Los lugares del ser-con-el-otro


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Lewis carroll y Alicia Liddlel

Andaba yo leyendo esta noticia que se pregunta sobre si la pederastia es una orientación sexual cuando me he alarmado por la polémica que se ha suscitado en torno a ella. La noticia viene a decir que la pederastia es una orientación sexual como la homosexualidad o la heterosexualidad (Quinsey y Van Gijseghem, 2011)

Y se ha levantado una polvareda tanto en un extremo -los de siempre- como en otro.

Es una forma de ser-con-el otro pero lo primero que me gustaría decir es que pedofilia no es lo mismo que pederastia. La pedofilia es una habilidad, quizá innata y vocacional. Hay personas que simplemente disfrutan jugando o estando con niños, incluso prefieren estas compañías a las de los adultos. Se trata de personas dotadas de una especial gusto y habilidad para relacionarse con ellos y que incluso eligen profesiones relacionadas con el cuidado, asistencia, tutela, educación o deportes de los niños. No tiene nada que ver con la pederastia que es como todo el mundo sabe la preferencia sexual, a veces exclusiva por niños o niñas.

Una vez dicho esto me gustaría rescatar una idea que publiqué en otro post para alumbrar la idea de esos lugares que ocupamos en relación con el otro y que no se trata de simples roles, -simulacros de conductas- sino de identidades que se forjan -quizá por azar- en las relaciones que mantenemos con los personajes que poblaron nuestra infancia.

Me gustaría empezar diciendo que hay solo cuatro posibilidades de ser: hombres, mujeres, niños y niñas. Nuestra infancia estuvo poblada de esos personajes, pero la manera en que nos relacionamos con ellos no proceden de ninguna esencia de nuestra naturaleza sino de otras posibilidades de enlace:

1.- Niños y niñas. Los niños suelen establecer relaciones de amistad con otros niños (con sus iguales) y son bastante segregacionistas con las niñas. Y viceversa, las niñas prefieren relacionarse con otras niñas pues están poco interesadas por los juegos masculinos. La amistad es el primer paradigma relacional que podemos encontrar en este tipo de enlaces: amistad entre niños-niños y amistad entre niñas-niñas. Curiosamente la amistad se produce entre niños de la misma edad y que no están emparentados entre sí: los hermanos, en este sentido son malos candidatos para ser amigos, no sólo por su distinta edad, sino también porque compiten por los mismos recursos en el seno de la familia lo que les hace malos amigos por definición. La segunda posición -en realidad un subproducto- es pues: la fraternidad, un derivado de la parentalidad que veremos más abajo.

2.- Adultos entre sí.- Los adultos suelen ser personas mayores que o bien están emparentados entre sí o bien son parejas sexuales. Nuestros padres eran (o son) parejas sexuales, se eligieron para formar vínculos a largo plazo y todos nosotros nacimos con mayor o menor éxito como resultado de aquel proyecto reproductivo. El vinculo sexual es pues la segunda posibilidad.

3.- Adultos y niños.– Los adultos asumen un lugar de protección, cuidado y enseñanza con respecto a los niños. Se trata del tercer vínculo : el paternal. Un adulto es siempre una madre o un padre para un niño. Se trata de un lugar, un topos, desde el cual se producen y se esperan unas conductas y no otras. Un padre puede alimentar, cuidar, enseñar y proteger a sus hijos (o a los hijos de otro), pero usualmente no mantiene relaciones sexuales con ellos, del mismo modo tampoco es un buen candidato para ser su «amigo». Los niños prefieren como he dicho más arriba, amigos de su edad y no tanto figuras protectoras para ese fin de identificarse con lo similar que es. en definitiva lo que les gusta.

Pero aquí no terminan las combinaciones posibles de lugares y personas, de personajes y vínculos. veamos algunos más.

1.- Adultos amigos de niños.- Algunas personas tal y como decía al principio del post (tanto hombres como mujeres) están especialmente dotados para entender, comprender y disfrutar con sus interelaciones con niños; son maestros, pediatras, entrenadores deportivos, psicólogos infantiles, cuidadores o pedagogos, organizadores de eventos infantiles, etc. Se trata de personas que tienen una especial habilidad con los niños, disfrutan jugando con ellos, se trata de otra opción: es como si estas personas hubieran fundido el zombie de la amistad con el zombie de la parentalidad. A pesar de ser adultos se comportan como amigos de los niños, Para entendernos llamaremos a este vinculo : paidofilia (no confundir con la pederastia).

