El deseo y el reverso de la ostentación

Como vimos en el post anterior la teoría del deseo mimético de Girard explica muchos hechos desde clínicos, hasta poliíicos y antropológicos. Lo importante de su teoría no es sólo la evidencia de que nuestra especie es una especie mimética como corresponde a nuestro linaje de simios, sino que esta mimetización conlleva un precio de agresión. Para Girard toda violencia es una violencia mimética. A más mimetismo más violencia en el sentido de que el objeto mimetizado termina por ser un rival y ciertos bienes son incompartibles: o son míos o son tuyos.

Un tuitero amigo me recomendó hace pocos días leer este librito de Girard que es una monografía sobre la anorexia. No es raro que Girard se interesara por esta patología y sus reflexiones sobre la misma me han parecido extraordinarias, junto con mi perplejidad por no saber de este texto mucho tiempo antes. Aunque es cierto que todos los especialistas que conozco son conscientes de que la anorexia (en realidad los trastornos alimentarios, incluyendo a la bulimia) se contagian, algunos como yo mismo había escrito que la anorexia es la histeria de nuestro tiempo, lo que seguramente no habíamos advertido es que este contagio es en realidad una forma de rivalidad.

Son muchos los autores que han especulado sobre las causas de la anorexia , así se ha planteado que la anorexia es una enfermedad debida a una mala relación con la madre o bien con el padre, o bien con la opulencia o un rechazo de la feminidad o bien una adaptación a su contrario: a un estereotipo de feminidad, bien una consecuencia del capitalismo o del patriarcado, otros como Recalcati y los lacanianos tienen una teoría difícil de comprender, si bien algunos de sus hallazgos son verdaderos como éste

«El cuerpo anoréxico está más allá del principio del placer¨. Es verdad pero es más fácil decirlo con otras palabras:

«A las anorexias no les interesan los hombres, es decir el sexo»

En realidad teníamos al elefante en la habitación, porque la causa de la anorexia está relacionada con la búsqueda a toda costa de la delgadez. Y no podemos entender la patología si no reconocemos que todos estamos muy preocupados por nuestro peso. Más que eso: la mayor parte de las mujeres ha hecho alguna vez una dieta para adelgazar y la mayor parte de ellas mantienen una disconformidad con su cuerpo y hallan en él constantemente algún estigma que las señala como portadoras de algo feo, de algo a ocultar. Las anorexias son el grupo extremo de una epidemia de mayores proporciones de lo que parece y que es la bonsaficación del deseo y la ruptura con todo deseo o ideal anteror. Así la pregunta que convendría hacer en este momento es la siguiente. ¿Si la preocupación por las calorías es tan usual porque solo cierta cantidad de ellas sucumben a la anorexia?

Hace falta algo más que una adoración al idolo de la delgadez. Hace falta sobre todo vivir en una época donde han desaparecido las prohibiciones y donde el deseo individual carece de limites. La secularización del mundo ha terminado por fundir el fundamento a través del cual las personas vivíamos dentro de ciertos limites éticos, sociales y morales. Después de la segunda guerra mundial comenzó este deslizamiento por la pendiente del «todos contra todos» donde solo el fundamento subjetivo obtiene valor de intercambio social, «somos lo que decimos ser».

«En realidad la erradicación de la religión produce innumerables caricaturas de la religiosidad»

René Girard

Pero la anoréxica no sabe que en realidad su deseo mimetiza al deseo de otro, sea una amiga, una conocida, un heroína cinematográfica o una modelo de pasarela. No sabe tampoco que está compitiendo en un escalafón donde solo las más sacrificadas y disciplinadas pueden alcanzar la meta de ser solo huesos. Por eso existe la bulimia, como un premio de consolación para las menos responsables de entre ellas. Para Girard la bulimia es la misma enfermedad que la anorexia, de hecho las formas mixtas son muy frecuentes:

«La bulimica come para ella pero vomita para las demás»

René Girard.

Y no se puede pasar por alto de que la principal enemiga de una mujer es siempre otra mujer, en realidad las mujeres son mucho más misóginas que los hombres.

Ahora bien, personalmente siempre he creído que la rivalidad femenina era un arcaísmo sexual, es decir que las mujeres competían entre sí por los hombres más valorados. Esto es cierto en un tramo de la cohorte de mujeres que compiten pero no es cierto en el caso de las anorexias. En el extremo de esta población, estas mujeres no compiten por los hombres, ni por el sexo, que no les interesa en absoluto, sino por la competición misma. Son adictas a la competencia.

La ostentación es algo típico en las elites mundanas, pero a partir de la segunda guerra mundial esta ostentación pasó a las clases medias. De hecho las primeras anoréxicas modernas fueron emperatrices – tal y como señala Vandereycken- Sissi y Eugenia de Montijo que inventaron la mujer moderna, pendiente de su cuerpo, con dietas, privaciones, glamour y gimnasia. No hay que olvidar que el ejercicio es una forma de mantener el cuerpo por debajo de su peso natural y muchas veces es una compensación a la glotonería.

Los indianos que se hicieron ricos en America se construyeron palacetes en su pueblo para hacer ostentación de su riqueza, después los burgueses se mostraban con la ropa, los coches, o las compañías femeninas de decoración. Todo el mundo sabe que la ostentación positiva consiste en esta cuestión: mostrar lo que se posee, sean joyas, ropa, coches, o cualquier objeto con un valor compartido por toda la sociedad. Lo que casi nadie sabe es un concepto que he leído en este libro de Girard. El no-deseo de ostentación o bien la ostentación negativa.

El mensaje que hay detrás de ir mal vestido, con lamparones, pelo sucio, ropa vieja, usada o de segunda mano, los jeans con descosidos, el pelo azul y algunas otras malas formas educativas de presentación social son una forma de ostentación. El mensaje oculto es este:

«Soy tan distinguida que no me preocupo nada de mi manera de vestir»

René Girard

Esta idea me permite entender lo que algunos políticos hacen para llamar la atención, la ostentación negativa. Una especie de política anoréxica

No solo explica algunas patologías sino que explica las razones por las que los antivalores siguen siendo mimetizados por una parte de la sociedad.

En realidad seguir estos antivalores es una forma de distinción.

Pues nadie puede escapar de la mimesis. Y cuanto más hagamos por escapar de ella más mimetizamos a otros.