El Ikigai es una palabra japonesa que nos remite a un concepto difícil de traducir a nuestro idioma y que induce -según se verá en este post- a algunos errores conceptuales que pretendo aclarar. Para comenzar podemos decir que ikigai significa algo así como «el sentido de la vida», pero no debemos dejarnos atrapar por esta definición, pues el sentido de la vida es algo demasiado abstracto y algunos autores han propuesto la idea de «ese algo que nos hace levantarnos por la mañana de la cama» que a mi me parece demasiado concreto, pues hay muchas razones sensatas para hacerlo. La más corriente es que tenemos que trabajar y el trabajo puede dotar de sentido a la vida pero también puede ser una tortura para quien no disfruta demasiado de él.
Hay otra acepción de esta misteriosa palabra y está relacionada con el concepto maslowiano de autorealización: el concepto de «una razón para vivir» o la idea de «tener un propósito en la vida”,
¿Qué amas?, ¿en qué eres bueno?, ¿qué necesita el mundo de ti?, ¿qué puede hacer para que le paguen?
“Encontrar las respuestas y un equilibrio entre estas cuatro áreas podría ser un camino hacia el ikigai para los occidentales que buscan una interpretación rápida de esta filosofía”, es decir para los positivistas que buscan una respuesta utilitaria a la vida. Sin embargo, en la cultura japonesa, ikigai es un proceso más lento y, sobre todo, no tiene nada que ver con el trabajo, el éxito o los ingresos.
Saber cuál es su ikigai puede no ser suficiente. “Los investigadores señalan que el ikigai puede cambiar con la edad. Para una persona cuyo trabajo es su razón de vivir, esto será un alivio cuando se acerquen a la jubilación y comiencen la búsqueda de un nuevo ikigai.
Recientemente conocí el caso de un hombre cuyo trabajo discurría en un entorno rural y que se dedicaba a la cria de ganado y caballos. Pasaba el día en el campo y era feliz con su Ikigai que había reconocido precozmente en su adolescencia y del que nunca se quiso separar construyendo una familia alrededor de su negocio que por otra parte iba viento en popa.. Ya sesentón tuvo un infarto de miocardio y tuvo que cambiar forzosamente de vida y adaptarse a un estilo más sosegado y urbano, pero se aburría sobremanera y se encontraba apático y malhumorado. Incapaz de encontrar otro ikigai con sentido acabó suicidándose -colgándose en el establo de su ganado- sin que nadie comprendiera aquella conducta tan radical en una persona por otra parte muy sensata.
Para entender esta bipolaridad de operaciones con nuestro Ikigai, tenemos que adentrarnos en una cuestión más psicológica y en clave occidental. Me refiero a la búsqueda de sentido.
La mayor parte de la gente está convencida de que sus vidas están llenas de sentido y los que no lo encuentran terminan sufriendo mucho y quizá suicidándose como mi conocido de más arriba.
Victor Frankl.-
Victor Frankl fue un psiquiatra judío vienés que escribió esta obra bien conocida por el publico en general, es autor además de un tipo de psicoterapia conocida como «logoterapia» que intenta mejorar a los pacientes sin escarbar en su pasado como hace el psicoanálisis sino en su futuro a través de sus propios valores. Es además el que inventó las técnicas paradójicas que consisten en enfrentar lo temido precisamente porque lo temido puede ser vencido solo a través de lo que los conductistas llaman «exposición». Lo importante ahora es entender que Frankl fue uno de los pocos psiquiatras que estuvieron prisioneros en un campo de concentración nazi y por tanto la experiencia de confinamiento adquiere gracias a él un cierto añadido de experiencia observadora de carácter psicológico. No es mi intención hablar sobre su libro que en cualquier caso podéis leer en muchos lugares de la web, lo que me interesa señalar en este momento es que el concepto de «sentido» de Frankl es muy parecido al Ikigai, solo que Frankl era religioso y el Ikigai es una tradición espiritual ateológica.