Este tipo de personas  suelen llevarse mal con los adultos (aunque no es necesario cumplir ningún criterio operativo ) como un cierto infantilismo emocional para poder detectarlos: se ganan la confianza de un niño mucho antes que sus propios padres y es usual que los padres se sientan celosos de él si es un pariente o un cuidador. Los niños prefieren estar con él que con cualquier otra persona adulta, al fin y al cabo estas personas son muy buenos para el juego pero no tan buenos para la educación que siempre lleva aparejada un «no» o una decepción.

Es muy probable que Lewis Carroll perteneciera a este grupo de personas que co-inventaron o innovaron la literatura infantil.

2.- Adultos amantes de niños.– Cuando se funden los zombies (o programas) de parentalidad y sexualidad dan lugar a una conducta socialmente considerada aberrante que hemos denominado pederastia. La noticia que vinculé mas arriba hablaba de que en realidad – y debido a la improbable extinción de esta conducta que resiste todos los castigos- habría de considerarse una orientación sexual. Naturalmente esta idea viene a chocar con algunas concepciones que tenemos sobre otras conductas -como la homosexualidad- que ha pasado muchos trámites sociales para ser aceptada como una opción de elección respecto a la orientación sexual y que es de hecho legal.

Lo cierto es que el rechazo homofóbico que aun hoy podemos observar en ciertas sociedades procede del hecho de que se identifica homosexualidad con pederastia. Y lo cierto es que no tienen nada que ver. La homosexualidad es la atracción sexual de un individuo por alguien de su mismo sexo, mientras que la pederastia es la atracción de un adulto por un niño independientemente de su sexo. Es la niñez por sí misma el objeto del deseo del pederasta y no tanto el sexo del niño.

3.- La parentización.- Se trata del fenómeno a través del cual un adulto o un niño es «obligado» a hacerse cargo de un enlace relacional que no le corresponde por edad, madurez o función parental. Así un niño competente y responsable puede ser promocionado a ser el sostén de su familia, de su madre o de un hermano irresponsable o ineficaz. Una mujer puede acabar siendo la madre de su marido o un hombre impulsado a ser el hijo de su esposa. A veces podemos observar incluso el tránsito generacional completo donde el hijo termina por ser instalado en el lugar del padre o la hija en el lugar de la madre, con o sin incesto incluido.

Lo interesante de la parentización es que el individuo elegido actúa como equilibrador del sistema familiar y se sobrecarga con responsabilidades que no le corresponde asumir, lo usual en esta constelación es que existe una madre infantil o incompetente, un padre parentizado o ambas posibilidades a la vez.

De manera que aunque solo existan cuatro maneras de ser: hombre, mujer, niño o niña, lo cierto es que nos aparecen hasta el momento estos seis modelos relacionales:

  1. Amistad
  2. Parentalidad
  3. Heterosexualidad
  4. Paidofilia
  5. Pederastia
  6. Parentización

A los que hay que añadir dos alternativas mas:

7.-La homosexualidad.– Hombres con hombres (gays) o mujeres con mujeres (lesbianas), se trata de una orientación sexual clara a veces desde la infancia que no prejuzga trastorno alguno de la identidad sexual : Los homosexuales no creen ser mujeres aunque sus gustos compitan fuertemente con lo femenino, no hay pues dislocación alguna de la identidad, los homosexuales saben que son hombres o mujeres, lo único que les diferencia del los heterosexuales es que no s sienten atraídos por el sexo opuesto y a veces sienten una marcada aversión hacia él.

Lo interesante de estas orientaciones minoritarias es que conservan la potencialidad de ejercer la parentalidad (pueden ser padres, maestros o pediatras magníficos) sin ningún tipo de sospecha realística de su conducta, tan moral o inmoral como en cualquier heterosexual. Ahora bien, hay algo que les identifica, al menos en los homosexuales varones y es su supremacía a la hora de establecer relaciones de amistad con el género opuesto.

El mejor amigo de una mujer es un gay.

Más arriba he hablado de la discriminación que existe en la amistad entre niños y niñas, los niños y los adultos somos malos candidatos a la amistad femenina (en el caso de ser hombres) y viceversa. Hay varias razones para esta desconfianza: cito al azar los argumentos; una amistad demasiado íntima con una mujer corre el riesgo de transformarse en una relación sexual. Y una relación sexual tiene otro código, otro idioma, para empezar convoca afectos relacionados con la rivalidad y los celos algo que socava la amistad que es siempre un cash sin pago, una ganancia mutua (aqui hablé precisamente de la psicología de la amistad)

Con un amigo gay la mujer puede sentirse segura respecto de las intenciones de él, y él puede sentirse seguro respecto al alcance de su compromiso. A la vez ambos pueden estar escenificando la presencia de un tercero ausente.

