¿Por qué la opulencia le sienta tan mal a nuestro cerebro? (I)


El poder ya no reprime para obtener el control sobre los individuos desde que encontró que la diseminación de las oportunidades de ser era un mejor mecanismo que el rigor de la prohibición (M. Foucault)

Hace unos dias una chica de origen sudamericano a quien atendía en una consulta de nuestra unidad de trastornos alimentarios me comentaba que comenzó a darse atracones y a vomitar en el momento en que pisó nuestro pais. Por alguna extraña – aunque acertada- razón enlazaba el comienzo de su enfermedad con su mudanza de pais, de cultura y de oportunidades.

No se trataba, sin embargo, de un problema de nostalgia o aculturación que presentan algunos inmigrantes sino de algo tan sencillo como esto:

– «Es que aqui hay de todo».

Este «aqui hay de todo» es lo que nosotros hemos identificado genéricamente como «la opulencia», y del mismo modo que existen enfermedades ligadas a la miseria y a la pobreza existen otras emparentadas con la opulencia, con el exceso o como gustan decir algunos: con el capitalismo.

Lo cierto es que la opulencia por sí misma no causa -como es lógico- enfermedad alguna de forma directa o lineal, pero tampoco sería cierto si zanjáramos el asunto diciendo que no tiene nada que ver con la abundancia de sufrimiento mental en nuestro entorno. Las epidemias de trastornos alimentarios o de trastornos de la personalidad, los malvivires familiares, la explosión de casos de TDAH y de otras patologias del acto señalan en la dirección de que hay algo en la opulencia, sea alimentaria, de oportunidades de ser, tecnocientifica o social que es insoportable para nosotros los humanos, del mismo modo que se estableció hace ya algun tiempo que la urbanicidad era un factor de mal pronóstico para algunas enfermedades mentales.

Las ciudades son poco saludables y del mismo modo -aunque por otras razones- los entornos opulentos son muy insalubres.

Entonces la opulencia tiene algo que ver y al mismo tiempo no es la causa de la bulimia de nuestras adolescentes. ¿Cómo podemos explicar esta contradicción?

Naturalmente tenemos que modificar nuestra vieja idea de la causalidad que era un poco asi:

E= f(C)

Que significa que el efecto E estaba en función de una causa C.

Esta ecuación ha sufrido sin embargo muchas modificaciones y voy a referirme a un concepto que trata de explicar este extraño comportamiento de causas y efectos: la multicausalidad. ¿Es o no es la bulimia un efecto de la opulencia?

Si, lo es siempre que consideremos que no se trata de un efecto lineal como el que postula la ecuación anterior. El asunto quedaria asi:

E=f( S, S1, S2, S3, C)

Lo que significa que un efecto E tendria lugar a través de una causa C pero que se encontraria dependiendo de varios tipos de sustratos, S1, S2, etc, lo que llevaria a la consecuencia de que a un efecto E podria llegarse a través de multiples causas (C) dependientes del «sustrato».

Dicho de otra forma es necesario proponer otra variable en esa ecuación, una variable multiusos que hemos llamado sustrato, es decir el lugar desde donde la causa C puede llegar a provocar un efecto E.

Multicausalidad es una palabra poco acertada para definir las relaciones causales no lineales, enredadas o caóticas, que son las que están en juego para provocar estos efectos paradójicos tales como el que nos ocupa: «a mayor bienestar mayor riesgo para determinadas enfermedades (y menos riesgo para otras)».

Poco acertada porque pareciera que para provocar este efecto E sean necesarias varias causas que sumadas entre sí puedan dar lugar al efecto buscado. Una cuestión muy importante a entender de la causalidad no-lineal es que las causas no pueden ser sumadas (entia non sunt multiplicanda), lo que una causa no explique por sí misma dificilmente lo vamos a encontrar en el resultado de una suma.

La variable critica es pues el sustrato o mejor dicho los sustratos.

De manera que vamos a explorar los caminos que llevan a la opulencia (C) a causar enfermedades (E) y seguiremos con el ejemplo de la bulimia de mi paciente anterior, aunque dicho proceso es extensible a otro tipo de enfermedades o de enfermos, esos que hemos llamado en otros lugares los pacientes de la postmodernidad, de las sociedades clinicas como dice Marino Perez Alvarez o del bienestar al que todos rendimos pleitesía por sus servicios pero del que nos ocultamos sus efectos secundarios.

Llamaremos pues sustrato a una conceptualización que abarca el cerebro y toda su complejidad, un cerebro que posee una mente que a su vez está sometida a los embates del medio ambiente.

Lo cierto es que el cerebro humano es mucho mas vulnerable de lo que creemos, somos muy vulnerables y lo somos por la misma razón que somos tan inteligentes y tan adaptativos. La razón de nuestra vulnerabilidad procede del hecho de tener un cerebro a medio hacer, un cerebro plástico.

