La libido (II)


La nube urobórica de su majestad el niño

Aquellos de ustedes que leyeran el post anterior ya tendrán a estas horas una idea bastante mas exacta que la que traían de serie sobre la libido, recapitulando, la libido es sexual, es móvil, tiñe las relaciones interpersonales y está ligada al cuerpo a través de vórtices llamados zonas erógenas.

Si la libido en origen es cuerpo (además de vinculo) es obvio que irá cambiando de lugar y modificándose siguiendo el neurodesarrollo del niño, la libido es pues proceso. Hablamos en el post anterior del primer estadío: el circulo urobórico que Javier Arenas ha descrito como el huevo.

Pero el destino de un huevo es siempre romper la cáscara, bien sea desde dentro (por los picotazos de propio polluelo) o bien desde fuera. El huevo se rompe y el niño comienza a abandonar ese estadío primigenio paulatinamente, primero gateando, después poniéndose en pie y deambulando, agrandando su influencia sobre su entorno, ensayando su poder.

Es importante comprender que aunque hablemos de estadíos no se trata de peldaños  que con descansillo o sin él, se deduzca que haber alcanzado un peldaño signifique perder las coordenadas del anterior, un niño aprende a caminar y ahí se abre un hito, pero caminará y explorará su ambiente para volver al huevo cuando las cosas se pongan difíciles. Freud habló de puntos de fijación de la libido: significa que nuestro paso por el huevo ha dejado marcas para siempre, la más importante de las cuales es la confianza básica, pero pueden haber otras marcas no tan benéficas.

Freud suponía que después de lo que el llamó fase oral y que aquí hemos llamado Yo urobórico venia una fase que el denominó fase anal. Freud pensaba que la boca era la zona erógena predominante en esa fase primitiva y que la comida era la forma de intercambio hegemónica en esa fase. Hoy tendemos a pensar que no es así, o no es así del todo. Pensamos hoy que el contacto fiisico es mucho más importante que la comida tal y como demostró Harlow con sus monos, también las palabras y sincronicidades. Pero antes de lo que Freud describió como fase anal suceden otras cosas.

Y lo que sucede alrededor de los 15-16 meses es que el niño comienza a moverse, a andar, o a correr. El niño -diríamos- pasa a la acción. Una acción de exploración de su ambiente, de movimientos estereotipados (abrir y cerrar puertas, abrir cajones, etc), el niño encuentra placer en el movimiento y la repetición y va descubriendo poco a poco las posibilidades de su cuerpo mientras va mejorando su psicomotricidad. Comienza también a balbucear palabras y a ensayar vocalizaciones guturales. Lo interesante del lenguaje (que aun tardará en adquirir) es que dado que el lenguaje precede al niño (siempre estuvo ahí) el niño comienza a entender ordenes sencillas y saber su nombre mucho antes de aprender a verbalizar. Dicho de otro modo y esta es una idea bien lacaniana: el niño no aprende a hablar sino que es aprehendido por el lenguaje.

El niño comprende lo que se le dice antes de saber decirlo.

Aparece paulatinamente el Yo tifónico que se refiere a la caída o ruptura del huevo. El niño ya sabe que la madre y él están separados, que son dos.

Tifón es un personaje mitológico, padre de todos los monstruos junto a su esposa Equidna y que se representa como un hombre de cintura para arriba que conserva aun la mitad del cuerpo de una serpiente.

La nube tifónica

El niño inaugura en esta fase  un cuerpo separado de la madre y lo hace de una forma especular, es decir utilizando a la madre como reflejo propio. Y con la experiencia del cuerpo propio el Yo cambia desde un estado de indiferenciación hasta la construcción de un YO corporal lo que lleva aparejado un no- Yo. El niño sabe que cuando se muerde una mano es Yo y cuando muerde una manta es no-Yo.

Pero ese otro que aparece no es un otro cualquiera, es un Gran Otro, una Madre primitiva y devoradora que es algo que sucede simultáneamente con los aspectos de cuidado y estimulación sensorial (pregenitales). El niño se halla a merced de ese gran Otro y aparece el miedo (el miedo siempre es miedo del otro) y con él las proto-emociones, la ira, el dolor, el llanto, la voluptuosidad, los eventos sensoriales de la fase urobórica (hambre, sueño, disgusto o malestar) se transforman en emociones más elaboradas alejadas del magma sensorial en que el niño navegó durante esa primer fase de separación del pleroma (I) material y ascienden hasta el sistema límbico transformándose en emociones mucho más sutiles y mentales.

El periodo tifónico abarca ciertos estados orales y las fases anales de la maduración de la teoría psiconaliíica y es bueno entender que la libido recorre el cuerpo del niño anudándose a esos ojales que llamamos orificios donde se encuentran precisamente los vórtices de sensorialidad pura que procede de una diferenciación de aquel cuerpo material y pleromático que constituía la fase urobórica. Lo que se erotiza son esos puntos de anudamiento que llamamos orificios, por este orden:

  • Boca y oido. (Comer y oir)
  • Ojos. (Ganancia de la tercera dimensión al pasar de un mundo plano a un mundo de pie y tridimensional)
  • Músculos, (movimiento y poder,

Una de las ideas fuerza del psicoanálisis es que es el padre el que separa al niño de la madre. Yo no estoy de acuerdo con esta idea, más bien creo que el padre es una figura complementaria de la madre, una madre sustituta por así decir, puesto que el niño aun no conoce la diferencia sexual y por tanto no asigna sexo a sus progenitores. Por otra parte es también evidente que la madre durante estos primeros dos años ejerce no solo una función nutricia sino también reguladora de los afectos y punitiva. De hecho las madres tienen que vigilar que el niño no se haga daño tocando o manipulando cosas peligrosas, de modo que los embriones del Superyó van configurándose durante esta etapa: el niño va asumiendo esas prohibiciones a la vez que va perdiendo interés en las actividades estereotipadas de antaño. Dicho de otra forma: Superyó no es solo padre, sino que contiene un núcleo materno que lo inaugura.

Poco a poco el niño irá perfeccionando el lenguaje (El supremo Amo o Ley) puesto que cualquier demanda ha de ser sometida a un discurso que precede y antecede al niño y es así como poco a poco la necesidad va a ser sustituida por el Deseo.

Pero eso tendrá que esperar al segundo año.

Nota.– El pleroma es un concepto de Carl Gustav Jung y que viene a referirse a ese lugar donde estábamos antes de nacer, una especie de limbo o dicho en palabras de jacques Lacan: lo Real. es decir de ese registro desconocido del que nada sabemos y nada podemos decir.

 

 

3 comentarios en “La libido (II)

  1. «El apego a pesar de ser cambiante en cuanto a las figuras que lo sostienen tiende a perpetuarse de por vida, lo que significa que nos apegamos a los objetos de nuestro ambiente de forma similar al apego que sostuvimos con nuestros primeros objetos de vinculación» Esto último me hace recordar la Autodomesticación humana, ya que para que este proceso histórico se haya dado, antes ha de haber figura de apego, primero en la relación madre-cría, y luego en la relación tótem-sujeto.

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