Con todo el hallazgo más importante de Frankl es la observación de las razones por las que aquellos cautivos lograban escapar a las enfermedades (ni un solo resfriado) y mantenían la esperanza de «volver a casa con la familia». esa era una razón poderosa para sobrevivir a aquellas espantosas condiciones. Lo que Frankl observó es que aquellas personas que tenían convicciones religiosas intensas o ideologías bien consolidadas eran más resistentes que los que carecían de esas creencias. Dice que los comunistas y los cristianos eran más resistentes al hambre, y a las condiciones penosas de sus vidas, incluso observó que muchos de ellos compartían sus escasos enseres y mendrugos con otros más necesitados. Ayudar a otros revelaba valores que Frankl identificó como vectores de resiliencia.
Pero habia otros que en el argot de los cautivos llamaban «musulmanes» y que eran una especie de zombies que pululaban por el campo como si ya hubieran muerto mendigando pan o agua, y sin esperar nada, apenas si se comunicaban y parecían seres de otro planeta, habian perdido toda su humanidad y solían morir precozmente. Se trataba de personas que carecían de toda esperanza, quizá nadie les esperaba o habían perdido su casa y su familia, en cualquier caso no compartían con los demás la esperanza de que un dia volverían a reunirse con sus seres queridos.
De manera que para Frankl lo importante para sobrevivir a cualquier penalidad es el sentido. ¿Qué duda cabe que para un creyente que pierde un hijo será más fácil ser consolado si piensa que Dios quiso llevarselo que si no cree en nada y tiene que lidiar con la adversidad a solas?. Esta es una clave del sentido: efectivamente el sentido tiene sentido en la religión, entre otras cosas porque las religiones poseen elementos correctores, es Dios quien pone la providencia, entonces Dios, salvo en alguna variedad, acota el azar para que esa providencia no produzca más horror del imprescindible.
Pero lo cierto es que el sentido no existe, la vida, la muerte o la historia carecen de sentido y sin embargo estamos obligados a encontrarlo. Pero cuidado. porque como dice Albiac:
«todos los autoengaños, los errores, todas las mentiras que se producen en las cabezas de los hombres se producen a partir de una sola mentira básica: la de que existe el sentido , la de que existe la finalidad, porque si existe el sentido y la finalidad, todo esta justificado».
Lo que sucede cuando el sentido huye de Dios y se sitúa en la cabeza de los hombres:
«Pero cuando tú introyectas el sentido en el mundo y no tienes ya ni siquiera una voluntad trascendente que lo limite, entonces sencillamente lo que has introducido es la capacidad de matar.y un mundo con trascendencia sin Dios es el mundo del genocidio. . Si tú llegas a la conclusión de que el sentido puede ser hallado en el mundo, entonces el coste que tenga imponer ese sentido carece de importancia.
Dicho de otra manera: el sentido es algo inmanente, algo individual que cada cual ha de encontrar por si mismo. No hay un sentido en lo universal o en una trascendencia impostada.
El elemento de Ken Robinson.-
Los que leyeron el post anterior ya saben a estas horas que Ken Robinson habla de «elemento» en lugar de Ikigai. Para Robinson el elemento es un talento individual que todos tenemos y que debemos encontrar a través de una búsqueda llena de errores, crisis y de adversidades. La primera adversidad está en la escuela diseñada para cerebro técnicos y no para cerebros ensoñadores, imaginativos, emotivos o atléticos. Robinson cree que lo que da sentido a aquellos que encuentran su elemento es la pasión con la que abordan ese encuentro, no exenta de múltiples crisis que muchas veces identificamos como patologías psicológicas o psiquiátricas. En su libro da muchos ejemplos de personas que no encajaron en la escuela y desarrollaron una carrera espléndida en sus respectivas disciplinas una vez que lograron identificar su «elemento» y sacarle partido.
