Narcisismo maligno


Seminario de metaformación que se llevó a cabo ayer dia 20 de Junio de 2014 en el Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón a cargo de del dr Francisco Traver.

8 comentarios en “Narcisismo maligno

  1. Qué intervención más buena, Sr. Traver, de principio a fin, sin desperdicio, y las aportaciones hechas fuera del guión,merecerían otro seminario, todo un saber sintético el que reflejaban sus comentarios. Seminario nutritivo, de los que «alimentan», pero de verdad. Qué buena esa frase de «te están inyectando veneno», buenísiiimaaa.

    Me gustaría dejarle algún divago que ha ido surgiendo al escucharle.

    Primeramente, que la banalidad no debe ser subestimada. Ejemplo: la envidia subyacente en la historia de Caín y Abel.

    Caín mató a Abel por envidia, porque aún siendo Caín el primogénito y el que heredaría la autoridad de ser el cabeza de familia junto con el legado patrimonial … llevaba realmente mal que el padre tuviera predilección por su hermano, por Abel. Y la envidia, a veces, más que una carencia o falta sufrida por algo que no se tiene (que también), contiene otros elementos más subterráneos y quizás más poderosos como influencias que empujan mucho más que esa carencia o falta observada. Y estos elementos bien pudieran ser la soberbia y la codicia, pues el orgullo del que se estima grandioso, que lo quiere todo para sí, llega a desear incluso lo que no tiene o concibe como estimable o apreciable, y de esa soberbia nace la codicia, la acaparación, el goce de sustraerle a ese otro que sí sabe apreciarlo, sólo por el goce de arrebatárselo para seguramente repudiarlo y despreciarlo una vez obtenido. Es el goce en el robo, en la sustracción, y ojo, en un robo con violencia, y cuando no se puede robar el cariño, se quita del horizonte al sujeto que era ese objeto de predilección, y el hecho está consumado.

    Otra cosa que me ha surgido es que Eva, al no desplegar su papel de madre mamífera, cuidadora y acogedora, ese papel pasa al padre que no ejerce como tal sino como un colega, un amigo de la calle. Esto basta para que Kevin no lo admire porque carece de autoridad, está despojado de sus atributos, literal y figuradamente, no tiene huevos porque él ha sido la madre.

    Sólo se ama lo semejante. Lo interesante de este pandemonium que parece un triángulo edípico pero que no lo es, pues es un dueto … es que kevin, que no puede amar, demanda precisamente el amor de alguien que tampoco puede amar, que es su madre, Eva.

    Su hermana a sus ojos es un ser débil, porque tiene afectos, sentimientos, todo eso que él no tiene ni desea de lejos tener, pero que sí envidia, pero no para poseerlos él subjetivamente, porque si los deseara por si mismos, haría o lucharía por ellos … sino que por el efecto del orgullo y la codicia no tolera que otros a quienes considera inferiores, disfruten de algo que él no puede disfrutarar, y por eso comienza con la manipulación y el sadismo con su hermana, que es una aniquilación cotidiana, como a plazos y que tendrá una consumación final.

    A su padre lo asesina pienso que por pusilánime, pues estos guerreros odian lo tibio, y en cambio admira sin que lo sepa a su madre, porque sólo se ama lo semejante, y la falta de afectividad de Eva, por afinidad, es para él admirable, alguien a quien considera un igual y a quien desde que nace va a configurar con ella un círculo interesante de lucha de poder, pero de poder en términos de fuerza, como dos machos alfas escorándose ….Fíjese que es Kevin quien gana, pues en esos asesinatos difusos, anónimos y masivos, él está matando a su madre, pues en sí mismo, realmente consigue con esos asesinatos en masa, matar a su contrincante, la deja estigmatizada, muerta en vida, muerta socialmente y no sé si ya profesionalmente, y así puede que ya no viaje tanto … La maza, el tiro con arco ha alcanzado el centro de la persona, ha hecho diana, pues es un garrotazo, un mazazo en todos los ámbitos del ser, pues asesina y rompe el vínculo familiar, pues no sólo la deja viuda, sino también la despoja de la maternidad del segundo hijo, de la niña, y ya sólo quedan ellos dos, ya para siempre estará disponible. La aferra a él, pues su vida pasará a girar sólo en torno a esas visitas de los sábados como la de algunas viudas que sólo viven y respiran para visitar el cementerio una vez a la semana. y después pasar a off hasta el sábado siguiente ….

    No sé si esto es amor o si el amor es una lucha, pero a mí me ha dejado la impresión que en este buen combate de guerreros, que es lo que son los psicópatas, Kevin quiso dejarle claro a su madre quién era superior a quién, y al final lo consiguió, ha quedado a su merced, abatida y derrotada. Ella era fría, pero él lo era mucho más, con esa derrota la ha ayudado a reconocerse a sí misma, que es lo que hace realmente al escribir las cartas.

