Hans Georg Gadamer fue un filósofo alemán que destacó por hacer una nueva y brillante reelaboración de la hermenéutica a través de su conocida obra «Verdad y método».
Por no dar por sabido qué es eso de la hermenéutica adelantaré una definición operativa de la misma puesto que en ciencia es algo muy relevante: se trata de la necesidad de interpretar los datos en bruto. Dicho de otra forma el investigador se encuentra con frecuencia con datos usualmente estadísticos, hechos experimentales o de simple observación, conocimientos empíricos o fruto de la experiencia o como se dice ahora en medicina «datos basados en la evidencia» que por sí mismos no apuntan a una verdad científica. El caso es que todos estos datos precisan de de algun tipo de interpretación para poder ser iluminados de lo contrario se quedan sólo en eso: datos en bruto que no aportan ningún conocimiento.
La hermenéutica es el arte de la interpretación y no se limita solo a los hallazgos científicos sino tambien sociales, psicológicos y artísticos. La forma más conocida de ejercicio de la hermenéutica es el critico literario. La forma más vinculada al ejercicio de la psicología es la interpretación psicoanalitica, es decir la convicción y la sospecha de que detrás de un síntoma hay algo que el individuo desconoce y oculta hasta el punto que se hace necesaria la intervención de un traductor desde el lenguaje de lo común (lo manifiesto) hasta el lenguaje del insconsciente (lo reprimido o primario). El síntoma enmascararía un deseo que se encontraría entre las bambalinas del inconsciente y se encontraría representado por él en la vida consciente.
La novedad que introduce Gadamer en la concepción moderna de la interpretación tiene que ver con el abuso de la misma, algo que tambien ha sido señalado por Susan Sontag en su ensayo «Sobre la interpretación». En cierto modo toda interpretación es un modo dogmático de proceder que más que aportar conocimiento lo que hace es oscurecer la belleza de un cuadro o un texto o la verdad que se encuentra dispuesta para su contemplación en cualquier obra.
Para Gadamer la pregunta hermenéutica pretende descubrir y mantener abiertos de par en par todas las posibilidades, incluyendo las contrarias para incorporar de este modo la condición poética o histórica de la palabra. Una palabra -que de ser asi tratada- no se congela o coagula en un saber pues nadie puede leer una poesía sin que en su comprensión penetre siempre algo más. Toda interpretación rigidifica el sentido y es algo que podemos observar precisamente en los pacientes mentales, sobre todo en aquellos que interpretan y abusan de sus interpretaciones tomándolas como certezas absolutas tal y como sucede en los paranoicos.
Toda interpretación es un saber excesivo y arrogante (Fernando Colina 2011), dejarse llevar por el vértigo del sentido y leer la vida como un poema o como un mito, introduciendo las inversiones y tolerar las ambigüedades y paradojas de la misma es un ejercicio de buena salud mental. En el arte sucede algo muy parecido: todo pareciera indicar que la contemplación es erosionada profundamente por la interpretación aunque tambien es cierto que algunas personas poco dotadas para la comtemplación en bruto hallarán más placer en una comtemplación a posteriori de saber algo sobre la obra concreta.
El problema parece que procede de la escisión entre formas y contenidos. El arte pretendió ser figurativo -mimetizar la realidad perfectamente- hasta que en el romanticismo los artistas decidieron introducir su propia visión del mundo realizando una fuga consensuada del contenido. Cualquier artista se resiste a ser conceptualizado, enjaulado o catalogado en cualquier» ismo». La historia del arte contemporáneo puede entenderse como un predominio de la forma sobre los contenidos que son de esta manera eludidos precisamente por el rechazo de los artistas a ser conceptualizados.
Y lo mismo ha sucedido con las enfermedades mentales.
Todo pareciera indicar que las enfermedades mentales se resisten a cualquier conceptualización, del mismo modo que las personalidades normales: a pesar de que existen multitud de catálogos sobre este asunto lo cierto es que ninguno de ellos ha resultado ser eficiente para clasificar lo humano. La mayor parte de nosotros somos inclasificables.
