Empatía y melancolía (XXVI)


Linea Hajnal

Es seguro que usted habrá visto películas del genero «hawaianas». Me refiero a aquellas películas de barcos que llegan a islas del pacifico y inmediatamente eran recibidos por muchachas jóvenes poco vestidas que salían a recibir a los viajeros en canoas mientras canturreaban y trepaban por el barco rodeando el cuello de los visitantes con guirnaldas de flores para acabar incluso formando parejas estables con algunos de ellos.

Esta forma de hospitalidad confiada no es en absoluto universal pero quizá esté representando un extremo de la pro-sociabilidad humana, que al menos está tan distribuida como la desconfianza y la xenofobia (el temor al extranjero) en otros grupos, como sucede en Nueva Guinea. Es de suponer que estamos hablando de un altruismo que va más allá de lo étnico. El altruismo de grupo no necesita explicaciones y es probablemente la forma de empatía más antigua desde el punto de vista ontológico según Peter Frost. Cuidamos de los nuestros porque les consideramos más importantes para nosotros que los extranjeros o los desconocidos. Un sentimiento que evolucionó de forma heterogénea en los grupos humanos y que terminó por incluir a los no emparentados entre sí como objeto de cuidados simplemente por el hecho de ser considerado un humano, un semejante. Es el tipo de empatía que nos lleva a socorrer a un herido en la vía pública o a ayudar a una viejecita a cruzar la calle. Le podemos llamar compasión.

En el post anterior indagué sobre las relaciones que mantiene la empatía con la bondad pero es obvio que dejé algunas cosas en el tintero y así me lo han hecho saber algunos lectores a través de mi email. Efectivamente la empatía no es siempre algo malo, es como el colesterol, tiene una parte buena y una parte buena. Pero para empezar con algo sólido quisiera decir que la empatía contiene al menos tres dimensiones y que no todas las empatías son iguales. Por ejemplo, es poco probable que las hawaianas fueran empáticas tal y como nosotros entendemos este sentimiento hoy. Es muy probable que su empatía fuera primitiva y se limitara a ofrecer guirnaldas, regalos o sexo a los viajeros pero nada más allá de eso.

El segundo tipo de empatía es la cognitiva, es ese entender las razones del otro que guía a los terapeutas y profesionales de las ciencias humanas dedicadas a la ayuda por ejemplo. Es un tipo de empatía que nos permite entender pero no recluta emociones duraderas o intensas del otro. Pero también a los psicópatas. Un psicópata sabe cómo elegir a sus victimas y lo hace gracias a tener una versión de sus necesidades y debilidades. Es por eso que hablamos de empatía fría.

Y luego está la empatía emocional o afectiva, es decir la capacidad de responder con la emoción adecuada al estado mental de otra persona.

La idea de Peter Frost es que este pack cognitivo-emocional evolucionó a partir de la compasión y evolucionó de forma dispar en las distintas culturas.

Las personas depresivas son personas que pueden estar sufriendo de un exceso de empatía tal y como conté en este post sobre la hipermoralidad.Dicho de otro modo ser demasiado sensible a las necesidades o angustia de los demás puede zanjarse con síntomas de la serie afectiva (depresión o ansiedad). Sin embargo otras patologías como el Asperger o el autismo se sitúan en el lado opuesto, carecen de empatía afectiva pero son muy hábiles para reconocer cognitivamente las necesidades ajenas.

En cualquier caso lo que propone Frost es que la empatía es un potente inhibidor de la agresividad y lo hace porque empatía es la otra cara de la culpa.

Y en este salto de la compasión hasta la empatía es muy importante comprender el papel que juegan las relaciones de parentesco que son a fin de cuentas las relaciones primigenias desde las que evolucionaron estos sentimientos mas complejos. Y plantea que hubo una selección positiva de los rasgos pro-sociales es decir esa voluntad de ayudar no solo a los parientes sino extraños que llamamos compasión o piedad. En las islas Fiji le llaman «nanoanga».

Sin embargo este deseo de ayudar a los no parientes no es incondicional (Hermann  2011), pues influyen mucho las experiencias previas en apuros del ayudador compasivo hasta el punto de que determinan si habrá o no compasión. Esta evidentemente no es la empatía afectiva a la que me refería más arriba. Los barnabanes de las islas Fiji pueden entender los apuros del viajero, ayudarle y cuidarle sin embargo no se identifican tanto con él como para hablar de una empatía total o plena. Algo característico de las culturas oceánicas al decir de Frost.

