¿Y si la depresión no fuera una enfermedad mental?


sesgo

El cerebro puede cartografiar el cuerpo entero y el cuerpo a su vez puede mandar señales al cerebro a través de la propiocepción y del vago, pero el cerebro no puede tener una representación de sí mismo. A cambio de eso el cerebro tiene una mente que es una emergencia intangible de sí mismo.
La mente a su vez es capaz de pensar y de actuar a través del habla y la conducta. La conducta es una representación del cerebro a través de la mente y del cuerpo. Sin cuerpo no hay conducta.
El habla es una clase de conducta y a su vez opera sobre el pensamiento de una manera bidireccional. El pensamiento se articula a través del lenguaje y sus leyes semánticas.

Pero la mente no es solo lenguaje y conducta es también imagen (imaginación). La imaginación no es lenguaje sino imágenes que pueden ser evocadas a voluntad y que tienen menor definición que la realidad pero la representa perfectamente.

La conducta no es un subproducto solo de la inteligencia del cerebro sino también de automatismos programados por la filogenia, así hay conductas inteligentes y conductas estúpidas. Y conductas apragmáticas que no llevan a ningún sitio.

La función de la mente es apartarnos del determinismo puro a través de una serie de filtros destinados a enfrentarnos con la realidad. Cuando enfermamos mentalmente por ejemplo con una depresión lo que enferma no es la mente sino el cerebro y el cuerpo. Sucede cuando los filtros de la mente han sido rebasados por un acontecimiento cualquiera, sea de la realidad o sea de nuestra intimidad más profunda. Si las lineas de defensa mentales no pueden resolver un problema al que se enfrenta en ultima instancia el cerebro a través del sistema inmune. Es por eso que algunos autores hablan de un sistema inmune mental-conductual.

Es por eso que creo que no somos solo seres duales (mente/cerebro) sino seres multinivel. Al menos tenemos tres niveles de ejecución cerebro/cuerpo son autónomos y mente y medio ambiente también. Pensamiento y lenguaje (narrativa) presentan diferencias y similitudes.

No existe otra enfermedad humana tan relacionada con el estrés (tanto puntual como persistente) como la depresión, pero usualmente nos imaginamos los acontecimientos de la vida como eventos mentales (psicológicos) y no caemos en la cuenta de que es el cuerpo quien soporta la carga («The body bears the burden» como decía Robert Scaer). Las depresiones suelen comenzar con un acontecimiento puntual estresante, una muerte, un accidente, la perdida de trabajo, un divorcio, una enfermedad, etc. Es decir la depresión es una de esas enfermedades donde los pacientes suelen saber contestar a la pregunta hipocrática ¿Y usted a qué lo atribuye? No existe otra enfermedad humana donde la relación causa-efecto esté tan clara a ojos de los pacientes aunque ignoren o nieguen la intensidad de aquel acontecimiento o les haya pasado casi inadvertido. El paciente siempre sabe porqué está deprimido aunque no acabe de entenderlo del todo.

Cuando un acontecimiento ha llegado al cerebro saltando todos los controles mentales, es decir cuando ha logrado superar la primera barrera defensiva entra en funcionamiento otra barrera, la inmunológica. Y lo hace a través de las citoquinas.

Las citoquinas representan la participación del cerebro en la cascada del estrés y existen dos clases: las pro-inflamatorias y las anti-inflamatorias.

Las citoquinas se conocen desde hace años pero solo muy recientemente se utilizan en medicina, la más conocida es el Interferon que se usa en la hepatitis C, la leucemia mieloide y la esclerosis en placas. La primera vez que tuve contacto con ellas fue a través de un conocido que tenia una leucemia mieloide, después de administrar la medicación oncológica, el paciente sufrió un cuadro confusional con elementos ansiosos y depresivos que remitieron a los pocos días después de suspender el tratamiento. Dicho de una manera clara: el interferon es depresivógeno.