Los síntomas o los rasgos de personalidad tienen forma pero sobre todo los definimos por sus contenidos. Sabemos además que son muy patoplásticos, es decir que siguen en su manifestación patrones culturales. El problema es definir qué queremos decir con eso de «patrones culturales». La mayor parte de la gente admitiría de buen grado que con respecto a los delirios por ejemplo han habido muchos cambios históricos en su presentación clinica si los comparamos con la apendicitis que sigue siendo igual que siempre. Todo el mundo sabe que en la Edad media proliferaban los delirios de posesión demoníaca y que años más tarde la gente deliraba con rusos, falangistas, fascistas o comunistas como perseguidores electivos. Ahora la gente delira con fenomenos electrónicos, ondas de radio y muy pronto con Internet, un perseguidor al gusto universal. La elección del perseguidor sigue patrones culturales derivados de las creencias compartidas por la población general. ¿Pero es esto todo lo que queremos decir con patrones culturales?
Otra forma de pensarlo es a través de la conceptualización que los psiquiatras hacemos de la enfermedad mental, es obvio que la conceptualización del sufrimiento o el goce los coagulan y los legitiman cientifica y socialmente aumentando la probabilidad de su propagación. Pero esto no es todo, puesto que el invento de los malestares, goces o sufrimientos no se deben a los psiquiatras (o a los laboratorios farmacéuticos como piensan algunos ingenuos), se trata del invento de un particular, hubo alguien que inventó cierta forma de expresión que más tarde se conceptualizó como psiquiátrica con o sin interpretación, con o sin mercado farmacéutico sobreañadido.
Lo que me interesa señalar en este momento es que tal y como sucede con el arte, las formas de expresión sintomáticas se comportan de una forma similar, como si se tratara de entidades fugitivas que pugnan por alejarse de cualquier conceptualización como este cuadro de Mondrian. ¿Qué significa? ¿Significa algo? ¿Y si no significa nada es al menos bello? ¿Nos conmueve cuando lo miramos?
Tomaré como ejemplo ahora un sintoma bastante reciente (1976) en su aparición: la bulimia. La bulimia es un curioso sintoma que consiste en vomitar electivamente la comida que previamente se ingirió bien sea de forma excesiva o no. Probablemente la bulimia ya existiera antes de que Rusell la describiera en una revista cientifica, es casi seguro que los romanos en sus bacanales utilizaran el vómito como forma de «hacerse sitio» para volver a degustar un manjar exquisito. La bulimia era pues un vicio catalogado por todos los manuales morales del mundo, se le llamó gula y se le supone un pecado capital, una pasión de nuestro cuerpo, una forma de placer vinculada a la comida y que se apoya en el exceso y en la codicia por repetir la experiencia de goce.
Pero la bulimia actual ya no se presenta de ese modo sino como un sintoma mortificador, donde el individuo ha pedido el control del mismo. Uno ya no vomita para «hacer sitio» sino para vaciarse haya o no habido un atracón previo. Se trata de una conducta de purga que usualmente se instala en personas que luchan constantemente entre sus pulsiones de hambre y sus deseos de estar a linea. Dicho de otro modo el vicio de la gula ya no aparece como tal (ya no hay ninguna institución que la prohiba), lo que ahora aparece es una compulsión, es decir la obediencia ciega a una instancia alienada que no se consigue dominar.
El bulímico no puede controlar sus vómitos y es por eso que decimos que el sintoma se ha convertido en inadaptativo y precisa atención psicológica o psiquiátrica. Pero ¿por qué decimos que el no poder controlar el vomito es inadaptativo?
Pues porque estamos persuadidos de que lo normal es controlar-se y que el descontrol es patológico pues todos loa adultos somos por definición responsables. Es por ello que el sintoma ya no aparece como un goce sino como una lacra, estamos en el terreno de la compulsión, una conducta que aparece como forzada e irresistible.
La bulimia es pues un invento bastante reciente al menos tal y como se nos presenta en la actualidad: el resultado de querer comer y no querer engordar, fracasando repetidamente en ello. No cabe ninguna duda de que la bulimia es un modo de expresar un conflicto, una especie de arrebato expresivo similar a la construcción de un poema y que ha tenido mucho éxito como movimiento expresivo si atendemos a las estadísticas.
