No cabe duda de que nuestra especie es una especie fundamentalmente monógama como ya saben los lectores de este blog. Me he referido en demasiadas ocasiones a este aspecto de nuestra conducta sexual para incidir de nuevo en las razones (las ventajas) que para nuestra especie ha representado la monogamia.
Es posible concluir que la monogamia es una estrategia reproductivamente estable que ha reportado muchas ventajas a nuestra especie, de manera que es muy posible que se trate de una adaptación o bien se deba a un subproducto de la selección sexual. En cualquier caso lo que sabemos es que es la estrategia reproductiva más representada en nuestra especie si bien en convivencia con la promiscuidad o por decirlo en términos no tan clínicos, con el merodeo.
No somos nosotros la única especie que ha optado por esta estrategia de combinación de las ventajas de la monogamia por un lado y las ventajas de «escapadas puntuales» por otro. Algo que implica sobre todo a aves y a ambos sexos, los gorriones dan una buena prueba de ello: monógamos la mayor parte del tiempo pero con puntuales escapadas fuera del nido, una conducta que está modificada por el entorno en que viven estas aves. De hecho hoy se sabe que la posibilidad de que dos hermanos tengan en mismo padre es sólo del 23% en los gorriones.
Lo cierto es que nuestra especie «sapientísima» se parece -en este sentido- más a ciertas aves que a nuestros parientes los simios, el orangután es solitario y no forma nunca parejas estables, el chimpancé vive en grupos pero con acceso a todas las hembras y el gorila es fuertemente polígamo.
En el post anterior planteé la osada hipótesis de Villareal de que los virus habrían colonizado -en tiempo ancestral- nuestro genoma dando lugar a variaciones importantes en nuestra conducta. Para Villareal el amor supondría un módulo de adicción y estaría relacionado con la regulación al alza de ciertos receptores para la oxitocina y la vasopresina. El lector puede visionar este video donde dicha hipótesis aparece con sus fundamentos de investigación, en este caso con ratones. ¿Pueden ciertas hormonas convertir a un ratón promiscuo en uno monógamo?
Esta es la hipótesis que sugiere Luis P. Villareal.
Una viñeta clinica.-
Marga (nombre ficticio) es una paciente que he tenido oportunidad de seguir durante años en contexto clínico y no clínico y la traigo aquí precisamente para iluminar uno de los conflictos más frecuentes en nuestra especie y que da lugar a sufrimiento clínico o no. El que se pone en marcha cuando dos zombies compiten entre sí, en este caso el zombie «familiar» versus el zombie «merodeador».
Se trata de una mujer casada con dos hijos, funcionaria, que tuve ocasión de conocer a raíz de una crisis emocional en forma de ataques de pánico. No voy a hablar de su cuadro clínico que tuvo buena evolución sino más bien de su dilema existencial. Era éste:
Se casó muy joven porque estaba harta de su madre y del control e influencia que ejercía sobre ella, de manera que eligió al primero que se le acercó con – como se decía entonces- buenas intenciones. Lo cierto es que Marga había tenido un romance anterior que había sido truncado por el cambio de domicilio del muchacho en cuestión y había dejado en ella un poso de amargura irresuelta. Pero Marga tenia demasiada prisa en independizarse de sus padres y por eso aceptó la oferta que le hizo Ismael su marido en aquella época.
Ismael (nombre ficticio) es muy buena persona, muy trabajador, demasiado práctico y muy aburrido en palabras de la propia Marga. No hay entre ellos problemas importantes, salvo la rutina en que se ha convertido su vida y la dedicación a sus hijos. Sin embargo en Marga existe un anhelo.
¿Es esto lo que puedo esperar de la vida? ¿No merezco algo mejor? ¿Hubiera sido más feliz con otro hombre? ¿No tengo derecho a ser feliz?
El destino quiso que Marga y su anterior pretendiente volvieran a encontrarse ya casados y con dos hijos ambos. Naturalmente entre ambos surgió el deseo de completar algo que había quedado inconcluso, ambos querian aprobar una «asignatura pendiente».
El caso es que los encuentros, al principio furtivos fueron haciéndose cada vez mas frecuentes y explícitos, hasta que un día el pretendiente en cuestión le hizo el planteamiento común: el plan era contárselo a sus cónyuges y ambos iniciar una nueva vida, pero había un problema: Marga no parecía tan decidida como él a abandonar a su familia, estaban los hijos, las propiedades, el marido que, aunque aburrido era un buen hombre. Marga no quería hacerles daño, de modo que pidió aplazar aquella decisión.
