La traumática historia del trauma (XIX)


trauma y recu

Uno de los aspectos sobre el que me gustaria volver es el concepto de trauma. ¿Qué entendemos por trauma hoy?

Recapitularé sobre esta historia del trauma y avanzaré una hipótesis de por qué estamos hablando de una historia traumática.

El lector que haya llegado hasta aqui recordará que fue Pierre Janet el primero en advertir que la histeria tenia un origen traumático y sexual. Sus enfermas le contaron que habian sido víctimas de abusos sexuales repetidos y graves en su infancia, fue asi como Janet comenzó a tirar del hilo. Un hilo al que se sumó bien pronto Sigmund Freud.

Sin embargo ya conté que Freud no solo abandonó bien pronto esta hipótesis del trauma sexual sino que abandonó tambien la hipnosis al caer en la cuenta de que sus enfermas podian ser sugestionadas por él mismo a contar incidentes que jamás habian ocurrido. El lector puede leer este post sobre «falsos recuerdos» donde podrá seguir las «modas» y por consiguiente las «epidemias» que se han desatado a partir de este mito del abuso sexual como origen obligado del traumatismo histérico.

Este cambio brusco en la opinión de Freud, ha sido considerado por algunos terapeutas -sobre todo por las militantes del feminismo de género- como una traición. De entre ellos señalaré a Judith Herman una de las psiquiatras vivas que más saben del trauma  pero que, desgraciadamente no ha podido liberarse de sus propias creencias para analizar la historia de lo traumático en su verdadera dimensión. Freud no se equivocó sino que cayó en la cuenta -al cambiar su clientela- que efectivamente el abuso sexual no estaba entre los antecedentes infantiles más frecuentes entre sus pacientes.

De hecho el lector puede volver a leer este post para que contemple el «ranking» sobre abusos infantiles quien ocupa el top de los mismos. La negligencia es el primer item y el abuso sexual el último de entre cuatro modalidades diferentes de abuso.

Lo cual no significa que el abuso sexual no exista. Existe y es la causa prinicipal de trastornos psiquiátricos muy graves en los adultos, pero esos mismos trastornos aparecen en ausencia de este antecedente, esta es la verdad. Y aun más: recordar que se ha sufrido un abuso sexual puede ser inducido por la propia exploración que llevan a cabo terapeutas bien formados, pero tambien charlatanes y embaucadores diversos.

En el citado post dice Pablo Malo a propósito de estas falsas creencias:

«Creencias como que si te traumatizaron de pequeño probablemente has reprimido el recuerdo. Si lo reprimiste, la hipnosis te ayuda a recuperarlo. Si estás convencido de que tus recuerdos son reales probablemente lo sean (uno de los errores más graves con respecto al funcionamiento de la memoria: el convencimiento subjetivo acerca de la fiabilidad de un recuerdo no tiene nada que ver con su validez). Si tienes pesadillas de abuso sexual es que está aflorando un recuerdo auténtico. Los niños nunca mienten acerca de temas sexuales. Si los niños tienen pesadillas, mojan la cama, necesitan una luz encendida para dormir o se masturban todo eso quiere decir que ha sido abusados. 
Lo malo no es que todas esas creencias erróneas las tenga la gente normal. Lo malo es que todas ellas vinieron de profesionales de la salud mental que las diseminaban en conferencias, revistas, libros y en los medios de comunicación y que se presentaron a ellos mismos como expertos que podía determinar la validez de unos recuerdos. Si algunas mujeres que desarrollaban depresión, ansiedad o trastornos de alimentación, habían sufrido abusos, entonces toda mujer que sufre depresión o un  trastorno de alimentación debe haber sufrido abuso sexual.

 

Lo que sucede es que el abuso sexual es un relato fácil de entender y muy explicativo para aquellos que sufren trastornos mentales inexplicables de otro modo. Lo cual nos lleva a explicar como funciona la memoria.

La memoria traumática.-

La mayor parte de la gente cree que la memoria es como una copia cinematografica o fotografica de algo que realmente sucedió. Si yo recuerdo tal cosa es porque esa cosa realmente me sucedió a mi. Naturalmente esta idea es falsa.

La memoria es más bien un puzzle en el que además faltan piezas que rellenamos con datos que no tienen nada que ver con lo sucedido, sino que tratan de obtener sentido en una narración actual. No guardamos en nuestra memoria imágenes sino imágenes asociadas a emociones y lo primero que hacemos a través del olvido es descartar aquellas que nos resultan más penosas, de modo que esas piezas que faltan forman parte del proceso normal del olvido. Pero hay más: la memoria se puede reescribir y es por eso que los recuerdos se pueden falsear, a partir de sugerencias, ideas de otros, comentarios o incluso órdenes hipnóticas surgidas en la transferencia terapéutica.

