Cuando yo estudiaba Bachiller nos obligaban a leer ciertos libros que luego había que resumir en clase de cara al pizarrón. Uno de esos libros era «El banquete» de Platón que entonces aun no estábamos en condiciones de comprender sin una explicación previa -que nunca se producía- del profesor que se limitaba a imponernos su lectura y luego a preguntar con el objetivo de calificar nuestra lectura o comprensión del texto.
Recuerdo que cuando tuve que exponer la lección le pregunté a la señorita de Filosofía lo siguiente. ¿Por qué un libro que habla del amor se titula El banquete?
La señorita no supo bien qué decir (no estaba acostumbrada a que le preguntaran) o quizá era demasiado joven, así que se limitó a contestar que: » se llama así porque el diálogo de Platón tiene lugar durante una cena», donde los filósofos van tomando la palabra unos después de otros, mientras comen.
Tardé muchos años en volver a hacer esa misma pregunta, ya no era tan joven y ya intuía que en ese libro había verdades importantes para un psiquiatra, de modo que le pregunté a mi maestro, el contestó así:
-El deseo de comer (hambre) tiene mucho que ver con el deseo sexual (Eros). Ambos necesitan destruir o al menos defenderse de su posesión del objeto antes de asimilarle. Eros, no es el amor sino la parte instintiva del deseo carnal y del alimentario, es además un Dios griego mucho menos evolucionado que Cupido, su equivalente romano, que tiene alas, dardos y brebajes. Dicho de otra forma. mientras Eros es un ser al que no se puede mirar a la cara y copula con su esposa Psiqué a oscuras, Cupido puede volar, saltar e ir de sujeto a objeto con sus alas y además siempre causa herida pues el amor requiere siempre renunciar a algo propio.
De manera que para los griegos Eros y aunque suele traducirse como «amor», no tiene nada que ver con el amor y siempre lleva colgando otra cara escondida, Tanatos, de manera que la mejor forma de entender a Eros es pensarlo como un principio de conjunción que lleva implícita también su carga de disolución.Dos caras como Jano.
De manera que después de leer a Platón ya podemos entender que lo que nosotros llamamos hoy amor, es en realidad la supervivencia y traslación de abajo-arriba en un viaje hacia la razón, de un instinto que lleva implícita la destrucción y el apego y que va sufriendo distintas metamorfosis a lo largo de su escalada a la corteza frontal. Así existen tres formas de amor, uno es el amor erótico del que acabo de hablar, otro es, el ágape, que esta vez sí está relacionado con la comida.
El ágape.-
El ágape es el amor que tiene como función la protección, el cuidado. Agape corta las uñas y pela la fruta, vela cuando tenemos fiebre o estamos enfermos, nos vigila para que no nos hagamos daño, nos consuela cuando nos lo hemos hecho, Agape alimenta, nos tranquiliza si tenemos miedo, nos estimula si estamos apáticos, nos lleva al colegio, nos enseña las primera reglas para relacionarnos con los demás. Agape es en fin, lo más parecido a una madre, pero también se parece algo a ciertos padres, esos que tutelan, que enseñan, que protegen a los más débiles, que nos defienden, que nos mentorizan, y que creen en nosotros, tanto como una madre, a veces sin estar emparentados. Agape es una función sentimental y moral, nada que ver con Eros que es una función destructiva y orientada hacia el placer.
¿Destructiva de qué?
De todo aquello que se interponga en nuestro placer, de todo aquello que suponga un obstáculo, de todo aquello que interfiera en el goce. Un goce que lleva adherido algo al simple placer, un algo que es dolor, muerte, sangre, homicidio, suicidio, guerra o genocidio. Eros siempre lleva un rival con él. Es por eso que hay personas que matan por amor «La maté porque la quería» me dijo una vez un uxoricida, algo que por cierto repiten otros muchos cuando la policía les pregunta ¿Por qué lo has hecho?
Aunque sea un contrasentido, hay que empezar a visualizar el concepto, se puede matar por amor, pues Eros es egoísta, egocéntrico y egotista, Eros no tiene en cuenta al objeto (no tiene alas) salvo para defenderse de él. Eros es solipsista, más complicado es explicar por qué matamos a veces en nombre de Agape.
Pues Agape es lo más parecido al amor de madre que cualquier otra cosa y suponemos que una madre no puede matar a sus hijos, es algo desnaturalizado suponen algunos, pero la verdad es que es precisamente su naturalismo el que explica esos crímenes de madres a sus hijos. Pues Agape, puede ser pervertida. y puesta cabeza abajo (invertida su función hacia Eros). Solo lo moral puede ser pervertido nunca lo instintivo. Civilización consiste pues en hacer ascender lo instintivo al nivel de lo sentimental primero y lo racional después. Aquí el par (pues la dualidad siempre esta presente) es el par de aceptación-rechazo (abandono)
Existe otro amor de transición, que Platón llamó Philia, se trata del amor de la amistad, el compañerismo, la cooperación y sobre todo el amor que procede de la admiración. Aun estamos en el territorio de la dualidad, y aquí el par que aparece es la admiración-envidia.
En conclusión, el amor terrenal no equivale solo a Eros. ni tiene que ver con la Belleza o la Verdad y existen aun octavas más altas del amor que ya no son duales como la devoción o la fusión tal y como comenté en mi ultimo post. Es también verdad que cada uno de nosotros oscila entre estos tres amores según el contexto, la edad y el objeto amado, pero lo que es cierto es que el amor erótico es a largo plazo incompatible tanto con Agape como con Philia. Por eso la gente se aburre de copular siempre con la misma pareja a no ser que se reconvierta todo lo erótico en algo comestible y es también por eso que lo que más excita a Eros es el amor que no se brinda o da.
Que se regatea.
Bibliografía.-
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