¿Cómo se pasa de la compasión a la empatía plena?

.Mientras que la compasión es frecuente en una amplia gama de culturas, la empatía total es más localizada y dispersa según culturas, de manera muy parecida a como se distribuyen la vergüenza y la culpa. Asi hay culturas de la vergüenza y culturas de la culpa. La mayor parte de las culturas utilizan la vergüenza como forma de control de la conducta individual, si otras personas te ven romper una regla te sientes avergonzado y este sentimiento se ve reforzado por la desaprobación social pero la vergüenza necesita testigos. No es así en la culpa donde no es necesario que te vean ni siquiera que rompas realmente una regla: basta con pensarlo. Es decir la culpa es predominantemente introyectiva, una internalización mental de la norma.

Al oeste de la línea Hajnal existe una cultura que se puede resumir en tres rasgos poco frecuentes en otros lugares:

  • Matrimonio tardío
  • Gran cantidad de solteros
  • Neolocalidad y familias nucleares. Abandono de la familia extensa
  • Alta circulación de no parientes en los entornos comunes.

Todo ello lleva a un patrón de parentesco débil.

Pero tanto la vergüenza como la culpa son más adaptativas cuando los lazos de parentesco son débiles y donde los equilibrios entre parientes y no parientes requieren una nivelación del campo de juego. Y parece que existe una distribución geográfica de estos vínculos que traza la línea Hajnal. En este post ya hablé de la línea Hajnal en relación con la nupcialidad, pero ahora voy a ocuparme de los efectos que tiene en la distribución de la empatía-culpa.

La empatía-culpa son muy efectivas para prevenir y hacer cumplir las reglas sociales. Si se desobedece a estos supervisores internos es al precio del auto-castigo que pasa por tres etapas, angustia, depresión y ideación o conducta suicida, pero también a formas más sutiles de auto-castigo: conductas peligrosas, dolor psicógeno, enfermedades psicosomáticas, enfermedades sin explicación médica o autolesiones.

Algo que podemos observar en el alivio que procuran algunas de estas conductas y que más probablemente encontraremos en los que se provocan autolesiones. Dicho de otra forma: el auto-castigo provoca alivio, del mismo modo que las ideas o planes suicidas o lo que se siente justo antes de intentar una acción suicida. Algo que ha sido observado y publicado por O´Connor en 2007.

Las patologías depresivas o melancólicas son menos frecuentes al este de la linea Hajnal y lo es porque es menos frecuente que la depresión proceda de la culpa empática y no suele llevar al suicidio sino a veces al homicidio tal y como nos legaron los psiquiatras franceses que trabajaron en Argelia.

En este país el riesgo de un melancólico no es el suicidio sino el homicidio (Fanon 1970).

En conclusión: la empatía no es un sentimiento universal y se halla en relación con la vergüenza y la culpa. Sus excesos generan no poca patología psiquiátrica del orden de los trastornos afectivos y su defecto afectivo están relacionados con la psicopatía. Ciertas culturas que no han alcanzado este nivel de culpa como regulador emocional pueden recurrir al asesinato cuando se encuentran deprimidos al contrario de lo que pasa con los ciudadanos europeos. Del mismo modo puede explicar en nuestra cultura la frecuencia de los suicidios ampliados, es decir en aquellos casos donde un padre o madre se suicida después de asesinar a sus hijos.

Bibliografia.-

P. Frost: Evolución de la empatía.

O’Connor, L.E., J.W. Berry, T. Lewis, K. Mulherin y P.S. Crisostomo. (2007). Empatía y depresión: el sistema moral en sobremarcha, en: T.F.D. Farrow y P.W.R. Woodruff (eds). Empatía en Enfermedades Mentales, (pp. 49-75). Cambridge: Cambridge University Press. 

http://www.eparg.org/publications/empathy-chapter-web.pdf

Hermann, E. (2011). Empatía, etnia y yo entre los barnabanes en Fiji, en D.W. Hollan, C. J. Throop (eds). La antropología de la empatía: Experimentando la vida de los demás en las sociedades del Pacífico, (pp. 25-42), Nueva Yo

 
Fanon, F. (1970). Les damnés de la terre, París: Maspero

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