De esta evidencia surge una indicación precisa, los terapeutas no deben sugerir cuando tratan de explorar un episodio de estas características, no hacer preguntas cerradas. ¿Sufrió ud abusos sexuales en su infancia?, sino dejar hablar y asociar al paciente según su propio estilo narrativo. Y hay que hacerlo no solo por una cuestión ética, sino también por una cuestión científica de peso: no importa mucho saber qué sucedió en realidad, pues no tenemos acceso a la verdad literal ni nosotros ni el propio paciente. Todo suceso antiguo se encuentra contaminado por los efectos retrospectivos de la experiencia adulta. Y todo el mundo sabe que en ciencia los métodos retrospectivos no tienen la misma potencia que los prospectivos, pues el método retrospectivo ya da por supuesto que el abuso ocurrió.

Hay que tratar a los recuerdos como lo que son: piezas de un todo que se perdió en la bruma de la historia, tomarlos con cierta distancia y no tomarlos con literalidad.

La pregunta que viene a continuación es ésta, ¿Si el abuso sexual es tan raro de qué hablamos cuando hablamos de trauma infantil?

Freud y Dora.-

Hacia 1900, Freud tomó en tratamiento a Ida Bauer (conocida por Dora), se trataba en palabras del propio Freud de una «petite histerie», en realidad lo que hoy llamaríamos un síndrome psicosomático múltiple con varios síntomas médicos inexplicables entre los que destacaba la «tos nerviosa».

Para entonces Freud ya no utilizaba la hipnosis y la había sustituido por el método de la asociación libre. Pero su renuncia a la idea de abuso sexual infantil había dejado a su técnica bien coja, pues seguía pensando que la histeria era de etiología sexual. ¿Si no había trauma que perseguir entonces qué había sucedido en la infancia de los sujetos tan significativo como para dar lugar a las neurosis de la edad adulta?

Fue así que Freud inventó o mejor conceptualizó su teoría de la libido, que viene a decir algo así como que los niños también tienen sexualidad, solo que los objetos de ella son primarios (ciertos orificios y los vínculos con los padres). Se trata de una sexualidad primitiva de la que el complejo de Edipo es probablemente su constelación triangular más conocida. Pero no es del complejo de Edipo de lo que voy a hablar ahora, sino del gran error de Freud en el tratamiento de su paciente Dora. En este momento baste solo recordar que el complejo de Edipo es una metáfora corpórea. (Muñoz 2010, Lakoff 1999), es decir una meta-entidad conceptual y que como tal no es ni verdadera ni falsa, sólo puede resultarnos útil o resultar banal. Una metáfora que nos permite inferir conceptos.

La historia resumida de Dora la podeís leer en «Análisis fragmentario de un caso de histeria», pero me gustaría señalar una cuestión. El adjetivo «fragmentario». Efectivamente el análisis de Dora fue a saltos, breves encuentros y despedidas más o menos forzadas por la incomprensión de Freud (de la que hablaré mas tarde). Fragmentaria como esas piezas de la memoria a las que me refería más arriba como piezas de un puzzle. El tratamiento de Dora funcionó mal debido fundamentalmente a la invalidación que Freud hizo de su narrativa. El propio Freud sabia que el caso había quedado inconcluso. Veamos por qué.

Dora era una muchacha despierta e inteligente (inteligencia clara y juicio independiente, muy orientada hacia el padre en palabras de Freud) de 18 años cuando en 1900 se recostó en el diván de Freud, que presentaba -como dije antes- un cuadro psicosomático múltiple a raíz de un episodio amoroso o mejor de decepción con respecto al Sr K.

El Sr y la Sra K era amigos de sus padres y pasaban largas temporadas de vacaciones en aquellos lugares un tanto siniestros llamados sanatorios. Al parecer Dora sospechaba que entre su padre y la Sra K había un vinculo de intimidad, una sospecha que no hizo sino crecer y probablemente presenciar descuidadamente una posible relación de la Sra K a su padre.

Casi simultáneamente Dora es acosada por el Sr K, quien le «echa los tejos», utilizando el argot actual, hasta que en la celebre escena del lago, el Sr K, le roba un beso y ella le plantifica una soberbia bofetada. Es después de este incidente cuando la paciente debuta con ese cuadro neurótico que hoy llamaríamos somatomorfo.

Del análisis de Dora se desprende que ella sentía que su padre la había utilizado de moneda de cambio con la Sra K, es decir sospechaba una especie de contubernio entre su padre y el Sr K que consentía esta relación a cabo de los favores de Dora.

Freud le interpretó que Dora deseaba en realidad al Sr K, debido a su proximidad simbólica con el padre y es obvio que Dora pudo sentirse «muy importante» en esta situación morbosamente erótica, pero también es cierto que debió sentirse muy abandonada y resentida con su padre al pensar que la estaba usando como intercambio.

Freud insistió en varias ocasiones en su interpretación del deseo incestuoso de Dora como origen de este problema, Dora salía y entraba de la consulta de Freud hasta que dejó de acudir, bien enfadada con él.