En realidad Marga sabia que aquel abandono del hogar podia saldarse con la separación permanente de sus hijos algo que parecía importarle menos al galán. Marga trató de ganar tiempo hasta que su amante movido quizá por un impulso hostil decidió separarse por su cuenta sin esperarla. Decía que estaba «enamorado».
¿Es que ella no lo estaba? ¿Por qué Marga no sacrificaba como él su matrimonio anterior de una forma decidida y abierta?
Aqui comenzaron las discusiones, y los problemas a raíz de los cuales Marga desarrolló un trastorno por pánico y que es cuando la ví por primera vez.
Un comentario.–
El dilema al que se enfrenta Marga es un dilema universal que ya aparece en Platón a través de la boca de Alcibíades: ¿Qué debo hacer maestro, dejar a mi mujer e irme con mi amante o dejar a mi amante y violver con mi mujer?.
Platón nos da una clave universal para salir de este dilema, le contesta a Alcibíades: «Hagas lo que hagas te equivocarás».
¿Qué significa la respuesta de Platón?
Efectivamente la respuesta de Platón precisa de una cierta interpretación. Lo que quiso decir el sabio es que en el largo plazo tendemos a arrepentirnos de lo que no hicimos, mientras que en el corto plazo nos arrepentimos mas de lo que hicimos ( ver psicologia del arrepentimiento). Una asignatura pendiente -lo que no se hizo- opera como un fantasma recurrente en nuestra vida y activa el pensamiento contrafactual ¿Qué hubiera sucedido si..? y tendemos por tanto a idealizar aquellas cosas que nunca pudimos llevar a cabo.
Pero una vez puestas en el mismo plano, las dos opciones se comportan de manera muy similar. Marga no tiene ninguna razón para romper algo «lo suficientemente bueno» y que funciona, puesto que su relación con Ismael no estaba tan deteriorada como la de su galán con su propia pareja. Marga pudo haber continuado su romance clandestino con su amante pero una vez igualados en el mismo plano de definición (una pareja u la otra) hizo marcha atrás.
El problema fue que el zombie familiar entró en competencia con el zombie merodeador, algo que no era necesario que hubiera sucedido manteniendo a ambos separados en distintos lugares pragmáticos.
Al fin y al cabo los gorriones buscan escapadas puntuales, pero siguen siendo fieles a sus parejas de siempre.
Bibliografía.-
Buena conclusión.
Tengo la impresión de que el unirse en matrimonio al amante clandestino no suele resultar bien.
Saludos de una colega mexicana.
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Si cuando se mezclan los zombies se producen guerras, desencuentros, desatinos y desgracias.
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Pues yo creo que estás obviando el zombie «sexo». En mi visión, ella estaba con el amante por vanidad y para tener eso que la rutina mató, no para completar nada. Simplemente cambiaríamos de zombies. Las mujeres son prácticas. A diferencia de los hombres, no tienen grandes dificultades para disociar la líbido de la conveniencia. El amante, como hombre que era, estaba sinceramente convencido para dar el paso gracias al impulso de su instinto ancestral para fecundar a otras mujeres. Creo que has interpretado la situación desde una perspectiva masculina. El pánico era craving, no tenía nada de conflicto moral en mi opinión.
El caso más extremo que conozco es el de una pareja de amigos en el que él deja que ella se acueste con quien le da la gana porque los dos saben que es imposible que ella encuentre un hombre que le pueda dar más estabilidad. Él es objetivamente rico y tiene el zombie del amor. Ella está muy buena y encima es culta e inteligente, lo que le permite dominar sin problemas al sexo opuesto.
Disculpas si no me he enterado de nada. Me apetecía manifestarme.
Saludos.
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Bueno, hablo del zombi «familiar» y del zombie merodeador como equivalente a la pasión sexual. ¿Qué significa que el pánico era craving?
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… Entonces estamos hablando de lo mismo. Me refería a que la falta de pasión sexual derivó en craving («mono» de sexo), contribuyendo en el desarrollo del transtorno por pánico que refieres.
Es lo que tiene el lenguaje metafórico que, dependiendo de la cabeza del que lee, puede generar mensajes levemente diferentes. Mea culpa.
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Paco, decía Alejandro Dumas que los «lazos del matrimonio son tan pesados que a veces se requieren tres personas para cargarlos» ¿Será que a veces funciona?
Los términos zombi familiar y zombi merodeador me gustaron mucho. No los conocía y definen muy bien la situación.
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Es el mismo concepto que las estrategias cad y dad https://pacotraver.wordpress.com/2013/05/13/
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