles habla de él al enlazarlo con el Logos (el sentido que todo lo enlaza) y proyectarlo sobre el cosmos. Los sufies lo glosan poéticamente en su ebriedad (el vino). Verdad o mentira, pocas cosas movilizan más al hombre y le revisten de más capacidad de sublimación que Eros. El tema es que ese amor abstracto por la Unidad se declinaría en todo suceso y en lo más concreto.

Y daria lugar a la pasión: La pasion por la unidad- ese Eros ebrio que intenta sublimar el dolor y la dualidad -lo que se nos confronta- conecta con esferas concretas del psiquismo humano receptivas a ese discurso. Una pasión que sirve grandes recursos de salud y vigor, por eso ha sido tan glosada, pero esa pasión o Eros tan abstracto se declina en cada suceso y así se hace concreto, se ensombrece.

¿Cómo vincular Eros con su Ananké?

En la vida anímica hay una instancia capaz de plantearse vincular Eros y Ananké. De eso se trata. No nos referimos a amar lo que no nos gusta sino de sublimar el dolor en esa determinación erótica hacia la armonia, el sentido y unidad de la vida. Por eso a Ananké le sucede Eros evolutivamente pero no hay que olvidar que Ananké es nudo y es beso. Nos consta que en esto se puede llegar muy lejos. Creo que es un juego del imaginario que libera enormes dosis de salud y por eso lo más abstracto sublima lo más concreto, es decir, cada suceso. En la sensación de belleza y en la medida en que el qualia en cuestión facilite la salud y la integración de las escisiones del alma, esas que obturan la percepción con escotomas, lo eidético acontece.

Se trataria de un Eros de totalidad que consideraría cada suceso que acontece como expresión de la armonía y de la plenitud exaltada del cosmos. Lo que induciría modos de exaltación y ebriedad; jarana y jolgorio dice Rumi. Se desplazaría la propia opinión o gusto sobre las cosas basada en las codificaciones particulares del deseo y la psicobiografía de cada cual por un Eros volcado hacia ese sentido de totalidad y hacia la expresión de ese sentido en cada suceso. Ese Eros más alla de sí, del psiquismo particular, pero asentado en el sentido de la totalidad induciría una enorme exaltación de la conciencia, capaz de suturar toda herida y escisión. Esta tendría como condición que el hombre fuera capaz de un estado de conciencia de tal calibre, un estado que deja de lado la centralidad del yo en la actividad mente para arraigarse en su silencio; de tal modo que así irrumpiría esa plenitud de la que sería capaz la conciencia humana. Precisamente por ser capaz la conciencia humana de acoger esa vivencia y de transformarse en ella.

En palabras de Rumi:

¿Qué puedo hacer, oh musulmanes?,
pues no me reconozco a mi mismo.
No soy cristiano, ni judío,
ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste,
ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza,
ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua,
ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo,
ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China,
ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak,
ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo,
ni del próximo,
ni del Paraíso,
ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva,
ni del Edén,
ni Rizwán.
Mi lugar es el sin lugar,
mi señal es la sin señal.
No tengo cuerpo ni alma,
pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad,
he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco,
Uno conozco,
Uno veo,
Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor,
los dos mundos han desaparecido de mi vida;
no tengo otra cosa que hacer
más que el jolgorio y la jarana.

En la vía del Zen, por ejemplo una vía no devocional, se trataría de llegar a ese estado de silencio interior a través de la práctica del zazen. Aunque el estado devenido sería bastante similar ya que tanto uno como otro llevarían al silencio. Al silencio progresivo del bullir de nuestro psiquismo y de sus proyecciones y fantasmas psíquicos. Lo que abriría a una vida renovada.
El sufismo a través de ese ejercicio de cebar permanente el corazón y la pasión –ebriedad- en una Unidad que todo lo integra y concilia (el deseo de todo deseo). El segundo a través de la promoción del silencio interior a través de la meditación.
El telón de fondo de ambos sería la capacidad que de suyo tiene la conciencia humana de dejar de centrarse en su psiquismo más particular y en sus condicionamientos para abrirse a estados perceptivos más unitivos y sublimados en los que Ananké dejaría de ser una diosa perversa.

Autores: Francisco Traver y Jose Carlos Aguirre para neurociencia-neurocultura.