Pero si he puesto el ejemplo de la bulimia como síntoma reciente es para ilustrar el fenómeno que me parece mas importante de todos en cuanto a la deriva conceptual de las enfermedades mentales. Todo pareciera indicar que las enfermedades mentales ocupan los intersticios que la ciencia deja vacíos en sus conceptualizaciones y cuando digo ciencia me refiero a las creencias compartidas por una población cualquiera, de manera que la palabra ciencia es intercambiable con la palabra religión. Como si los individuos en nuestra capacidad de fabricar simbolos nos ocuparamos preferentemente de inventar inquilinos para llenar los vacios que quedaron sin ocupar en una teoria u otra. Como si fuéramos hermeneutas profesionales.
Cuando se inventó el concepto dual neurosis-psicosis inmediatamente hubo una ocupación del espacio intermedio a cargo de las psicopatias por ejemplo o los TLPs (trastornos limites de la personalidad). Si la conceptualización pivotaba entre lo endógeno y lo reactivo inmediatamente aparecian nuevas entidades traumáticas con o sin trauma asociado o demostrable. Si haciamos referencia a lo psicógeno-somático inmediatamente aparecieron las histerias y las enfermedades psicosomáticas para desmentir tal clasificación o al menos denunciar su incompletud.
Todo parece suceder como si las entidades que representan las enfermedades mentales estuvieran vivas y trataran de poner patas arriba cualquier paradigma explicativo y no sólo eso sino que cada vez más se inventan (no los psiquiatras o los laboratorios) otras formas sintomáticas sin catalogar. Las autolesiones por ejemplo son un buen ejemplo de ello, surgen nuevas parafilias (nuevas formas de goce sexual) como por ejemplo las que comenté aqui en este post que plantean nuevos interrogantes psiquiatricos y bioéticos. Al mismo tiempo que desaparecen otros como la ninfomania, la satiriasis, o la monomania y son sustituidas por nuevas conceptualizaciones como las adicciones comportamentales (un nuevo grupo de enfermedade que aparecerán en el DSM-V)
Mi impresión es que a los síntomas psiquiátricos les pasa lo mismo que a los artistas: se resisten a ser conceptualizados, lo que es lo mismo que decir que no quieren ser interpretados y pretenden que se les acepte solo como estructuras mórficas multisentido sin atender a sus contenidos, algo parecido a lo que hacemos cuando contemplamos estas imágenes. Nótese la belleza de las mismas unida su banda sonora. ¿Alguien recuerda que Dracula era una novela de Bram Stoker? ¿Y si lo recuerda sabe de que trataba?¿Era importante conocer la trama? ¿O era algo banal si lo comparamos con la fuerza de sus imágenes, con la verdad que transmiten?
Se impone pues la contemplación vacía (sin tiempo y sin deseo), una interpretación que no desangre la forma, que no la coagule en una interpretación muerta e inmovilizada bajo el pretexto de un saber sobre la misma.
Se trata de una novela sobre una maldición y un reencuentro en la eternidad, pero eso es sólo el contenido.
Lo esencial es el amor y eso es la forma.
Bibliografia.-
Fernando Colina. «Melancolía y paranoia». Sintesis. Madrid. 2011.
Hans Georg Gadamer: Verdad y Método II, Salamanca, Sígueme, 2002. Tr.: Manuel Olasagasti.
Algo me susurra que en este post pone sutilmente aún más patas arriba –como suele ud decir- algunos paradigmas importantes de la neurociencia y la puesta en solfa de lo interpretativo. Delicioso el cocktail de hoy, con ingredientes fundamentales relativos a la esencia y lo discreto que cada cual digiera como bien pueda. Creo de todos modos que está usted cada vez más y más asintóticamente heterodoxo 🙂
(PS: Aprovecho para agradecerle el acierto de esa escena, profundamente conmovedora, que condensa en una mordedura de esencias recíprocas la entrega definitivamente incondicional de Mina tras tantos océanos de tiempo de búsqueda (qué elemento sublime, esa incondicionalidad del “para siempre pase lo que pase”…). Estremecedor, así como estremecedora también –especialmente- la banda sonora completa… me trae memorables recuerdos :D)
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Me ha encantado esta entrada; muy sencilla y bastante esclarecedora. Algunas reflexiones más:
Respecto a la importancia de interpretar datos, no es trivial, y es algo que además interesa a toda la industria actual (data mining).
En su relación con el arte, queda claro cómo, a lo largo de la historia, diferentes artistas han sido valorados o menospreciados en función de la problemática que se pretendía solucionar en cada época – los Rembrandt menospreciados al principio; Murillo como culmen del arte según el siglo XIX, etc. Véase «El Museo Imaginario» de Malraux.