La conducta de enfermedad.-

Imagínese en un entorno ancestral porque es allí donde evolucionaron nuestros sistemas de defensa, imagínese herido por una fiera y que sus amigos le han rescatado y puesto a buen recaudo, lo primero sería cortar la hemorragia evidentemente, supongamos que sus chamanes lo consiguen, lo segundo es evitar las infecciones de la herida y como en esa época no hay antibióticos lo que cuerpo lleva a cabo es un puesta en marcha de los mecanismos anti-estrés que son biológicos y destinados a llevar a la herida toda suerte de células protectoras destinadas a luchar contra la infección, la inflamación y la hemorragia. Pero existen paralelamente otros mecanismos destinados a ahorrar energía y por eso usted tendrá fiebre, se sentirá agotado, somnolencia, perderá el apetito y no podrá ponerse en pie sin un gran esfuerzo. Los mecanismo cerebrales antiestrés quieren asegurarse de que usted no se mueva y que ahorre energías (guardar cama se decía antes).

Se calcula que por cada grado de aumento de la temperatura corporal se requiere un 13% de energía adicional. Además, la inhibición motora limita la exposición a depredadores en un momento en el que el individuo está física y cognitivamente dañado. La pérdida de apetito, en concreto, tendría esta función porque salir a buscar comida requiere un gran gasto de energía y un gran riesgo, como decimos, por lo que es mejor quedarse inmóvil hasta que se produzca la curación. También colaboraría la anorexia a la disminución del hierro en la sangre, que es un recurso energético clave para las bacterias, disminuyendo así su diseminación. (Extraido de este post)

Dicho de otra manera: la conducta de enfermedad es un cortejo de síntomas parecidos a la gripe destinada al ahorro de recursos energéticos. Lo interesante de esta conducta que se relaciona con infecciones, heridas y accidentes es que se parece mucho a la depresión.

Eso es precisamente lo que propone la Teoría del Malestar, que la Depresión Mayor consiste en una «conducta de enfermedad» que se dispara o se mantiene de forma anómala. Es importante señalar que esta conducta de enfermedad es una respuesta del organismo, una reacción ante los agentes infecciosos o el daño celular causado, y la podemos provocar en personas sanas inyectando lipopolisacáridos (un componente de la cápsula de las bacterias) o citoquinas. La administración de citoquinas produce síntomas similares a los de la depresión como saben los pacientes con hepatitis C que consumen interferon como ya había dicho más arriba.

El sesgo optimista.-

Como dice Tali Sharot en el libro que preside este post, no cabe ninguna duda de que nuestro cerebro está cableado con un optimismo al alza (up regulation).

Es bastante lógico en una especie que sabe que va a morir y que sin embargo vive de espaldas a esa verdad, la única que podemos dar por completamente segura. ¿De qué sirven todos nuestros esfuerzos para medrar, obtener recursos, reproducirnos, criar hijos si de cualquier manera nos vamos a morir. Probablemente es cierto que el suicidio es el único problema filosófico realmente importante y no tanto responderse a la pregunta ¿por qué la gente se suicida?, sino a esta otra ¿qué nos induce a seguir vivos?. Al fin y al cabo la vida está llena de dificultades , de adversidades, de decepciones, de pérdidas y de disgustos, vivimos enmedio de un dolor sin forma y recurrente que en cualquier caso es difícilmente soportable cuando alcanza cierta intensidad y duración. Hemos de concluir que efectivamente estamos regulados anímicamente al alza: diseñados para negar nuestra propia muerte y para suponer que todo mejorará de una manera u otra, que vivir vale la pena. Somos pues hipomaníacos en esencia y disposición.

El realismo depresivo.-

La idea de que en realidad una persona depresiva o pesimista es mas realista que los optimismos vacuos es la idea que está contenida en la «teoria del realismo depresivo» que defiende Lionel Tiger en su «Biología de la esperanza».

Algo que contrasta con la idea positivista de que es bueno mantener una disposición de ánimo optimista con sentimientos y pensamientos positivos como dicen algunos autores como Seligman que creen que ese optimismo vital nos protege de la depresión y nos proporciona ventajas a largo plazo. Pero yo pienso lo contrario de Seligman: el optimismo nos hace más vulnerables a la depresión.