Sin embargo me parece que el libro de Robinson es superficial porque aborda el tema en clave de éxito (social, económico, fama, etc) y cuando cuenta estos casos el lector no sabe que en realidad esta hablando de casos extremos que han tenido éxito, pero no se dice nada de los que quedaron por el camino, bien porque su pasión no encajaba con la disciplina social que se refiere sobre todo al trabajo remunerado o bien porque pasaron la vida fluctuando de un lado a otro sin terminar de encontrar su pasión. Por otro lado hay que contar con aquellos que no tienen ningún talento especial o tienen demasiados y tienen que elegir como sucede con los generalistas
De manera que el elemento no es el Ikigai sino su versión liberal-capitalista o positivista por así decir.
Mi Ikigai.-
Tuve una educación muy buena, con buenos profesores y un Bachiller que no tiene nada que ver con el de hoy. La universidad actual es el Bachiller de entonces que formaba generalistas mientras que la universidad actual prepara teóricamente especialistas que no llegan a ser ni una cosa ni otra. A los técnicos les faltan las humanidades y a los humanistas les falta ciencia. Hay una laguna muy profunda en la formación actual de nuestros adolescentes.
A mí lo que me pasó fue que anduve dudando mucho tiempo entre la musica y la Psiquiatría, con temporadas donde predominaba una o la otra. Las dos cosas me gustaban pero no sabia las relaciones que existían entre ambas. Lo que sí sabía es que mi cerebro aprendía básicamente a través de las palabras y sin embargo no tenia una gran mentalidad lingüistica. (por eso no quedo bien en TV o por la radio (algo que aprendi mas tarde). El medio es el mensaje y mi cerebro es básicamente visual y acústico, lo que significa que son un escuchador, pues escuchar no es solamente oír lo que nos dicen, sino adelantar hipótesis sobre lo que quiere decir en realidad quién habla. Hay gente que disfruta hablando y se le entiende muy bien por su habilidad con el lenguaje con mucho vocabulario y matices, sin embargo otros somos bastante torpes para expresar en palabras lo que queremos decir pues no sabemos improvisar: por eso escribimos, pues escribir permite pensar dos veces (un flexión doble) lo que vamos a decir, mientras que el dialogo no permite reflexionar, Hablar es como el jazz, una improvisación, escribir es como una partitura, permite corregir errores y reescribir el discurso. Y escuchar a alguien es como oír musica, si consigue obtener mi atención (cosa que tampoco suelo mantener con fijeza) podemos decir que soy un buen oyente.
Y aun recuerdo cuando uno de mis maestros me dio este buen consejo. Había yo acudido para pedirle su opinión sobre mi duda existencial. ¿Musica o psiquiatría? Y él me dijo:
-Las dos cosas son de oido.
Y así descubrí mi Ikigai
Muy bonito. Casi le ha salido un cuento.
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Soy un neuropoeta
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Estimado Pacotraver Podría enviarme el ensayo número siete que no me llegó. Son muy buenas sus reflexiones!!! Muuy felices fiestas y próspero año nuevo!!! Desde ya muchas gracias Un abrazo Miguel Korenko
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https://pacotraver.wordpress.com/2022/12/17/altas-prestaciones-no-intelectuales/
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Estimado Muchas gracias por enviármelos!!!! 👍👍👍👍
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El verdadero sentido tendría que abarcar a una linea horizontal o funcional, como es la profesión, la familia, los amigos, los hobbies, y a su contraparte o linea vertical que nos trasciende, obviamente han de ser ambos encontrados para una vida con sentido. Un ejemplo mitológico seria el denostado Caín, si bien tenia una vida funcional con sentido, carecía de un proyecto de Ser, igual que este desdichado hombre que fue feliz en su entorno rural mientras su funcionalidad le aportaba una felicidad con fecha de caducidad.
