Cuando supe que Jose Errasti y Marino Perez habían escrito un titulo tan sugerente y explicito me sorprendí e inmediatamente me puse en lista de espera en Amazon para ser de los primeros en obtenerlo. El día 2 de Febrero se puso a la venta e inmediatamente se terminó la primera edición. De manera que tuve dos sorpresas, la primera que Errasti y Perez -académicos de la universidad de Oviedo- tuvieran la osadía de meterse en semejante berenjenal y la segunda, la gran acogida que ha tenido el libro.
Y digo berenjenal porque el tema es de esos que se encuentran incluidos en el catálogo de temas «prohibidos» y censurados -más en la universidad- por eso que se ha venido en llamar «buenismo» aunque yo prefiera la idea de Gustavo Bueno de «pensamiento Alicia», criticar la teoria queer y sobre todo los metodos que se utilizan para inducir cambios de sexo-genero en personas que aun no han desarrollado un sentido critico sobre sí mismos, es algo así como una herejía que se condena con el pecado de transfobia. De eso hablé en este post reciente a propósito del libro de Abigail Schrier que aborda el mismo tema desde una óptica distinta, en este caso periodística.
Errasti y Perez sin embargo hacen un trabajo mucho más sistemático y enfocan el problema desde distintos y diversos ángulos ofreciendo al lector un panorama enriquecedor sobre el fenómeno que nos ocupa que no es otro sino averiguar qué esta pasando en nuestra cultura para que determinadas prácticas alejadas de la cordura y próximas al desquicio hayan tenido tanto soporte, político, jurídico, y mediático en todo occidente.El libro contiene un prologo de Amelia Valcárcel, catedrática de filosofía moral. feminista y miembro del PSOE, la mentora real de este proyecto.
Siempre he pensado que cuando un libro tiene tanto éxito, incluso antes de salir es porque hay un lobbye detrás que lo apoya y no lo digo en tono de critica, sino en términos explicativos del fenómeno editorial de esta obra, que a mi parecer ha tenido un éxito inesperado incluso para los propios autores. En mi opinión (y más abajo explicaré porqué) hay dos preguntas que me han venido a la mente después de leer los primeros capítulos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes de que en España se promulgaran leyes en todas las CCAA respecto a los aspectos legales del cambio de sexo-género?, ¿No es un poco tarde para el debate? Bueno, se podrá decir que más vale tarde que nunca, pero yo creo que esta oportunidad de critica a la teoría queer tiene que ver con el hecho de que el lobbye feminista (PSOE) se ha puesto las pilas al caer en la cuenta de que el movimiento queer (Podemos) les estaba metiendo demasiados goles. Efectivamente, el movimiento queer es el principal enemigo del feminismo, debe ser por eso que Amelia Valcárcel no duda en calificar la ideología queer como delirante.
A mi me parece que es indiscutible que lo queer procede -es una nueva vuelta de tuerca- una disidencia (LGTBIQ) del feminismo y el feminismo lo es del liberalismo y así se lo hice saber al propio Errasti que no tuvo más remedio que aceptarlo si bien arguyó que la igualdad alcanzada entre hombres y mujeres tenia muchas cosas que agradecerle al feminismo. Para mi es dudoso que el feminismo haya contribuido a todo lo que se le adjudica, hay en el feminismo mucha autosatisfacción y revisionismo histórico, hoy mismo he leído que incluso el voto femenino que se les atribuye a las sufragistas, en realidad es una falsificación histórica y el mérito debería de haber recaído en los laboristas ingleses.
Cuando se buscan explicaciones al éxito que ha tenido este fenómeno se pasa revista a los sospechosos habituales y uno de ellos es el colonialismo que explicaría parte de la ideología woke que sustenta en el fondo a todas estas extremas formas de pensar rayanas en el gnosticismo y en la dualidad cartesiana. El colonialismo habría dejado en el imaginario occidental una especie de culpa difusa y transgeneracional que explicaría nuestra tendencia a sentirnos culpables cuando detectamos que alguna persona, por su raza, sexo o condición sexual pueda ser discriminado. Personalmente no creo en esta idea, por la misma razón que no creo en el pecado original. No traemos una culpa cuando venimos al mundo ni somos responsables de lo que hayan hecho otros de nuestra estirpe. Conozco muchas personas descendientes de negreros, de asesinos de la guerra civil y no he observado en ellos vestigio alguno de culpa. Cada uno es culpable solo de lo que hace pero no es culpable de lo que hicieron sus antecesores. Ese es un argumento que blanden con frecuencia algunos dictadores sudamericanos y antifas al acusar a España de todos los males que se perpetraron después de la salida de España de su Imperio.
