Aquellos de ustedes que leyeron el post anterior quizá se hayan quedado con una duda importante. ¿Entonces no existe la causalidad? ¿No es cierto que en medicina, en química o en física hablamos de causas y efectos?¿No es cierto que gran parte de la investigación biomédica busca desesperadamente las causas de las enfermedades?
Claro que si, nadie negará que el bacilo de Koch sea el responsable de la tuberculosis, pero no es sólo el bacilo de Koch el responsable de la enfermedad, hay condiciones higiénicas y de hábitos alimentarios que tambien influyen. Hablamos entonces de policausalidad. Pero si le adjudicamos al bacilo de Koch la causa de la TBC es para abreviar y porque es eficaz para encontrar tratamientos eficaces. Nos conformamos con esta explicación: matar el bacilo concreto es una estrategia eficaz.
La causalidad ha dado a la biomedicina enormes éxitos sobre los que no voy a volver una vez más sino para recordar que los antibióticos han sido una buena estrategia de lucha frente a múltiples gérmenes y enfermedades. Nombraré el tifus, la sifilis, la gonorrea, la tos ferina, la fiebre de malta,o la TBC. Un éxito de nuestra idea de la causalidad: una vez identificado el germen, la causa, es el turno de encontrar un remedio contra el mismo.
Pero no todas las enfermedades son asi de causal-dependientes. En la mayor parte de ellas sobre todo las mentales, el cáncer, las enfermedades autoinmunes y los trastornos psicosomáticos, las cosas no funcionan asi.
La multicausalidad.-
Nosotros, los médicos hablamos mucho de multicausalidad, el problema es qué entendemos como multicausalidad y más que eso: como nos representamos esta multicausalidad.
Lo cierto es que la pensamos como una suma, asi:
C1+C2+C3…..=E1 (E2,E3)
(siendo C, correlaciones y E, efectos), cualquiera de nosotros está acostumbrado a pensarlo de este modo: causa no es correlación.
Un ejemplo de esta idea es la siguiente:
1.- Las sociedades opulentas (C1)
2.- Alli donde existen altas tasas de divorcio (C2)
3.-Alli donde existen bajas tasas de natalidad (C3)
Correlacionan con una alta prevalencia de anorexia mental.
De este modo, los médicos pensamos que ciertas enfermedades no tienen una causa única sino que existe como una nube de causas que dan lugar a ciertos efectos. Lo interesante de esta manera de pensar la causalidad es que ya no necesitamos para nada la idea de «causalidad» lineal, sino que pensamos en términos de haces causales que crecen, se expanden o se extinguen dando lugar a otros efectos intermedios que llevan el sistema hacia la incertidumbre, de tal manera que aun sumando -si pudiéramos identificar todas las correlaciones- todas las C que operan en este sistema no podríamos predecir un resultado E, en este caso la aparición de una anorexia mental. Existe pues una relación espúrea entre las C y los E.
Dicho de otro modo: la anorexia mental seria un trastorno que emerge de un cluster de potencialidades que pueden estar o no estar en el sistema, ninguna de estas potencialidades por sí misma es exigencia concreta y al mismo tiempo su exclusión no nos permite predecir nada sobre el comportamiento de una determinada entidad (en este caso la existencia o no de una patología).
Diríamos entonces que la patología emerge de las condiciones del sistema y de las relaciones que establecen entre si las variables (C) que intervienen en él. A esta idea la llamamos complejidad.
O por decirlo de una forma más concreta: ciertas enfermedades parecen emerger de un caldo de cultivo social, cultural o interpersonal entendiendo que las relaciones interpersonales están contextualizadas a través de mecanismos ocultos en el propio sistema.
Ahora bien,¿cómo es posible que la organización social, cultural o interpersonal logre intervenir en algo biológico como es un organismo vivo y provocarle una patologia?
Ciertamente ninguna organización social podria hacer eso sin una facilitación «Preparedness» biológica. Eso que ha venido en llamarse «construcciones sociales», no podria tener efecto alguno en los cerebros individuales si no existiera una facilitación para ello. Y al contrario: todo lo social, lo cultural procede de lo biológico, sólo que lo biológico (lo genético y sus diferencias adaptativas) tiende a construir sociedades y culturas afines con las condiciones de adaptación de los organismos vivos. En este sentido cabe recordar la frase de Sapolsky de que el monoteismo es un invento del desierto.