Al grano, Que es esa verticalidad vital?, que es el aspecto que nos trasciende. Todos lo males humanos tienen su inicio en la metafórica historia del destierro de Adán y Eva, o la toma de conciencia de nosotros mismos «Autoconciencia», lo que supone un largo y extenuante viaje de retorno al inicio o paraíso perdido; donde cada individuo independientemente de sus circunstancias suma o resta. Suma cuando en la adversidad sabiéndolo o sin saber pone su corazón en mejorarse el y su entorno, y resta cuando esa misma adversidad lo vuelve resentido y vengativo, hasta el punto de caer en el Nihilismo. Cuestión de interpretar el destino, en tanto el sufrimiento humano esta garantizado, lo que permite ambas interpretaciones; aunque me quedo con la frase de Jung, «Ningún árbol llega al cielo, si sus raíces no tocan el infierno.». Ese es el sentido que nos trasciende con un Mefistófeles siempre por medio.
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La verticalidad está muy ligada a Dios y a su existencia pero es letal cuando alguien introverts ese sentido de la vida de un modo laico. No tenía Hitler una convicción de lo que era mejor para Alemania? No tenía ideales o un propósito de su existencia?
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Tostoil Lev ya delimito este espinoso asunto cuando dejo por escrito, » Mi posición es terrible, sabia que no encontraría respuestas por la vía racional, salvo la negación de la vida, mientras que en la Fe no encontraría nada salvo la negación de la razón, que es menos plausible que la negación de la vida.».
«La solución final», algo que puede servir como patrón para una verticalidad laica que dota de sentido, algo que solo esta al alcance de aquellos individuos que se sitúan como jueces supremos de la realidad que la condenan como algo defectuoso. Vista la broma macabra de la existencia que tanto dolor y sufrimiento trae, imposible de digerir, es hasta lógico y comprensible los arrebatos que llevan a soluciones finales en hombre fuertes y consecuentes con ideales. Ellos son nuestros Caínes Laicos, que mas que intentar contrariar al creador, lo hacen a la vida. Ahora bien estoy seguro que hubo uno o varios momentos antes de convertirse en jueces supremos que pudieron decantarse por una Transformación vertical ética y humanista versus el Nihilismo. Nos encontramos pues con el mismo dilema, un sentido vertical que trasciende al individuo y unas decisiones que condicionan el futuro.
Señor Traver, una mujer acudió al psiquiatra y le hablo de su profundo sufrimiento, tanta desdicha y problemas con los que se había encontrado le llevo a un curioso razonamiento, es culpa mía o es culpa de Dios?; por que si es culpa mía, puede que sea capaz con su ayuda de hacer algo al respecto, pero si es culpa de Dios, entonces estoy condenada.
En la obra de Goethe, Mefistófeles aparece como el eterno adversario del Ser. » Soy el Espíritu que siempre niega, y con razón, pues todo lo que nace debe perecer, por eso seria mejor que nada naciera. Así pues, todo cuanto llamáis pecado y destrucción, en resumen, el Mal, es mi elemento natural».
Igual de fatigosa se presenta la vida al ser humano que ha dado la espalda a su naturaleza que es religiosa «Jung», atraído por la materia. Que le queda?, pues exactamente lo mismo, Transformación o Nihilismo, o lo que es igual :
Ser o no Ser, no es acaso esa la cuestión?.
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Lo auténticamente contradictorio del sentido y propósito Laico, y mas si cabe si es letal, es que siempre va acompañado de una fuerte intensidad religiosa que apunta a su verticalidad y, es que esos actos con significado solo alcanzan a la materia que aparece y desaparece sin mas. Es esa negación del Espíritu, del retorno, de lo celeste, donde todo solo es materia, donde la razón se muestra como el mejor aliado, dotándole la coartada necesaria que libera su conciencia de la culpa y el remordimiento. Cae bajo la Ley de Mateo, » Al que tiene se le dará, y al que no tiene, lo poco que tenga se le quitara.».
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