La conciencia y sus lastres


El ser humano es el resultado de la evolución natural y es probablemente la única conciencia que existe en el cosmos, ocupando la cúspide de la pirámide evolutiva en cuanto a complejidad de su sistema nervioso. Un sistema nervioso que sin ser el más grande de todos los conocidos (el delfín por ejemplo tiene un coeficiente de encefalización superior al del hombre) es el que mayores prestaciones puede desarrollar en la escala animal: todo parece indicar que la evolución tuvo que inventar sobre la marcha algún mecanismo que impidiera que el cerebro del hombre siguiera creciendo, algo que tuvo que pactar con las caderas de las hembras humanas que no podían seguir creciendo indefinidamente sin resultar un fardo inmanejable.

Una de las características sino la más importante de esta complejidad cerebral es la existencia de conciencia, es decir la capacidad recursiva de la mente, «saber que se sabe», algo que los demás animales no poseen, aunque todos los sistemas nerviosos, aun los más primitivos tengan a su vez una mente. De manera que lo primero que hay que definir es ¿qué es la mente?. La definición que más me gusta de todas las que he leído se debe a Foley (2000). Para este autor la mente es un simulador de acciones. Y entre las simulaciones más importantes desde el punto de vista adaptativo del ser humano es evidente que averiguar lo que está pasando en la mente de otra persona es igualmente muy adaptativo sobre todo si se trata de un enemigo o un adversario. En el sentido de Foley la mente es un anticipador, un generador de expectativas. Los entes que poseen mentes, pues, son capaces de simular, representar, reproducir y dirigir un proyecto hacia el futuro, un proyecto intencional (Citado por V. Simón 2005 en Sanjuan ).

El hombre es pues , un arquitecto de símbolos, un ser tan inteligente que a veces puede enfermar de éxito. En efecto gran parte de los sufrimientos mentales se deben o son consecuencia de esta enorme capacidad para clasificar, planear, anticipar, engañar y autoengañarse con respecto a la realidad, si conciencia y realidad son inseparables es posible afirmar que después de todo el hombre puede transformar, modificar o inventar una realidad ilusoria a partir de las operaciones de su propia conciencia, algo que esta vedado al resto de los animales por lo siguiente:

  • · Ningún animal sabe que tiene una mente, y por supuesto ignora que sus congéneres también la tienen. Para un animal macho el prójimo se limita a dos posibilidades: o es una hembra o es un intruso. Si no se enfrenta con ellos es porque sabe que sus congéneres tienen cierta tendencia a devolver los golpes. Ningún animal tiene una teoría sobre la mente (ToM) y por supuesto carece de metacognición.
  • · Ningún animal sabe que es finito y que morirá, es incapaz de anticipar su propia muerte por lo que el suicidio animal es una extrapolación de lo que sucede en humanos. Algunos animales en un entorno de desesperación puede parecer que se suicidan cuando solo están tratando de huir alocadamente. Para suicidarse hace falta ser capaz de anticipar cognitivamente la propia muerte, algo que sólo podemos hacer los humanos.
  • · Ningún animal aprende lo suficiente como para burlar o enfrentarse a su propio instinto. Ningún aprendizaje hará que una hembra cohabite con un macho fuera del estro o que se emborrache con alcohol, un potente aversivo instintivo en toda la escala animal. Dicho de otra manera la capacidad de aprendizaje es inversamente proporcional a la fortaleza del instinto.

En el hombre, esta capacidad de anticipación le confiere enormes ventajas con respecto a los animales, prever por donde pasarán, que harán y predecir las respuestas de sus presas, es sin duda una ventaja para el cazador-recolector pero también tiene un alto coste: para empezar puede disparar aquellos mecanismo de alarma preformados (lucha-huida) en los animales a partir de errores del procesamiento de la información. Por último esta capacidad va asociada a la creación o invención de peligros que nunca existieron. Hasta tal punto esto es cierto que en los humanos se nos ha hecho necesario crear una palabra nueva que sea distinta al miedo o pánico que presentan los animales y que propicia una reacción de lucha o huida. En los humanos hablamos de ansiedad, algo mucho más elaborado que el miedo y que no siempre se zanja con huir o luchar porque siempre se da en situaciones donde no hay depredador alguno. Podemos decir que la ansiedad es una señal de alarma ancestral que se activa a partir de errores en el reconocimiento de alguna amenaza interna o externa por parte del sujeto. Esta amenaza puede resumirse en una palabra: la ansiedad se produce cuando el sujeto percibe que están en peligro sus fuentes o entornos de seguridad, algo absolutamente abstracto pero que seguramente engloba a todos los peligros percibidos por un humano, incluyendo los imaginarios.

