Liminaridad y alta variabilidad


La alta variabilidad es una piedra angular para entender porque un proceso no sigue un patrón preciso. Y nuestra intención es realizar los procesos de manera que los resultados sean repetibles, si no sabemos como hemos llegado hasta ahi, no podremos conseguir el mismo resultado de forma predecible. De hecho lo más probable es que no lo hagamos. (Javier G. Recuenco)

Me pasa a veces que paseando por la calle me para alguien y me pregunta si soy yo, le digo que si, y él o ella se presenta y me pregunta ¿Se acuerda de mí? Cuando me preguntan eso ya sé que se trata de un ex-paciente. Suelo decirle que vagamente, pues vagamente es mi recuerdo de esa persona en concreto. Entonces él me cuenta y poco a poco voy recordando, hasta que en un momento determinado me dice. «Gracias a usted no estoy muerto». Bueno, es una exageración pues no soy cirujano pero lo acepto como un cumplido. Algo hice bien con ese paciente determinado, el problema es que no sé qué demonios hice bien, porque si lo supiera podría repetirlo e incluso patentarlo.

Lo cierto es que cuando tengo este tipo de encuentros me paso varios días reconstruyendo lo que me queda de recuerdo y poder así poner en orden mis ideas relativas a la terapia que llevé a cabo en su día. Como me ha pasado varias veces en mi vida, he llegado a una conclusión provisional: hiciera lo que hiciera fue algo banal que por alguna razón tuvo un impacto imprevisible en ese paciente. Y al contrario, me sucede a veces que también me encuentro con otros a los que por desgracia no pude ayudar y con los que invertí mucho tiempo y esfuerzo sin resultados o con resultados paradójicos. Y es por eso que mi impresión es que el cambio es algo que se produce a partir de ciertas llaves articuladas en palabras, juicios o acciones y no de grandes parrafadas o extravagancias psicoterapéuticas. El cambio es como una tecla no necesariamente afinada, el problema es que no sabemos cómo suena.

No cabe duda de que vivimos en un entorno liminar, lo que significa que lo viejo aun no ha desaparecido y lo nuevo no acaba de despegar. Un periodo de incertidumbre que tiene consecuencias políticas, sociales y de mentalidad y sufrimientos mentales que algunos han llamado fronterizos precisamente porque parecen comportarse como a medio camino entre las nosotaxias clásicas y su difícil ubicación nosológica. Es por eso que hoy necesitamos una nueva nosología psiquiátrica que de cuenta de estas nuevas patologías, no basta con ubicarlas en el panorama ya antiguo de neurosis-psicosis, necesitamos una nosotaxia que contemple ese espacio de alta variabilidad que representan las enfermedades mentales. Y la Psiquiatría -s su vez es también un espacio limonar. Yo mismo también lo soy.

Para entender mejor qué significa esto de los espacios de alta variabilidad, voy a poner un ejemplo que procede del debate que hoy mantienen los políticos sobre la prostitución. En la prostitución -como en el aborto- existen dos corrientes principales: los abolicionistas y los legacionistas.

Los abolicionistas creen que la prostitución es algo que envilece a la mujer (pasando por alto que existen también hombres que la ejercen), lo consideran un mal en sí mismo, algo así como una lacra que atenta contra la dignidad humana y que expresa una violencia del hombre contra la mujer. Los legacionistas creen que la prostitución es inevitable y proponen legalizarla, es decir regularla, de tal modo que sea considerado un trabajo como cualquier otro, con sus deberes fiscales y recaudatorios con los beneficios de un empleo cualquiera, con sus horarios, vacaciones y asistencia médica convencional a cargo de la seguridad social.

Y luego estamos los que pensamos de una forma liminar y aunque los tres grupos estaríamos de acuerdo en que la trata de personas es intolerable y ha de ser perseguida por la policía y la ley, del mismo modo que los otros grandes negocios como las drogas o las armas, pensamos que las dos soluciones anteriores no resuelven el problema sino que lo sitúan dicotómicamente en dos opciones: o abolir o legalizar. Ni los argumentos morales ni los argumentos utilitarios sirven para reunir consensos entre la población.

Pprque la prostitución es un espacio de alta variabilidad. ¿Qué significa eso?