Tenemos por ejemplo la ilusión de control. La mayor parte de nosotros creemos que tenemos el control sobre las cosas que suceden a nuestro alrededor. Incluso algunas personas no se encuentran cómodos si no sienten que controlan algo de su medio ambiente, los obsesivo-compulsivos son un buen ejemplo, los celosos otro. La ilusión de control es una de las características del optimismo existencial: nadie tiene el control de nada.
Otro argumento es la ilusión sobre las propias capacidades. La gente normal sobreestima sus capacidades y se consideran más persuasivos, acertados y atractivos que unos jueces neutrales. Los depresivos juzgan mejor sus capacidades. Por otro lado, el 80% de los hombres americanos considera que se encuentra en la mitad superior (por encima de la media, 50%) en cuanto a habilidades sociales.
Este optimismo que parece que nos haga sentir más importantes y menos vulneables de lo que somos se llama narcicismo, es irracional  y nos viene de serie y tiene una marcado tinte adaptativo: gracias a él nos mantenemos alejados de nuestro triste destino e irrelevancia.

Vivir de espaldas al mal.-

Decía más arriba que el optimismo nos hace más vulnerables a la depresión. ¿Por qué?

En la vida vamos a encontrarnos con muchas dificultades, decepciones y sin sabores por no hablar de «traumatizaciones» y épocas de estrés, dolor físico y emocional y exclusiones de nuestro grupo social., épocas de aislamiento obligado y épocas de pérdidas y/o rupturas sentimentales. Algunas veces venceremos y saldremos indemnes pero otras veces saldremos malparados de ello.

Lo realmente importante de estos eventos que pueden provocar depresión a largo plazo es que eran inesperados. No importa si estamos hablando de un acontecimiento fuertemente traumático o de un acontecimiento estresante. Lo que nos enferma es su carácter de sorpresa. Es precisamente este carácter de inesperado lo que le hace tan resistente a la elaboración y procesamiento cognitivo.

Vivir de espaldas al mal es una consecuencia de vivir en un mundo que creemos predecible, opulento, infalible, donde casi todas las amenazas han sido expulsadas de nuestro ambiente. Es creer que todo el mundo es bueno y que nadie puede hacernos daño. Es creer que nosotros mismos somos buenos y no podemos dañar a nadie. Es creer que no corremos riesgos cuando vagamos por un país peligroso (que ingenuamente no nos hemos parado a valorar), por una calle poco transitada, es creer que a nosotros no nos pasará nada si aumentamos la velocidad de nuestro automóvil, que podemos consumir drogas o alcohol sin peligro, que nuestras finanzas no corren riesgos cuando nos metemos en gastos o en inversiones dudosas, cuando creemos que nuestro empleo es para siempre o que nuestras parejas serán siempre leales. Son precisamente estas convicciones irracionalmente optimistas las que predicen una depresión si las cosas se nos tuercen.

Es posible afirmar que lo traumático tiene una dimensión que está fuera de su propio contenido o intensidad. Se trata de una dimensión que tiene que ver con la incapacidad del traumatizado de haber contemplado o imaginado que algo así podría sucederle. De ahi su carácter de inesperado que es lo mismo que inefable, pues nunca se pudo nombrar ni imaginar.

Naturalmente no estoy proponiendo una conversión al pesimismo depresivo, por una razón fundamental: son precisamente los depresivos los más afectados por ese pesimismo. No es que los depresivos sean más realistas que los no-depresivos. Es que los optimistas son los que tienen más riesgo de convertirse en depresivos.

Admitir nuestra propia maldad ( y la de los otros) y tolerar nuestros fallos (y los de los otros) van en el mismo paquete.

Si todo esto fuera verdad, es obvio que de ello podrían salir algunas recomendaciones para reducir las cifras de nuestros depresivos actuales y hacer una profilaxis social a fin de disminuir la incidencia de las depresiones que son muy altas en nuestro entorno. Hace falta pues un manual de antiayuda.

En el próximo post prometo darles algunas recomendaciones.

Bibliografía.-

Charlton BG (2000) The malaise theory of depression: major depressive disorder is sickness behavior and antidepressants are analgesics. Medical Hypotheses,54(1),126-130

 

6 comentarios en “¿Y si la depresión no fuera una enfermedad mental?