Sin embargo hay que hacer notar que esta capacidad de abstracción ha sido muy ventajosa para los humanos y por eso ha sufrido una selección positiva en nuestro código genético. La primera ventaja que se ha señalado con respecto a ella es la de anticiparse a las fieras que compartían con nuestros ancestros un mismo nicho ecológico, pero la segunda y más importante aun es la capacidad de discriminar a la propia fiera de su representación: así un día un homínido al encontrarse con la huella de un leopardo en el suelo y discriminar que «la huella no es el leopardo» pudo aprender a inhibir la reacción hormonal de alarma, lo que le dio un poder suplementario sobre la fiera, mucho mayor cuando aprendió a dibujarla en sus cuevas como una manera mágica de invocarla para nuevas cacerías o para exorcizar el temor que le producían.

Casi todas las enfermedades mentales son características de la especie humana, y de la capacidad recursiva y simbolizadora de la mente humana, así la ansiedad es una alarma que salta cuando no debiera, el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) supone hacerse un lío con las propias ideas y la paranoia, un defecto de la teoría de la mente acerca de las intenciones de los demás, pero algunas de ellas, como la esquizofrenia, se relacionan seguramente con la propia hominización– y la aparición del lenguaje.

Que el lenguaje supuso un hito en la hominización, no cabe duda alguna, aunque surgió como señalización y esta función ya se encuentra presente en muchos animales, la complejidad que adquirió el lenguaje en los humanos se debió probablemente a una mutación tan antigua como data el precursor de los linajes del hombre y el chimpancé. Esta mutación genética está vinculada a dos clases de hechos: la lateralización hemisférica y el crecimiento y señalización de un camino en el citoesqueleto de la glia que informe hacia donde tienen que crecer determinadas neuronas piramidales hasta encontrar la corteza cerebral. Ambos caminos están llenos de obstáculos y son probablemente la causa de disturbios o enfermedades genéticas, entre otras, de la propia esquizofrenia (el lector interesado puede consultar el articulo. «El extraño caso del Sr Broca»).

En la esquizofrenia hemos observado que los acontecimientos vitales son a menudo banales. Cualquier exigencia del ambiente puede desencadenar un episodio en una persona vulnerable a esta enfermedad. Aunque determinadas condiciones como el uso o abuso de drogas puedan estar relacionadas con ella, el modelo genética-ambiente parece venirse abajo con la esquizofrenia dado que lo que parece es que cualquier evento irrelevante puede desencadenar un episodio. Los estudios, una decepción sentimental, el embarazo no deseado o la critica de los padres a un proyecto determinado puede hacer aparecer un episodio, no hace falta buscar eventos traumáticos o relevantes entre los antecedentes de los esquizofrénicos. Lo único que sabemos es que la ciudad parece sentar mal a los preesquizofrénicos y que ser hombre y soltero son variables de mal pronóstico pero probablemente porque interfiere en los planes reproductivos o en la simple cooperación de una pareja, en este sentido el mal pronóstico de los esquizofrénicos parece depender de su estado civil y de su incapacidad para conservar sus apoyos sociales o sus redes simbólicas. La razón última de este mal pronóstico es genética, probablemente la esquizofrenia está causada por un grupo de genes que tienen relación con el proceso de hominización, el tamaño del cerebro, la expresión plástica de algunos factores neutróficos sin descartar que tengan alguna influencia otros genes comunes a otras enfermedades como determinados polimorfismo en el 5-HTT o en los genes que regulan la expresión de la dopamina como el COMT.