Significa que la mayor parte de las prostitutas no encajan en un modelo estandar de procesos, solo una minoría podría pertenecer a «prostitución forzada por proxenetas», que «raptan, engañan o esclavizan a las prostitutas que vienen del este». Existen otros modelos de prostitución, sin negar que este modelo siniestro existe realmente:

Por una parte están las prostitutas que ejercen la prostitución durante un breve periodo de tiempo con el fin de permitirse compras, o caprichos, a veces incluso buena parte de sus estudios. Existen también prostitutas que no cobran directamente dinero sino que son capaces de irse a la cama con quien le mande aquel que ejerce sobre ellas cierto antecedente de autoridad, no habría intercambio económico sino de favores o de incentivos de una u otra forma. Existen prostitutas que ejercen para pagarse una drogadicción o pagársela a algún familiar, hijo o pareja. A lo largo de mi vida profesional he conocido muchas prostitutas alcohólicas que no querían abandonar su «trabajo» porque tenían a su cuidado un hijo sobre el que tenían grandes esperanzas educativas. Existen también las prostitutas que no saben hacer otra cosa salvo vender su cuerpo pero no debemos pasar por alto que vender el cuerpo es más rentable que fregar escaleras.Existen muchas prostitutas que han sido víctimas de abusos infantiles pero también existen aquellas que descubren que tienen algo que los hombres buscan y que están dispuestos a pagar de una forma u otra, muchas veces estas mujeres son las mismas: las abusadas precozmente y las que se acoplan perfectamente al deseo masculino.Sin olvidarnos de las hetairas, esa especie de prostituta sagrada compañera de un gran hombre.

Existen pues cantidad de supuestos que abarcan varias categorías y por eso hablamos de «alta variabilidad», algo parecido sucede con las clasificaciones de enfermedades mentales.

Supongamos una enfermedad llamémosla A, que tiene tres síntomas a, b, c. Supongamos otra enfermedad llamémosla B que tiene tres síntomas d. e y f, y otra enfermedad llamémosla C que tiene tres síntomas g, h e i.

¿Qué sucede si un paciente presenta los síntomas a, d y h?

Esto no es nada raro en la práctica, pues lo que sucede en la realidad es que existe una hibridación entre síntomas de distintas enfermedades, así puede haber una esquizofrenia con síntomas depresivos, un TOC con síntomas esquizofrénicos o un trastorno de la alimentación sin deseo de adelgazar (anorexia sin anorexia). No es solo la hibridación de síntomas de una y otra serie sino que casi todos los pacientes son atípicos, esto es: no caben en las clasificaciones, las desafían, parece que no encajan en nada. Otras veces -sin embargo. lo que sucede es que existe comorbilidad, es decir el paciente puede ser diagnosticado de varias enfermedades A, B y C.

El lector sagaz podría entonces preguntarse.¿Entonces de qué sirven las clasificaciones? No me cabe ninguna duda de que la psiquiatría clásica identificó buena parte de estas patologías en una época donde estas patologías aparecían por así decir limpias y forman parte de la heurística médica, es por eso que un medico puede diagnosticar por lo que predomina pero en realidad no puede estar seguro de cómo evolucionará una patología psiquiátrica ni por supuesto que tratamiento irá mejor si no es capaz de pensar fuera de la caja, es decir si cree que esa nomenclatura responde a una realidad fáctica. De manera que lo que está por hacer es una nosología centrada en los síntomas y no en entidades que sólo existen supuestamente.

Los psiquiatras no nos hemos inventado las enfermedades mentales como sostienen algunos radicales sino que las hemos conceptualizado y descrito para poder identificarlas después. El error es creer que estas enfermedades son entidades naturales y no construcciones que cada época se ocupa en rellenar según su Zeitgeist. Lo que sí es verdad es que la conceptualización de una patología opera como un atractor frente al sufrimiento, del mismo modo que la secuencia de una melodía nos permite anticipar lo que vendrá después. Es como si nuestro cerebro estuviera diseñado para completar lo incompleto y adelantar hipótesis sobre lo que va a suceder, algo que nos sucede frecuentemente a los que tenemos cierto entrenamiento musical. Del mismo modo que la tonalidad musical, los conceptos operan como atractores, no son neutrales.