  1. La depresión tal como yo la observo desde mi pequeño mundo no parece una enfermedad, es mas la consecuencia natural de invertir en una falsa historia que me permite cierta localización, es decir cierta seguridad predecible de quien creo ser en relación a lo que creo tener y hacer. No es baladí, en tanto esa seguridad psicológica me permite soltarme y liberar cierta creatividad y alegría a mi alrededor. Cuando eso se descubre como falso e ilusorio, todo lo invertido se transforma en perdidas. Ya no se quien soy, ya no soy predecible, ya no estoy segura. Me congelo. Es interesante el asunto profesor, por que podría auto evitarme ese falso optimismo y ver con mas claridad la realidad, su impermanencia e incertidumbre y que nada es seguro, pero parece que entonces disminuiría mi capacidad para soltarme, pues me atenazaría un cierto miedo psicológico o precaución en forma de trazas que siempre tiende a paralizar. Es como un vaivén entre la hipomanía y el síndrome del refugiado, a cada cual el suyo. El Yo psicológico no tiene remedio, es un perdedor aun en el mejor de los casos, cuestión de tiempo pues la historia siempre tiene un mal final. Muerte, vejez, enfermedad, olvido, perdida.

    Sin embargo que pasaría si se abandonara al Yo psicológico y su narrativa poniendo el énfasis en vivir desde el ser sensible?, es decir vivir la realidad, no una historia. La verdad no conceptual en tanto es lo único existente. La belleza de las formas.

    Cuanto mas perdida se cree, mas contenta esta,
    cuanto mas desesperada, mas fuerte,
    y si pudiera querer algo, seria no sentirse segura nunca y,
    vivir en una incertidumbre total.

    Vivir como una niña sin ninguna preocupación,
    abandonarse sin espera ni razón,
    no tener vía alguna y hacer de ello la vía.

    M Guyon – De la vie interieure

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  2. Al parecer lo que denominamos trastornos mentales pudiera ser tan solo la exageración de los procesos mentales y fisiológicos que tenemos todos.

    Respecto a que “La función de la mente es apartarnos del determinismo puro a través de una serie de filtros destinados a enfrentarnos con la realidad”; personalmente más bien diría que, teniendo en cuenta que los filtros no son otra cosa que algoritmos, y estos son deterministas, aunque evidentemente pueden tener fallos, una de las funciones de la mente podría ser apartarnos del determinismo puro frente a la realidad, pero a través de imaginar y/o hipercomunicar, y esto podría suponer el introducir informaciones no lógicas, disruptivas, dentro de los procesos cerebrales.

    La elaboración y procesamiento cognitivo cerebral puede verse como una sucesión de derivaciones algorítmicas deterministas en las que si se introducen inputs, ya sean optimistas, pesimistas o medioambientales, son procesados para dar respuestas que los satisfagan, y de este modo llegamos al fenómeno Pigmalión de las profecías autocumplidas.

    “El doctor Jim van Os, uno de los investigadores más citados del mundo y miembro de la Real Academia Holandesa de la Ciencia, está promoviendo desde los Países Bajos una reforma gradual de los sistemas de salud mental a través de diversos proyectos piloto en los que intenta renovar el tratamiento de la psicosis y de la depresión a partir de un enfoque centrado en el paciente. El fin último ya no es suprimir síntomas sino mejorar la resiliencia del paciente. Una perspectiva que cuestiona el común enfoque biológico, que en su opinión, crea etiquetas estigmatizadoras y se olvida de enseñar al usuario a reinventar su vida y aprender a convivir con su situación”.
    https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-04-25/jim-van-os-psiquiatria_1553835/

    Quizás no sea tanto el ‘que’ de los procesos mentales y fisiológicos que todos tenemos según el ambiente en el que nos desenvolvemos, sino el ‘cómo’ nos los tomamos, y el ‘como’ depende de nuestros algoritmos particulares, filtros de nuestros posos de creencias que podemos llegar a cambiar, o como mínimo hacernos resilientes a sus designios, sean estos optimistas o pesimistas, para tratar de encontrar una conducta que nos permita aguantarlos, sortearlos, o superarlos. En todo caso es imprescindible tomar conciencia de que las preocupaciones, tan solo son eso: pre-ocupaciones, meras posibilidades, y según la sabiduría popular, es mejor no llamar al mal tiempo para no acabar autocumpliendo nuestros malos augurios, pues quizás, metafísicamente hablando, la reiteración de las frecuencias cerebrales de los pensamientos obsesivos facilite, de alguna manera que aún nos es desconocida, su ‘materialización’ como una especie de égregor, que una vez constituido como tal, pueda afectar tanto al pesimista que lo ha originado como al optimista que accidentalmente se ha cruzado en su camino.

