Antes de abordar el siguiente mito del psicoanálisis hemos de considerar las diferencias que existen entre estas tres palabras relacionadas entre sí:
Sexo, es binario. o se es hombre o se es mujer algo que viene determinado por el sexo cromosómico XX, o XY. Existen estados intermedios que son siempre averías como la hiperplasia congénita de la cápsula suprarenal o la desensibilización de los receptores de la testosterona. Dicho de otra forma, los estados intermedios son patologías médicas.
Sexualidad, es una estrategia reproductiva que inventó la evolución para mejorar el rendimiento de las especies y supone una superación de la reproducción asexual. La reproducción sexual tiene ventajas sobre la asexual: el portador lleva siempre dos pares de juegos de genes a fin de minimizar el impacto del estropicio de un gen del juego completo heredado de parte de un progenitor.
La sexualidad no es lo mismo que el erotismo, o los gustos eróticos y no hay que confundirla con ellos, el erotismo es una sexualidad plus que está relacionada con la belleza y la fealdad, lo sublime y lo monstruoso. Lo cierto es que si los encuentros sexuales no fueran divertidos y placenteros ya nos hubiéramos extinguido como especie, pero vale la pena recordar que la sexualidad está al servicio de la reproducción.
Sexuación, es el efecto hormonal sobre el cerebro (ya en época fetal) y sobre el cuerpo. Se trata de la instalación de caracteres secundarios y terciarios. Ambas dependen de la testosterona pero la sexuación cerebral sigue una vía metabólica distinta (vía de las aromatasas) a la vía corporal que sigue la vía de la alfa-reductasa.
Como resultado de todo ello: un feto varón es el que durante su época fetal recibe testosterona procedente de sus testículos y de los ovarios y cápsulas suprarenales de su madre. Un feto hembra está deprivado de testosterona, pero no del todo, puesto que su madre puede segregarla a partir de sus ovarios y cápsulas suprarenales. Y más aun si padece de ovarios poliquísticos.
Dicho de una forma más clara: la sexuación comienza en el embarazo y la testosterona construye cerebros orientados hacia lo masculino y hacia lo femenino, mas allá del sexo cromosómico aunque casi siempre congruente con él. Pero vale la pena no ser dicotómico en este punto pues puede haber un espectro desde la masculinidad hasta la femineidad, recuerde el lector que no estamos hablando de sexo sino de sexuación.
La bisexualidad.-
Como todo el mundo sabe Freud solía decir que la libido es bisexual. Personalmente no estoy de acuerdo con ello por la razón de que masculino o femenino en el cerebro no necesariamente significa bisexual. Esta palabra la empleamos para la sexualidad adulta ambivalente, cuando un hombre o una mujer se sienten atraídos indistintamente por ambos sexos. Pero esto no sucede en la infancia, donde a pesar de la sexuación del cerebro, la sexualidad aun no se ha establecido. No es lo mismo decir que la libido es bisexual que decir que la libido está indiferenciada hasta la pubertad admitiendo la palabra libido como sinónimo de energía potencial.
Dicho de otra forma la sexualidad no se establece hasta la pubertad a pesar de que el cerebro está ya sexuado al nacer.
¿Qué significa esta aparente contradicción?
La medida «digit ratio» es la relación que existe entre el dedo indice y el dedo anular, como es bien sabido es una medida de exposición fetal a la testosterona, sin embargo este parámetro no tiene nada que ver con la orientación sexual, ni con la morfología corporal ni con la identidad sexual. Se ha investigado y deducido que el único parámetro que correlaciona con la digit-ratio es la elección de profesión o de intereses de juegos o preferencias. Significa que la sexuación cerebral se manifiesta precozmente en este tipo de elecciones pero no predice la orientación sexual futura; tiene más que ver con la preferencia de deportes, camiones, pelotas y juegos de contacto en chicos de corta edad y de juegos que impliquen diálogos sociales, muñecas en las niñas o ropa, así como la elección posterior de profesiones de cuidado en ellas y la preferencia por elecciones de mecánica en ellos. Cuidar, nutrir o enseñar, así como mentalizar es señal de un cerebro femenino mientras que saber cómo funcionan las cosas, o el pensamiento sistemático es mas frecuente en los niños pero sigue sin predecir orientación sexual.