«Aprendemos por experiencia a asignar todos los tonos a un conjunto reducido de categorías. La gente que fundamentalmente escucha música occidental tiene «compartimentos» mentales con etiquetas metafóricas tales como «segunda mayor» o «tercera mayor». Mucha gente, por supuesto, ni siquiera sabe qué significan eso términos, pero llegan a reconocer las relaciones tonales entre las diversas notas de una escala. Nuestras facultades cognitivas «colocarán» en un determinado compartimento cualquier tono lo bastante cercano al intervalo «ideal» de ese compartimento, de la misma manera que dividimos otra secuencia ininterrumpida como es el espectro cromático en fracciones a las que catalogamos «azul», «rojo», etcétera. No es un problema de hacer oídos sordos a las sutiles diferencias tonales. Si una tercera mayor, pongamos, está ligeramente desafinada, nos damos perfecta cuenta; lo que ocurre es que la clasificamos como tal y no como una nota completamente nueva y desconocida. Nos basta saber cómo «debería» haber sonado”.

“Este fenómeno se ha demostrado haciendo que unas personas escuchen unos intervalos armónicos que van aumentándose con pequeñas adiciones microtonales; por ejemplo, pasando gradualmente de una tercera menor a una mayor. Los oyentes experimentan el cambio como si fuese repentino, no gradual: lo que en un momento dado se oye como una tercera menor ligeramente sostenida se convierte, en virtud de otro pequeño aumento, en una tercera mayor abemolada. El fenómeno parece ser connatural a nuestra forma de procesar el sonido; la misma transición brusca se observa, por ejemplo, cuando dos sílabas distintas, como «da» y «ba», se manipulan electrónicamente para que una se transforme paulatinamente en la otra. Una analogía visual sería el efecto que producen ilusiones ópticas como el cubo de Necker, que salta de una interpretación a otra sin detenerse en el medio. El cerebro humano no tolera la ambigüedad”. (Phillip Ball, el instinto musical)

Del mismo modo los abolicionistas o legacionistas de la prostitución pueden creer que la prostitución se acabaría prohibiéndola o multando a los clientes. Algo difícil de creer después de comprobar que las multas que se han llevado a cabo durante los confinamientos en la pandemia han sido recurridas y los tribunales han dictaminado a su favor. También está prohibido el botellón (beber en la calle) y no hay manera de acabar con esos escándalos en las plazas de ciertos lugares. Dicho de otra manera: las multas a los clientes serían jurídica y políticamente imposibles. No vivimos en China. legalizar la prostitución sería entregar el negocio directamente a los proxenetas que pasarían de estar emboscados a ser parte del negocio siendo los titulares del cotarro.

Pero si las prostitutas son las víctimas de este negocio qué pasa con los clientes? ¿No tendrán ellos también algún trauma asociado? ¿Es normal ser putero?

En realidad hay hombres deprivados sexualmente, esos que informalmente llamamos el omegarcado, se trata de hombres con escaso atractivo, enfermos, o inválidos que solo obtienen algún tipo de refresco afectivo en su trato con prostitutas.Como es bien sabido las oportunidades sexuales están mal repartidas debido a la casi abolición de la monogamia y los distintos intereses reproductivos entre hombres y mujeres. esto hace que la deprivación sea mayor en los hombres que en las mujeres, lo cual es una de las desigualdades intolerables para algunos que acumulan rencor frente a ellas. Todo el mundo sabe que los hombres tenemos mas necesidades sexuales que las mujeres en promedio y tambien sabemos que los machos alfa acumulanía mayor parte de los coitos y con mayor variabilidad. Esta es la razón evolucionista de porqué hay más prostitutas que prostitutos y de los prostitutos la mayor parte son clientes tambien de hombres.

Dicho de otra manera: la prostitución es una forma de equilibrar el mal reparto de mujeres (Bataille)

La pregunta que ahora propondría seria esta:

¿Como podríamos entonces arreglar este asunto?

No podemos hacerlo salvo favoreciendo el negocio de otros, sean las mafias o el Estado, lo mejor es propiciar que las mujeres ejerzan la prostitución libremente.

Los problemas complejos empeoran cuando tratamos de resolverlos utilizando herramientas procesuales o jurídicas -calcadas de lo moral- y basadas en un dictamen de culpable/inocente-

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