Todo lo cual nos lleva de la mano a pensar si la homosexualidad (al menos la masculina) ¿no será una forma de compensar el desequilibrio sexual que procede de la discriminación entre niños y niñas?. Algo para repensar. ¿Son los homosexuales masculinos un oscilador critico de por donde andan las relaciones de amistad entre hombres y mujeres?

8.- La última posibilidad que nos queda por explorar es la disforia de género (Sissy o Thomboy), es decir la convicción (que afecta a la identidad) de ser la víctima de un error entre la subjetividad y la asignación sexual. Niños que quieren ser niñas o se sienten niñas y niñas que quieren llegar a ser o sienten que son niños que conviven en el cuerpo de niñas. Esta posibilidad es aun más minoritaria y pudiera estar delatando (en un orden de equilibrios ecológicos) a los hombres y mujeres que ocultan su verdadera orientación sexual: los homosexuales latentes, lo que guardan su orientación como un secreto incluso ante sí mismos.

El lector sagaz ya habrá entendido de que cada uno de estos enlaces que he llamado zombies o programas se cruzan unos a otros y son hasta cierto punto intercambiables, así un adulto puede ser amante, padre, y amigo de sus amigos. Más complicado es que pueda estar casado, tener aventuras homosexuales, o ser el amante ocasional de su hijastra. Podríamos decir que algunos de estos enlaces se llevan mejor (son compatibles) mientras que otros resultan incompatibles o francamente disadaptativos. Otros son francamente delictivos e inmorales.

Pero hay que destacar ahora otra cuestión, eso que llamamos Yo no es un órgano de una pieza, sino que lleva adheridas funciones del desarrollo francamente diversas. Hay un Yo cognitivo, un Yo psicosexual, un Yo moral, un Yo emocional y un Yo kinestésico que no siempre andan coordinadamente. Lo usual es que cada una de estas funciones se desarrolle con independencia de las demás y que existan descoordinaciones o disfunciones entre ellas.

Y a veces el desarrollo moral de una de estas condiciones puede operar como inhibidor de otra. Por eso no hay que confundir al pederasta con el paidófilo: para ser pederasta hace falta algo más que las habilidades para entender y disfrutar con los niños: hace falta un infantilismo moral que impida al individuo dañar a los demás.

Pero esta ultima consideración no implica el que la pederastia no sea una orientación sexual. Lo es.

Pero es en cada momento social el que separa lo tolerable de lo intolerable y actualmente (y seguramente por siempre) la pederastia será considerada un delito por lo profundamente perturbadora que resulta para los que la sufren. La homosexualidad también ha sido considerada un delito durante mucho tiempo incluso en nuestro país y sigue siendo considerado un delito en otros muchos. En mi opinión hemos llegado-al menos en nuestro entorno- a un consenso con esta cuestión: se trata de una conducta que no debe ser punible jurídicamente, tampoco podemos tratarla como una enfermedad o como una patología.

Pero esto no nos debe hacer renunciar a entenderla en esa clave sistémica que propone la psicología evolucionista. En relación con la pederastia plantea Robertson que.

Lla buena crianza supone la existencia de esos mismos 4 personajes durante la misma: hombres, mujeres, niños y niñas y que cuando falta uno de esos actores en el entorno familiar se dislocan estas estrategias de enlace entre los distintos roles que los humanos debemos jugar: ahora padres, después hermanos, mas tarde niños que juegan como niños, u hombres que juegan con niñas, etc.

¿Cómo puede existir algo así como el efecto Krafft-Ebing?

Sólo podemos especular, pero aquí hay una posibilidad: desde la prehistoria hasta históricamente los últimos tiempos, casi todos los individuos vivieron toda su vida, ya sea en una familia o tribu. Todo el mundo tuvo la oportunidad de ayudar en la educación de un niño.

La novedad desde el punto de vista evolutivo es más visible desde la revolución industrial que enroló parejas del campo para trabajar en las ciudades aparcándoles en apartamentos tal y como los conocemos hoy: la consecuencia de esta ruptura de la familia extensa es que algunos adultos tienen poca participación en la crianza de los niños.