En la misma línea, Gombrich y Ortega:
«El arte, como imagen visual, no es comunicación». Interpretamos las imágenes según nuestro conocimiento previo. Para que el arte sea lenguaje, se debe apoyar en un esquema: en un conjunto de símbolos que nos permita dar sentido a lo que vemos – Gombrich. Interesante también «El Arte como Ilusión», del mismo autor.
«Sólo podemos comprender lo que convertimos en imágenes» – Ortega.
De una forma más general:
«El hombre es el único animal que sólo ve lo que quiere ver» – La desatención ciega mencionada en El Viaje a la Felicidad de E. Punset.
Respecto a «mantener abiertos de par en par todas las posibilidades, incluyendo las contrarias», ésa era la forma de proceder de los estoicos: conocer mejor los argumentos de tus adversarios para fundamentar correctamente los tuyos.
En cualquier, caso, es imposible no «clasificar, etiquetar, categorizar». Al respecto, «Funes el Memorioso» de Borges, presenta un breve relato sobre alguien que no es capaz de abstraer, y percibe y concibe cada objeto como algo diferente.
Sobre todas estas reflexiones y referencias a libros:
josearnedo.blogspot.com
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Gracias por tus aportes Jose. Algunas sugerencias:
«El arte como imagen visual no es comunicación, interpretamos las imagenes segun nuestro conocimiento previo», dices. Lo que ocurre es que para interpretar imagenes debemos usar el pensamiento que es sobre todo lenguaje y el lenguaje no solo sirve para comunicar sino para soportar la estructura del Ser y que no sea aplastado por el universo metafisico de lo Real.
De forma que no estoy de acuerdo con Ortega cuando dice que solo podemos comprender lo que transformamos en imágenes, eso depende -creo- de cada persona. Yo no pienso en imágenes (estoy poco dotado para las formas), tengo un pensamiento narrativo más bien y creeme que puedo comprender cualquier cosa sin esa ayuda de las formas que tanto echo de menos.
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Qué curioso, porque desde siempre me ha pasado lo mismo: soy completamente incapaz de pensar utilizando imágenes. He puesto esa entrada de Ortega sin estar de acuerdo con él, símplemente a modo de resumen de un libro suyo.
Leí una vez que esta forma de pensamiento sin imagen es relativamente común entre gente con formación científica, que trabaja con conceptos abstractos y que, por lo tanto, no tiene ninguna necesidad de recurrir a imágenes precisas.
Un saludo, Jose.
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Interesante obsevación y aclaración de hechos y percepciones.
Desde luego para mi forma de mirar me abro a muchas otras personas y a su forma de entender sin dejar el espacio de la mia, por eso presiento que lo mejor es estar csiempre con una mente abierta. Uno siempre aprende algo y al final es siempe algo sobre si mismo por eso me impresiona, las intuiciones, las preguntas que uno tiene en la mente como una nebulosa. La atencion es muy importante, lo contrario es la impaciencia. Hay personas que de un cuadro del pasado sacan mucha información, aunque me fio más de una foto pues saca una instantánea real del momento más que una compósicion artistica, romantica, esta lo que es real en el sentidi de expontáneo y lo que alguien quiere decir sobre algo en particular aunque lo dificil si nó imposible es conectar todas las mentes y ser una, de forma que todo el mundo entienda lo que está sucediendo en lo global y en lo particular. La soledad del individuo es una constante que nos separa y que intentamos minimizar con la comunicación y solamente con aquellas personas que seleccionamos.
El martes me enteraba del por qué del Ramadan, y según intentaba Mahoma, es la forma de comprender com9 se siente las personas cuando no comen y no beben, cuando no tienen para comer y beber, es decir sentir comio sienten otros seres humanos en circunstancias adversas, una toma de consciencia por ponerte en esa situacion.
Las personas sin hogar, sin amor y sin ayuda tambuien estan ahí.
Esa es una forma de entender tambien, muy interesante y muy real.