LO TRAUMÁTICO

Debemos a Freud la primera conceptualización acerca de que los acontecimientos de la infancia pueden causar disturbios emocionales en los adultos. Aunque en un principio Freud generalizó el antecedente frecuente o usual del traumatismo infantil a la etiología común de las neurosis, más tarde rectificó ante su optimismo inicial. No es extraño que Freud fuera victima de un espejismo clínico dado que lo que veía en su consulta privada no eran otra cosa sino trastornos histéricos de jovencitas abusadas de una forma u otra por sus familiares. El antecedente de abuso sexual era común en la época de Freud y es aún una lacra que parece no tener fin. Hoy es posible afirmar que cerca del 12 % de la población general ha sufrido abusos sexuales por parte de algún adulto durante su infancia y si esta muestra se extendiera a los pacientes psiquiátricos su numero se incrementaría.

Usualmente se define lo traumático como aquel acontecimiento pasado o reciente, que es catastrófico, es decir que por si mismo causaría síntomas psiquiátricos a una mayoría de personas. Una catástrofe natural, un atentado terrorista, el presenciar un crimen, ser atacado con confrontación armada por parte de un agresor, una violación, un accidente con varios muertos en la propia familia son ejemplos de traumatismo catastrófico, y se supone que todas las personas que han tenido esta experiencia sufrirán algún trastorno mental, usualmente el que conocemos como trastorno por estrés postraumático (TEPT) con independencia de su genotipo. Contrariamente pues al caso de la esquizofrenia, estamos frente a una enfermedad que inevitablemente se producirá con independencia de nuestro patrimonio genético. Por supuesto no es estrés postraumático, el que a uno se le muera el loro, la proximidad de la navidad, el no aprobar unas oposiciones o cualquier otra adversidad de la vida. No quiero decir con eso que estas contrariedades no puedan causar síntomas psíquicos, quiero decir que no son en ningún caso un TEPT. Tampoco son TEPT actual las cosas que nos pasaron de pequeños, si una adulta sufrió abusos sexuales y luego siguió adelante aparentemente sin dejar ninguna secuela, se tratará de un antecedente a valorar pero no es un TEPT.

Los abusos infantiles se han relacionado con un sin fin de condiciones clínicas en el adulto, hoy sabemos que al menos en dos circunstancias aquellos abusos pueden tomar una determinada forma clínica, me refiero al caso de la bulimia y al caso del trastorno limite de la personalidad (TLP). Ambas condiciones clínicas se encuentran además emparentadas por relaciones de comorbilidad: cerca del 40% de bulímicas presentan un trastorno limite de personalidad u otro del cluster B. Algunos autores consideran al TLP como una forma menor de TEPT y a la bulimia como un epifenómeno de la impulsividad que puede explicarse mejor como más tarde veremos a partir de los gatillos dopaminérgicos (un aprendizaje mórbido). Si a esto unimos que gran parte de las bulímicas tienen antecedentes de alcoholismo en su familia (usualmente el padre) y además tienen el antecedente de haber sufrido abusos por parte de un adulto, tenemos servido el cóctel que hace indistingibles los tres diagnósticos al menos desde el punto de vista del fenotipo recortado. Nuestra opinión actual es que los tres síndromes se encuentran emparentados de alguna manera y mi opinión personal es que se encuentran relacionados otra vez a partir de la serotonina, aun sin descartar otros mecanismo implicados, entre ellos el aprendizaje.

Se conocen veinte receptores para la serotonina, cada uno de ellos con una función especifica en el organismo humano, aunque los más importantes son el 5-HTT1A y el 5-HTT2A y sabemos además que los fármacos antieméticos (Primperan, Motilium, Ondasetron) son antagonistas de la dopamina y la serotonina y más concretamente del receptor 5-HTT3, y además sabemos también que estos receptores están relacionados con los síntomas negativos de la esquizofrenia y que acompañan a los D2 en toda la vía dopaminérgica mesolímbica y que los 5-HTT2A inhiben el efecto del antagonismo D2 . Pero sabemos además otras cosas muy interesantes, me refiero al efecto de los psicodislépticos sobre el cerebro. A raíz de las experiencias con LSD Hoffman y otros autores se dieron cuenta de que a pesar de que un primer momento se intentó basar el estudio de la esquizofrenia en esta psicosis experimental, los cuadros psicóticos inducidos por LSD eran bastante diferentes a los cuadros psicóticos esquizofrénicos espontáneos, se diferenciaban clínicamente de forma significativa: por ejemplo producían alucinaciones visuales en lugar de auditivas, podían producir visiones extáticas, de contenido agradable, al revés de la esquizofrenia cuyos contenidos son siempre amenazantes o terroríficos. Su efecto se perdía al cabo de unas horas, mientras que un episodio esquizofrénico, aun el más leve se mantiene algunas semanas. Además provocan sinestesias, un curioso síntoma que consiste en que un estimulo es percibido por un receptor especializado en otra función, por ejemplo un sonido es percibido como color, y un aroma, como táctil. Además producen una extraña secuela muy común en el TEPT, me refiero a los flashbacks, una especie de reminiscencias de contenidos vividos que no han sido adecuadamente digeridos, hoy diríamos, material traumático, lo que vuelve es siempre algo relacionado con lo traumático, incluso en sueños. Desde el punto de vista psicopatológico el cuadro provocado por la LSD es un síndrome delirante alucinatorio o dicho en terminología francesa un estado onírico, similar al de los sueños, algo muy parecido a lo que sucede en el shock provocado por un TEPT reciente o por una descompensación a largo plazo dentro de la evolución del TEPT.