En efecto, entonces, la civilización y la tecnología nos han llevado al sistema de la familia nuclear.

Para Robertson es el sistema de familia extendida el realmente protector al poner en escena todos y cada uno de los roles en que se desarrollan estas estrategias de la identidad y que impide no sólo la pedofilia, sino toda una serie de otros problemas psicosexuales. Todos hemos crecido con los niños, niñas, hombres y mujeres pero en el sistema de la familia nuclear, esto ya no es cierto, pero seguimos necesitando los niños, niñas, hombres y mujeres.

Cuando alguno de los cuatro grupos no está presente, podemos encontrarnos con otro grupo como sustituto extemporáneo que emerge como una solución de equilibrio del sistema.

12 comentarios en “Los lugares del ser-con-el-otro

  1. Un artículo muy interesante.

    La foto que acompaña el artículo me ha impactado, lo confieso. Conocía otras, supongo que de la misma tirada, pero esta no, y me ha perturbado, como aquella de Alice en la que el tirante de su vestido -¿enagua?- está «cuidadosamente» caído. No sé, ese «sensualismo victoriano» en una niña me resulta oscuro. Y en esta, esa forma de asir el talle de Alice, ay … y esos ojitos entrecerrados de él y su boca anhelante, ay …

    He entendido la diferencia entre pedófilo y pederasta -muy interesante- y creo haber entendido con ello que en el caso del pedófilo pudiera ser más que cierta aquella frase que afirmaba que «la patria de cada uno está en la infancia». Esa patria, esa infancia perdida, ¿sería una suerte de isla de «Nunca Jamás», esa isla de detención del crecimiento a dónde Peter, como una encarnación del dios Pan, con su flautín y hojarasca, se llevaba a los niños que como él se «cayeron del cochecito» …?, ¿un maternaje irresponsable y descuidado?… ¿Re-Vivir a través de la infancia de esos niños, lo que ésta conlleva y significa, lo que les fue negado y/o robado …?

    «El drama del niño dotado», de Alice Miller, creo que habla de uno de los ejemplos de parentización que señala en el post. La reflexión sobre los efectos de familia extensa-familia nuclear me la encontré hace poco leyendo este libro «Adolescencia, sexo y cultura en Samoa», le copio un párrafo:

    «Por otra parte, en Samoa no hay esa estrecha vinculación emocional del hijo con los padres, que influye tan decisivamente en Occidente, donde la sumisión a los padres o la rebeldía contra ellos puede convertirse en una pauta decisiva para la vida de muchos individuos. Los niños samoanos son criados en casas donde puede haber media docena de mujeres para cuidarlos y consolarlos, y otros tantos varones, por lo cual no distinguen tan claramente como los nuestros quiénes son sus padres. Las imágenes de la madre amorosa y protectora, y del padre admirable, determinantes para las elecciones afectivas que el niño hará en el futuro, se forman en la mente del samoano por medio de la suma de varias tías, primas, hermanas mayores y abuelas, así como del jefe de la aldea, el padre, los tíos, los hermanos y primos. De ese modo, los niños y niñas samoanos, en vez de interiorizar la imagen de una sola madre bondadosa que se ocupa de él en exclusiva y de un padre cuya autoridad es necesario acatar, se ven envueltos en un mundo compuesto por un conjunto de figuras adultas masculinas y femeninas en las que puede confiar y a las que debe obedecer. (…)
    Todo ello contrasta vivamente con el hogar estadounidense medio, en el que hay un número reducido de hijos, se establece un intenso vínculo, normalmente permanente, con los padres, y en el que la llegada de cada nuevo hijo puede despertar sentimientos desgarrados de celos en el anterior. En este contexto, la adolescente se hace más dependiente de unos pocos individuos y ello provoca que en el futuro busque sus recompensas afectivas en personas muy concretas. (…)

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      • La leí en el libro de «Peter Pan», de James M. Barrie. Empleó esa frase para referirse a todos los niños que Peter «reclutaba» como compañeros de juegos en la isla de «Nunca Jamás» y que al igual que él «se habían caído del cochecito» de sus madres o «nurses». Una forma de referir un maternaje poco «mamífero», el de los niños que «caen o se caen» del regazo materno.