    Las cualidades en lid en este tipo de combates entre guerreros no son las cualidades que el mundo estima virtuosas o meritorias. Pertenecen a otro orden de realidad por así decirlo, el orden de los titanes, de los guerreros, los sin-miedo.

    Un saludo, y vuelvo repetir, magnífica intervención. 🙂

    Me gusta

    • Si, estoy de acuerdo con lo que dices sobre los motivos para asesinar a su padre (por ser un pusilanime) y a su hermana, por ser un ser debil e inferior, de los que tienen sentimientos. Quizá por eso no mata a su madre que es como él. fria y con escasos sentimientos.
      Con respecto a lo que dices de la envidia, estoy pensando en ello puesto que quiero escribir algo.
      dejo aqui un ejemplo de identificación proyectiva, el veneno de Baudelaire:
      http://es.wikisource.org/wiki/Para_aquella_que_es_muy_alegre

      Me gusta

      • Para darse cuenta de que lo banal tiene verdadero peso en nuestra vida, no está de más recordar dos cosas:

        Una: que aún pensando con generalidades, habitamos en el detalle.
        Dos: que la envidia es la llamada «marca de Caín» y por eso mismo a los envidiosos se les denomina «Hijos de Caín».

        Le dejo unos párrafos extraídos del pensamiento de San Agustín y que me parecieron muy interesantes para acercarse a este complejo nudo de la envidia como hija de la soberbia.

        «La «Superbia», la «arrogantia» tiene su consecuencia en la «invidia», que es la aniquilación de los éxitos y alegrías de los demás, eran casi sinónimos en la antigüedad, y se oponían a su antídoto la «humilitate», que no implicaba la anulación de la propia personalidad, sino respeto por la ajena.

        En absoluto la envidia es hija del fracaso o deficiencia, de un sentimiento carencial, sino todo lo contrario, de ahí que sea tan difícil identificarla, tanto en uno mismo como en el prójimo. La envidia parte de la excelencia, de un elevado estatus (intelectual, social) cuya exclusividad el envidioso está dispuesto a sostener a casi cualquier precio, porque en ella radica su esencia, su ego, el origen inconfesable de su oscura felicidad. Sin tener esto presente es imposible acercarse al retorcido sentimiento de la envidia.

        El envidioso no está contento con lo que tiene, que es mucho o bastante, quiere que el otro no tenga, eso forma parte de su placer. En cierto modo el envidioso es un sádico al que le divierte ser envidiado. Dependiendo de su cuota de poder, así como del grado de desinhibición o falta de autocontrol sobre su envidia, el soberbio-envidioso podría apoyar una crisis económica, si es preciso, con tal de salvaguardar una superioridad que crece y engorda contemplando la infelicidad, privación, e inferioridad de los demás.

        Lo que resulta abominable, y no estamos hablando de un simple pecado de catálogo de moralista cristiano, es interponerse, actuar para mantener forzadamente en la perpetua tiniebla a todos para así aumentar nuestro brillo, no querer el progreso ajeno porque atenuaría nuestra luz.

        Con su chincha-rabiña el afortunado envidioso siente alegría por la desgracia ajena, o lo que es lo mismo, tristeza por la alegría de otros, por su progreso, por la simple razón de que disminuye su gloria y excelencia al acortar la distancia que los separa de él.

        Era este el parecer de San Agustín, que sabía muy bien lo difícil que es sustraerse del innoble sentimiento de soberbia que suelen experimentar las personalidades que destacan y son excelentes; pero mucho más grave que la soberbia consideraba a su hija la envidia, pues con ella el soberbio daba un paso hacia el abismo, pues comenzaba a medir su gloria por la infelicidad de los demás. «Cum igitur superbia sit amor por excellentiae propiae, invidia sit odium felicitatis alienae».

        El soberbio, amando su propia excelencia, envidia a sus iguales, porque se alinean con él, o a los inferiores, temiendo que se puedan equiparar con él, o a los superiores, viendo que no se puede equiparar con ellos. De este modo, siendo soberbio se convierte en envidioso.

        De todo esto se puede deducir facilmente que los envidiosos fueran aquellos afortunados con dones y habilidades que tendían a exhibir y a complacerse al máximo y en esa situación de crédito ajeno temían ser desplazados por otros de igual o mayores dones y esplendores».

        *Estaré ahí para leer su buceo sobre la envidia. 🙂

        Me gusta

  2. Hace honor al lema: «Piedra rosetta entre la ciencia y las humanidades». Hemos visto las tres partes en el televisor de casa y es con mucho el mejor «programa de TV» en mucho tiempo. Enhorabuena por su contenido, por la presentación y hasta por sus alumnos.

    Me gusta

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s