Bueno ésta es mi aportacion a su post desde una perspectiva. Me gustó mucho lo del concepto de hermeneútica, puesto que cada dia hay cantidad de informacion, texturas sabores, sensaciones, imágenes, poesia que no alcanzas a comprender puesto todo no se puede entendeer con la razón o con las capacidades que tenemos, y en lo que a obras hechas por el hombre, si no lo tienes a mano para preguntar le de primera costará un trabajo si se tiene el necesario interés, y se puede complicar, porque a lo peor ni siquira el autor lo tiene claro.
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RASTURN, la avaricia me vicia…Esto es un anuncio que he escuchado esta mañana en la radio ( la cadena comercial tenía otro nombre parecido) y lógicamente me ha hecho mucha gracia porque después de leer este post, que dista mucho de ser sencillo, me venía que ni al pelo para explicar lo que quería expresar.
Categorizar no es sencillo, Shakespeare es un genio porque conseguió plasmar en sus obras características ( rasgos de carácter) en sus personajes que correspondían a los grandes universales humanos. En Otelo, El mercader de Venecia, Hamlet, Macbeth…presenta arquetipos humanos que responden a los celos, la avaricia, la duda, la ambición…
» cuando el bosque de Birman escale la colina de Dunsinane» Eso es lo difícil ser capaz de ver el bosque sin perderse en los arbolitos y eso es lo que consiguen los grandes artistas ( matemáticos, físicos, biólogos, pintores, escritores, etc.) Ven el bosque, ven el universal que categoriza o engloba las categorías menores, como Mondrian enmarcando en un contexto cada uno de los fragmentos de distintos colores.
De igual forma la cultura cristiana, con una tradición milenaria, consigue categorizar en los pecados capitales los grandes universales que pueden llevar al individuo a la perdición -causar una patología cuando están fuera de control-: Lujuria, Gula, Avaricia, Pereza, Ira, Envidia, Soberbia. Son grandes categorías que engloban distintos comportamientos que pueden presentarse de distintas formas según las modas de cada época, cultura que rodee a la persona, pero que en la base se encontraran siempre de forma inamovible. Como la categorización de la melancolía que recuperabas días atrás por ser más abarcativa que las distintas categorizaciones de depresión.
Y volviendo a RATURN, me pregunto si el anuncio haría referencia a alguna de las adicciones comportamentales que como dices aparecen en el DSM- V que por lo que veo a este paso va a superar a la Biblia en número de páginas
Ah¡ Totalmente de acuerdo con Jose Juan, fuera de los obras de arte conceptuales aquellas que son más viscerales expresan un sentir del artista pero en muchas ocasiones no se tiene claro qué es lo que se quiere decir, eso sucede con las metáforas irracionales, comunicas algo que es así tal y como ha salido pero sin saber exactamente lo que es, a mí me ha pasado.
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Supongo que ya tendréis conocimiento de este manifiesto contra el DSM:
http://stopdsm.blogspot.com/2011/04/manifiesto-favor-de-una-psicopatologia.html
Pego un extracto del manifiesto que resume la locura nosológica del próximo DSM-V:
«La próxima publicación del DSM-V supone una clara amenaza: nadie quedará fuera de aquello que se detiene, de lo que enferma. No quedará espacio para la salud, en términos de cambio, de movilidad, de complejidad o de multiplicidad de las formas. Todos enfermos, todos trastornados. Cualquier manifestación de malestar será rápidamente transformada en síntoma de un trastorno que necesita ser medicalizado de por vida. Éste es el gran salto que se realiza sin red epistemológica alguna: de la prevención a la predicción.
Umbrales diagnósticos más bajos para muchos desórdenes existentes o nuevos diagnósticos que podrían ser extremadamente comunes en la población general, de esto nos advierte Allen Frances, jefe de grupo de tareas del DSM IV, en su escrito Abriendo la caja de Pandora. Refiriéndose a los nuevos trastornos que incluirá el DSM-V, este autor cita algunos de los nuevos diagnósticos problemáticos: el síndrome de riesgo de psicosis, («es ciertamente la más preocupante de las sugerencias. La tasa de falsos positivos sería alarmante del 70 al 75%»). El trastorno mixto de ansiedad depresiva. El trastorno cognitivo menor, («está definido por síntomas inespecíficos… el umbral ha sido dispuesto para incluir un enorme 13.5% de la población».) Trastorno de atracones. El trastorno disfuncional del carácter con disforia. El trastorno coercitivo parafílico. El trastorno de hipersexualidad, etc. Aumenta, por tanto, el número de trastornos y aumenta también el campo semántico de muchos de ellos, como el famoso TDAH, ya que se permite el diagnóstico basado sólo en la presencia de síntomas, no requiriendo discapacidad y, además, se reduce a la mitad el número de síntomas requeridos para adultos. El diagnóstico de TDAH también se contempla en presencia de autismo, lo cual implicaría la creación de dos falsas epidemias e impulsaría el uso aumentado de estimulantes en una población especialmente vulnerable.»