El enfado de Dora estaba justificado pues su «trauma» no estaba en desear al Sr K, sino en sentirse desprotegida por la actitud del padre en este embrollo. ¿Cómo se sentiría usted (mejor si es mujer) si su padre la estuviera usando como moneda de cambio en un lío sexual con la mujer de un amigo?

Ahi, hay algo que se rompe, la confianza básica se resiente. Si aquellos que deberían protegernos se dedican a comerciar con nuestro cuerpo. la confianza anclada en las figuras protectoras de nuestra infancia se disocia, ya nunca podrá volver a ser igual, lo que debería ser protección se sexualiza y se carga de rabia y resentimiento. Obligada por las circunstancias Dora no pudo conseguir de Freud la validación de sus sentimientos y abandonó airadamente a Freud y al psicoanálisis.

Si Freud se hubiera dedicado simplemente a ponerse de su parte en este combate emocional que se libraba en su interior Dora hubiera mejorado y hubiera proseguido su tratamiento, pero Freud estaba más interesado en alumbrar su teoría sexual de la histeria que en entender a Dora. Freud se equivocó, Dora no había sido abusada en su infancia pero lo que le sucedió a los 18 equivale a una violación. Fue un daño moral que tuvo las mismas consecuencias que hubiera tenido un abuso real. Disoció su cuerpo como sucede en todas las formas de histeria y dijo con el cuerpo aquello que no podía decir con palabras.

No me extraña nada que la tos fuera el síntoma principal, una tos destinada a expulsar lo que sus pulmones no podían gritar.

 

Bibliografia.-

S. Freud (1905) «Analisis fragmentario de un caso de histeria»

Claudia Muñoz, 2010. El cuerpo en la mente

Lakoff , G. & Johnson, M. (2004). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.

Layoff , G. & Johnson, M. (1999). Philosophy in the flesh: a embodied mind and its challenge to Western thought. New York: Basic Books.

4 comentarios en “La traumática historia del trauma (XIX)

  1. «no importa mucho saber qué sucedió en realidad, pues no tenemos acceso a la verdad literal ni nosotros ni el propio paciente. Todo suceso antiguo se encuentra contaminado por los efectos retrospectivos de la experiencia adulta.»

    Muy significativo de cierta hipocresía de las ciencias sociales. Es como el abogado astuto que consigue que su delincuente salga absuelto por falta de pruebas. Como no podemos llegar a saber nada, nos lo inventamos y se non è vero, è ben trovato

    La humanidad le debe mucho al señor Freud, pero se hallaba limitado por los prejuicios de su tiempo. Lo que pasa es que ya ha pasado mucho desde entonces y tendríamos que haber mejorado.

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      • Lo que quiero decir es que el psiquiatra,en tanto que profesional formado en función de la demanda social, no parece sentirse obligado a conocer la verdad, sino solo a cumplir la función que se le ha encomendado. Y sin embargo, la psicología es una rama del conocimiento que se acerca como pocas a la averiguación de cuál es la naturaleza humana y cómo superar las contradicciones de nuestra cultura. En teoría, habría de enfrentarse como ninguna otra a los prejuicios, tabúes y manipulaciones interesadas. Pero en lugar de eso, se renuncia a saber (con el pretexto de que no se puede llegar a saber todo) y se adaptan los descubrimientos que se hacen a conformar las exigencias de la sociedad del momento.

        Este artículo sobre Freud, que me parece excelente, da esa imagen del profesional que no quiere meterse en líos y busca una rebuscada salida al problema del tipo que no le comprometa. Esas cosas son habituales. Pero el progreso humano se basa en superarlas.

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  2. Hay una cuestión que no se recuerda en este contexto, el problema de la vergüenza en relación con la exploracion del trauma, el TEPT y su tratamiento.

    Trauma es no querer saber de, es no poder contar sobre, es no atreverse a decir algo por miedo terrible a que a uno no le crean.

    Veamos esto, tomado de:

    EUROPEAN JOURNAL OF PSYCHOTRAUMATOLOGY
    The influence of shame on posttrauma disorders: have we failed to see the obvious?
    Terry F. Taylor
    (E. J. Psychotraumatology 2015, 6: 28847 – http://dx.doi.org/10.3402/ejpt.v6.28847)

    Dice así: «…DSM-5 has given us a diagnosis of PTSD based on its phenomenological presentation, which includes the persistent emotional state of shame. This article addresses the underlying dynamics of this emotion and its complex inter- actions with other emotions and behaviours and proposes that it might function as a unifying and core component in the exacerbation, maintenance and delayed presentation of PTSD, and the development of co-morbidities.

    However, because recognition of shame in itself is often considered shaming, identifying the extent of its presence in the initial stages of therapy may be problematic. It might best be accomplished through examination of three potential domains: intrapersonal shame, the examination of any changes in self-concept; interpersonal shame at the intimate level, which might include any changes in personal relationships; and interpersonal shame at an occupational and societal level, which could include issues of loss, isolation, and exclusion».

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