En realidad el colonalismo tiene cierta influencia en el rumbo de tomó el liberalismo en el siglo XX, cuando se terminaron las colonias se terminó la opulencia -los altos salarios, que jugaron en contra de la izquierda- en Europa, mientras tanto liberales y socialdemócratas se turnaban en el gobierno, hasta que estos últimos ya no tenían nada más que ofrecer, las colonias estaban ya esquilmadas. Por eso suele decirse que el liberalismo tiende a la izquierda y los socialdemócratas tienden al populismo de fachada comunista. En cualquier caso existe una síntesis progresista que incluye a todos los partidos sean de izquierda o de derecha y que comparten agendas culturales. De manera que la culpa -de existir- es debida a la opulencia. Estas cosas solo pueden pasar en sociedades opulentas.
Otro sospechoso habitual es el neoliberalismo o mejor el capitalismo neoliberal. Yo cuando oigo a palabra «neoliberal» me viene a la cabeza la foto de las Azores con Aznar enmedio de Blair y de Bush. A nadie se le ocurriría pensar en el actual presidente del gobierno. Es socialista, dirán. Pero lo cierto es que tanto el PP como el PSOE son partidos liberales, no sé si «neo», pero seguro que son liberales y capitalistas. Hasta China y Rusia son capitalistas aunque sean profundamente anti-liberales, como sucede en todos los países de la órbita árabe por teocráticos y en otros del cono sur y centro americanos, por comunistas como Corea del Norte y por tanto profundamente antiliberales aunque se piensen democráticos y haya elecciones de vez en cuando. De manera que estoy de acuerdo con Errasti en que el liberalismo es la variable critica de inicio de todo este galimatías. Obviamente no hay fenómenos queer en Arabia Saudita, China o Rusia y solo Iran permite las intervenciones de cambio de sexo, aunque mantiene la prohibición de la homosexualidad. Dicho de una manera muy clara: estos fenómenos son propios de las sociedades liberales desquiciadas, woke, pero no tienen nada que ver ni con el capitalismo ni con el libre mercado. Más bien parece que la diseminación de las oportunidades de ser (y tener) es un fenómeno inducido por el Poder tal y como decía Foucault.
Otra cosa que me ha sorprendido del libro de Errasti y Perez es la explicación de que el sexo es algo que no puede desligarse de la reproducción. Un capitulo entero pasan a explicar las razones biológicas de este proceso de determinación cromosómica y genética, pero lo que me ha llamado mucho la atención es que las palabras «mujer», «reproducción» salen en muchas ocasiones, pero solo una vez «hembra» y ninguna vez «madre». Es como si la palabra «madre» hubiera sido repudiada (forcluida) del texto, como si la reproducción humana no tuviera soporte en las madres, como si no existiera. Efectivamente el sexo tiene como propósito la reproducción pero no es su causa.
Se trata de algo ya conocido a partir de los estudios de Konrad Lorenz y cuyas ideas puede el lector escarbar aquí. Por la misma razón comemos para nutrirnos pero el hambre no es la causa de la alimentación sino su propósito. Significa que «comer» es algo que tiene varias derivadas, celebrar, compartir, el placer de comer, estar con amigos, etc. Del mismo modo el sexo es el propósito de la reproducción pero no es el único fin como todos sabemos, pero lo que es cierto es que cuando la comida y la nutrición o el sexo y la reproducción se divorcian pasan cosas verdaderamente desastrosas para los individuos, algo así como si una puerta perdieran los goznes y no pudiera girar en torno a su marco, deja entonces de ser una puerta y pasa a ser un trozo de madera.
Y no cabe duda de que la opulencia alimentaria es la explicación de los trastornos alimentarios y de su contagio. No hay trastornos de este tipo en el tercer mundo y si hambrunas y no es necesarios apuntar que la opulencia está relacionada con el liberalismo entre otras cosas, como por ejemplo la dificultad de adquirir una identificación de mujer en un mundo donde la maternidad es el chivo sacrificial. Por la misma razón el sexo se ha independizado de la reproducción y este divorcio tiene consecuencias prácticas de doble filo, por un lado propicia que algunas mujeres lleguen a ser catedráticas y por otro lado dsminuye la natalidad hasta el punto de que los nacidos ya no pueden reemplazar a los que se mueren. España es uno de los países con menor natalidad de Europa.
Un capitulo muy divertido es el que dedican a Judith Butler a quien se le atribuye la maternidad de la ideología queer y a Paul B. Preciado un trans de mujer a hombre que es tan ilegible como la anterior, una especie de analistas lacanianos donde el discurso parece haber fagocitado a los argumentos racionales y a la utilización práctica de aquellos que sin duda existen: los disconformes o los que sienten incongruencia de genero.
En conclusión: un libro seminal escrito desde la izquierda pero que tiene una lectura transversal.
Nota liminar.-
El feminismo político entra en guerra con la ideología queer de Irene Montero sin hacer critica alguna de sus orígenes comunes.