Dicho de otro modo, existe una relación entre los sueños y su función reguladora, los antecedentes traumáticos, el TEPT, el trastorno limite de la personalidad y la intoxicación por LSD (y otras drogas similares) Su mecanismo de acción parece estar relacionada con la presencia y sobrecarga de serotonina en las sinapsis mesolímbicas y uno de los receptores implicados en esta sintomatología parece el 5-HTT2A. La consecuencia inmediata que se deriva de ello es que probablemente lo traumático sea procesado como sueños que no pudieron ser soñados.

Hoy sabemos que tanto el abuso sexual en la infancia como el abuso físico, y el maltrato causan problemas psiquiátricos en los adultos y estamos cerca de considerar incluso que la repetición constante de estos acontecimientos puede a largo plazo resultar tan perturbador como el estrés catastrófico propiamente dicho. Algunos autores se cuestionan si el TEPT puede ser diferido en el tiempo, pero todos estamos convencidos de que existe un mecanismo común entre las entidades que anteriormente cité y la función fisiológica del sueño. También estamos persuadidos de que determinados acontecimientos vitales sucedidos en la infancia quedan grabados de una manera definitiva en el cerebro y se muestran resistentes a la extinción.

1 comentario en “La conciencia y sus lastres

  1. He leído el artículo con atención.

    Tiene varias aristas, de la poliédrica conciencia, que me agradaría fraccionar y comentar por su orden, sin perjuicio de acotar que mi actividad no pertenece a ninguna rama de la medicina, mas el cerebro humano me apasiona (entre otras cosas).

    Ignoro la razón por la cual en el tronco homínido nos separamos de otros primates, ni cual fue el destello evolutivo que nos permitió un desarrollo diferente de aquellos, diferenciándonos, entre otras cosas, en la posesión de ese universo personal llamado conciencia: aptitud de entender y querer, capacidad cognitiva activa y en potencia, en definitiva, ser humano individualizado.

    Portadora de nuestra identidad (al menos en un sentido metafórico, pues mis magros conocimientos no me permiten hablar de bases biológicas de la conducta, ni de funciones cerebrales, como es tu caso, Pacotraver) se balancea en el simulador de acciones (utilizando la alegoría cita por ti) para proyectarse en, dentro y para el mundo interior-exterior. Diseña su realidad, que no necesariamente ha de ser la existente- con toda la carga de relativismo que conlleva el concepto- sino ajustada a su medida, necesidad, deseo, miedos.

    Ahora bien, cuando esos planos cuidadosamente delineados son transportados para encajar con otros proyectos- el indispensable gregarismo- no siempre logrará coincidir las piezas de los unos y los otros. El éxito excesivo de un proyecto, posiblemente, pueda desmerecer el de otro, verbigracia. O a la inversa, a gusto.

    Quizá cuando el hombre asume la responsabilidad de que, los signos por el dibujados, son una absoluta estafa así mismo, sus expectativas cruzan irremediablemente la Laguna de la Estigia. Consciente de esa realidad que se impone como una catedral grafito, su mente -tal vez- responda hacía la huída.

    Si no te incordia, o te desvía de tus objetivos, seguiré reflexionando a través de otros aspectos de tu post.

    Un saludo.
    Marea.

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