Por ejemplo, las culturas del desierto tienden a regularse socialmente a través de la vergüenza, mientras que las sociedades urbanas europeas se regulan mejor a través del sentimiento de culpa. Las razones para morir en la guerra para un legionario romano o un kamikaze japonés son muy distintas a las razones por las que lucharon los nazis o los soldados aliados en la segunda guerra mundial. Expresar afecto está prohibido en ciertas culturas mientras que para los europeos del sur el exceso e familiaridad es la norma, etc.
Todo parece indicar que las razas son el resultado de adaptaciones ancestrales muy diferentes entre las distintas culturas. Lo que me permite añadir en este momento que los roles desempeñados por la mujer, sobre todo la ascensión contractual de género que ha tenido lugar en el mundo occidental durante el siglo pasado y su incorporación al mundo del trabajo, asi como la independencia económica y la regulación de la natalidad son otras C, que podriamos añadir a las anteriores y no me propongo identificarlas a todas, salvo para señalar que estas C no existen en otras culturas, se ha señalado con razón que en las culturas musulmanas la anorexia mental es muy poco frecuente.
Dicho de otra forma: investigar la anorexia mental requiere investigar las sociedades donde esta enfermedad es prevalente, necesitamos las ciencias sociales y menos neurobiologia. Es necesario un cambio de paradigma.
Sin embargo es necesario salvar algunos escollos, me refiero sobre todo al cierre categorial entre disciplinas.
Una forma de entender este concepto de «cierre categorial» es señalar que la Música y la Termodinámica estudian fenómenos bien distintos, algo así parece suceder con las ciencias sociales (sociología, antropología, etc) y las ciencias biológicas, como la medicina, psicología, etc. Si tomamos como mal ejemplo la psicología es para señalar que esta disciplina se encuentra tan distante de las ciencias sociales como de las biológicas (naturales) y todo ello a pesar de que -en teoría al menos- la psicología debería haberse propuesto a sí misma como puente entre ambas. Lo cierto es que no lo ha hecho y hoy podemos atisbar que la psicología, al menos la clínica en realidad es una medicina de bajo nivel de resolución.
Lo mismo ha sucedido con la sociología o la antropología llamadas «culturalistas», al divorciarse definitivamente de los hallazgos de las ciencias naturales han terminado por ofrecer ideologías más que explicaciones. Hay que recordar que hoy la mayor parte de nuestros ideales democráticos se basan en teorizaciones de estas disciplinas muchas de las cuales ya han sido refutadas por la neurociencia: el ejemplo que suele ponerse siempre es la idea de la «tabla rasa», algo que no es baladí porque la educación de nuestros hijos se encuentra secuestrada por esta falsa idea.
La psicología evolucionista es probablemente la disciplina que puede tender puentes y superar el cierre categorial entre las disciplinas (que sólo atienden a sí mismas) y que contribuirá a ensanchar los horizontes que acaso hoy se muestran esquivos en la traslación de unos fenómenos a otros.
En el próximo post me propongo abordar estas cuestiones de la complejidad y del caos abordando un concepto psicológico bien conocido: la sublimación, que me parece muy adecuado para entender como se las arregla nuestra mente para superar los opuestos de una manera creativa.
Pues sí, la psicología evolucionista habrá de convertirse -más que en puente- en universo que interconecte (y del que partan) todas las demás «especialidades». Va para relativamente largo, aunque es ciertos países la idea está más avanzada que en el que nos alberga. Da pena, cuando no risa, conocer a tanto «especialista» que se jacta de saber mucho de su área, tanto como de ignorar las hectáreas de las otras «especialidades». E incluso algunos de éstos motejan de ‘dilettanti’ a quienes deseamos saber, conocer, por simple placer, y nos adentramos, sin pudor ni temor, en ‘sus’ satrapías. Por no acordarnos de quienes viven ‘de’ su título universitario y no ‘para’ algo más allá del comercio y del bebercio que les proporciona. ‘Dilettanti’, ¡qué bella palabra! Los que desean saber por ‘diletto’, o sea, por delectación, por placer… Y otra, horrorosa de fea: «especialista», por la raíz y por el el sufijo. ¿»Especialista» en qué, gracias a qué?
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