Un cerebro plástico es lo mismo que decir un cerebro que es capaz de aprender cualquier cosa, al tiempo que es capaz de averiarse casi por cualquier cosa. El sufrimiento mental es la condición de nuestra humanidad, pues nuestro cerebro no sólo está expuesto a variaciones hormonales o quimicas: aquellas procedentes del medio interno sino tambien de la influencia del medio ambiente y además de eso, la mayor parte de los enredos en los que se atasca su funcionalidad proceden del propio lenguaje que es el que nos capacita para pensar, para hablar y para relacionarnos con el medio ambiente.

El cerebro es un órgano bastante distinto a los demás, por ejemplo el riñón tiene una estructura cerrada, pensada para su función: filtrar la orina (entre otras) y que mantiene a lo largo de la vida de su portador una anatomia completa (si está sano). Sin embargo el cerebro va haciéndose y deshaciéndose a través de conexiones y de podas sucesivas, aprendizajes nuevos y cableados singulares de tal forma que no termina de configurarse del todo (completamente) jamás. Siempre estamos aprendiendo y siempre estamos desaprendiendo, configurando una nueva matriz casi cada dia, a eso nos referimos cuando decimos que es plástico.

De manera que podemos asegurar que si la opulencia tiene efectos perniciosos en ciertas personas, lo más probable es porque afecta a ese sustrato que antes nombraba y que lo podemos pensar desde el punto de vista de mecanismos intermedios, como escalones o pasos que van desde la opulencia (C) misma hasta el efecto (bulimia en este caso o efecto E).

Como el lector habrá ya intuido es inútil buscar la causa (lineal) de la bulimia pues seria tan dificil como encontrar una aguja en un pajar y que probablemente se encuentra demasiado alejada de su efecto para que podamos encontrarla. Lo más cómodo es pensarlo desde una estructura escalonada de esos pasos intermedios que hacen que desde una situación de opulencia se llegue a un infierno como es el vómito o el atracón compulsivo.

Dicho de otro modo: la opulencia genera distintos tipos de sustratos que hacen que causas banales o sufrimientos universales o inespecíficos conformen enfermedades concretas.

La causalidad lineal ha muerto.

¿Cómo afecta la opulencia a estos sustratos?

En un post anterior que titulé «La rebelión de las identidades» ya dibujé un listado inespecífico -tomado de Antonio Colina- para observar como ciertos cambios sociales se encarnaban en los cerebros humanos en forma de enfermedades, me referí a estos:

  • La dinámica social del deseo.
  • las formulas educativas.
  • la administración y expresión de los duelos y las pérdidas.
  • los estilos de crianza.
  • la intensidad de los apegos y la adhesión a ego y etnocetrismos.
  • los hábitos de consumo y el deseo de tener.
  • la relación con el cuerpo y la subjetividad e incorporeidad del esquema corporal.
  • la relación con la obediencia y el poder.
  • la idea y la relación con Dios y lo divino, asi como la creencia o descreencia en los espiritus mediadores (psicopompos) entre lo divino y lo humano.
  • el concepto de salvación y perduración.
  • la imagen del pecado y del Mal, y sobre todo:
  • en el trato con la palabra.

¿Cómo se afecta el deseo individual en una sociedad opulenta, ¿cómo se afecta el sustrato?

1.-El sustrato del deseo.

Una forma de definirlo es decir que deseo es aquello que necesitamos, o creemos necesitar, en cualquier caso en una primera aproximación el deseo es sinónimo de necesidad, deseamos porque tenemos necesidades, porque estamos o nos encontramos en falta, el deseo es la condición deficitaria de lo humano. Lo que sucede es que una vez cubiertas las necesidades de la parte baja de la piramide de Maslow van apareciendo nuevas necesidades y el deseo se hace más y más complejo al ocuparse cada vez más de abstracciones, intangibles, de futuribles y de aplazamientos que van haciendo cada vez más y más complicado el acceso a las satisfacciones del mismo.

Pues una de las caracteristicas del deseo es la temporalidad, ningun deseo puede satisfacerse de inmediato. Mi paciente la bulímica arriba reseñada tenia el deseo de ser enfermera, pero no se trataba de un deseo que pudiera obtener de inmediato, tenia que compatibilizar su titulación de su pais con la española. matricularse, obtener dinero, etc. Esperar. La condición del deseo es la espera.

Otra caracteristica del deseo es la localización, no es conveniente aunque si muy frecuente confundir los propios deseos con los intereses, las conveniencias o lo que es peor: con los deseos de otros. La confusión entre deseo e Ideal (el deseo del otro) es muy frecuente entre los adolescentes que manifiestan muy claramente la idea de que «no saben lo que quieren». Un deseo deslocalizado o no desplegado es una de las condiciones que hacen vulnerable cualquier sustrato, no se puede vivir sin deseos propios, pues otra de las caracteristicas del despliegue del deseo es la voluntad de vivir, llamada tambien ímpetu o drang, es decir acción.