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Me parece de gran interés lo del “campo semántico” que menciona Iván. Parecería adivinarse de los hechos que el lenguaje devora más importancia que la patología en sí, o –mejor dicho- que esta tiende a quedar apresada, cual mosquita en la telaraña, en los límites que marque la semántica. Esto correlaciona igualmente con el famoso “etiquetaje” y el gusto del Sapiens sapiens por las etiquetas. Preguntaría a los profesionales si no han observado que el paciente, de algún modo perverso, no parecen sentirse aliviados por el hecho de conocer cuál es su etiqueta semántica (“Es que me han dicho que yo soy bipolar”), como si las etiquetas restaran por algún mecanismo que ignoro una parte del peso del sufrimiento. El DSM vendría a constituir, pues, más un diccionario de alivios semánticos que una estructura clasificatoria en vistas a la solución de problemas, de modo que el paciente responda: “Ah, y ahora que sé que estoy en el eje 2, ¿qué hago, doctor?”. La idea que me parece más interesante, no obstante, no es tanto ésta como la de que lo semántico cada vez canibalice más y más radio, dejando cada vez menos aire o margen para la normalidad. ¿En qué medida -me pregunto- depende la oferta de las demandas? (en este caso, del etiquetaje). Para pensar…
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Con referencia a lo que expuesto por Iván M. Dupont:
Especialmente peligroso me parece el diagnóstico de TDAH basado sólo en síntomas y no en presencia de alguna discapacidad. Un adulto irá al médico cuando se sienta mal y es el médico el responsable – como profesional clínico – de entender la importancia y alcance de la etiqueta y si sirve para algo. El paciente una vez etiquetado cree que el primer paso para su curación está dado.
Pero en caso de un menor no es él el que decide ir al médico sino que será llevado por los adultos y en el caso del TDAH sobre todo cuando los padres hayan sido alertados desde la escuela por profesores -as y por los psicólogos -as, del centro. Y esto es muy peligroso porque se puede medicalizar a niños que no entran simplemente dentro de los canónes de buen comportamiento estipulado por el sistema. Un niño muy activo no es lo mismo, ni por asomo, que un niño hiperactivo. Y la presión para etiquetarlo en este caso no parte del supuesto paciente sino del entorno.
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Ese manifiesto que firmé hace algun tiempo, lleva un subtitulo importante: «hacia una psicopatologia no estadistica». Significa que poner el énfasis en los síntomas favorece los consensos, pero impide las teorizaciones sobre las estructuras o patrones de donde surje la psicopatologia. Personalmente estoy en contra de esos listados de síntomas y cada vez mas estoy interesado en encontrar el fundamento de las enfermedades mentales a través de la historia de los sintomas, Que es la historia de la psiquiatria europea.
Con respecto al TDAH creo que existen ciertos mitos que permanecen activos: las enfermedades mentales incluyendo al TDAH existen más allá de las conceptualizaciones que hagamos sobre ellas, no son un invento de los profesionales ni de la industria, existen espontáneamente aunque mudan de pelaje y de presentación clinica. Otra cuestión es tratar o no tratar, pero si atendemos al mercado de los psicofármacos lo que es de esperar es que si hay un farmaco contra el TDAH se usará pues ¿quien renunciaria a un tratamiento que existe y que puede mejorar la conducta de nuestros hijos?
Otra cosa es si esos tratamientos (todos ellos juntos) mejorarán a largo plazo la salud mental de nuestros conciudadanos.
Mi respuesta es no.
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El alivio semántico Ana procede desaber que tu dolor se encuentra catalogado que es lo mismo que decir: petrificado.
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Bueno Jose: a los matematicos parece que les pasa al revés.
https://pacotraver.wordpress.com/2009/07/31/la-sede-de-la-conciencia/
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