        Le recomiendo su lectura, le sorprenderá, a muchos niveles. Está plagada de frases que hilan y deshilan el ovillo, como cuando la madre de Wendy actúa como madre de su esposo -la anécdota de la corbata- o como cuando ésta suspira porque sus hijos no crezcan nunca y se queden como están. Se expone muy bien, como quien no quiere la cosa, y así «a lo tonto» muchas claves de un padre presente pero ausente y una madre «risueñamente «infantil. Es también por otra parte muy certero cuando Peter le dice a Campanilla que si ella muere o decide no volver a jugar más con él, otras hadas, otras campanillas ocuparán su lugar, pues hay muchas campanillas por ahí para seguir jugando sin que tenga que estar escuchándole sus reproces o sus celos -respecto de Wendy- pues Wendy es esa niña jugando a ser mamá de sus hermanos pequeños …

        Es un libro declarado de lectura infantil-juvenil pero como con «El Principito», tiene muchas lecturas.

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      • Todas las «preferencias sexuales» son sexuales y no pueden ser sino sexuales por simple perogrullismo. En los ‘Diálogos’ de Platón encontramos ya esa clase de preguntas, formuladas por el Maestro a sus interlocutores o discípulos. Me refiero, claro, a tu pregunta, no a la previa mía. Aclaro porque el lenguaje escrito es, en muchas ocasiones, bastante equívoco.

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  2. Según el DRAE:

    pedofilia o paidofilia.
    (Del gr. παῖς, παιδός, niño, y -filia).
    1. f. Atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes.

    No estoy de acuerdo con la definición que haces de pedófilo al inicio del post. Ya ves que, al utilizar esa palabra, existe siempre una connotación sexual. Por supuesto un educador, por el hecho de trabajar con niños, no puede ser considerado jamás un pedófilo.

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    • Es verdad que los terminos «paidofilia» y «pederastia» se confunden no sólo en la RAE sino tambien en textos especializados. Y es lógico puesto que muchas veces se solapan en la práctica. El problema es que no tenemos una palabra para definir a esas personas que tienen esa preferencia y habilidad por relacionarse con niños sin perturbarles sexualmente. Efectivamente esas personas existen y no tenemos una palabra para definirlos, solo se me ocurre el termino » infantilismo» para describirlos.
      Por otra parte, especulo (porque no lo se a ciencia cierta) que los pederastas son a su vez pedófilos, algo que sugiere su dedicacion profesional casi siempre orientada al trato con niños. Lo interesante seria saber si un pederasta es un pedófilo que ha cruzado una linea roja o si se trata de dos modulos conductuales distintos. ¿podriamos hablar de una pederastia latente?, ¿que no llega a ejercerse?
      El término «latente» es muy controvertido porque supone que existe un deseo que no se manifiesta conductualmente pero qué está ahi. Personalmente creo que si alguien es homosexual perono lo ejerce (por asi decir) solo él conoce si lo es o no, nadie puede saberlo por él. Sólo el sujeto puede acceder a esa información sobre su orientación sexual.
      Ahora bien, sería licito suponer que en el caso de mantener ocultas estas inclinaciones tal cosa podría deberse no tanto a la «latencia» o represión de estas tendencias sino a un escaso deseo sexual. La intensidad del deseo sexual es para mi la variable que determina el paso al acto.

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      • El problema de los conceptos, en definitiva; y en el caso que comentamos, de la sinonimia. Defender a capa y espada la existencia de sinonimia es ridículo, pues toda palabra, respecto a otra, aporta matices y distingos en su significado que evidencian la quimera de la sinonimia. Distinguir «pederasta» de «pedófilo», aduciendo -por ejemplo- que el primero infringe la Ley y el segundo no, es buenista, pero no se sostiene mínimamente. ‘Pederastia’ (gr. παιδεραστία) significa etimológicamente «amor por los niños», y así lo entiende Platón. En griego existe un verbo que significa literalmente: «amar a los niños», del cual deriva el sustantivo. ‘Pedofilia’ o ‘paidofilia’ (del gr. παῖς, παιδός, niño, y -filia) significa etimológicamente «amistad y / o amor por los niños». La Academia define ‘pedofilia’ como: » Atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes»; y ‘pederastia’, en primera acepción, como: «1. Abuso sexual cometido con niños», y en segunda como «2. sodomía». ¿En qué se diferencia el «amigo» del «amante» de un niño? Quizá algunos de ustedes que siguen estos comentarios lo tengan muy claro, pero un griego de la época de Platón no lo tendría tanto. Áteme usted esa mosca por ese rabo; o recurra, si cree en la Justicia, a los tribunales de protección de menores si a su hijo lo viola uno de esta «orientación sexual» (llámese pederasta o pedófilo).

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