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  3. La vida solo demanda por un lado acciones funcionales, las necesarias para sobrevivir. Luego están las gratuitas, que son aquellas que se realizan por pura pasión, por amor al arte donde el esfuerzo, el trabajo es celebración para la creatividad. Son actos gratuitos en tanto es un darte por nada, por la alegría del acto mismo que no busca mas que su expresión. Su naturaleza mas elevada es el ritual, el verdadero ritual. Es el acto libre de memoria psicológica sustentado en el amor a lo que sea con lo que estemos en resonancia. Es servicio, es inspiración. Es todo y es nada. Esta es la forma cuerda de vivir.

    Luego tenemos nuestra artificialidad en base a una necesidad de ser un alguien especial que se proyecta en una historia en el tiempo de un pasado que lo configura y un futuro por controlar, nuestros actos ya no los mueve la funcionalidad y la pasión. Los actos libres por cierto que se dan fuera del tiempo. La celebración del trabajo por amor y lo funcional solo se dan aquí y ahora, no en diferido. Lo sabemos y lo sentimos, decimos la vida fluye. El tiempo vuela. Nos reconocemos en esa alegría.

    Una vida sentida nos conecta con nuestras resonancias y capacidades funcionales. Una vida pensada con nuestros deseos fantásticos y nuestras infinitas necesidades, trabajamos entonces cansinamente. Es lo que tiene vivir atrapada en el tiempo. Sin embargo el mañana no existe, solo tengo este instante. El patrón y condicionamiento que no ser rompa ahora que me atrapa, mañana se repetirá. Y que es el infierno?, si no repetición.

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  4. Dr.Paco,no nos suicidamos porque somos maquinas diseñadas para consumir la energia libre acumulada en el planeta y la que nos llega continuamente en forma de radiacion de nuestro papi Sol….y hay mucha!Ese proposito nos es impuesto y ademas el reproducirse ,creando mas maquinas devoradoras de energia,no es mas que,como buenos chicos,ayudarle al Universo a su propia muerte.
    La vida no es mas que un medio diseñado por la Termodinamica para sus fines.Y puede decirse que la Evolucion es la herramienta utilizada.
    Decirle que es Ud.extraordinario y esta entrada es un resumen esclarecedor de lo que somos-Muchas gracias,porque mientras Ud. se entera de las cosas,que no es facil,yo tambien.Y que disfrute de la jubilacion.Yo ya llevo 6 años.
    Mucha salud…y de la mental ,mas!!

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  5. Hace como 2 años y medio me recetaron fluoxetina 20 mg por una depresión mayor tras la muerte de mi madre, mi única familia (desastrosa). Me hizo un efecto euforizante durante un año y medio. Después empezó a caer. Esto fue cuando entendí que la ciudad donde vivo es un muermo para mi trabajo artistico. Me subieron la dosis y estoy nuevamente en una depresión mayor, en la cual todas mis relaciones me han dejado tirada cuando oyeron mis audios pidiendo ayuda, llorando. Nadie vino e incluso llegaron a llamarme agresiva y victimista, sin contar con uno que dijo que iba a orar por mi. Ahora tomo fluo 30mg, que no me hace nada, y duermo todo el día,no como, no me baño, no pinto,no escribo. Me provoco el sueño con clonazepam 20 mmg, porque no quiero estar. Estoy literalmente sola, he tenido que soportar un ataque de colon irritable a las 3 de la mañana desmayándome de dolor en el inodoro y provocándome yo misma el vómito, además de la diarrea. Soy de Argentina y siento que solo tengo 2 opciones, porque no tengo recursos para comprarme la medicación: emigrar o suicidarme.

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  6. Pingback: ¿Y si la depresión no fuera una enfermedad mental?. - ASOCIACION PARA LA SALUD MENTAL

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