Los deseos son por definición inalcanzables, no en el sentido práctico de la palabra sino porque apenas se alcanza un hito sobre algo, un logro, aparece otro para relevarlo, los deseos son insaciables en el sentido de que operan como modelos o guias de la voluntad,  son por asi decir la gasolina, la energía que precisamos para movernos o dirigirnos a algun objetivo.

Ahora bien, el deseo es por varias razones algo muy vulnerable, ya he nombrado algunas de las confusiones que pueden acaecer con respecto a la identificación del mismo, pero existe al menos otra contrariedad: los deseos suelen ser inconscientes o sólo muy parcial o indirectamente conscientes. Es por eso que cuando un deseo se hace consciente se transforma en Consciencia, es decir en un saber sobre el deseo propio que eleva la plataforma de lanzamiento un peldaño más.

Por ejemplo mi paciente declaraba que queria ser enfermera pero ignoraba totalmente las razones que le habian llevado a esa predilección y que no eran otras sino sus motivaciones, en realidad sus habilidades forzadas de cuidado. En realidad ella ya era la cuidadora universal de su familia y ser enfermera no seria otra cosa sino objetivizar desde lo simbólico tal actividad. Otra cosa es si en el despliegue de su deseo pudieramos encontrarnos en que renunciara a tal cosa una vez averiguada su procedencia. En realidad mi paciente era la mayor de sus 4 hermanas y en cierta forma habia sido obligada a esa función de cuidado por el Ideal familiar, de forma que el deseo de ser enfermera ha de ponerse entre interrogantes a largo plazo.

Las satisfacciones fáciles y atemporales son el principal enemigo del deseo. Todo aquello que puede alcanzarse aqui y ahora, sin esperar y sin esfuerzo y que llamaremos goce, es el principal enemigo del deseo.

El goce socava el deseo individual pues brinda al sujeto el anzuelo de que cualquier cosa que pueda «desear» puede ser conseguida de inmediato. Las sociedades de consumo  privilegian el goce sobre el deseo a través de muchos mecanismos, el pricipal de ellos es el crédito (disfrutelo hoy y page mañana), que permite que no sea necesario esperar para conseguir aquello que se desea. La subjetividad humana inventa continuamente nuevos goces que a la postre caen sobre el sujeto con un coste adicional de sufrimiento ¿soy hombre o mujer?¿puedo agenciarme el cuerpo que desee?

El goce es pues siempre superfluo  a diferencia del deseo que es permanente y pesado de soportar, la inmediatez de las satisfacciones gozosas socavan en los humanos la capacidad de desear y el individuo queda vacío de aquello que le identifica como humano: la facultad de anticipar, prolongar y postergar el placer y le transforma en un cuerpo de goce que puede maltratarse a si mismo a través de dietas, vómitos o intervenciones quirúgicas si el individuo cede en su deseo transmutándolo en satisfacciones inmediatas..

La opulencia tiene tambien acciones perversas sobre otros sustratos, el más estudiado es probablemente la sexualidad, del que hablaré en el proximo post.


6 comentarios en “¿Por qué la opulencia le sienta tan mal a nuestro cerebro? (I)

  1. Siglos antes de que los psicólogos y los psicoanalistas nos hablaran de los de la necesaria frustración óptima y de que los neurocientíficos documentaran la plasticidad del cerebro y sus beneficios en el desarrollo humano durante toda la vida, ya los chinos sabían que «a los hijos hay que criarlos con un poco de hambre y un poco de frío».

    Gracias Paco por traer estos temas que nunca dejan de ser actuales.

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  2. De manera que podemos asegurar que si la opulencia tiene efectos perniciosos en ciertas personas, lo más probable es porque afecta a ese sustrato que antes nombraba y que lo podemos pensar desde el punto de vista de mecanismos intermedios, como escalones o pasos que van desde la opulencia (C) misma hasta el efecto (bulimia en este caso o efecto E).

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  3. La palabra «deseo», produce inevitablemente cognotaciones en la mente del que la piensa, la imagina. Un peligro en mi forma de pensar adquirida a lo largo de los 20 años primeros de vida era, «consigue un trabajo y luego todo irá de maravillas para siempre». No tenía la vision de «Cuando consigues algo es una parte de un proyecto mayor», con lo cual pasa a la siguiente etapa. En lugar de eso he ido cogiendo lo que me he ido encontrando como un delantero en un partido de futbol. Claro, no puedo parar, porque no tengo ningún plan.

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  4. Hola Paco,
    hace algo más de un mes que te sigo, y si bien con otros post he tenido no pocas dificultades para entender lo que decias, con este todo ha resultado mucho más inteligible. Agradezco que compartas tus reflexiones y te esfuerces en esta labor divulgativa que a mi me resulta muy provechosa.

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  5. Pingback: Un Bosque Interior | La cura

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