Un error en el que se cae con frecuencia es pensar que si una niña desarrolla gusto por las pelotas, los camiones o el atletismo es porque es masculina, del mismo modo se piensa que un niño que rechaza los deportes de contacto, los juegos que implican retos o el gusto por la danza es porque es femenino. Se trata de una falacia bien instalada en nuestro pensamiento que confunde sexualidad con sexuación y de donde proceden los estereotipos sexuales que originalmente era sinónimo del género..Un hombre puede tener un cerebro femenino, o una chica puede tenerlo masculino pero en realidad lo que tienen ambos más frecuentemente es un termino medio, multidimensional, es decir un cerebro balanceado. Los extremos existen pero son poco frecuentes.
De hecho hay pruebas para sostener que la cultura humana (el medio ambiente) conspira para llegar a un cerebro donde los rasgos masculinos y femeninos encuentren un equilibrio y cada vez más los rasgos robustos -que puntúan virilidad radical- en los hombres son menos frecuentes, así como -del mismo modo- sucede en las mujeres: la pasividad o la sumisión radicales son cada vez menos frecuentes, Por decirlo en términos jungianos, parece que el balanceo equilibrado entre el animus y el anima es cada vez más la norma que la excepción, muy probablemente porque nuestra especie camina hacia una autodomesticación cada vez más refinada.
De manera que no somos bisexuales en potencia sino que venimos cableados para ser masculinos o femeninos en un continuo o espectro, entendiendo como masculinos o femeninos a ciertos intereses que están relacionados con la testosterona a la que estuvimos expuestos durante la época fetal.
Ahora bien la exposición a la testosterona no debe contemplarse como algo determinista, porque durante la infancia el niño o niña va a seguir este proceso de masculinización o feminización a través de las identificaciones. Y es el momento para decir que el cerebro e un niño es muy plástico y por tanto muy vulnerable a los modelos con los que se relaciona y muy sugestionable a lo que se le dice, por no hablar de la propaganda que un niño tiene que digerir durante su infancia y en determinados ambientes.
Las identificaciones no son lo que ahora se llama identidad que en cualquier caso es algo ilusorio. las identificaciones son trazos de modelos originales que nos resultaron atractivos (o que nos aterrorizaban) pero de baja definición que mudan con el tiempo, que pueden modificarse, permutarse, cambiarse, abandonarse y sustituirse por otras.
¿Por qué nos identificamos?
Freud pensaba que la identificación era un mecanismo de defensa, una manera de conseguir un estatus distinto y usualmente mejor del que nos atribuimos. Nos identificamos con aquello más grande, más fuerte, más bello, más inteligente, más completo que nosotros mismos, nos identificamos con aquello que nos gusta, admiramos o nos resulta atractivo. Nos identificamos porque tenemos miedo, porque nos sentimos en déficit, incompletos, torpes, idiotas o rechazables, nos identificamos con alguien, alguna cosa, alguna idea que nos hace sentir mejores personas. La identificación, sin embargo no es la identidad, sino que es mutable pero a veces ocupa mucho lugar en la mente uy entonces puede entrar en conflicto con otras identificaciones, puesto que la identificación siempre es múltiple y simultánea, a veces incompatible con otras pero siempre de baja definición, pues no cambia la realidad. la persona sigue siendo la misma se identifique con quien se identifique pues todos los elementos del sistema son intercambiables.
Sobre la identidad e identificaciones seguiré hablando en mi próximo post sobre el siguiente mito: el complejo de Edipo, pero me gustaría terminar éste dando mi punto de vista sobre la identidad:
La identidad sexual no existe, se trata de un artificio, de algo ilusorio, no es algo que nos viene de serie, sino algo que se construye poco a poco con en la vida. La identidad es un taburete de tres patas: el cuerpo (la ipseidad o mismidad), el nombre y el linaje. Algo relacionado con la filiación que abordaré en la próxima entrega.
Gráfico de rasgos conductuales ligados a la exposición de testosterona en útero:

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